El 30 de octubre de 2018 el entonces presidente catalán, Quim Torra, presentó en el Palacio de la Generalitat el Consell de la República, un nuevo órgano que venía a representar una especie de Gobierno paralelo. Con Carles Puigdemont manejando a Torra desde el exilio en Bruselas, necesitaba una corte -daba igual que fuera ilusoria- para aparentar que seguía ocupando el trono. Puigdemont y su lugarteniente, Toni Comín, nombrado coordinador de la entidad, participaban por videoconferencia desde Waterloo. “El propósito del Consell es avanzar por la vía de los hechos hacia la República”, manifestaba entonces el expresident. El Consejo, que presumía de ser un órgano ciudadano, se dividía en una estructura de Gobierno, que ejercía el poder ejecutivo, donde estaban Puigdemont y Comín; y una Asamblea de representantes, a imagen y semejanza del poder legislativo de un Parlamento, con algo más de un centenar de miembros elegidos entre los socios.
Tan sólo había que tener más de 16 años y pagar 10 euros para afiliarse. Eso da derecho a presentarse a las elecciones a la Asamblea y a utilizar las herramientas de democracia interna a su alcance. Y es justo lo que ha hecho uno o varios de sus miembros recientemente: solicitar un referéndum para votar si Junts debe apoyar o no la investidura de Pedro Sánchez. El promotor de esta medida es anónimo, aunque fuentes del Consell indican a EL ESPAÑOL | PORFOLIO que se trata de “alguien de la comarca del Vallés Oriental [en el entorno de Granollers, provincia de Barcelona], que ha conseguido los avales suficientes para que salga adelante”. Para que salga aprobada una propuesta de este tipo requiere el apoyo de un 1% de los socios, es decir, poco más de un millar de personas de las 103.000 que integran el Consell. La votación se realizará entre el 17 y el 23 de octubre, previsiblemente antes de que Pedro Sánchez se someta a la investidura.
El resultado de la consulta, que se realizará online, no es vinculante. Tiene un carácter consultivo, pero “lo que decida le puede venir bien a Puigdemont, si sale según sus intereses; o le puede generar un gran conflicto, al tener que actuar en contra de las bases”, señala la citada fuente del Consell. “Es lo que tiene la democracia interna, y ya hemos podido comprobar que Puigdemont no es precisamente un adalid de grandes consensos”, añade. La propuesta para someter a votación la investidura no nace de Puigdemont, sino de los militantes. Y esos militantes, entre los que hay un gran número de partidarios de seguir adelante con la idea de la independencia unilateral sin pactar nada con el Gobierno de España, le han puesto ahora en un aprieto utilizando el mismo invento que él mismo creó.
Ese sector intransigente dentro del independentismo procede en buena medida de la Asamblea Nacional Catalana (ANC), que ya se ha desmarcado de pactar con Pedro Sánchez pese a que haya una amnistía. La ANC incluso se plantea la creación de una nueva lista política, en torno a la figura de Clara Ponsatí, que fue consejera de Educación con Puigdemont y ahora se encuentra libre en España tras haber abandonado el exilio belga. Para acallar a estas voces críticas procedentes de las bases, este verano Puigdemont decidió por sorpresa disolver la Asamblea del Consell de la República y reorganizar su estructura, pero se encontró con una rebelión interna. Un grupo de 31 miembros publicó pocas semanas después una carta que condenaba esta decisión y la calificaba de “ejercicio de autoritarismo de corte bonapartista”.
“Esta manera prepotente y española de hacer es propia de las cúpulas de partidos políticos con poca o nula democracia interna y es contraria a los valores de la república en la que pretendemos vivir”, proclamaban los abajo firmantes. Condenaban los gastos innecesarios, ordenados por Toni Comín, y pedían dar marcha atrás en esta decisión, que también deberá ser sometida a votación por el propio Consell. Algunos de estos críticos han comentado después en sus redes sociales que la intención de Puigdemont es crear una estructura más controlada aún por la cúpula y en la que la voz de los militares quede difuminada. Curioso, cuando se trata de un órgano que realmente no decide nada.
“Nuestros dirigentes, que van de listos y de señoritos por la vida, dicen que quieren independencia, pero la quieren con el permiso y los aplausos previos de la colonialista España, la quieren sin muertes, sin sangre, sin sudor y lágrimas, sin ensuciarse las manos ni despeinarse la raya del pelo, pero, sobre todo, con una amnistía previa”, escribe en X -antes Twitter- el profesor jubilado Jaume Sastre, uno de los firmantes de la misiva. “Mi sensación es que la mayoría de las bases estamos por el bloqueo de la investidura, pero habrá que ver. Como también veremos, cuando se conozcan los resultados, si la negativa de disolver la Asamblea y la propuesta para someter a referéndum la investidura están relacionadas”, insiste el miembro del Consell citado. Entre los críticos hay mucho simpatizante de la ANC, pero la amalgama es enorme. Aquí van algunos de esos 31 díscolos.
Jaume Sastre, el Gandhi de las aulas
El citado profesor no es catalán, sino mallorquín, nació en 1959, está jubilado y en 2014 saltó a la fama por protagonizar una huelga de hambre de 40 días para reclamar una mayor presencia del catalán en las aulas de Baleares en contra de la política lingüística del entonces dirigente popular José Ramón Bauzá. Sastre fue un firme defensor de la independencia de los llamados Països Catalans, estuvo metido en movimientos sindicales y volvió a protagonizar una huelga de hambre en 2022 por los mismos motivos. Litigó con Pedro J. Ramirez -director de este periódico- por una piscina que el periodista tenía en Mallorca y luce una fotografía de Gandhi en sus redes sociales. Es uno de los referentes intelectuales del sector crítico y con sus tuits consigue arengar a los suyos.
