La Mala Rodríguez es un espectáculo de belleza, excentricidad y raza, una hembra dulce y ácida que disfruta tirando cócteles molotov de ironía negra: no la pillan, dice, pero ella sigue jugando, adorada e incomprendida al mismo tiempo. Lo ha hecho todo, lo ha revolucionado todo, se ha reído de todo y se ha dejado atravesar por todo. Eso era la vida, enfangarse y volar, todo en círculos.
Nació en una familia pobre con padre ausente, sudó, grafiteó trenes, rapeó sola y rodeada de chavales en la plaza... luchó, creció, María, se divirtió y se hizo daño, triunfó en toda Latinoamérica y en toda España, reivindicó sus raíces, abortó, se casó con un maltratador psicológico que elegía su ropa y no la dejaba ni salir a correr ni hablar con nadie, tuvo tres hijos, se divorció y nació de nuevo.
Se liberó sexualmente, engrosó su lista de conquistas, se dedicó a picotear del mundo, que ya le tocaba. Se abrió Onlyfans y se arrepintió, como cuenta en esta entrevista. Abandonó a dios y volvió a visitarle de nuevo: dice que se siente mejor cuando anda cerca de él, y, aunque no sabe cómo es, le confía sus secretos mientras lee La Torá, El Corán y La Biblia por igual. Ganó un Premio Nacional, tuvo depresión, se abrazó a las lobas de su vida (su manada de amigas y familiares mujeres), parió cien canciones de golpe y mutó, mutó, mutó, que para eso es artista.
Tuvo sexo en público, una vez le pidió de coña a un alto cargo en una fiesta y le pidió un kilo de cocaína (y él, a los dos días, se lo envió), quiso ganar dinero y decidió que "Marx era un hijo de puta". Dice que acabó BUP y que desde entonces los títulos se los gana peleando "como una fucking boxeadora". Ahora la artista inclasificable y deslenguada lanza Un mundo raro, un disco revelador y espiritual donde purga pensamientos problemáticos como ella (porque piensa y porque rasca): el deseo, la culpa, la traición, la vergüenza. Ya saben ustedes que las chicas buenas van al cielo... pero La Mala va a todas partes.
R.- Yo creo que hay una crisis global, pero, sobre todo, una crisis de identidad, ¿no te parece? La mujer tiene una gran crisis de identidad: nunca sabes bien qué se espera de ti, y te llegan miles de mensajes contradictorios. Yo lucho contra eso, pero cuesta también. Lo escribí una vez: “Aprendí a sacarle jugo a mis defectos y me va mejor desde que dejé de odiarlos”. Si te amas, la peli cambia. La música para mí siempre ha sido terapia. Todo lo que me pasa lo saco en las canciones.
P.- ¿Lo harías con nombre y apellido, como Shakira? ¿Tienes una venganza a la vista?
R.- Eso me da una pereza que te cagas. Yo, de hecho, viví lo de Shakira como “wow, qué huevazos que tienes, ¿no?”. Porque también creo que un gran artista es aquel que es capaz de enseñar todo. Pero yo no soy así, no es mi personalidad, no es mi mente: soy reservada. Creo que prefiero transformarlo y convertirlo en una canción que vaya para todo el mundo. Soy ambigua. Ahora: ella le ha echado mucho coño.
P.- Hablemos de este mundo raro. ¿Qué te enorgullece y qué te avergüenza de este país?
R.- Me enorgullece la gente, que es alegre y está viva, que siempre quiere un cafecito en la plaza, que le gusta sentarse, compartir, hablar. Yo he vivido en otros países y sé de lo que hablo. Ahora, lo que no me enorgullece de España es que la gente no se manifieste políticamente ni socialmente. Mira, el otro día escuchaba a Inés Hernand decir que la gente de clase baja se cree de clase media, y es verdad: la mayoría de la gente en este país es clase baja y no quiere reconocerlo, prefieren fliparse y decir que son clase media… para que no les miren mal, ¿no? Nadie quiere sufrir aporofobia.
P.- Siempre ha parecido, al menos en este país, que ser pobre va asociado a una culpabilidad. “Eres pobre porque no te has gestionado bien, o porque no has currado lo bastante”.
R.- Sí, total, hay como un reproche. A todo el mundo le da vergüenza no tener dinero, todo el mundo se siente culpable por no tenerlo… y eso es muy doloroso.
P.- De hecho, donde naces modifica tu estatus para siempre y el cambio que se puede hacer durante la vida es realmente pequeño.
R.- Eso es así. Otra cosa es que no creo que haya que tener envidia de que a otros les vaya bien. Te tienes que alegrar, coño. Yo no me fijo en el dinero de la gente con la que comparto. En este país a la gente le cuesta alegrarse por la pasta del vecino.
