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Cuando los agentes de la Comisaría General de Información de la Policía Nacional entraron en aquella casa de Tenerife, alucinaron. Sabían que se iban a encontrar cosas ilegales, eso desde luego. Llevaban meses investigando a ese tipo. Sabían que había comprado piezas fundamentales para un arma, que tenía un pasado que pivotaba entre la filia militar y las galerías de tiro en Estados Unidos, que era un supremacista blanco, y que era extremadamente peligroso, una bomba de relojería esperando su momento. Eso, todo, lo tenían en cuenta.
A lo que ni se asomaban a imaginar era que, en ese mismo momento, en directo, estaban asistiendo a una especie de cambio de era. Entre el derribo de la puerta y el trajín del registro, con agentes por aquí y por allá mirándolo todo, una máquina seguía haciendo su trabajo. Pacientemente, discreta, oscilando de un lado a otro con determinación, una impresora 3D estaba imprimiendo-fabricando la carcasa de un arma de fuego.
"La primera sensación fue de sorpresa, porque teníamos constancia de las piezas que estaba comprando, pero esas no hacían un arma completa, faltaba algo y desconocíamos el qué", reconoce una de las agentes que participó en la operación. Resultó que el tipo, español de 45 años, estaba fabricando en 3D el armazón que daría sentido a todas esas piezas. "Fue ver la impresora y nos dimos cuenta de que la amenaza, de la que llevábamos tiempo avisando, se estaba materializando", añade.
Tras la operación, que se realizó en 2020 de forma secreta y junto a la Agencia Tributaria, los policías trasladaron a sus compañeros de la Científica las piezas que se habían impreso junto a aquellas que el hombre había comprado. Ya en un laboratorio, los agentes fueron capaces de montar un arma de fuego. Disparaba, podía matar. Y ahí acabará radicando la diferencia, en el juicio que todavía está por celebrarse, entre salirse con una falta administrativa o enfrentarse a una pena por fabricación de armas de fuego.
Actualmente, en España y el resto Europa, se está asistiendo a un cambio de paradigma respecto a las armas de fuego usadas por la delincuencia y su tráfico. Aquel viejo mercado negro de señores de la guerra que vacían arsenales obsoletos de la URSS para venderlos al mejor postor sigue existiendo -que nadie se engañe-, pero hay delincuentes que pasan de él, que no necesitan contactos extraños con mafias eslavas ni jugarse la vida intercambiando pistolas por dinero en un descampado.
Ahora la amenaza se presenta en nuevas formas. Ya nadie duda, tras lo de Canarias, que las pistolas fabricadas con tecnología 3D van a ser un problema serio en el futuro, que las autoridades ya están empezando a estudiar para que no les pille con el pie cambiado. Pero eso, de momento, en el futuro.
Mientras tanto, ya hay otros tipos de armas completamente asentadas entre los delincuentes. Se trata de las llamadas detonadoras modificadas, pistolas de fogueo trucadas para disparar munición real y que actualmente son tan habituales en las incautaciones como el resto de armas ilegales, con la característica de que son mucho más fáciles de conseguir y mucho más baratas.
"El tema de la conversión de detonadoras a armas de fuego real es una de las principales amenazas en las que estamos trabajando", asegura a EL ESPAÑOL | Porfolio un experto en tráfico de armas de la Comisaría General de Información (CGI) de la Policía Nacional. "Un español puede ir a un país con medidas laxas a comprar un arma de fogueo de forma legal, se la envía por correo postal, le hace algunas modificaciones simples, y ya tiene capacidad para hacer fuego real", añade.
Según el Estudio Global de Tráfico de Armas 2020 elaborado por la Oficina de la ONU contra la Droga y el Delito, España es el país europeo en el que más se encuentran este tipo de armas. En esa línea, cifras facilitadas por la Policía Nacional a esta revista confirman que, desde 2015 hasta la actualidad, se han realizado 31 operaciones con presencia de detonadoras modificadas en las que ha habido 103 detenidos. "Estamos, sin duda, en un punto de inflexión", reconocen desde la CGI.
EL ESPAÑOL | Porfolio ha realizado una investigación, contando con los principales expertos de tráfico de armas de España y Europa, para analizar ese punto de inflexión, ese lugar en el que nos encontramos e, igual de importante, ese lugar al que nos dirigimos.
Un congreso pionero
Del 23 al 25 de mayo. Ante la amenaza que van a suponer las pistolas fabricadas, de forma casera, con impresoras 3D, la Comisaría General de Información de la Policía Nacional va a coliderar el próximo mes de mayo un congreso internacional en el que se abordarán los nuevos retos a los que enfrentarse. A él acudirán miembros de otras policías del mundo, así como representantes de instituciones como Europol, con el objetivo de aunar conocimientos en esta lucha. Aunque se trata de un fenómeno nuevo y aún por estallar, los agentes no quieren que les pille con el pie cambiado.
