Cuesta siquiera imaginar que alguien se atreva a intentar enjaular a esta mujer. Cuando sale al escenario y canta el Sempre libera de La Traviata, de lo más profundo de sus cuerdas vocales emerge una personalidad arrolladora, un torbellino, una vibración primitiva que estremece al más agnóstico de los presentes. No hay mejor título para presentarse como una mujer con arrestos a una ópera. Pero Nadine Sierra (Fort Lauderdale, Estados Unidos, 1988) no es sólo una de las mejores voces actuales de la lírica. Es también ese dominio del escenario, esa gracia, ese poder hacer lo que quiera que la convierten en alguien diferente dentro de este mundo. Alguien única, como las grandes divas.
Y, sin embargo, cuenta que le pasó. Que no tuvo demasiada suerte al elegir, que varios novios, un representante y una gestora de redes sociales la quisieron llevar por donde no era. Quizás porque la veían vulnerable. A ella, que es joven, sí, pero que tiene armas infinitas para defenderse. Detrás de ese rostro aniñado hay muchos años de trabajo desde que debutó delante de una orquesta cuando era una adolescente en Florida, su tierra, hasta que se convirtió en una habitual de la Metropolitan Opera House de Nueva York. Fue la hija del bombero, la nieta de inmigrantes que quisieron ser ciudadanos ejemplares en Estados Unidos. Y eso curte.
Lo confiesa, ahora que la vida le ha cambiado, desde el hotel de lujo en el que se hospeda en el centro de Madrid. A la hora acordada baja a la recepción con la cara lavada y el cuerpo cansado tras viajar desde Londres, donde está interpretando una exigente Lucia de Lammermoor en la Royal Opera House. También las estrellas tienen sus días difíciles. Pero todo se transforma cuando empieza la sesión de fotos, que se sabe de memoria sin necesidad de que le pidan nada. Y entra en otra dimensión a medida que avanza la charla, en la que su carisma se vuelve envolvente al igual que crece en el escenario según avanza la obra.
Resumen del espectacular concierto ofrecido ayer por Nadine Sierra y Pretty Yende. Ópera, zarzuela y musicales en dos grandes voces. #TeatroReal2324 #ópera #zarzuela pic.twitter.com/yoVAOSezpQ
— Teatro Real (@Teatro_Real) April 26, 2024
Esta vez no es una ópera lo que le he traído a Madrid, sino un recital junto a la soprano sudafricana Pretty Yende en el Teatro Real. Ambas se conocen, son amigas, llevan tiempo cantando este repertorio juntas. Sus voces se entremezclan a la perfección, aunque es la estrella de Nadine la que despierta más gritos desde el patio de butacas. Será por todo lo ya escrito y -por qué no decirlo- por su belleza, esa que tampoco oculta, la misma que busca en otras y le inspira. Hechizó una vez más incluso después de haber llegado a Madrid -secreto- con la voz tomada por los cambios de temperatura. Así es también una prima donna.
PREGUNTA.- Es su segunda vez en Madrid tras La Sonámbula de Bellini de la temporada anterior. Y el año que viene ya han anunciado que volverá para hacer de protagonista en La Traviata. ¿Se ha convertido ya en un nuevo icono para el Teatro Real y para la ciudad?
RESPUESTA.- Me siento fantásticamente en Madrid. La gente del Teatro Real es encantadora, muy amable. El primer día a Pretty y a mí nos llevaron a comer tapas. Entienden que esto no es sólo un negocio, no es una empresa. Desde que hice La Sonámbula me acogieron y me integraron como parte de una familia. Durante este tiempo se han preocupado por mí, incluso desde un punto de vista personal preguntándome por mi vida privada. No es sólo una relación entre una cantante y una ópera, sino una amistad.
P.- En 2021 el Real recibió el premio International Opera Award a la mejor compañía de ópera del mundo esa temporada. Sigue habiendo diferencias, pero ¿cree que Madrid está ahora más cerca de grandes templos como París, Milán o Nueva York?
