Refugiados y fotógrafos
Fotógrafos y víctimas de guerras han ofrecido a la largo de la historia relatos desgarradores sobre su condición.
8 noviembre, 2015 02:55Noticias relacionadas
Endre Erno Friedmann era un refugiado: salió de su Hungría natal, huyendo de un gobierno fascista, para saltar primero a Alemania y luego a Francia. Su condición de judío hacía que su vida corriera peligro. Convertirse en un hombre errante le ayudó a construir un relato fotográfico contundente sobre aquellos que, como él, escapaban del horror bélico durante la Guerra Civil en España.
Los primeros éxodos fotografiados
El éxodo de refugiados es visto hoy como una 'normalidad' dentro todo conflicto, pero en la prensa de finales de los años 30 era una espantosa novedad ver esas hileras de personas, demacrados, marcados por el dolor y la desesperación (la prensa apenas había deparado en la huida del pueblo armenio en 1915, uno de los primeros grandes éxodo que fue documentado fotográficamente). Nos podemos parar en muchas de las fotos que Friedmann hizo retratando a aquellos hombres y mujeres, que constituían un tercer frente: el de los civiles que huían de la contienda.
En Francia se levantaron campos de concentración sin las mínimas condiciones de salubridad, que Friedmann documentó para Life o Regards. Se calcula que solo en el departamento de Aude, al sur de Francia, murieron más de 500 refugiados españoles por distintas enfermedades derivadas de la lamentable situación en las que vivían hacinados.
Agustí Centelles era uno de esos refugiados españoles. A este fotoperiodista le debemos las fotos más icónicas de la contienda. Exiliado en Francia, termina documentando con su cámara la situación en la que vive él y sus compañeros de cautiverio. Si las fotos de Friedmann son duras, las de Centelles son ya desgarradoras, porque retratan de primera mano, sin el parapeto de las autoridades francesas, las nefastas condiciones de vida del campo de reclusión de Argelès-sur-Mer, primero, y luego en Bram. Su memoria queda plasmada en su diario ('Diario de un fotógrafo: Bram, 1939') y sobre todo en las cerca de 600 fotografías que se conservan.
El pasado es presente
Como Friedmann, muchos fotógrafos están retratando hoy las imágenes de miles de personas que huyen dejando atrás la guerra en Siria, Irak o Afganistán. Nos detenemos un instante en esta imagen tomada en Dobova, Eslovenia, por el fotógrafo de Reuters Srdjan Zivulovic.
Podríamos hacer el ejercicio de pasarla a blanco y negro y nos parecería una escena anacrónica, nada contemporánea, rematada por un policía a caballo que guía al grupo de errantes. Pero sabemos que estamos en la Europa de 2015 y ese agente ecuestre escolta a refugiados sirios y afganos.
El posicionamiento ético
Gervasio Sánchez es fotoperiodista y Premio Nacional de Fotografía. En su larga carrera ha retratado escenas muy parecidas en distintos conflictos. Le pido una breve reflexión sobre cómo los fotógrafos debemos aproximarnos a refugiados que huyen: "El fotógrafo debe documentar el desastre humanitario tratando a las víctimas con el respeto y dignidad que merecen, evitando convertirse en un agresor más. Te tienes que acercar a las personas que sufren no creyendo que tus fotos, tu texto o tu total de vídeo es lo más importante. Tienes que tratarlos a ellos como te gustaría que te trataran a ti si estuvieras en la misma situación. Lo que está pasando con los refugiados es una parte más de las guerras, que no son solo las bombas, los tiros y el ‘bang bang’. Es un reflejo del desastre político y diplomático, una dejadez a nivel internacional, de políticos que no han hecho prácticamente nada para evitar el desastre humanitario, no solo del sirio, el iraquí o el afgano, sino de tantos otros conflictos que llevan años en Eritrea, Somalia, el Congo o tantos otros países".
La cámara son sus ojos
Hany Al Moliya tiene 22 años. Es natural de Homs, Siria. Huyó con toda su familia de la guerra. Pasó los últimos dos años en un campo de refugiados de Líbano. Hany es "legalmente ciego", como él mismo se define. Solo es capaz de ver a 20 centímetros de distancia. Por eso su cámara reflex son realmente sus ojos: amplía, gracias al objetivo, su capacidad de visión. Su caso ha sido documentado por la agencia de la ONU para los refugiados (ACNUR), en un documental dirigido por Zahra Mackaoui. Sin toda la labor documental que están haciendo organismos como ACNUR, o ONG como Intermón Oxfam o Médicos Sin Frontera estas historias se perderían y no moverían las conciencias de nuestra de por sí atolondrada opinión pública.
En el documental de cinco capítulos vemos el periplo de Hany, cámara en mano. La historia parece que acaba bien: hoy vive, junto a sus padres y sus hermanos, en Canadá. Está recibiendo tratamiento médico contra el síndrome que le reduce la visión. Parece que el relato acaba bien. Pero no. La vida del refugiado nunca acaba bien, porque no puede regresar a su casa, a sus amigos... a todo lo que compone nuestra vida cotidiana. Todo queda marcado por la guerra, como quedó marcada la vida de Agustí Centelles o la de aquel fotógrafo llamado Endre Ernő Friedmann, al que todos conocemos como Robert Capa.
*Foto de apertura: refugiados españoles marchan escoltados por un gerndarme francés de un campo de concentración a otro en Le Bacarès (marzo de 1939). Imagen: Robert Capa/ Magnum Photos.