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El 94,8% de la población española vio en algún momento en televisión El gran juego de la oca durante las tres temporadas en las que estuvo en antena. Así lo reflejan los datos de Barlovento Comunicación. El programa se emitía los sábados por la noche, en prime time y alcanzó cuotas de pantalla (share) superiores al 40%.
Los shares del concurso lo situaban por encima de las cuotas de la cadena, lo que lo convirtió en un espacio de éxito millonario en cuya franja horaria las marcas se peleaban por anunciarse. Han tenido que pasar casi 30 años para conocer el drama que se escondía detrás del bombazo televisivo.
El programa vio la luz por primera vez un 2 de octubre de 1993 en Antena 3 televisión. En aquella primera temporada lo presentaban Emilio Aragón, Lydia Bosch y Patricia Pérez. Fue un formato televisivo novedoso que adaptaba el popular juego de mesa y lo convertía en una espectacular yincana en la que los concursantes tenían que pasar todo tipo de pruebas.
Un piloto grabado
Pero…, ¿y si les digo que El gran juego de la oca fue en realidad una copia de un programa anterior cuyo piloto llegó a grabarse? Lo cuenta Daniel Jiménez en su nueva novela El Plagio (editorial Pepitas de Calabaza), que sale a la venta este miércoles 19 de enero.
El programa fue un éxito pero su padre no vio ni un duro de aquello
El escritor aporta todo tipo de detalles, fechas, datos… aunque ha preferido no dar nombres. Él lo sabe todo porque lo vivió en primera línea familiar. El gran juego de la oca fue un éxito, pero su padre, que en realidad fue quien tuvo la idea, no vio ni un duro de aquello y a partir de ese momento su vida, y la de su familia, se fue por el desagüe.
"Mi padre se llama Juan Jiménez. Tiene setenta y cuatro años. Está jubilado y cobra la pensión mínima. Es músico. Ha sido miembro del grupo Los Pekenikes durante cincuenta años. Ha compuesto más de doscientas canciones, ha trabajado como productor y programador de espectáculos, ha dirigido musicales y ha sido profesor. A principios de los noventa ideó un formato novedoso para un programa de televisión que llamó Parquelandia, donde los concursantes caminaban por un tablero gigante, miraban a cámara para lanzar un dado electrónico y realizaban pruebas según las casillas en las que caían. Lo presentó a la televisión pública (TVE) y realizó un programa piloto. Para grabarlo gastó todos sus ahorros, hipotecó la casa, vendió el pub que tenía y contrajo deudas millonarias. Entregó el material a la cadena y esperó una respuesta, que tardaba en llegar. Entretanto, los tres directivos con los que había firmado acuerdos y contratos se marcharon a una cadena privada. El 2 de octubre de 1993 se estrenó en esa cadena un programa con las mismas características del que había ideado mi padre", reza un fragmento del libro. La cadena privada fue Antena 3, entonces en manos de Antonio Asensio, fundador y propietario del Grupo Zeta, ya desaparecido.
¿Por qué escribe Daniel Jiménez este libro justo ahora? Su padre también ha decidido contar la historia (él sí aporta nombres y todo tipo de documentación) y ha escrito su propio libro, Historia de un plagio -todavía inédito-. Se ha tirado 20 años pidiéndole ayuda a Daniel para escribirlo. Pero él sentía que no era su lucha. Hasta este momento. Por eso todavía no sabe a ciencia cierta "si este libro lo he escrito porque yo quería o porque lo quería mi padre", cuenta el autor a EL ESPAÑOL | Porfolio.
"No he llegado a una conclusión clara pero creo que se dieron una serie de factores y ahora que soy escritor pensé que era un buen momento para escribir sobre mi padre, cuando yo me preparaba para ser padre. Y de paso, ayudarle a que su lucha no cayera en saco roto, no cayera en el olvido. Él ha perdido la esperanza de que se haga justicia pero por lo menos quiere que de alguna forma se reconozca que él estaba detrás de todo esto y que le jodieron la vida", añade.
Pensé que era un buen momento para escribir sobre mi padre, cuando yo me preparaba para ser padre
Daniel Jiménez, autor de 'El Plagio'
Cuando Daniel cuenta que a su padre "le jodieron la vida", no lo dice en sentido figurado. Le "jodieron la vida" de verdad. Al ver que los tres directivos a los que les había enseñado su idea se fueron de Televisión Española a Antena 3 con el concurso que él había inventado no se lo podía creer. Sus hijos pequeños disfrutaban viéndolo frente al televisor; sus hijos, que habían participado en la grabación del programa piloto, no se daban cuenta en ese momento de lo que de verdad estaba ocurriendo. A él, en cambio, le invadió una rabia brutal. La traición no podía ser mayor.
Cuenta Daniel que cuando a su padre le robaron y se quedó en la ruina "el dinero se convirtió en el mayor problema de mi familia". El coste final del programa piloto superó los 50 millones de pesetas (300.000 euros). "Mi inversión era de 64 millones de las antiguas pesetas (casi 385.000 euros), valorando lo creado, lo construido y lo pagado o comprometido con las diversas empresas, artistas, y colaboradores que participaron en la producción del proyecto", recuerda su padre en el libro. Esa inversión de 64 millones de pesetas equivale a lo que podían costar entonces tres buenos pisos como el que vendieron.
