Ana Mena fue una niña prodigio, un cascabelillo andante que curra desde que no levantaba ni dos palmos del suelo: con 9 años ganó el concurso Veo, veo, protagonizó una miniserie de Marisol en Antena 3 y peleó en Camp Rock 2. Con 13 años dio la campanada con Pedro Almodóvar, actuando en su película La piel que habito, de la mano de Antonio Banderas. Casi nada. Todoterreno.
Se recuerda a sí misma como a una cría salvaje manchada de barro hasta arriba y encantada disparando a las latillas con una escopeta de balines. No ha dejado de ser esa heroína arrojada, brava sin dejar de ser sentimental en cada fregao’ que le plantea la vida, tanto en la música como en el amor. Ha triunfado en Italia incluso más que en España, ha lanzado un hit con Belinda que suena en todas las discotecas -Las 12-, lo ha roto con su adaptación de Un clásico, de Ernia, y ahora viene con un disco cargado de historias que ha bautizado como Bellodrama.
Ana ha cambiado mucho, pero sólo por fuera, porque en los últimos años ha transformado su rostro con varios retoques de cirugía estética sobre los que nunca se ha pronunciado. Por dentro sigue siendo la chavala pasional y flamenca que cantaba a todo trapo a Triana, su mayor inspiración siempre, hasta a la hora de convertirse en la diva pop que hoy es.
P.- ¿Cómo fue la infancia de Ana Mena, esa niña de Estepona del 97?
R.- Pues mira: Ana Mena de niña era muy extrovertida. En cualquier fiesta familiar se subía a la mesa a cantar, le encantaba que la grabaran todo el rato, sin ningún tipo de vergüenza, y mamó el flamenco desde muy pequeña. Empezó cantando copla, se recorría todos los concursos de flamenco de Andalucía, y así disfrutaba, era su manera de jugar (sonríe). Luego recuerdo que me gustaba jugar a cosas de niños: en mi infancia en el campo estaba siempre subida a un quad que me había comprado mi padre, o me iba con él a pescar, las cosas de aventura me divertían.
"Recuerdo que me gustaba jugar a cosas de niños: en mi infancia en el campo estaba siempre subida a un quad o me iba a pescar"
P.- ¿Cuáles eran tus referentes flamencos y por qué no se reivindican tanto entre los jóvenes músicos de nuestro país?
R.- Mi madre ponía absolutamente de todo: José Mercé, Camarón, Diego el Cigala, Triana, que fue el grupo de mi infancia y sigue siendo referente en todo lo que hago: siempre que quiero inspirarme los pongo. También son clave en mi playlist Rocío Jurado y Marifé de Triana. Y Niña Pastori y Miguel Poveda. Muchísimos. La gente se siente bien orgullosa de España, del flamenco y de sus raíces, y yo sí siento que tienen un peso importante, a mí me inspiran en absolutamente todo, porque aunque lo que hago no es flamenco, vengo de ahí. Mi manera de cantar está influenciada por el flamenco.
P.- Me he enterado de que vienes de una familia humilde y de que tu padre se levantaba a las siete para ir a trabajar, y que eso ha marcado tu forma de ver la vida. ¿Tienes conciencia de clase?
R.- Claro. Totalmente. Es lo que tú has dicho, y es bonito, porque te quedas con una lección de eso: las cosas se consiguen trabajando, nada llega sin base de trabajo y sacrificio, eso es lo que me enseñaron y lo que he practicado toda mi vida. He sido muy pesada, he picado mucha piedra y vengo desde abajo, por eso cuando me pasan cosas buenas, las valoro el triple. Mi padre trabajaba en la obra, mi madre era ama de casa a veces y otras andaba a mi padre con la contabilidad, y siempre hemos tenido esa conciencia del trabajo, aunque también somos después muy disfrutones y siempre lo celebramos, porque ese es el objetivo de la vida.
P.- ¿Cómo has hecho para recordar siempre esos valores y no volverte gilipollas?
