Un inmenso portón se abre en El Puerto de Santa María (Cádiz). Aparece un precioso patio andaluz, con una fuente en el centro y mucha luz. La mujer que espera en su interior tiene 78 años. Podría ser cualquier señora andaluza, hasta que su acento afrancesado le delata. "Si quieres nos sentamos ahí, que es donde componía mi marido", dice apuntando a cuatro sillas de nea azules situadas en una esquina.
Ella es 'Cocodrile' Kid (la chica cocodrilo). En realidad, han pasado muchos años desde que le pusieron ese apodo. Ocurrió en 1967, el día del cumpleaños de su padre: ganó el US Open de Golf y se convirtió en la única mujer amateur en ganar el torneo hasta el día de hoy. Ahí supo que dejaba de ser la hija del afamado tenista René Lacoste y la extraordinaria golfista Simone Thion de la Chaume. "Ahora soy alguien yo, no soy hija de...", pensó a la mañana siguiente. Su nombre quedó grabado para siempre en la historia del golf: Catherine Lacoste.
Su vida ha tenido casi de todo. Al ser la pequeña de una familia con padres deportistas campeones, vivió una infancia disciplinada y se decantó por el golf en vez de por el tenis, que también pudo ser. Declinó ser profesional para no expatriarse a Estados Unidos y seguir en Francia. Se casó con su primer marido en los años 70', ya en España, y luego conoció al amor de su vida, el malogrado guitarrista andaluz Ángel G. Piñero. Se le ilumina la cara hablando de él año y medio después de su fallecimiento. El último reto que tiene entre manos es que su obra siga sonando.
"Mi vida es muy amplia", comenta Lacoste. "Efectivamente, nací de dos mounstruos del deporte. Mi padre ganó Winbledon dos veces, la copa Davis 6 veces, El US Open dos veces... Y una madre que era del mismo nivel en golf. En este caso, era la pionera del golf francés y ganó el Campeonato de Gran Bretaña, como lo hice yo años más tarde, siendo las únicas madre e hija que lo hemos ganado. Eso obviamente es una faceta muy importante de mi vida. Fueron unos padres maravillosos. Estuvieron casados 66 años".
La niña cocodrilo
Tiene carácter. Se le ve a simple vista. "La familia ayuda por un lado, pero luego es difícil si no lo tienes hacer lo mismo que tus padres. Hasta mi abuela me decía que no sería tan buena como mi madre. O tienes agallas o no lo haces", explica a EL ESPAÑOL | Porfolio. A los 22 años lo había ganado todo en el golf, pero renunció a ser profesional. Debía expatriarse a Estados Unidos y ella prefirió no abandonar Francia. Había algo más: pretendía formar una familia.
Recuerda de su padre que tuvo un problema de tuberculosis y tuvo que parar a los 25 años, siendo aún muy joven también. "Creó el cocodrilo que todo el mundo conoce y he vivido una vida muy disciplinada, porque los deportistas son así. Es igual que los artistas de la música: mucho cariño y mucha disciplina. Eso creo que es muy importante".
Lacoste habla de Ángel G. Piñero hasta sin querer casi. Explicando su vida comenta las diferencias que tuvo con respecto al guitarrista gaditano con el que ha estado casada las últimas dos décadas. "Mi infancia fue contraria a la de él, que nació cuatro años antes de la Guerra Civil y le abandonó su padre. Tuvo una infancia muy complicada. Yo tuve la suerte de no. A mí mis padres me ayudaron a jugar al golf. Elegí el golf en vez del tenis cuando para mí eran casi equivalentes. Me llevaron a Estados Unidos para jugar los primeros campeonatos. Dos años después fui sola y gané el US Open. Fue gracioso, porque fue 40 años después de que mi padre ganara el US Open de tenis y el día de su cumpleaños. Para mí fue muy divertido y una casualidad muy bonita".
Continúa explicando cómo llegaron el resto de campeonatos. "Gané el campeonato del mundo, el de Europa, el de Francia, el de Estados Unidos...", apunta con una sonrisa. "La verdad es que en Europa en aquella época no había profesionales. Tuve que elegir si iba a Estados Unidos a seguir jugando o me quedaba en Francia. Los premios eran de 5.000 dólares para los profesionales".
Se quedó en su tierra natal. "Seguí jugando varios años en el equipo de Francia del campeonato del mundo, pero también mi deseo era casarme y tener hijos. Tuve cuatro en diez años y siempre me ha encantado".
Esto alejó a Catherine de los hoyos. "Me ocupé de mis hijos, jugué poco al golf, entré en el mundo de la música y poco a poco, a principios de los 2000, o un poco antes, jugué en el equipo de sénior y ganamos cinco de seis campeonatos de Europa por equipos, por Francia. Me gustaba mucho jugar con el equipo".
En aquella época, Lacoste estaba casada con un hombre al que prefiere no mencionar y del que se acabaría separando. Conoció a su segundo marido buscando un profesor de guitarra para sus hijos. "Al principio fue una amistad muy grande. Luego nuestros matrimonios no iban bien y nos casamos en el 2000".
