La Mala Rodríguez (Jerez, 1979) dice que rapea con las palmas. Es una fuerza de la naturaleza, un milagro echado a rodar, una hembra fiera de palabra, de pensamiento y de acción. María impone, con los cabellos que le caen ondulados, con la mirada de una pantera negra, con la chupa de cuero y la raja del vestido señalando el camino a la gloria y a los infiernos, que siempre fueron lo mismo. Francotiradora. Divertida. Lúcida. Deslenguada. Reina del rap español y latinoamericano, genia reinaugurada siempre, un referente, un clásico, y a la vez, siempre la más moderna.
[Mala Rodríguez: "Los gitanos enriquecen a toda la sociedad, es una vergüenza que se les machaque"]
"Lo soy porque nunca me han dejado de pasar cosas. No he parado", dice, luminosa como ella es, tan linda y chula. "Siempre he ido a mi bola, tiro pa' mi camino y no me estanco. Cuando algo me aburre, le doy puerta. Estoy llena de vida. Busco la vida todo el rato y ella me encuentra. Sólo quiero seguir metiéndome en todos los charcos. La música siempre me ha servido para mutar", sonríe. La Mala es la mamá, la que llegó primero, la que sentó las bases.
Es un verbo bravo, una guantá sin mano, una de las nuestras. Ahora presenta No molestar, un temazo que se te mete en el oído, sube al cerebro y desbarra en el corazón, pero con musho arte. Habla de una enfermedad contemporánea, propia del amor líquido del mundo actual: la de tener algo con alguien y, de repente, huir. Sin decir adiós, sin dar explicaciones. Esa gran vergüenza nuestra. María sabe de eso y de mil cosas más, ella conoce el amor y sus espinitas. Se las quita una a una, faraona. Ya saben ustedes que las chicas buenas van al cielo, pero La Mala... va a todas partes.
P.- No molestar es una canción que habla del ghosting, del desaparecer sin dejar rastro. ¿Alguien ha tenido lo que hay que tener para hacerle eso a La Mala?
R.- (Ríe). Obviamente, si le pusieron los cuernos a Beyoncé imagínate qué nos puede pasar al resto. De todo. Creo que el hecho de que una pareja tenga de verdad compromiso depende de muchas razones, como tener las mismas necesidades en cada momento. Nos queda mucho que aprender sobre responsabilidad afectiva. A mí me han hecho ghosting y yo lo he hecho también. He sido esa persona… a la que a veces no le ha apetecido tener la conversación de dejarlo.
"Si le pusieron los cuernos a Beyoncé, imagínate qué nos puede pasar al resto de mujeres. De todo"
P.- Yo a veces he defendido el ghosting porque, si tampoco tienes una relación desarrollada con esa persona, ¿de veras hay que dar explicaciones innecesarias?
R.- Ya, lo pienso igual, es que a veces no hemos llegado tan lejos. Pero lo importante es que no dependa del otro que tú estés bien o mal, para mí este tema saca a la palestra el hecho de que tú tengas que estar fuerte, pase lo que pase. Ya te lo digo: si un hombre no te busca es que no le interesas. Si no te llama, es porque no le gustas, no hay que engañarse más con estas cosas.
P.- O a lo mejor ha muerto y no nos hemos enterado, ¿no?
R.- (Reímos). Sí, a lo mejor ha tenido un accidente de coche y está en el hospital, pero si no nos envía fotos, de entrada, no nos lo creemos.
P.- ¿Por qué hay hombres que huyen? ¿Temen al amor?
R.- Polimá Westcoast, que la canta conmigo, también está en lo mismo, ¿eh? Él es muy melosito, muy dulce, no le importa hablar de sus emociones, y me gusta que también hable en la canción de lo que los hombres sienten al ser ghosteados. Lo de huir lo hacemos todos. Pero lo de los chavales… es porque les damos antes nuestra florecilla… (ríe).
P.- ¿Qué florecilla, Mala?
R.- (Ríe). A ver: si te acuestas con alguien esa persona ya ha visto todo lo que tenía que ver. “¿Y ahora qué vamos a hacer? ¿Vamos a hablar?”. Habrá alguno que se pregunte eso.