R.- Totalmente. Eso depende mucho de los artistas que consigas llevar a tu teatro. Y en ese sentido me quitó el sombrero con el trabajo que están haciendo desde la organización. Joan Matabosch [director artístico del Teatro Real] es muy bueno seleccionando a quién quiere, cuáles son los perfiles más adecuados para determinados papeles y qué es lo que reclama el público. Al final, eso es lo que te convierte en un teatro de este tipo. Y, como he dicho antes, tienes una organización que recibe de forma fantástica a los artistas de máximo nivel, por lo que cada vez más quieren venir a Madrid. Esto es lo que ofrece el Met, la Royal Opera House y es lo mismo que ofrece el Teatro Real.
P.- El público suele ser distinto en cada país. Usted misma ha dicho alguna vez que en Alemania importa mucho la escenografía, en Italia no se salen de la tradición, en Francia les gusta una mezcla de ambas cosas… ¿Cómo es el público español en la ópera?
R.- Es muy experto, es lo primero de lo que me di cuenta nada más subir al escenario. Cuando tienes delante a un público que sabe de ópera, llega a ser casi intimidatorio. Eres muy consciente de que te están escuchando y tienen el deseo de celebrar contigo la actuación. Creo que es ese sentimiento latino de la gente, que conozco muy bien por mi familia. Ponéis todo vuestro corazón, sin esconder nada.
P.- Acaba de actuar con Pretty Yende, una soprano sudafricana. Ambas son mujeres con raíces inmigrantes. ¿En qué ha cambiado el mundo de la lírica o cuál es el mensaje que transmite esta nueva ola?
R.- No creo que nada en este mundo deba frenar a personas como Pretty o como yo sólo por nuestros orígenes, raza, género, cultura o por la familia de la que vengamos. Por suerte, yo no he sentido discriminación en este sentido.
P.- ¿Quiere decir que llegar a ser soprano o tenor ya no es algo reservado únicamente a las élites?
R.- No quiero que lo sea.
P.- ¿No quiere o no lo es?
R.- No quiero. Creo que estamos todavía en un periodo de transición, de una gente que seguía la ópera únicamente por una cuestión de estatus hacia un modelo de apertura. Estaría mintiendo si dijera que la ópera ahora mismo es para todo el mundo y que todos tienen acceso a ella. No es así, todavía hay mucho elitismo dentro de este arte.
[Calixto Bieito: "Hay que acabar ya con la idea de ópera elitista"]
P.- Para los puristas la desaparición del elitismo sería su muerte. No sólo pasa con la ópera, para algunos algo deja de tener sentido si ya no es exclusivo.
R.- No lo veo como la muerte de la ópera. Creo que la gente que vive en este reino de las élites debería verlo como una oportunidad para evolucionar. La sociedad actual se mueve muy rápido, con esto [coge el teléfono], con Instagram, las redes sociales… Llevar el arte a los niños y las nuevas generaciones nos permitirá mantenerlo vivo. Creo que la ópera está en un periodo de supervivencia del que tiene que salir para volver a vivir plácidamente.
P.- Su madre era portuguesa, su padre procedía de inmigrantes puertorriqueños. Cuénteme cómo era esa casa en la que creció.
R.- My abuelo era de Puerto Rico y my nonna era napolitana. Ambos emigraron a Estados Unidos y allí nació mi padre.
P.- La tierra de las oportunidades…
R.- Sí… Mis abuelos intentaron seguir ese sueño americano, que terminaron cumpliendo. Tuvieron cinco hijos, mi padre es uno de ellos, y mi madre también emigró a Estados Unidos cuando tenía 18 o 19 años. Yo crecí en Florida y todo lo que soy tiene que ver con eso. Mi madre fue la primera que se dio cuenta de mi afición por el canto. Quizás porque mi abuela, su madre, quiso desesperadamente ser cantante de ópera cuando era niña. Sin embargo, mi bisabuelo no se lo permitió, porque era una mujer, tenía que estar en la cocina, criar a los hijos que le daba su marido y todo eso. Entonces creo que mi madre pensó: ‘en mi generación tengo que cambiar las cosas con mis hijas’. Somos tres hermanas y nos convenció para que siguiéramos una carrera artística.
