Lo que viene a continuación habla de tecnología punta, vanguardia e innovación. Y viene todo por una firma, o mejor, dicho, varias. ¿Firmas digitales? En absoluto. Fueron hechas con tinta y pluma. Son las de los dolorosos tratados de Utrecht para España tras la Guerra de Sucesión. Tras este sorprendente salto temporal, sigan leyendo, que todo tiene su porqué. Aquellas rúbricas sangrantes convencieron al rey Felipe V de la necesidad que tenía España de recuperar su poderío. Para lograrlo, era indispensable volver a ser una potencia naval.
Casi 300 años más tarde, este pasado noviembre, un rey llamado también Felipe ha asistido en Cartagena a la botadura de una proeza naval alumbrada en las antiguas atarazanas españolas. Ha sido un submarino y se llama Peral, en homenaje al ingeniero militar cartagenero. Se trata del S-81, el más avanzado del mundo y el primero de los cuatro sumergibles encargados por el Ministerio de Defensa. Su botadura ha colocado a España en el selecto club de los 10 países del mundo capaces de construir submarinos. Es más. El submarino español supera de largo a todo lo que existe.
Rebobinemos de nuevo, para poder avanzar y contar esta historia. El Felipe anterior al VI, primer Borbón tras los Habsburgo, decidió disolver las tres marinas españolas luego de aquella derrota bélica que cambió el mapa político europeo. La disolución de entonces podría llamarse hoy, perfectamente, optimización de recursos. Fusionó en un solo ente las marinas del Mediterráneo, del Océano y de Indias, creando en su lugar la Real Armada Española. Lo tenía todo tan claro que también ese mismo año, 1717, sufragó la construcción de tres astilleros. Uno en la Habana (Cuba), y los otros dos, en Cartagena (Murcia) y en San Fernando (Cádiz). Apostó, con firme decisión, en la ingeniería militar y en la experiencia constructiva de quienes ya desde el siglo XVI construían la Flota de Las Indias y en sus careneros revestían con acero la madera de los barcos.
La primera nave del astillero más al sur de España fue un navío de línea de 66 cañones botado en 1729. La importancia de aquello fue tal que Felipe V acudió presto para ser testigo de aquel prodigio de ingeniería, construido en el mismo lugar en el que, 160 años después, España asombraría al mundo con el primer sumergible autónomo y eléctrico, inventado, diseñado y construido por Isaac Peral... y nunca explotado por el gobierno español de entonces. Esta vez no se ha cometido el mismo error.
Hoy, la construcción del submarino Peral, el S-81, ha situado a España en la vanguardia tecnológica en materia de defensa dentro de unos trabajos que han durado varios años. La puesta de largo ha propiciado, además, que la compañía ya haya anunciado de forma oficial la participación en varios concursos públicos en el extranjero para exportarlos. La empresa pública opta a contratos en la India, Filipinas, Canadá, Turquía y Polonia.
El hito se ha desarrollado en uno de los dos astilleros descendientes de aquellos que fundase en España aquel primer Borbón: Navantia Cartagena, integrando la tecnología de Navantia Sistemas, cuya sede nacional está en Navantia San Fernando.
Las oficinas centrales de Navantia Sistemas se encuentran a escasos metros del lugar donde hoy el buque escuela Juan Sebastián Elcano está siendo reparado antes de zarpar este 13 de enero para su XCVI crucero de instrucción. Sus cuatro palos se alzan, tan cercanos como imponentes, sobre el muro que separa la factoría naval del Arsenal de La Carraca.
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El lugar respira pasado, historia y actividad. Antiguos edificios, trasiego de empleados y personal militar recuerdan que Navantia San Fernando ocupa, en régimen de cesión, terrenos militares. Todo ello visibiliza hoy esa vetusta unión forjada hace siglos con la empresa pública española, la más antigua constructora naval de Europa.