P.- Tú, que vienes de clase obrera…
R.- Clase obrera no, clase baja, baja, baja. Hay que decir las cosas como son. No tengo ningún problema y me encanta.
P.- ¿Cómo te has hecho rica?
R.- Yo he hecho dinero, pero hacer dinero no te hace rico. Hay gente que tiene mucho dinero en el banco pero tienen una vida miserable. Lo mismo al revés, ¿eh? Hay gente que no tiene dinero pero no por eso son ‘pobrecitos’. Todos aspiramos a más: tenemos derecho. Mira, las bibliotecas son gratuitas. No hay excusas, tío, tú puedes formarte, tú tienes que esforzarte, unos parten de un lugar y otros llegan más tarde, pero el camino es el mismo. Hay que trabajar y hay que tener buenas ideas.
P.- ¿Sigues siendo de izquierdas, Mala?
R.- A mí no me gusta la política. Si hiciera un partido político, sería el del amor. Nah, ni eso: si fuese política, sería dictadora (ríe). Que no me puedan ni elegir, que me tengan que papar todos los días. En fin, estoy de broma, siempre lo estoy, pero la peña no me pilla. No me tomo muy en serio. Y ya lo que piensen, pues… Soy pasota, estoy aprendiendo a serlo…
"Si fuese política, sería dictadora"
P.- En la primera canción del disco hablas de si es delito que no quieras que tu piel tenga un dueño, sino un alquiler. ¿Cómo llamamos a eso?
R.- Estoy hablando de la prostitución. He aprendido mucho sobre eso, ¿sabes? Yo a veces no he tenido claro lo que quería. También he sido muy inocente y me ha gustado probarlo todo. Me he atrevido con todo y me he ido dando cuenta de cosas. Yo me hice una cuenta de Onlyfans y es lo peor que he hecho… lo peor. Un asco.
P.- ¿Qué te pasó ahí dentro?
R.- Todo empezó porque a mí me encanta la lencería, amo la lencería. Y pensé: va, voy a hacerme fotos con lencería, va a ser divertido. Pero había tanta gente, y tanta gente mala, y era todo tan absurdo, y no me daba la vida para mantener eso… vi algunas cosas que me gustaría no haber visto.
P.- ¿Te incomodaron?
R.- Sí. Vi cosas que no te quiero ni contar, la verdad, no quiero ni recordarlas. Todo eso me hizo reflexionar bastante sobre lo que se le está enseñando a la mujer: le dicen que eso es empoderamiento, y no, una mierda. Sacas dinero fácil, pero ya te digo que ese dinero no te merece la pena. Eso te esclaviza. El poder lo tiene el otro.
P.- Amiga: quien paga, manda.
R.- Sí. El empoderamiento para mí es llegar a la discoteca más guapa de Barcelona, cerrarla y pedir lo que quiera para mis amigas, y si se acerca un notas decirle “que no, que no molestes”. No estar como una ratilla buscando un reservado a ver si te invitan. No hay ningún poder en desnudarte ni en enseñar tu cuerpo en ropa interior, y yo lo he tenido que aprender así. Pero bueno, lo bonito de la vida es vivirla y no quedarse en los discursos de borrego, sino experimentar las cosas y decir “esto sí, esto no”, que es lo que yo he hecho. Yo creo mi propio discurso.
P.- ¿Onlyfans te parece comparable a la prostitución?
R.- Sí, total, ¿cómo habrá gente que dice que no tiene nada que ver…? Es que es lo mismo, sólo que ahora eres tú tu propia proxeneta. Cuando me di cuenta, dije “¿qué coño es esto?”… Es como cuando la gente dice que infidelidad no es estar mandándote mensajes de buenas noches a alguien. No, qué va.
P.- Dices en una canción “no hay forma en que yo permita que un hombre se sienta superior… la próxima vez que vuelva y me toque, voy a demostrarle quién soy”. Y recuerdas que vas a tomar “clases de carácter”.
R.- Claro, es que hay un momento en el que ves que te tienes que defender. Tú te tienes que respetar. Yo quiero decirle eso a las chavalas, por favor: que no entren ahí, que se respeten. Te tienes que respetar tú y no la gente. Como mujer, hay muchas cosas que romper. Que tú vendas tu pelo o tu vagina me parece lamentable.
P.- Hay otra canción en la que dices que estás en contra del aborto, pero ya abortaste. ¿Cómo convive eso?
R.- Es la contradicción total, por eso éste es un mundo raro. Eso es algo megaíntimo pero he querido mencionarlo. Si una mujer decide abortar, pues yo apoyaré que lo haga, no se lo voy a prohibir, pero estoy en contra del aborto y pienso que es un error.