R.- (Ríe a carcajadas). No le veo el sentido a eso. Cuando me he encontrado a alguien y me ha dado la sensación de que es así… es que no lo entiendo, porque yo me considero Ana la de toda la vida, con sus amigos, con sus manías, con sus historias. A lo mejor lo único que me diferencia de otros trabajos es el estar más expuesto públicamente, pero le echo muchas horas al trabajo como todo el mundo y tengo la suerte de dedicarme a algo que me gusta, eso es todo. Procuro rodearme de gente de verdad que me dice las cosas buenas y las malas y no dejar de tener mi punto de tocar tierra, que es volver a casa.
P.- Creo que sufriste bullying en los primeros años de instituto, justamente, por estar trabajando en la música y faltar a clase. ¿Qué les dirías ahora a esos niños crueles?
R.- Es un tema que no suelo tocar mucho porque no quiero hacerme la víctima, lo odio. Pero tampoco quiero normalizarlo ni ocultarlo, así que: sí, los niños en mi primer año de instituto venían un poco a por mí porque tenía trabajo en Madrid y rodaba dos series de televisión… estuve cambiándome de sitio… en fin, es complicado a esas edades, no lo estoy normalizando. Sólo que no me quiero hacer la mártir.
P.- Dijiste en Juan Y Medio que querías ser arqueóloga.
R.- Sí, ya te digo, era aventurera y me gustaban las cosas de niños, aunque no me convence esa expresión, no creo que los juegos tengan género, uno se divierte de la manera en la que se divierte y punto. Pero me encantaban la escopetas de balines y tirarle a las latas, era muy guerrera y siempre estaba deseando ponerme de barro hasta arriba.
P.- Más de un millón de seguidores en Instagram. ¿Cómo ha cambiado tu vida? ¿Puedes salir de cañas con tus amigos o eso ya es imposible?
R.- A mí me encanta salir a sitios normales con mis amigos cuando puedo, pero solemos ir a horas más tranquilas y tal porque evidentemente cambia la cosa, te conoce más gente. Es algo que no me molesta en absoluto, hablar con gente y hacerme fotos, es más, me hace ilusión. Siempre intento mantener esa normalidad dentro de lo que se puede y me adapto a todo, no voy siempre a sitios megaexclusivos.
P.- ¿De dónde sale ese ‘alter ego’ de la ‘diva doliente’?
R.- Me gusta romantizar el drama. Me gustan las películas románticas de historias que llegan al final después de mucho esfuerzo, de historias dramáticas e intensas… siempre me ha encantado vivirlas y mimetizarse con ellas. Creo que la melancolía es disfrutable. Escribes una canción y tienes la esperanza de que esa persona algún día la escuche en la radio.
P.- ¿A qué películas te refieres?
R.- ¡Hombre! Pues de Orgullo y prejuicio a El diario de Noa (ríe).
P.- ¿Cuál ha sido el momento más difícil que recuerdas?
R.- Muchos. Empecé de muy niña en esto y he tenido muchas puertas cerradas. El camino no es recto la mayoría de las veces, tienes que dar muchos rodeos hasta que se te abre esa puerta. Me he comido muchos “no”. De hecho, rara vez te dicen que “sí”. Pero he aprendido a lidiar con todo.
P.- ¿Has tenido que sortear obstáculos machistas tanto en la industria, en tu carrera como músico, como en tu vida?
R.- Yo no siento que me hayan discriminado nunca por el hecho de ser mujer. A otras personas sí les habrá pasado, pero creo que esa nunca ha sido mi razón… me ha pasado porque no he gustado lo suficiente o porque mi música no era lo bastante buena o por mi perfil… pero la verdad que no quiero achacarlo a ser mujer, no lo veo mucho por ahí.