En Sistemas se diseñan y construyen desde hace años los cerebros de esos buques de superficie, y ahora también los de los submarinos. Ni que decir tiene que los barcos ya no son de ni madera ni se revisten de acero. Entre otros detalles, van dotados de sensores inteligentes que informan en tiempo real. "Navantia hace barcos, pero aquí (en Sistemas) hacemos productos", que se instalan en buques y en otros vehículos. Así lo sintetiza la directora de negocio de Navantia Sistemas, Cristina Abad, a EL ESPAÑOL | Porfolio.
Abad es natural de Cartagena e ingeniera en Automática y Electrónica Industrial, aunque siempre ha estado vinculada a Sistemas del sector naval. Entró a trabajar en Navantia en 2002. Inició su andadura como ingeniera de desarrollo y pruebas, por lo que cuenta con amplia experiencia en la validación de Sistemas en entorno real. Acumula muchas horas de navegación en pruebas de mar, tanto en buques de superficie como en submarinos.
Ha sido precisamente en el programa S-80 de los submarinos donde ha desempeñado la mayor parte de su actividad profesional, llegando a ser la jefa de Programa del Sistema de Combate. Después fue designada subdirectora de gestión tecnológica, ciberseguridad y 4.0 en Navantia Sistemas.
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El enorme salto de Navantia se produjo hace cuatro años, cuando comienza una transformación tecnológica contemplada dentro de su plan estratégico. Abad la impulsa en la unidad de negocio de Sistemas, de acuerdo con el Plan de Transformación Digital de Navantia, abarcando actividades de investigación e innovación en materia de ciberseguridad, inteligencia artificial y otras tecnologías habilitadoras, tarea que continúa ahora como directora.
La ingeniera lidera una plantilla de 369 personas, entre hombres y mujeres, responsables de crear "los sistemas más complejos que ha hecho España", en materia de defensa en combate, vigilancia, protección y adiestramiento.
En la factoría, Sistemas se encuentra en un proceso de modernización de sus instalaciones con vistas a un futuro. Actualmente ocupan los edificios acondicionados de los antiguos talleres, mientras que los empleados, cuando entran y salen, observan diariamente la remodelación de una gigantesca nave de la que se han preservado sus muros.
Se trata de un edificio históricamente protegido en el que antiguamente se construían barcos. De los de madera, forrados de acero. Albergará el COEX, el centro de excelencia de navales. Mientras tanto, en sus instalaciones actuales, en Sistemas se trabaja a pleno rendimiento. No se espera porque se trabaja en el futuro.
Google, Amazon... y Navantia
El acceso es tremendamente restringido en Sistemas. Las puertas se abren mediante tarjetas de acceso, y nadie ajeno, y mucho menos EL ESPAÑOL | Porfolio puede acceder a los laboratorios de innovación, ciberseguridad e inteligencia artificial, donde se desarrolla una tecnología puntera que se preserva con celo.
La plantilla aúna perfiles sénior y júnior. El cambio generacional tuvo lugar durante la pandemia, cuando entró a trabajar gente muy joven que contribuyera, por su novísima formación, a lograr los cambios recogidos en el plan industrial.
Desde 2019 no ha parado de aumentar. Desde ese año y hasta 2021 el número de empleados se incrementó con 49 personas. En 2022 se contrató a otros 37, y en 2023, a 79. La edad media de la plantilla se sitúa en 45 años. De los 369 de Sistemas, 61 son mujeres. En 2024 está previsto alcanzar el medio centenar de trabajadores.
Los ingenieros de Sistemas "tienen perfiles muy demandados por Google o Amazon. Son informáticos, telecos..." El personal está en continua formación. "En la parte de Innovación suelen ser muy autodidactas, pero Navantia invierte mucho en formación. Están todo el día aprendiendo". Los de perfil júnior son milennials, como Jesús Morales o Miguel Ángel Álvarez, ambos de 26 años. Los jóvenes -todos- no van de chaqueta. Llevan vaqueros, sudaderas y zapatillas deportivas.