P.- Entonces no estás en contra del aborto, sino de tu aborto.
R.- No, estoy en contra del aborto porque yo no volvería a abortar, es la cosa más horrible que he hecho, y como persona pública siento que tengo que decirlo, como “free Palestine”. No estoy a favor de que masacren niños en ningún país y de ninguna manera. Es horrible tener que vivir con eso, y siempre parece que se pasa por encima por el tema. Es la sociedad patriarcal, que te dice “ey, no pasa nada, haz como si nada”.
Perdona, querida, pero, ¿tú cómo te sientes al respecto? Porque yo con todas las mujeres con las que he hablado que lo han hecho, se han sentido muy mal, una mierda. Y de eso no te olvidas nunca, jamás. Eso duele y hay que hablarlo. Nos importa. No es un paseo. Yo quiero hablar de esos conflictos y de todos los demás: del ego, de las traiciones, del juntarte con quien no tienes que juntarte, del de la lujuria que una siente y los fallos que comete por ella… como ser infiel.
"Digo que estoy en contra del aborto como digo 'Free Palestine': no estoy a favor de que masacren niños en ningún país y de ninguna manera"
P.- ¿Has sido infiel?
R.- Sí, y luego he pensado “¿por qué coño he sido infiel?”.
P.- ¿Y por qué?
R.- (Ríe). Porque podía y porque quería. Nah, no estoy hablando en serio. Es un tema muy importante. El del deseo, el de no controlarte, el de no pensar a largo plazo.
P.- ¿No perdonarías una infidelidad?
R.- ¿Yo? No. Por eso tampoco quiero volver a hacerlo, porque una cosa es cuando hablamos de nosotras y entre nosotras, jajá, pero luego no lo consentimos.
P.- ¿Crees en las relaciones abiertas?
R.- No creo en una pareja en la que los dos hagan lo que quieran, no. Y aunque sea una relación cerrada, no me interesa un tío que ande mirando a otras tías por ahí.
P.- Es el “si tú no me quieres, yo tampoco te quiero”.
R.- (Ríe). Eso. Es que un hombre que esté mirando a otras por ahí a mí directamente no me gusta, no tiene los valores que no tengo ni se adecúa a lo que yo espero de una pareja. Y para mí una pareja es todo.
P.- ¿Y cómo sabes tú que te has enamorado?
R.- Primero, porque se me pone cara de gilipollas. Eso es un poquito cierto. La química se desborda en el cerebro y actúas un poco raro, o erráticamente.
P.- En este disco se habla mucho de la oración y de la espiritualidad. ¿Cómo rezas tú, qué le cuentas a dios y qué te cuenta él a ti?
R.- Para mí la espiritualidad es algo muy importante. Desde pequeña siempre me educaron en que había un dios y sí, yo creo que hay un dios, pero no sé cómo es ni nada: lo importante es que me escucha. Lo he sentido, sobre todo, cuando me he alejado de él. Le he extrañado. Sin su energía y su espiritualidad me he sentido más sola que nunca, y cuando he estado conectada con él, me he sentido llena. Ahora estoy en un acercamiento, en un buen momento espiritual.
"Me gusta investigar libros sagrados como El Corán o La Torá o La Biblia, mi madre siempre los ha tenido en casa"
P.- Vi que estabas leyendo El Corán. ¿Qué significa para ti? ¿Te has convertido?
R.- Sí, he tenido la suerte de que mi mamá siempre ha tenido esos libros en casa, El Corán y la Biblia. He sentido mucha intriga por la teología, he estudiado libros de budismo. Me ha gustado investigar todo tipo de libros sagrados, como la Torá. Me interesa todo y no soy de nadie.
P.- ¿Qué es ser española para La Mala Rodríguez?
R.- Ser española es un privilegio: para mí es un privilegio ser española, sí, y haber nacido en Jerez, y haberme criado en Cádiz, y tener una familia que viene del campo, y haber hecho una carrera en la música cuando mi abuela no sabía ni leer, ni escribir, y haber llegado a conseguir el Premio de las Artes en mi país. Es un regalo ser española y me identifico con la lucha de la mujer española. Son mujeres de armas tomar y me gusta eso. Son tías luchadoras, y son mandonas, pero también saben ser dulces y cuidar mucho de sus familias. Esto es un matriarcado. Y no se dice, ¿no? Está muy de moda hablar del patriarcado, pero esto también hay que decirlo: la mujer española es muy matriarcal y cuidamos mucho, aunque ahora esté mal visto también decir eso, ¿no?, desde el punto de vista de la igualdad. Para mí es algo bueno. Estoy feliz de ser así.