Hecha la ley…
El 24 de febrero de 2016, Juan Andrés estaba reparando una lavadora en casa de sus padres, en Albox (Almería), cuando llegó su hermano Pedro y le contó que su tío le había perseguido intentando agredirle tras una discusión familiar. En un intento de proteger a su hermano, fue a encararse con su tío y, tras llegar a los puños con él, se acercó al coche, rebuscó en una bolsa blanca, cogió un arma que llevaba siempre encima por miedo a que le pudieran robar la recaudación de los cupones que vendía y le pegó un tiro a su tío, que murió poco después.
¿Por qué un vendedor de cupones, sin lazos conocidos con la delincuencia organizada, tiene acceso a un arma de fuego capaz de matar a una persona y que no está registrada en absolutamente ningún sitio? Porque la pistola era una detonadora modificada, un arma que se había adquirido de forma legal, en España o en el extranjero, y que había sido posteriormente transformada en un taller para convertir algo que a priori sólo produce ruido, en un elemento letal. Ese mismo 2016, la Policía Nacional incautó 546 detonadoras modificadas.
En España, hasta hace unos años, era muy fácil conseguir una pistola de fogueo. Bastaba con ser mayor de edad y poco más. Y aquellos que querían escapar de los registros nacionales se iban a Portugal, con unas medidas igual de laxas, y encontraban una vía fácil para hacerse con un arma que luego podían transformar. Todo eso tuvo que cambiar en cuanto las autoridades se dieron cuenta de que tenían un verdadero problema.
La modificación llegó en octubre de 2017 y lo hizo a través de una orden del Ministerio del Interior, dirigido entonces por el popular Juan Ignacio Zoido. Se endurecieron los requisitos para acceder a estas pistolas, por ejemplo acotando los motivos aceptables para tenerlas, y el texto de la norma ya alertaba: "En los últimos años se ha producido en España un aumento alarmante del empleo de este tipo de armas en ámbitos cercanos a la delincuencia", se puede leer, y sigue "muchas de las armas detonadoras intervenidas habían sido, además, manipuladas para poder disparar munición real".
Y apuntala: "Entre los factores que se encuentran en el origen de esta situación pueden destacarse la facilidad del acceso a las armas detonadoras en numerosos establecimientos comerciales sin ningún tipo de autorización o licencia y a un precio asequible; la apariencia física de estas armas, que carecen de distintivo o dispositivo externo alguno que las diferencia de las verdaderas armas de fuego, o la fácil transformación en armas de fuego reales, con herramientas comunes o incluso sin utilizar herramienta alguna".
Portugal siguió una línea similar, restringiendo el acceso, y la forma de conseguir una detonadora se complicó en líneas generales. Pero la delincuencia siempre encuentra caminos y aparecieron nuevos vendedores. Según confirman fuentes de Europol a esta revista, actualmente el mayor productor que afecta a España y a Europa en general es Turquía, donde se estima que se producen en torno a 350.000 detonadoras cada año, que además son fáciles de modificar, mucho más fáciles que las de fabricación europea.
De Turquía, pasan principalmente a Bulgaria, que es un país de la Unión Europea y tiene unas restricciones casi inexistentes en cuanto a armas de fogueo y, gracias al mercado único, se distribuyen entonces por el resto del continente. Rumanía es otro país importante en cuanto a receptor y luego distribuidor. Así, un español limitado por la legislación de su país, puede comprar en una web búlgara un arma completamente legal allí y mandarla por correo postal aquí.
Es difícil saber a ciencia cierta cuántas armas de este tipo se han incautado en España ya que no siempre se hace un análisis pormenorizado. Sin embargo, el estudio de la Oficina de la ONU contra la Droga y el Delito ubica a España como uno de los principales países con armas sin controlar y destaca la importancia de las reactivadas -armas inutilizadas que luego se modifican para volver a usarlas- y las detonadoras trucadas.
Además, este tipo de armas en España son seis veces más baratas que una real. Por ejemplo, una Glock -que es la pistola más habitual de todas, la que usan las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado- cuesta actualmente unos 590 euros, además de todas las dificultades administrativas para conseguir el permiso. Sin embargo, su imitación en su versión fogueo, se puede encontrar por 119 euros. Comprando la detonadora y modificándola después, se tiene un arma que dispara igual pero muchísimo más barata.