Entre seniors y juniors han desarrollado herramientas tecnológicas como el Gemelo Digital. Se trata de una herramienta que le da al cliente la información del barco "gracias a un modelo matemático del sistema e I+D+I para dar ayuda al operador", explica Cristina Abad. ¿La traducción? "Es la réplica digital en tierra, virtual, con la que se pueden tomar decisiones ejecutivas, como operaciones a bordo o ejercer labores de mantenimiento desde tierra".
Jesús Morales es ingeniero informático. "Llevo un año trabajando aquí y lo que más me gusta es el enorme nivel de complejidad y las distintas tecnologías que se utilizan". Miguel Ángel Álvarez es también ingeniero informático, y lleva dos años en Navantia. Trabaja en el departamento de software y simultanea su trabajo con un doctorado en Inteligencia Artificial. En estos dos años ha trabajado en el programa Navia-R (Navantia Intelligent Assistant Remote), que posibilita visionar con unas gafas virtuales los cuadros de mandos. Y con las manos, monitorizarlos y efectuar cambios.
El horizonte
El punto de inflexión tecnológico fueron las cinco corbetas saudíes. "Fue el primer barco donde desarrollamos un sistema de navegación propio, abarcando así el control total del buque. La construcción de un barco es visible. Nuestra aportación lo es menos, pero se convierte en muy relevante en la fase de integración y pruebas a bordo, así como en el proceso de adiestramiento".
Parece que no, pero sí: antes de recibir el barco ya es prioritario aprender el manejo de los buques mediante simuladores, lo que supone un ahorro de tiempo en pruebas y también en seguridad. Fue lo que hizo el Gobierno saudí, que desplazó a la factoría gaditana una delegación de militares e ingenieros para que aprendieran el uso de aquella tecnología mediante los simuladores mientras se construían las corbetas.
En el horizonte 5.0 se trabaja ahora en el desarrollo del C4IP, con una arquitectura de hardware y software que permite integrar todo el barco en una única plataforma. Otro de los programas estrella es la Nube de Combate Naval, integrable en una nube multidominio tierra-mar-aire que aglutina una enorme cantidad de información que permite que los distintos sistemas ingrados se hablen entre sí. Datos de Inteligencia, posicionamiento de unidades propias y contrarias, así como datos relevantes en cuanto a condiciones meteorológicas, oceanográficas o geográficas.
También están trabajando en vehículos no tripulados, como un pequeño submarino, y la familia de vehículos de superficie 'Viento', como el 'Poniente' o el 'Vendaval', que ya ha participado incluso en ejercicios de la OTAN. "Hemos desarrollado un módulo de software que aglutina todos los vehículos no tripulados que se integran en un barco, por ejemplo, con el BAM (Buque de Acción Marítima). Nadie en el mundo tiene eso", afirma Cristina Abad.
¿Y la ciberseguridad? "La tratamos de dos maneras. La primera es que todo sea ciberseguro en origen, y la segunda, mediante un sistema de seguridad en sí mismo, mediante unos armarios instalados que contienen el sofware de ciberdefensa".
Los clientes principales de los productos de Navantia Sistemas son la Armada Española y el Ministerio de Defensa. Mientras, en Sistemas culminan el encargo de las corbetas saudíes en cuanto a adiestramiento. La experiencia ha sido óptima por ambas partes. "Con Arabia hay expectativas de seguir", explica Cristina Abad.
Para 2024 tienen carga de trabajo: además de los programas en curso, como los sistemas de la serie de fragatas F-110 o el BAM-IS, se suman los de dos nuevos BAM, dos buques hidrográficos, una corbeta europea, modernizaciones de cazaminas y fragatas F-100, el FSS, un buque logístico de Navantia para la Armada de Reino Unido... Paradojas del destino, hoy Navantia tiene como cliente a aquel país que propició una derrota, muchas renuncias y la creación de algo que se ha convertido hoy en una compañía a la que, 300 años después, hasta le hace encargos.