Los secretos de Chimo Bayo en el 30 aniversario del 'Así me gusta a mí': "Iba para motero y me lié"
Chiquitán chiquiti tan tan tan que tun bam bam que tum ban que tepe tepe tan pan pan que tum ban que pem. El mítico DJ valenciano nos cuenta la intrahistoria.
19 junio, 2021 02:28Noticias relacionadas
Joaquín Isidoro Bayo Gómez iba para motorista y se lió. Porque a eso se dedicaba a finales de los 70, a pilotar una Derbi en categorías amateur: "Tuve dos caídas espectaculares. Mi padre andaba por allí, grabando con el tomavistas, pero no las capturó. A mí me provocó una triada, me rompí los tres ligamentos de la rodilla". Esos golpes, sin saberlo, influyeron en la historia de la música española.
Porque retirado prematuramente de los circuitos, optó por meterse en el mundo de la música, que era lo que le apasionaba. Empezó a pinchar discos a principios de los 80 en su Valencia natal, en un momento en el que la ciudad era tal vez el mayor polo cultural underground de Europa. La Ruta Destroy o del Bakalao empezaba a atraer a fiesteros curiosos de todas partes. Por vanguardista, por novedoso y por integrador, la fama del ambiente de la fiesta valenciana empezaba a resonar por todos lados.
Ahí nació el mito de Chimo Bayo. Un DJ que pinchaba en los garitos importantes de la ciudad. Que aparecía con un indumentaria sci-fi. Con gafas de sol, protecciones de motorista, luces o todo junto. Y una gorra de la Unión Soviética que él, apolítico, llevaba sólo para provocar. Se la encontró en una caja de discos de importación que venía de Londres. Le gustó lo de CCCP, por un grupo que se llamaba así y porque "siempre New York, siempre York, hostia", maldecía la moda.
Pero si había algo que caracterizase a ese icónico disckjockey, era que fue uno de los primeros en empezar a interaccionar con el público. Algo que se fue incrementando con el tiempo y que ha acabado consagrando la figura del DJ como la auténtica estrella de la fiesta. Chimo Bayo fue uno de los pioneros: todo carisma, pinchaba temas y agarraba el micro. Colaba entonces sobre la base instrumental una especie de trabalenguas improvisado. "Chiquitán, chiquititántán". "Quetepetepetambambam...".
El cassete
Frases que aparentemente no decían nada, pero que ya tenía toda Valencia sonando en los radiocassete de sus coches. Porque eran los tiempos en los que uno se acercaba a la cabina del DJ en mitad de la fiesta, sudoroso, con una cinta virgen TDK en la mano y le pedía al pincha que le grabase la sesión: "Yo les decía que costaba X dinero, me lo inventaba. Mil pesetas. Si el tío me decía que sin problema, se la regalaba. Yo nunca cobraba, era un filtro elegante para saber quién estaba realmente interesado en la música", nos cuenta.
Y aparentemente, interesada estaba toda la ciudad, toda la región, todo el país. Porque las cintas se grababan y se pasaban de mano en mano. Estos giros de Chimo Bayo ya eran populares antes de ser editados. "Vivía el momento, improvisaba. Hasta que alguien me dijo: "Oye Chimo, por qué no grabas esto y haces una canción", y ahí empecé a pulir lo que decía en esas frases. Hasta que se quedó el "chiquitán chiquiti tan tan tan que tun bam bam que tum bam que tepe tepe tan pan pan que tum ban que pem".
De eso hace 30 años. Con motivo de la efeméride, Chimo Bayo habla con EL ESPAÑOL de Así me gusta a mí. Una canción que se convirtió en un himno generacional; en la tonada con la que, innegociablemente, hay que ilustrar cualquier reportaje o documental que se haga sobre la ruta del Bakalao. Porque lo que aportó Chimo Bayo no sólo fue la figura del DJ díscolo y carismático. Lo que hizo fue componer el primer himno electrónico en español de aquella época.
Corría 1990 y Chimo Bayo era uno de los rostros más conocidos de la Ruta del Bakalao. "Yo era un rutero de patatas bravas y Trinaranjus. Venía del deporte y de estar acostado de diez de la noche a seis de la mañana", explica a EL ESPAÑOL, desmintiendo sólo a medias los mitos que corrían de droga y más droga sobre los DJ de aquella época.
El significado
Sólo a medias, porque cuando se entra en ese terreno, Chimo sigue riéndose y respondiendo ambigüedades. Sobre que si la canción iba sobre las pastillas de éxtasis, o si luego compuso Química, que iba por el mismo sitio... Chimo es 'crípticamente claro': "Estas canciones que me dices tienen un significado muy evidente, que es... el significado libre. El que cada uno quiera darle, el que tenga para cada uno", contesta, soltando una carcajada. Le encanta seguir troleando al respecto. Él no hace apología de nada ni dice sí ni no. Como mucho dice exta sí, exta no.
"La canción que sí tiene un significado claro es la de Bombas, que se me ocurrió en la cama mientras veía en la tele unas noticias sobre la Guerra del Golfo y dije "Bombas, bombas... ¿qué pasa?", y ese es el estribillo de la canción. O la de La Tía Enriqueta, que es una historia que me contaron sobre una mujer con 80 años que todavía tenía la energía suficiente para hacer de todo y para irse de fiesta", resume.