"Claro que el tamaño me importa. Deberían avisarnos para no llevarnos la sorpresa"
P.- ¿Entonces retrasamos el momento del sexo?
R.- Pues mira, sí. La felicidad también es postergar el momento de satisfacción inmediata. Cuando estás jugando, cuando lo estiras… es lo mejor, lo más rico. Pero ahora todo va de otra cosa: comida rápida, sexo rápido, ropa rápido. Todo tan rápido pierde el encanto.
P.- “Me subió a una nube y me cortó las alas / y ahora me tiene escuchando al Cigala”. Me encantó ese verso. ¿Cómo te recuperas tú de una ruptura?
R.- A mí me encanta poner música muy triste y llorar súperguay. Creo que da mucho placer. Si se ha acabado, hay que disfrutar también de ese final. Es bueno que las cosas se acaben y que no te estén mareando con que sí y con que no. Se acaba, lo lloras y puerta. A otra cosa, mariposa. Igual me pongo El Cigala que me pongo Cigarettes after sex. O música italiana viejuna. O salsa romántica. Tengo mis botones estudiados.
"Si un hombre no te busca es que no le interesas. Si no te llama, no le gustas. No hay que engañarse más"
P.- Las rancheras son lo mejor para eso, ¿no te parece? Te meten en una historia tan trágica que la tuya acaba pareciéndote superable.
R.- (Ríe). Sí, total, ese desgarro es fundamental. Ay, qué bonitas son las rancheras. Se expresan tan cabrón. Me encanta Paquita la del Barrio con su Rata de dos patas. La primera vez que fui a México unas chicas me la enseñaron, me dijeron que era su ídola, una institución, que es una mujer que sólo canta en su barrio no sé qué día del mes, y que el resto no sale. Es tremenda, tremenda. La amamos. Le mete duro esa. También necesitamos esas canciones de “venga, coge el camino y no vuelvas”.
P.- ¿Qué sabe la Mala del amor que no supiera con 18 años?
R.- Yo he aprendido poco del amor porque he estado ocupada en otras cosas (ríe), pero creo que el amor de la familia es el más increíble, porque los otros se acaban pero de éste siempre tienes, siempre tienes, siempre tienes… El amor por mi hija no se acaba, nunca se va a acabar. Por los hijos te levantas automáticamente, haces lo que sea, te comes una rata, vas a doscientos millones de lugares volando, haces todo. Te preguntas “¿qué chip me han puesto a mí?”. Me olvido de mí misma, y es para mejor. Pero hay otro amor que me gusta mucho, que es el mío. Me quiero a mí.
P.- ¿Cómo se hace lo de quererse a una misma?
R.- Pues hija, viendo un poquito cómo está el patio dices “me voy a querer más porque bastante que estoy aquí, para el rato que estoy aquí…”. Me voy a querer más a mí que a ti, chaval.
P.- En La Resistencia le preguntaste a Broncano sobre el tamaño de su pene y eso dio mucha guasa. ¿Cómo de importante es para ti? ¿Por qué los hombres hablan continuamente de nuestro físico y sin embargo aún resulta tan atrevido hablar de de ellos, al menos en esos términos íntimos?
R.- A mí me pareció importante sacarlo por eso, porque nosotras siempre estamos clasificadas, o siempre se ha dicho “yo con una tía así no me acuesto”, o “tiene que tener los pechos de x tamaño”, o no sé qué, y es horrible, y es histórico: nosotras tenemos un juicio constante sobre nuestro cuerpo, así que tenemos todo el derecho a hacerlo sobre el suyo. Es que una mujer se puede estar muriendo con ochenta años y le están diciendo “mírala ella, con ochenta, lo mona que iba”. Pero, ¿me queréis dejar en paz? ¿Podéis dejar de opinar de los cuerpos de la gente?
Así que quise darle la vuelta al asunto y decirle: oye, y qué tamaño tienes tú. Lo hablaba con mi amiga Flavita Banana y con un amigo mío editor, Marcel: hablábamos de hacer un fanzine donde pudiéramos poner tonterías de ese tipo, como la teoría del tallaje de un buen pene (risas). A mí el tamaño sí me importa, no te voy a engañar, porque los cuerpos además de atraerse tienen que encajar.