P.- Está haciendo la carrera que no pudo hacer su abuela.
R.- Es cierto. Y de alguna forma pienso que estoy viviendo la vida que ella quiso. Me vio debutar con 16 años y me siguió hasta que cumplí 19, cuando ella murió. Hay muchos padres que sólo buscan que sus hijos ganen dinero. Yo crecí en este otro entorno, con unos padres muy abiertos de mente para que pudiera tener una carrera, aunque ellos no ganaran demasiado y tuvieran que sufrir mucho económicamente para pagarme las clases de canto.
P.- ¿A qué se dedicaban?
R.- Mi madre trabajó en un banco casi 40 años y mi padre era bombero. Al principio, cuando yo era niña, él tenía tres trabajos, el clásico hombre súper trabajador. Éramos la típica familia de clase media de los ochenta en Estados Unidos. Después mi madre empezó a trabajar a media jornada porque tenía que cuidar de nosotras tres a la vez. Ellos ya estaban fuera de ese sueño americano, que en mi opinión ha dejado completamente de existir.
P.- ¿Sólo con el esfuerzo ya es imposible prosperar?
R.- Es muy difícil. Todo es demasiado caro y no creo que la educación actual sea buena en absoluto. Si miramos a la generación Z y a la que viene detrás creo que tienen una educación muy pobre. La atención de los jóvenes es mínima debido a los móviles y a las redes sociales.
P.- Las nuevas generaciones, y también la nuestra, ¿viven peor que nuestros padres?
R.- Sí. Ellos tuvieron la oportunidad, la voluntad, la inspiración para trabajar tan duro como lo hicieron. Mis padres tuvieron a sus hijas cuando cumplieron 30, yo tengo 35 y no tengo ninguno.
P.- Una mujer como usted, 20 o 30 años antes…
R.- Ya tendría cinco hijos.
P.- Pero igual no sería cantante de ópera.
R.- Creo que hoy es claramente más complicado una cosa y la otra.
P.- Ya le había escuchado decir que ha llegado a una edad en la que debe decidir si quiere ser madre o no. Imagino que su carrera ha influido mucho en esta decisión hasta ahora, cosa que no suele ocurrir entre los hombres.
R.- Voy a cumplir 36 años y realmente no he tenido hijos porque nunca he encontrado a una persona en la que pueda confiar plenamente para compartir la responsabilidad de la crianza. Y ciertamente tu carrera influye, porque si tienes este tipo de trabajo que te obliga a estar siempre de gira, a estar siempre fuera, ¿qué tiempo voy a tener yo para dedicar a la familia?
Nunca mi país había estado tan dividido como con Trump. Es rudo, maleducado... cuando lo escucho hablar de inmigración pienso en mi familia. Yo soy quien soy por mis orígenes
P.- Por eso le decía que entre los hombres no es tan habitual este dilema.
R.- Porque sigue instalado en nuestra psique, en nuestra sociedad, que las mujeres tienen que ejercer de madres, cuidar de los hijos, y los padres pueden ser un poco más libres. Y nosotras siempre tenemos esa sensación de que nuestro esfuerzo no llega nunca al 100% de la dedicación que deberíamos tener por ser madres. Como sociedad debemos limpiar nuestras cabezas de esos estereotipos de género y pensar que el papel del hombre y la mujer en una relación es exactamente el mismo.
[Las españolas tienen la mitad de los hijos que desean y son madres después de los 30 años]
P.- ¿Qué siente cuando escucha hablar sobre inmigración a alguien como Donald Trump?
R.- Me siento muy triste. No soy ninguna extremista, procuro ver ambos lados. Entiendo que existe una preocupación debido a la gente que entra en el país, pero lo que no me gusta es cómo se dirige a los ciudadanos. Suena maleducado, rudo y creo que necesitamos líderes que sean capaces de unir a la gente, no dividirla. Pero lo que veo es que vivimos en sociedades donde cada vez estamos más separados unos de otros.