1) El colonialisme espanyol puja la temperatura i intensifica l'enfrontament emocional entre el poli dolent i el poli bo amb la intenció de repetir l'èxit de l'octubre de 2017 quan van aconseguir impressionar la majoria del govern Puigdemont i que els tremolassin les cames. Avui,
— Jaume Sastre (@vagadefam) October 5, 2023
Josep Guia, el erudito de la lengua
El otro perfil intelectual de este grupo tampoco es catalán sino valenciano, también es un hombre mayor (76 años) y forma parte de esa esfera del catalanismo cultural con raíces independentistas. De ideología comunista, formó parte del minoritario Partido Socialista de Liberación Nacional de los Països Catalans, de inspiración marxista-leninista. Fue doctor en Matemáticas por la Universidad de Valencia y después se pasó al departamento de Filología. Ha escrito varios ensayos y sus comentarios también sirven como sustento intelectual para el resto.
Albert Donaire, el mosso indepe
Si los dos anteriores componen la materia gris de este grupúsculo, Donaire es un hombre de acción. Es mosso d’esquadra, un conocido tuitero y se autodefine como defensor de los derechos LGTBI. También pertenece a la ANC y a la plataforma Òmnium Cultural, muy activa durante el procés. Donaire forma parte de la plataforma secesionista Mossos per la República, fue apartado del cuerpo por sus críticas a la Justicia, la monarquía y la Policía Nacional, aunque hace unos meses la Consejería de Interior de la Generalitat de Cataluña ordenó que lo reincorporaran en los Mossos y le pagaran los siete meses en los que su sueldo había quedado congelado.
Julia Balés, la rapera
La joven, de 24 años, no es excesivamente conocida en el mundo de la música. Se considera, sin embargo, rapera y activista y fue elegida miembro del Consell de la República por Girona. Sus momentos más mediáticos han llegado a través de las redes sociales, con un vídeo en el que manifestaba desesperada que estaba “hasta la polla” y que “tenía ganas de pegarse un tiro” al ver cómo unos pocos salían a la calle a protestar mientras otros se quedaban en casa. Su otro momento viral fue cuando dijo que le habían “tocado tanto los ovarios con el castellano que a partir de ahora, incluso en el trabajo”, se negaría “a entenderlo”.
[Puigdemont afronta la negociación con Sánchez marcado por sus propios radicales]
Maribel Muntané, la funcionaria
Esta abogada es funcionaria de la Generalitat, en la sección de Gestión Presupuestaria. Este perfil, la de trabajador de la Administración pública catalana, también se repite de forma frecuente entre los miembros del Consell.
Jordi Roset, el empresario de las gasolineras
Bajo la premisa de “hacer política” desde el mundo de los negocios, Jordi Roset fundó la empresa familiar Petrolis Independents junto a Joan Canadell, diputado de Junts en el Parlament de Cataluña. Si bien, hace un año Canadell le vendió su parte a Roset, por lo que ahora controla él solo el negocio. Petrolis Independents es una empresa de gasolineras de bajo coste que dona parte de sus beneficios a la causa independentista. Como un impuesto revolucionario, pero por iniciativa propia.
Helena Queral y Laura Tristan, las políticas
No son demasiados los miembros del Consell que se dedican de forma profesional a la política. Ellas lo hacen, aunque en entornos municipales pequeños. Helena Queral es consellera de Turismo en el Ayuntamiento de San Carlos de la Rápita (Tarragona), mientras que Laura Tristan es la alcaldesa de Alt Aneu, una localidad de 400 habitantes de la provincia de Lleida, por la lista ciudadana FEM Municipi. Ninguna tiene un perfil político alto.
Núria Torras, la matrona
Es matrona y durante 10 años fue miembro del Comité de Ética del Hospital de Sant Pau de Barcelona. Ahora afirma formar parte de un movimiento vecinal de Sant Antoni de Vilamajor (Barcelona), en la comarca del Vallés Oriental, la misma de la que parte la iniciativa para la votación sobre el apoyo a la investidura de Pedro Sánchez. También pertenece a un Comité para la Defensa de la República (CDR), los grupos que surgieron antes del 1-0 para asegurar que se celebraría el referéndum ilegal de independencia.
Roger Vilaseca, el hacker
Él se define como ingeniero de software, pero en algunos medios lo bautizaron como miembro del ‘CNI catalán’. En 2019 Vilaseca y sus colegas Miquel Montero de Quadras y, David Ollé se reunieron con el diputado de Junts Joan Canadell -el mismo que le vendió su participación en la empresa de gasolineras a Jordi Roset- con el objetivo de crear una infraestructura digital independiente del Estado español. O así, al menos, lo explicó la Guardia Civil en un informe. Vilaseca había viajado a Waterloo para reunirse con Puigdemont, con quien habría tratado “el diseño de la plataforma digital y las aplicaciones del Consell per la República Catalana”.
Pese a que sus miembros no ostenten puestos elevados, el Consell tiene una página web moderna y una App para móviles. En unos días decidirán, pese a lo que le hubiera gustado a Puigdemont, si los militantes quieren incorporarse a la vía pactista que ha representado ERC hasta ahora o prefieren quedarse en el recuerdo del procés y de aquellos días en los que se fundó el propio Consell.