Juan Jiménez y su mujer llegaron a Majadahonda en 1974 y compraron la casa por algo más de 4 millones de pesetas (24.000 euros). Cuando cayeron en bancarrota, por culpa del plagio, y tuvieron que mudarse a Villanueva de la Cañada veinte años después, vendieron el piso de un día para otro por 21 millones de pesetas (algo más de 126.000 euros). Se tuvieron que ir de alquiler, con un montón de deudas a sus espaldas. Y años después sufrirían un segundo desahucio. Actualmente, Juan y su mujer viven en un pueblo de Toledo de apenas 500 habitantes, porque allí el alquiler es barato. Pero no ponen la calefacción, ni siquiera en los días más fríos del invierno, porque no pueden pagar la factura de la luz.
Fue al ver el estreno del programa en televisión cuando comenzó la cruzada de Juan Jiménez, saxofonista de Los Pekenikes. Un hombre que había alcanzado la gloria en los sesenta y setenta en España tocando con su banda. Y que, de pronto, sin comerlo ni beberlo, veía cómo le habían birlado su idea.
Las cosas no podían quedar así. De modo que se propuso denunciar a los tres directivos que se llevaron su programa de TVE a Antena 3 sin decirle nada y que le dejaron tirado en la estacada y completamente arruinado.
Contrató a un abogado que le disuadió de interponer denuncia alguna contra los directivos y le planteó ir contra la cadena. Así lo hicieron. Pero lo que Juan no sabía es que el abogado estaba conchabado con uno de esos magnates de la comunicación. Por eso no quería actuar en su contra. Presentó una prueba pericial deliberadamente fuera de plazo y, después de ocho años, la jueza resolvió que no había plagio porque Parquelandia era "un programa para niños y no un programa para adultos".
Juan Jiménez no se lo podía creer. Ya no podía fiarse de nadie. Quedó con su abogado, le grabó a escondidas, y en ese encuentro el picapleitos le ofreció 300.000 euros para que se olvidara del asunto. No los aceptó y decidió llevarle a juicio. Lo perdió. Y ahora el caso está pendiente aún de resolución en el Tribunal Supremo.
De los escenarios, a los juzgados
Fueron años en los que el padre de Daniel, con obstinación quijotesca, reunió todas las pruebas necesarias y se enfrascó en una batalla judicial que, a día de hoy, todavía no ha terminado. "En los días en que no podía soportar más la desesperación, nos decía que si no ganaba el juicio estaba dispuesto a ir a por ellos, a por los directivos que le habían robado la idea, y pegarles un tiro, y luego, como él mismo decía, pegarse también un tiro e irse tranquilo al otro mundo", escribe su hijo en el libro.
Al final Juan Jiménez mantuvo la cordura y no pegó ningún tiro. Pero, años después, una de sus hijas se quitó la vida. Él lo achaca a que ella "no pudo soportar el plagio ni tanta maldad", aunque Daniel no tiene tan claro que su hermana se suicidara por culpa del plagio. Cinco meses después de la muerte de su hermana, Daniel volvió a vivir con sus padres durante una temporada. "Cuando yo vuelvo a vivir con ellos, lloraban cada uno en su habitación y yo estaba en medio. Es lo más doloroso que he vivido nunca".
Eran los años noventa, días de vino y rosas para casi toda España. "En esos locos noventa nosotros vivimos todo lo contrario. A nivel económico y emocional, todo se nos vino abajo. No es sólo que te quiten un trabajo y que luego se hagan millonarios… sino que encima te lo restrieguen en la cara".
"Lo cuento en el libro. Le dicen: 'Juan, estas cosas pasan en televisión pero no quiero perder tu amistad’. ¿Pero tú cómo eres tan hijo de puta? ¿Cómo puedes haberme robado en mi cara y encima decirme que no quieres dejar de ser mi amigo? Después de todo lo que ha pasado. Mi padre no ha podido escapar de esto y por eso yo me pregunto en el libro si nuestra vida hubiera sido diferente o mejor si no hubiéramos pasado página", explica.
"No podía escapar de esta historia, realmente parece de ficción, en cuanto al plagio, al engaño y todo. Se juntaban los dos factores y si además cabe la posibilidad de hacer justicia, pues mejor todavía".
Otro aspecto increíble en todo este asunto es que el padre de Daniel pensó en Emilio Aragón "como la mejor opción para presentar el programa cuando llegara el momento de grabarlo con más medios (...). Ni si quiera para eso, dirá mi padre, tuvieron más imaginación que yo", cuenta en el libro. Sin embargo, todo se esfumó y quedó un rastro de dolor y un calvario judicial por el camino.
"Aunque haya habido tanto sufrimiento y tantas consecuencias negativas y catastróficas, creo que en el fondo me parece bien lo que hizo. Me parece bien que busque la verdad, que no se rinda, que no se deje doblegar y que no acepte el soborno y que los culpables respondan moralmente, económicamente o legalmente por lo que han hecho", añade.
Daniel piensa que "tiene que haber alguna reparación en algún sentido, si no es económica, pues por lo menos que sea a nivel moral o de dignidad". Su padre, en el momento en que se publica este reportaje está renqueante con la Covid. "Está jodido, tomando antibióticos, tiene la pierna mal, no puede andar bien", cuenta su hijo.
El Plagio no se centra únicamente en la polémica, relata una parte emocional muy importante. El cineasta Rodrigo Sorogoyen afirma que esta novela "es la mejor obra de Daniel Jiménez". "Yo no me podía quedar en el mismo lugar que está mi padre, tenía que dar un paso más allá. Fue algo natural, según me acercaba más a mi familia tenía que destacar todo lo hermoso que hay en ella". El Plagio es una historia de denuncia, pero sobre todo es una obra que recorre el mapa emocional de una familia a lo largo de varios años. Es un homenaje de un hijo a un padre que lo ha dado todo por su familia y que les ha querido y les ha cuidado de la mejor forma que ha podido.