P.- ¿Teme la vuelta de Trump en las próximas elecciones?
R.- Sí. Como he dicho antes, no me gustan los extremos. Nunca la gente ha estado tan polarizada como en sus cuatro años de mandato. Precisamente por ese discurso antiinmigratorio yo pensaba en mi familia, porque pensé que crearía una crisis racial en Estados Unidos. Ya está bien, yo soy quien soy por mis orígenes, por mi familia, y sin ellos jamás hubiera llegado a ser cantante de ópera.
P.- Ese discurso de odio no sólo existe en Estados Unidos. Se extiende por todo el mundo…
R.- Sí, sí. Hay toda una corriente negativa acechando el mundo. Tenemos una guerra en Ucrania, lo que está ocurriendo en Palestina…
P.- En su país los estudiantes de las universidades están en pie de guerra por lo que está ocurriendo en Palestina.
R.- La gente en general está muy cansada de la guerra a estas alturas. Basta, movámonos hacia adelante, dejemos este sinsentido.
P.- ¿Usted simpatiza con las protestas?
R.- Yo simpatizo con dejar de matar gente. No soy una persona que se ponga ciegamente en un lado u otro, porque creo que en ambos hay cosas malas, pero seguro que lo correcto es terminar con la guerra. Y creo que nosotros, como artistas, si podemos servir como inspiración para otros tenemos que defenderlo.
Fui la rarita de clase. Soy hija de inmigrantes y mis compañeros pensaban que la ópera era cosa de ricos, no era para nosotros
P.- Volviendo a sus orígenes, ¿qué música sonaba en esa casa tan diversa?
R.- Escuchaba todo tipo de música. Mi madre me introdujo en el fado, escuchaba también música latinoamericana tradicional… aunque también reggaeton. Me encantaba bailar salsa con amigos y sí, escuchaba mucha ópera, especialmente italiana. Me influyó mucho desde que era muy pequeña, empecé como cantante lírica cuando tenía 10 años. También seguía a los alemanes: Schubert, Schumann, Strauss… Pero estaba verdaderamente obsesionada con Puccini, con 11 o 12 años estudié Madama Butterfly y mi profesor del momento me advirtió que no podía cantar eso tan pronto. Para mí era pura diversión.
P.- No fue una chica muy corriente…
R.- No, ¡fui una niña rarísima! No tenía muchos amigos cuando era pequeña porque pensaban que yo era rarita y no entendían mi obsesión por la ópera. Pensaban que eso era una cosa de ricos, que no era para nosotros.
P.- Y mire luego…
R.- Duró hasta el instituto. Vivíamos en Florida, estudié artes y allí me permitieron ir a clase y estudiar canto en el Palm Beach Opera. Empecé un programa para jóvenes artistas con 15 o 16 años y aunque mis compañeros seguían pensando que era rara ya empezaron a aceptarme. Al final invité a varios de ellos a la ópera, terminaron viniendo a verme y les encantó.
P.- ¿Y ellos no la convencieron con algo más ligero?
R.- Sí, tengo a Taylor Swift en mi playlist, Cardi B, Drake, Whitney Houston, Celine Dion, Mariah Carey, Ariana Grande… No estoy constreñida a un estilo, al final si la música le llega a la gente, yo estoy a favor.
P.- Decía antes que no ha sufrido discriminación en su carrera por su origen inmigrante. ¿Lo ha sentido como mujer?
R.- Ha habido algunos momentos en mi vida, sí. Diría que más en lo personal, lo he sufrido muchas veces en mis relaciones. Es verdad que una de ellas fue con otro cantante y… bueno, también con mi anterior representante.
P.- ¿Con su anterior representante?
R.- Sí, ese tipo de dinámica de poder entre personas. Siempre sentí que esa relación estaba desequilibrada porque yo era mujer y él era un hombre.
P.- Póngame algún ejemplo.