"Los cambios en las legislaciones de los países han funcionado en parte, pero sigue siendo una amenaza. Tanto ahora, como cuando empezamos con esto hace ocho años", explica en conversación telefónica con EL ESPAÑOL | Porfolio Martin van der Meij, jefe del Proyecto de Análisis sobre Armas y Explosivos de Europol. "Son fáciles de comprar en países de Europa y luego viajan. Las compran por la web legalmente o se trasladan ellos físicamente, y luego las convierten. Principalmente vienen de Turquía, pasan a Bulgaria, y de ahí a todos los países de la Unión", añade, y recuerda el caso del periodista de investigación holandés Peter Rde Vries, que fue asesinado en plena calle el año pasado con una detonadora modificada.
Dificultando el acceso
La Orden INT/1008/2017. Estableció que las pistolas y revólveres detonadores "únicamente se podrán adquirir, tener y usar para actividades deportivas, adiestramiento canino profesional, espectáculos públicos, actividades recreativas, filmaciones cinematográficas y artes escénicas". También hacía una excepción para coleccionismo.
Fáciles de transformar
A finales de 2016, el Grupo de Información de la Guardia Civil detectó que había una persona comprando armas de fogueo en distintas ciudades de España. Entonces, hacía falta apenas un DNI y el tipo usó identidades falsas para ir adquiriendo detonadoras en Madrid, Barcelona, Lleida, Girona y Valencia. Esa fue la pista que inició un proceso que llegó a su fin un año después, con el desmantelamiento de un importante taller de reconversión de armas.
La operación se saldó en diciembre de 2017 con siete detenidos en Vall d'Uixó, Almassora y Sagunto (todas en la Comunidad Valenciana). La banda se dedicaba a comprar las armas, de forma completamente legal, a transformarlas en pistolas de fuego y luego revenderlas en el mercado negro. El taller estaba escondido en una habitación excavada junto a una casa, a la cual se accedía a través de una puerta oculta en una ducha. Fue, a la vez, tanto un éxito policial como la constatación de una amenaza latente.
"Destaca la facilidad del acceso a las armas detonadoras y su fácil transformación en armas reales"
Aunque la situación se ha modernizado y ya no es tan fácil comprar un arma en España, traer una pistola turca desde Bulgaria sigue siendo relativamente fácil (aunque ilegal) y transformarla es muy sencillo. Para llevar a cabo esa modificación, hacen falta unos conocimientos técnicos muy escasos que cualquier armero, cualquier militar con experiencia de armas, cualquiera que toque ese mundo, puede tener.
"Es muy fácil", reconoce en conversación telefónica con esta revista un armero que ha pedido permanecer en el anonimato. "Los metales son prácticamente idénticos y aguantan un disparo real", asegura. "Hablando en bruto, consiste en quitarle los topes que llevan las detonadoras, ensanchar el cañón para que quepa una bala real y pasarlo por un torno para fresarlo y que el disparo salga recto", entre otras cosas, que no se van a explicar aquí para no dar ideas. "A veces creo que los fabricantes trabajan con segundas intenciones. Porque te encuentras en las detonadoras cañones pequeños que se pueden agrandar, que es fácil con conocimiento, pero no te encuentras cañones grandes que haya que hacer pequeños, que sería imposible", reflexiona.
Sin embargo, este tipo de armas también implica muchos peligros. "Las armas de fuego se prueban mucho para que se vea que son seguras. Esto es una solución más casera, a lo mejor la clandestinidad no les deja probarlas tanto y el cañón puede reventar por la presión. Ahí ya dependes del azar de por dónde vayan a salir volando las esquirlas", advierte.
Ese espíritu casero también se nota en el tipo de delincuencia que utiliza estas armas, que recurre a ellas. "Esta gente no necesita estar en contacto con el mundo delincuencial ni tener conocimiento en la deep web", explica un experto de armas de la Comisaría General de Información (CGI) de la Policía Nacional, uno de los órganos que se encarga de perseguirlas. "Además de que en la deep web, si no tienes conocimientos, hay muchas posibilidades de ser estafado, que pienses que estás comprando armas y que no te lleguen y pierdas el dinero", sigue.
Así, el tipo de delincuentes que se encuentran no son los de las grandes bandas organizadas, sino delincuentes comunes, que a su vez suelen ser los más habituales. Dentro de este abanico se pueden encontrar a bandas latinas (que ya las usan como un arma más), atracadores, coleccionistas sin escrúpulos… pero también a los llamados lobos solitarios, aquellos terroristas que se vuelven fanáticos a través de internet y buscan cometer atentados por su cuenta, sin una gran estructura criminal detrás. Los más habituales en estos casos son yihadistas, aunque también se están encontrando muchos supremacistas blancos.
Sin embargo, mientras este tipo de detonadoras modificadas siguen siendo hoy día una de las principales amenazas de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado que combaten contra el tráfico de armas, hay un monstruo dormido a punto de despertar. Si es que no se ha despertado ya. Son las pistolas hechas con impresoras 3D.