El amor entre Ángel G. Piñero y Catherine Lacoste aún se respira en la casa de El Puerto de Santa María. La admiración que ella muestra por él era mutua. "Mi sobrino dice: sois dos chiquillos enamorados", apunta Catherine.
Productora musical
Por su edad, pocos esperan la familiaridad que tiene Lacoste con el mundo digital. "De hecho, sé tocar el Protul —programa de edición musical—, tengo un nivel bastante alto en los ordenadores", reconoce. Esto le ha servido para ayudar a difundir la historia de su marido. Ella ha grabado durante años y ha manejado el Premiere —programa de edición de vídeos—, "porque desde hace años hago películas de sus conciertos".
"La gente se sorprende de que una señora de 78 años monte vídeos con Premiere. Empecé en los años 80 y siempre me ha gustado el tema de los ordenadores. Obviamente, necesitaba tener un fin todos estos años. Usar los aparatos de audio y de vídeo es muy divertido", comenta.
Reconoce que, además, ha ayudado a su marido con los contactos. "He sido una especie de productor. Siento esta música como mía".
No necesita juramento, porque con solo oirla hablar se ve su pasión por la música y el amor por su marido. "Estaba al lado de él cuando componía esas obras, así que sabía todo lo que le empujaba a tocar. Una de ellas la compuso mientras hacíamos un crucero por América. Se llama Plenitud y es precioso. Te puedo decir dónde se compuso cada obra. Hay un Canto al difunto Francisco, que es un canto que le compuso a su padre, al que volvió a encontrar 60 años después de su desaparición en Argentina. Logró hablar con él y a los 3 o 4 meses murió. Entonces, Ángel se fue a Argentina y allí compuso esa obra. Tenía un libro y tenía métodos muy importantes para los principiantes. En el avión lo compuso y lo tocó delante de su tumba. Es muy marcado como obra. Hay una que compuso para su madre, su padre, su hermano, que era un gran apoyo, y es lo que marca su música. Mi reto es seguir divulgando su obra".
Concierto en Jerez
El próximo viernes 13 de octubre, Catherine Lacoste organiza a través de la fundación que preside, un concierto benéfico tributo a su marido. Tocará el solitas italiano Luca Romanelli y le acompañará el cuarteto de cuerda de la orquesta jerezana Álvarez Beigbeder. Acudirán como bailarines el jerezano Manuel Garrido y Alycia Hiddinga, ambos componentes del ballet de la Ópera de París. El concierto irá destinado a "Un grito a la esperanza", asociación que apoya la investigación de la Fibrodisplasia Osificante Progresiva (FOP), enfermedad rara ósea que padece Valentina, una niña de Jerez de tan solo tres años de edad.
"Vais a poder conocer una música que no conocéis la mayoría. Jerez es la ciudad del flamenco, pero la orquesta Beigbeder puede dar fe de que es mucho más. Además, Garrido es jerezano, ha aprendido su oficio en su ciudad de pequeño y ahora está en la Ópera de París", comenta Lacoste.
Recuerda que la asociación que preside ayuda a los jóvenes de más de 30 países que estudian la guitarra clásica. "Son recibidos en esta cosa y organizamos concursos".
Lacoste se deshace en elogios hacia su marido. "Ángel era muy gaditano de espíritu, pero no tenía acento. La guasa la tenía. No sabías cuándo te iba a contestar como hacéis aquí".
En el sitio sobre el que responde Lacoste, asegura que Ángel componía, tocaba y contaba chistes. Ella le enseñó a manejar los ordenadores y él le enseñó su música. Vivieron 22 años juntos, "24 horas al día, enamorados como chiquillos".
"Yo le decía que era un genio, pero no se lo creía mucho, porque todos los genios no creen serlos", continúa Catherine, quien reconoce que le gustaría que la obra de su marido se pudiera tocar en el Manuel de Falla en Cádiz, su ciudad natal. Mientras, Jerez de la Frontera o el Teatro Real, entre otros, acogen la obra del compositor gaditano.
Inmersa en estas labores, reconoce que hace muchos años que llegó a España. Ella es, por ende, un poco andaluza. "Había venido a Andalucía cuando era joven y jugaba al golf. En invierno, como el tiempo en París no era bueno, venía al campeonato de la Costa del Sol con Pepe Cancedo, que creo que es de los mejores amateurs españoles. Gané con él un campeonato de dobles en Gran Bretaña. Venía una semana a toda la Costa del Sol, que había 7 u 8 campos de golf, imagínate en comparación. Y jugamos un día en cada campo. La verdad es que me encantó Andalucía. No sé si soy francesa, madrileña, vasca o andaluza. Es una mezcla, pero tirando a andaluza. En la Feria de Sevilla pensaron incluso que yo era la andaluza y Ángel Alemán. Yo me sorprendí, él no tenía acento andaluz. Él quería guardar la pureza del español. Era muy puro".