R.- Es difícil abordar estos temas cuando conoces a alguien de hace mucho tiempo, porque llega un momento en que dejas de darte cuenta de ciertas cosas. Al principio de mi carrera me apoyó muchísimo y yo le estoy agradecida. Pero después no me escuchaba, parecía que tenía que aceptar todos los conciertos y actuaciones que él me decía. Me sentí presionada y desacreditada en muchas ocasiones.
P.- Perdone la pregunta, pero entiendo que estamos hablando de asuntos profesionales, ¿no?
R.- Sí, muchas veces no compartíamos la misma concepción del trabajo. Yo necesitaba descansar porque ese ritmo estaba afectando a mi voz, pero él nunca quiso escucharme.
P.- ¿Y cree que se hubiera comportado diferente si usted fuese un hombre?
R.- Sí, estuve en contacto con otros hombres a los que él representaba, les conté mis preocupaciones, pero la mayoría me respondieron que con ellos no era así. Esa dinámica de poder es diferente, está mucho más equilibrada cuando los cantantes son hombres.
P.- ¿La veía como alguien frágil?
R.- Puedo equivocarme, pero creo que él quería hacerme sentir como alguien frágil.
P.- ¿Cree que este comportamiento es generalizado entre los artistas?
R.- No puedo hablar por el resto de mis colegas, pero por mi experiencia, por lo que he visto, sí que creo que hay determinadas instancias en las que ciertas personas en este negocio intentan mantener el control exprimiendo a los artistas. Definitivamente hay que luchar contra eso, y diría que he visto a más mujeres denunciando este tipo de cosas.
P.- No puede hablar por sus colegas, pero sus colegas ya se han pronunciado con fenómenos como el MeToo. ¿Cree que ya no se habla tanto de ello como antes? ¿Hemos pasado esa página?
R.- Yo lo percibo absolutamente al mismo nivel de antes. Y celebro que mis compañeros hombres se lo tomen en serio. He visto claramente una transición de antes del MeToo a después del MeToo. Un colega me dijo un día que me veía muy bien, no sé qué me dijo acerca de mi aspecto y automáticamente se disculpó por si me había molestado. No lo había hecho, le dije que no pasaba nada, pero aprecio que haya un cambio de mentalidad y que la gente se pregunte si un comentario puede ser ofensivo.
P.- Decía que también en sus relaciones ha sufrido situaciones de abuso…
R.- Sí, he sentido como algunas de mis parejas han querido tener un control sobre mí, intentando quizás intimidarme. Me considero independiente y una mujer fuerte y nunca he renunciado a ello. Cuando he visto ciertas cosas que me afectaban personalmente o que perjudicaban mi carrera he roto con ello. Cuando no estoy feliz, se nota en mis actuaciones.
He sentido como algunas de mis parejas han querido tener un control sobre mí, intentando quizás intimidarme
P.- Los directores actuales piden mujeres cada vez más jóvenes para interpretar ciertos papeles, que además por su voz no han podido alcanzar todavía ciertos registros. ¿Se ha convertido este mundo en un lugar en el que cada vez importa más la imagen? ¿Las sopranos deben ser también actrices, modelos, todo al mismo tiempo?
R.- Creo que lo que están buscando los directores es más actores y actrices que supermodelos. Puede que esa obsesión por la belleza ocurriera a principios de los 2000, desde 2005 o 2006 hasta 10 años después. Pero creo que la tendencia actual es buscar personas con más dotes actorales, teatrales, para encajarlos mejor en ese nuevo enfoque que se le quiere dar a las producciones.
P.- Recuerdo una conversación con otra soprano que contaba que a ella le habían pedido más de una vez bajar de peso si quería subir a un escenario.
R.- Es terrible y muy triste que ocurra eso. Por suerte, a mí nunca me ha pasado. ¿He escuchado comentarios sobre mi cuerpo? Sí, muchos. Una vez un director italiano me pidió salir en bikini para un papel en Falstaff [una comedia lírica de Giuseppe Verdi] y yo le pregunté por qué. Me explicó que estaba interpretando a Nanetta, una niña de 15 años, enamorada, que estaba jugando en la piscina… Yo estaba aterrada, no quería que me vieran así. ¿Y sabes qué? Lo hice y disfruté, entendí que estaba interpretando un papel muy concreto.