Y no mola el momento “sorpresa”. Si te lo puedes ahorrar, mejor. Deberían avisarnos de ciertas cosas… (ríe). O fomentar un bailoteo, algo que nos haga intuir… (ríe). Y me dice Broncano: “¿Te irías si ves un pene que no te gusta, una vez que estás ya allí…?”. Y es como: ¿qué? ¿Que porque esté allí tengo la obligación de algo con el notas? Si no te sientes cómoda, te levantas y te vas.
"Tuve una relación tóxica llena de celos. No me dejaba que usara tanga"
P.- Tú viviste un proceso de liberación física y sexual después de una relación de maltrato con un hombre que te controlaba mucho. ¿Qué le recomendarías a las chavalas que se encuentren en esa situación, con gente que les coge el móvil o les dice cómo vestir?
R.- Ese fue mi primer matrimonio. Éramos muy jóvenes. Teníamos 22 años cuando nos conocimos y fue una relación tóxica de manual, de celos a saco… no quería que yo usara tanga… en fin. Ahora tenemos buena relación después de veinte años, pero nos hemos hecho mucha mierda, y la han sufrido las niñas. Él me ha pedido perdón, ha entendido la mierda que nos hemos hecho y eso me ha sanado.
Perdonar sana, tía. Perdonar es liberador. El tiempo cicatriza las cosas y es bonito. Éramos muy pequeños, no sabíamos nada de nada. Pero veo que hoy día sigue pasando, veo a chicas que entran en relaciones así, que te crees que es amor porque te dice “eres mía” y eso te hace sentir una diosa. No, cariño, eso no tiene nada que ver con el amor. Tiene que ver con el miedo.
P.- ¿Cómo fue el proceso de reconocerte a ti misma después de ese trauma?
R.- Muy bonito. Estás contigo real. Te calmas esa voz que te habla cosas malas. Te tratas con cariño, eres dulce contigo misma. Si te tratas con cariño, tratas a los demás con cariño. No puedes ser una perra contigo y amable con los demás.
P.- “Lo mejor que puedes hacer si somos todas unas putas es ser tu propio chulo”, dijiste en tu libro. ¿Crees que los hombres van a pensar siempre que somos todas unas putas? ¿No sería mejor reventarles de una vez por todas esa idea?
R.- Wow, esta pregunta está fuerte. Pero creo que tengo la respuesta. Creo que nos han llamado putas tantas veces que nos hemos reapropiado de la palabra, como sucedió con nigga. Si no te acuestas con ellos eres una puta, y si te acuestas con ellos eres una puta. Para no ser puta, tienes que ser su madre, y su madre no eres, cariño.
Por eso dije esa frase. Si te van a ver como a una puta igualmente… pues mira, ríete. Riámonos siempre, por favor. Nada es tan grave. Hay que pasar de los estereotipos, hay que rascar y conocer a la gente, hay que tomarse el tiempo necesario, y todo estará bien. En general somos gente guay y maravillosa, y quien no, es porque tiene algún problema, y entonces pobre de él.
"Si tienes hijos no vas a alcanzar el mismo éxito que un hombre"
P.- Has dicho también que para estar al nivel de un hombre lo más importante es no tener hijos, ¿cuándo va a cambiar esto? ¿Cómo te cambió a ti la maternidad?
R.- Es difícil compaginarlo, no nos ayuda nadie, no ponen guarderías, no concilian los jefes, no te echan un cable en el cole con servicios de acompañamiento de día… si quieres estar al mismo nivel de un compañero hombre, no tengas hijos. Si los tienes, no vas a alcanzar el mismo éxito profesional. Me gusta mucho escuchar a Henar Álvarez sobre esto, me río mucho. Ella dice: “¿Que la casa está hecha una mierda? Pues déjala así”. Una amiga mía me dijo: “María, por favor, si estás empezando con alguien, el primer ejercicio es llegar a la casa y sentarte en el sofá”. ¿Y qué hago?, le dije.”Nada. Nada. No hagas ni el huevo. Que sea él quien te cuide”.