La nueva era
"Yo veía hace unos años el tema del 3D como algo de ciencia ficción, algo a pie de página en los documentos de Naciones Unidas o de la Unión Europea, pero que era una amenaza lejana, que yo no lo iba a ver de cerca", asegura la misma fuente de la CGI. Ahora, lejos ya de ver ese fenómeno como algo remoto, la misma CGI de la Policía Nacional coliderará un congreso europeo el próximo mes de mayo para coordinar una respuesta frente a esta novedad.
"Desde 2020 y 2021 la tecnología 3D ha bajado mucho de precio y las impresoras se están empezando a popularizar. El acceso que tiene el público a ellas ya es bastante razonable y va a seguir continuando. La amenaza que vamos a soportar desde la Policía Nacional para la seguridad ciudadana va a ir incrementando de forma exponencial. Me atrevo a decir que va a ser, desgraciadamente, la amenaza número uno en la lucha contra el tráfico ilícito de armas de fuego", añade. Y sus palabras no suenan nada halagadoras.
En esa dirección, la detección del taller de impresión de armas en Tenerife fue paradigmática. El hombre, español de 45 años y supremacista blanco, tenía en su casa 19 armazones para montar esas piezas que había estado comprando y hacer un arma híbrida. "Estaba a ensayo y error y se iba al monte a practicar. También tenía heridas en las manos por haber estado con explosivos", reconoce la agente que participó en la operación. Cuando la Científica juntó las piezas, consiguieron una pistola estilo Glock de 9 milímetros completamente operativa.
Durante el registro también encontraron una pistola Liberator, conocida por ser la primera en hacerse en 3D y los planos para elaborar un subfusil FGC-9 (cuyas siglas significan "Fuck Gun Control", que le jodan al control de armas). Temían los agentes que se pudiera convertir en un lobo solitario como el de Halle, en Alemania, que en octubre de 2019 atacó una sinagoga con armas elaboradas a través de una impresora de ese tipo. Aunque las armas se le encasquillaban de vez en cuando, lo que da cuenta de que aún no son perfectas, le sirvieron para matar a dos personas.
Este fenómeno de las armas en 3D empezó en Estados Unidos hace unos años. En mayo de 2013, la empresa contratista de defensa Defense Distributed anunció que había conseguido hacer una pistola entera de plástico excepto por el percutor. Tuvieron la brillante idea de colgar esos planos para su construcción en su página web y, en los dos días siguientes, más de 100.000 personas se los descargaron. Aunque ha pasado poco tiempo desde entonces, esa pistola ya parece arcaica y el modelo puntero en la actualidad es el FGC-9 cuyos planos ya se encontraron en España, en el taller de Canarias.
En Estados Unidos la legalidad vigente ha permitido que todo este mundo crezca con manga ancha y actualmente tienen un serio problema con las pistolas que se compran por piezas, que el diario The New York Times calificó de auténtica "epidemia", porque al ser partes individuales están aún menos reguladas. Mientras Europa, y España en ella, se pone a pensar en cómo afrontar esta amenaza que va a llegar. ¿Se puede perseguir a alguien solamente por tener piezas? ¿Y si esas piezas se pueden juntar en menos de una hora y empezar a disparar? ¿Y si sólo tiene los planos en su ordenador y no ha llegado a imprimirla?
"Estamos encontrando cada vez más casos de talleres en toda Europa, y el perfil es gente de extrema derecha, entre los defensores del derecho a llevar armas y a producirlas, que además no necesitan ningún tipo de red criminal detrás para elaborarlas", reconoce Martin van der Meij, jefe del Proyecto de Análisis sobre Armas y Explosivos de Europol. "Los casos están creciendo y la amenaza aumentará. La tecnología es cada día mejor y más barata. De momento, lo más habitual es imprimir plástico, pero se va a popularizar la impresora de metal y eso será mucho más peligroso", añade.
"Lo primero que hay que hacer es crear conciencia, compartir experiencias y conocimiento y buscar expertos que hablen de estos temas. Y no sólo entre investigadores, también hay que educar a los policías en la calle para que sepan que se han encontrado algo peligroso aunque no vean el arma entera. Hay que cambiar la mentalidad", señala Van de Meij.
En ese sentido, la Policía Nacional española se está mostrando puntera y los próximos 23 y 25 de mayo coliderará un congreso en el que juntará a otros cuerpos europeos, con organismos internacionales y agencias como la Interpol y Europol para intentar detectar las posibles amenazas futuras y la forma más eficiente de combatirlas.
Porque si con las detonadoras modificadas ya está siendo fácil hacerse con un arma de fuego, con las impresoras 3D será aún más fácil. Las dos impresoras que le encontraron al sujeto de Canarias valían, en ese momento, 800 y 500 euros. Por ese dinero y con unos planos que se descargan de internet, quién sabe, cualquier vecino de cualquier barrio podría estar ahora mismo imprimiendo una pistola.