P.- Tampoco es pecado ser mujer y ser guapa.
R.- Todo esto lo cambió Anna Netrebko. Su imagen transformó la industria, porque todo el mundo estaba cautivado por lo guapa que era. Y lo entiendo porque yo estaba en el conservatorio y también estaba fascinada no sólo por su voz y su presencia en el escenario, sino por su belleza. Y todavía me siento inspirada por intentar parecerme a ella. Pero creo que ahora hay una corriente muy clara para renovar las producciones y ahí es donde se busca a cantantes que también se desenvuelvan bien como actores.
[La diva rusa de la ópera Anna Netrebko se rebela contra Putin y condena la guerra de Ucrania]
P.- Es usted muy activa en redes sociales. Aunque también dijo alguna vez que dejó de publicar ciertas cosas. ¿A qué se refiere?
R-. Sí, llegué a tener un manager de redes sociales, una mujer que sigue trabajando con artistas. Nosotras empezamos en 2017 y yo fui su primera cliente. Éramos muy buenas amigas, pero empecé a ver que había una utilización de mi imagen para su beneficio personal. Después de nueve meses lo dejamos porque empezó a ser algo tóxico. Me distancié de las redes sociales porque lo que veía en mi perfil no era realmente yo. Me había convertido en una especie de aspirante a influencer, la típica instagramer. Y yo no soy eso, no soy una imagen publicitaria, no aspiro a colaborar con marcas, simplemente soy una artista. No quiero llevar esa vida y si puedo influir a alguien, que sea por mi música y mi voz.
Yo también estaba fascinada por la belleza de Netrebko. Todavía me inspira intentar parecerme a ella
P.- Pero usted sigue siendo muy activa en Instagram.
R.- Sí, he vuelto porque empecé a hablar con muchas chicas sobre cómo mi cuenta de Instagram les había impactado negativamente durante ese tiempo. Muchas de ellas me dijeron que me habían bloqueado o silenciado porque no podían más conmigo.
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P.- La han terminado siguiendo muchas personas que probablemente no sean espectadores de ópera. ¿Al final no se ha transformado consciente o inconscientemente en una especie de influencer?
R.- No me siento así. Me veo como una artista e intento compartir muchos de esos momentos en los que estoy cantando. Hay muchas chicas jóvenes que me han escrito mensajes privados para pedirme consejos y creo que la mejor manera de poder expresarme es cantando.
P.- Pregunto de otra manera: ¿cree que para ser una cantante o una artista que llega al público actualmente es necesario mostrar la vida privada?
R.- No creo que haya que hacerlo, pero sí que creo que si hay algo que quieres compartir, como que estoy saliendo con alguien, que tengo novio, implica mostrar que la vida es algo más que el trabajo. Cerca del 65% de mis seguidores son músicos o aspirantes a serlo. Y muchas veces da la sensación de que si te quieres dedicar a esto tienes que sacrificar toda tu vida. No es verdad, no tienes que vivir como un eremita, puedes divertirte, tomar una cerveza la noche antes de cantar y no pasa nada.
P.- ¿Qué es hoy ser una diva?
R.- No lo sé, porque tampoco me veo como una diva.
P.- Venga…
R.- De verdad… Vale, si tuviera que dar mi propia definición de diva porque me considera una diva, diría que debe ser alguien que esté dispuesta a aprender constantemente. Alguien que sigue siempre entrenando, que tiene los pies en el suelo, que intenta ser humilde y tener capacidad no sólo de aceptar halagos sino también de recibir críticas. Si la gente me clasifica como una diva, ese es el tipo de diva que soy o aspiro a ser. Creo que lo más importante es saber de dónde vienes, quién eres, porque todo lo demás puede desaparecer en un instante.