Dije: joder, qué lista, qué cabrona. Esos son trucos de psicología para demostrar si la relación va a ser padre-hija o madre-hijo. Yo no te voy a servir una coca-colita, cariño, ni te voy a recoger los calzoncillos por toda la casa… yo quiero que me cocinen, que me mimen y que me traten como a una diosa. Yo no quiero ser la mamá de mi hombre.
P.- “Nunca he dejado de querer ganar dinero. Marx era un hijo de puta”. Me reí mucho con esa frase de tu autobiografía. ¿Lo sigues pensando? ¿Por qué parece que está mal visto ganar dinero en España, y, muy especialmente, para una mujer?
R.- Ahora mismo mi relación con el dinero es muy sana, reconozco que vengo de una familia bien humilde donde son funcionarios la mayoría. En Andalucía hay una lucha obrera bien gorda y yo eso lo he mamado también, pero he ganado dinero y no lo he repartido como si fuera de izquierdas, o comunista, o socialista, y no me siento de izquierdas, no al ciento por ciento, porque si realmente fuera de izquierdas repartiría todo lo que tengo.
Aun así, tengo dos pedazos de agujeros en las manos, pero quiero ser justa y te digo que no soy de izquierdas, ni comunista, porque además he vivido cuatro años en Cuba y ese sistema tampoco funciona. Sólo tienen dinero unos cuantos y lo demás, a repartir: al final es igual que el capitalismo. Hay muchas trampas con esto. Me parece un juego bastante intrigante.
P.- A ti te interesa la política. Incluso te planteas liderarla en alguna ocasión.
R.- A mí sí, me encantaría poner una educación libre y gratuita y una sanidad libre y gratuita, que todo el mundo tenga acceso a una casa y a formación. Esa es la forma de ser libre. Yo quiero que no se paguen tantos impuestos, porque es una mentira: nos están robando en la cara y luego te dicen “sé pobre, se pobre”.
P.- ¿Desconfías del sistema?
R.- Sí, totalmente. Pero también tengo ideas y creo en las mujeres. Tú a una mujer tócale las palmas y verás, chavala, te monta una empresa con ocho chicas enseguida. Las mujeres tienen una capacidad de organización y de visión… una resolución increíble. Que no, amiga, que hay que luchar siempre por estar mejor y sin miedo al éxito. Las mujeres tenemos que hacer dinero. La libertad también está en la economía.
"Me meteré en política. Pedro Sánchez tiene miedo de mí"
P.- ¿Mala Rodríguez, presidenta?
R.- (Ríe). Pedro Sánchez tiene miedo de mí. Y el resto también deberían. Ya saldré, ya saldré, lo voy a hacer. No me siento parte de ninguno de los partidos que existen ahora mismo, me parece todo medio de Barrio Sésamo, ahora nos van a enseñar qué es la izquierda y que es la derecha.
P.- ¿Cuáles son tus propuestas?
R.- Por lo que he podido investigar en este tiempo, me interesa el modelo de Noruega, que tiene un sistema que se llama “capitalismo compasivo”. Se fomenta el emprendimiento y la educación libre, y puedes estudiar lo que quieras, está cubierto por el Gobierno, por el Estado. Y no se pagan tantos impuestos. La gente tiene que vivir, no que sobrevivir. Allí los políticos son muy éticos, tienen un alto sentido de la moral, y tú puedes investigar a quien te dé la gana, porque aquí con el rollo de la privacidad no nos enteramos de nada. A mí me da igual que tú me mires las cuentas, no tengo nada que ocultar. Eso me gusta de los nórdicos.
Hace poco han quitado las tabletas en la educación en Suecia. Normal, porque son el demonio esos dispositivos. En España también cobraría una buena tasa de turismo, porque veo que la gente del norte siempre busca el sur, pero quieren pisotearnos, ¿no? Andalucía está mal valorada. Tenemos que querernos más, tía, vender mejor nuestras cosas, nuestro producto interior bruto, y no necesitar tanto de fuera. Se ha normalizado la mentira. Me gustaría que no hubiera tanto odio. Yo quiero que el odio sea penado. Es el peor de los venenos.