Pero volviendo a Así me gusta a mí (o Exta sí Exta no. O Chiquitán. Que cada uno la llame como quiera), fue el primer melocotonazo de Chimo Bayo. El que le encumbró y le hizo saltar a todas las emisora de radiofórmula. Antes de sacar el disco, le pidió un favor a sus seguidores: "Unos días antes de editarla, la pinché en la discoteca El Templo. Allí, ante 3.000 templarios, paré la sesión para explicarles que tenían que cantar "Exta sí, exta no" a pleno pulmón".
Eso sucedió en marzo y el tema no se publicó hasta junio. La canción aún no había salido pero ya se la sabía todo el mundo. "En esa sesión de discoteca grabamos las voces que luego salieron en el disco, que para mí son claves porque integran en la canción a la gente que estaba de fiesta. Es la máxima expresión de la empatía y el buen rollo que era la fiesta en Valencia. Era el hedonismo de masas. Lo que me gustaba a mí. Por eso el título de la canción", recuerda ahora, 30 años después.
El disco se grabó en Rager Studio entre abril y mayo y se publicó el 24 de junio de 1991. El éxito fue casi inmediato y traspasó fronteras. Chimo Bayo actuó en lugares dispares como Inglaterra o Perú. Y consiguió ponerse en el número 1 de las listas de ventas en países como Israel o Japón. "Siempre me había atraído la cultura asiática. Mi libro favorito siempre fue El arte de la guerra, de Sun Tzu. Y precisamente fue en Japón donde más fuerte pegó el tema". Una relación de amor que culminó cuando Bayo fue invitado para actuar ante 55.000 personas en el estadio Tokyo Dome de la capital nipona. Un valenciano repartiendo bakalao en el país del sol naciente. Un trocito de la ruta Destroy, que entre Barraka y Chocolate, pasaba por Tokio.
Réquiem por la Ruta
Una ruta "que no volverá, eso es irrepetible. Hay ciertos clichés que quedaron de la Ruta del Bakalao, pero en realidad fue una explosión de cultura, de buen rollo, de empatía y de libertad. No solamente se pinchaba electrónica. Yo pinchaba funky blanco y negro, pop, glam new romantic, industrial... Allí cabíamos todos; los valencianos recibíamos muy bien a todo el mundo y los que venían se lo pasaba bien. Yo estoy orgulloso de haberlo vivido y haber hecho disfrutar a aquella gente. Y a las generaciones posteriores, porque mi música ha ido pasando de generación en generación", concluye Chimo Bayo.
Cuentan que otra de las claves de aquel ambiente era la mescalina, una misteriosa droga que tal y como vino se fue. Porque cada movimiento contracultural, cada época de fiesta, tiene sus sustancias. Y si los hippies tuvieron marihuana y LSD, en la ruta del Bakalao había extasis, como dice la canción. Pero también 'mesca', que se conseguía en cápsulas y provocaba una sensación de bienestar que contagiaba al resto. De la mesca nunca más se supo y Chimo también pasa de puntillas por ahí: "Es que de ese tema ya se ha hablado tanto...". Le da pereza y vuelve a la música.
Chimo grabo más cosas, destacando Bombas, Química o aquella Tía Enriqueta que realmente existió. Con el tiempo, la ruta acabó muriendo de éxito en Valencia. La masificación hizo que se perdiese el espíritu underground, Los garitos fueron cerrando y la ruta se fue desplazando al norte. Se subieron las revoluciones a los discos, se aceleró el paso y llegó la 'makina' catalana, que era heredera del Bakalao, pero con una personalidad propia. Más violenta, más revolucionada, más politizada. "Fueron cosas distintas, no te digo ni mejor ni peor. Pero lo de Valencia fue irrepetible, era el hedonismo puro", recuerda Chimo Bayo. Esa subida de las revoluciones en la música fue uno de los factores por los que Chimo Bayo se echó a un lado, especialmente durante la primera década de este siglo.
Sea como fuere, sigue en la pelea. Sigue viviendo en Valencia y ya se ha vacunado "con la primera dosis de Astra-Zeneca. No he tenido ningún efecto secundario", nos cuenta. Y continúa componiendo temas y actuando en festivales. Ha tenido tiempo incluso e hacer alguna inclusión literaria. Escribió junto a la periodista valenciana Emma Zafón el libro No iba a salir y me lié (de ahí la frase introductoria y el titular de este reportaje), una novela que, aunque él asegura que no es autobiográfica, cuenta con un DJ protagonista que se parece mucho a él.
Pero lo que siempre le ha marcado, y no rehuye, es aquella canción. Tiene incluso una marca de vino (o mejor dicho, de technotinto) que se llama "Hu-Há", que era su grito de guerra con el que arrancaba el legendario temazo. "Un grito de libertad que te vale para todo; lo mismo para estar contento que enfadado".
Sigue hablando de la canción Así me gusta a mí como su hija: "Yo he tenido dos hijas: la primera fue la canción, en 1991. Como me salió bien, en 1992 nació mi hija Tanya", bromea ahora. Lo curioso es que Tanya ha seguido los pasos de su padre y ya se ha hecho un nombre como DJ: "¿Pinchar juntos? Bueno, pinchamos cosas distintas, pero nunca se sabe. Estaría bien. Yo sigo creando y en breve saco tres temas nuevos. Además, con lo del aniversario no descarto hacer alguna mezcla nueva del Así me gusta a mí para celebrarlo".
A sus 60 años (los cumplirá en octubre), Chimo Bayo sigue siendo ese icono de la eterna juventud de aquella Valencia rutera, de la que no cesan los revival. Sigue componiendo, sigue actuando y se sigue despidiendo de una conversación con su archifamoso grito de guerra, que empezó en Valencia y acabó coreado por miles de japoneses en un estadio de Tokio: "Hu-Há".