La laguna de Lugo a 600 metros de altitud en la que se estanca el río Miño (pero no nace)
El Lago de Fonmiñá conforma la primera gran aportación al caudal del Miño y cuenta además con una amplia área recreativa y senderos que recorren este lugar envuelto de historia y misticismo en A Pastoriza
14 septiembre, 2024 05:00Con sus cerca de 310 kilómetros de recorrido, el río Miño se erige como el cauce fluvial más extenso de toda Galicia. Su travesía hacia el Atlántico da comienzo en las tierras altas del norte de Lugo, en el corazón de la Serra de Meira. Es allí, en un singular paraje conocido como Pedregal de Irimia, a más de 700 metros sobre el nivel del mar, donde las primeras aguas del Miño inician su descenso de manera subterránea. Dichas aguas, ocultas a la vista en sus primeros pasos, emergen a la superficie en las proximidades de la Lagoa de Fonmiñá, un espacio natural enmarcado en el municipio de A Pastoriza que podría describirse como la primera gran manifestación del río Miño.
Cabe recordar que, durante años, existió un intenso debate sobre el verdadero origen del río más largo de Galicia. Muchos sostenían que el nacimiento del Miño se encontraba precisamente en la citada laguna lucense. Sin embargo, y aunque la realidad es otra (como así lo confirmaron diversas investigaciones), la Lagoa de Fonmiñá sí que tiene el honor de ser su primer gran aporte de caudal, convirtiendo a este modesto riachuelo en uno de los cursos más importantes del territorio.
Además, el pulmón verde que rodea a esta laguna de A Pastoriza, se ha convertido en un lugar ideal para aquellos que buscan sumergirse en la quietud y serenidad de la naturaleza, pues el entorno dispone de varias pasarelas de madera y un amplia área recreativa donde los visitantes pueden disfrutar de este auténtico paisaje de leyenda.
Un oasis verde en A Pastoriza
La tradición popular dice que bajo el manto verde y cristalino de la laguna de Fonmiñá todavía resuenan las campanadas de un antiguo pueblo sumergido en las profundidades. Mito o realidad, el entorno de este gran lago natural de origen cárstico conforma un lugar mágico y de gran simbolismo dentro de la Reserva de la Biosfera de Terras do Miño (considerada una de las más grandes de España).
Como apuntamos unas líneas más arriba, muchos consideraban que aquí se encontraba el nacimiento del Miño, aunque la verdad es que este importante curso fluvial gallego va recibiendo pequeñas aportaciones de distintos regatos y manantiales hasta juntar sus aguas con las de la laguna de Fonmiñá. Por otro lado, como curiosidad, la presencia habitual de burbujas sobre la superficie del lago revela la emisión de gases (CO2) asociados a la disolución de las rocas calcáreas.
La preciosa laguna de Fonmiñá es la gran protagonista de este pulmón verde en A Pastoriza, la cual abarca una considerable extensión de unos 350 metros cuadrados, enclavada en un paraje rodeado de distintas especies de alisos y abedules. En los alrededores de Fonmiñá también se han habilitado distintos senderos y creado un área recreativa acondicionada con todo lo necesario para que tanto vecinos como visitantes pudiesen disfrutar de la tranquilidad, la belleza paisajística e incluso la riqueza ornitológica de este espacio natural en el corazón de Lugo.
Además, en las proximidades de la laguna también podemos encontrar rincones de gran interés como el Castro de Saa, el yacimiento mejor conservado de A Pastoriza; el cercano pueblo de Meira e incluso el propio entorno del Pedregal de Irimia, un paraje de lo más especial situado a apenas seis kilómetros de esta zona de recreo.
Una suerte de museo al aire libre
Más allá de esta importante surgencia de agua en la comarca da Terra Chá, en esta zona del recorrido del río Miño también se despliegan varios conjuntos escultóricos que aportan un carácter museístico a los alrededores del Lago de Fonmiñá. Entre las estatuas expuestas destaca el caso particular del Monumento al Río Miño, una excepcional obra del Dios Breográn firmada por los escultores gallegos Magín Picallo y Manuel Mallo en el año 1969.
Mucho más reciente es la majestuosa escultura elaborada por el asturiano Fernando Villapol Parapar, la cual desde el 2020 se puede contemplar justo frente a las aguas verdosas de la laguna. Se trata de una llamativa pieza granítica de grandes dimensiones que combina realismo, surrealismo y estilo abstracto a través de una figura sostenida sobre pilares de libros que es representada como mitad Neptuno, mitad pastor.