P.- ¿Cuál es la presión que hay sobre las divas como tú? ¿Se les exige más a las mujeres que a los hombres de la industria? Siempre se habla de que muchas de vosotras también bailáis increíblemente, estáis siempre bellísimas y en forma… y ellos pueden aparecer de cualquier manera y todo vale…
R.- Sí, yo lo noto mucho en el directo. Ahí las mujeres tenemos que demostrar todo el rato que hacemos un 360: escenografía de puta madre, pirueta, cantar, bailar, vestir, interpretar… lo notamos mucho en el directo. Nos exigen y nos exigimos muchísimo más que los tíos. La sociedad siempre tiene en el punto de mira a las mujeres. Entiendo que si eres una cantautora con guitarra no sea así, pero si sales al concepto diva… he admirado a mi Beyoncé, a mi Britney Spears, a Madonna… pero también hay muchos hombres ‘showman’, como Ricky Martin, Justin Timberlake o Bruno Mars.
"Siempre escribo cuando me rompen el corazón"
P.- Hablemos de los dramas de Ana Mena. ¿Cómo eres cuando te rompen el corazón, cómo te curas?
R.- Pues mira, siempre escribo cuando me rompen el corazón. Cualquier chica cuando le rompen el corazón le escribe a su amiga o la llama y se desahoga, pero en mi caso me gusta también escribirme a mí misma, para mí, me gusta hacer música y recrearme en eso, salen cosas muy bonitas y muy de verdad. Es mi manera de desconectar y de hacer terapia.
P.- ¿Te harás un ‘shakirazo’?
R.- Lo que ha hecho Shakira es súper libre y me parece que está genial, me encanta la canción, me flipa y me la sé entera de memoria, es tan de verdad que te lo crees por completo, lo compartes y lo vives con ella. A Shakira la he admirado toda mi vida, aunque yo no sé si sería capaz de lanzar un tema tan explícito, me lo suelo llevar más al romanticismo. No es que esté ni mejor ni peor.
P.- ¿Con cuántos “capullos galácticos” te has encontrado, como cantas en Un clásico?
R.- ¡Claro que me he encontrado con capullos galácticos… varios, varios, unos cuantos! Con gente que no sabe lo que quiere, con gente que no lo tiene claro… y nos tropezamos una y otra vez con estas situaciones. Caemos en lo mismo: el puñetero teléfono, el Instagram que es un catálogo de cuerpos y de caras, y tienes la sensación de que siempre vas a encontrar a alguien mejor, más guapo, más alto… mi generación no valora el feeling con alguien, le tenemos miedo al compromiso y al amor, a vivir una historia de verdad. Yo apuesto.
"Me he encontrado con varios capullos galácticos: los hombres no saben lo que quieren, tienen miedo al compromiso y al amor"
P.- ¿Te has pillado por alguien a quien no has llegado ni a darle un beso?
R.- Sí. La canción es real, la escribí después de un viaje a Italia. Es una historia narrada… tal cual. Prefiero no dar más detalles (ríe).
P.- ‘Bellodrama’ recuerda a ‘bollodrama’. ¿Te consideras un icono del colectivo LGTB?
R.- ¿Sabes que no conocía esa expresión? (ríe). Me enteré después. O sea, no lo hice para nada en ese sentido. Cuando pensaba en el nombre del disco, buscaba una palabra para expresar ese regustillo del drama… y de ahí surgió… pero esto no lo conocía. Si soy un icono para el colectivo lo único que puedo hacer es agradecerlo, la verdad es que hay mucho público del colectivo súperfiel que está siempre a las últimas tendencias, yo aprendo mucho de ellos. En mi equipo hay gente que pertenece al colectivo y me ayudan estética y musicalmente, con una visión muy amplia de las cosas y muy artística.
P.- ¿A quién llamas cuando llegan las doce?
R.- A mi mejor amiga, la llamo todos los días. Siempre estamos enganchadas contándonos todo.
P.- ¿Tu primer capricho? Lo primero que hiciste cuando tuviste dinero.
R.- Le compré una finca a mi padre. Fue para mí el regalo más bonito, que no tenga que trabajar. Ya trabajó muchísimo y no quiero que trabaje más.