Adiós a Mari Carmen, Emérita Sofía y Sauquillo 'La Roja'
Mari Carmen y sus muñecos, la reina Sofía, Silvio Berlusconi y Paca Sauquillo; la autora comenta lo más destacado de la semana a través de sus protagonistas.
María del Carmen Villaseñor
El jueves murió Mari Carmen, la de los muñecos. Sucedió en Tenerife, a las siete de la tarde. Un grupo de guiris la vieron tendida en el asfalto y corrieron a contar la desgracia a los vecinos. Lo hicieron en perfecto castellano. Así se enteró España del fallecimiento de la artista. El vecindario apenas la conocía. Ella era muy suya. No se dejaba ver así como así.
Mari Carmen Martínez-Villaseñor vivía en Tenerife y de vez en cuando se desplazaba a Madrid o a su Cuenca natal. Algunos divulgaron que la ventrílocua tropezó al salir de su casa y como consecuencia del golpe, falleció. Fue una muerte súbita. Un ataque al corazón que la dejó seca en mitad de la calle.
Mari Carmen temía la soledad del hogar. Pensaba que el día menos pensado podía ocurrirle algo así. Y le ocurrió. Su hijo Miguel Almazor, al que Mari Carmen definía como el amor de su vida se ocupó de todas las diligencias. La periodista Lydia Lozano, que habló con él por teléfono, le confesó que el tanatorio se instalaría en Madrid y el entierro tendría lugar en Cuenca.
Además de Miguel, su único hijo, que vive en Madrid, Mari Carmen deja tres huérfanos muertos en vida dentro de un cesto de mimbre: doña Rogelia "cascarrabias", el "castizo" pato Nicol y el león "sensible" que respondía al nombre de Rodolfo.
Sofía de Grecia
Los mejores momentos de la familia real pertenecen por méritos propios a la reina Sofía, cuyo álbum familiar está plagado de instantáneas en las que aparece jugando con animalitos. Todo el mundo sabe que los animales son su debilidad. Siempre hay alguien que quiere hacerle un cumplido regalándole un perro o una tortuga.
En los múltiples viajes de la reina emérita alrededor del mundo la hemos visto a veces deteniendo la comitiva y agachándose para acariciar a una mascota o pasar su mano por el lomo brillante de un caballo. Los animales se fían de las personas que les brindan amistad. Y al contrario, huyen despavoridos de la gente que no inspira confianza.
Hace poco, en el zoo de Madrid, un león marino trepó (o reptó, no sabría definir esa forma de movilidad) y se acercó a doña Sofía con la noble intención de darle un beso o, lo que es igual, frotarle el morro por la cara. Los niños que rodeaban a S.M. chillaban, temerosos de que el león hiciera alguna trastada. Pero la reina ni se inmutó.
Los animales son de fiar. Buena gente. Recuerdo que hace años, en Australia, la reina tomó en brazos a un koala, uno de los animales más apretujables y amorosos del planeta. El koalita se dejó querer por doña Sofía, que a su vez se derretía de amor ante el animal. Tengo aquel momento plasmado en la retina. El koala es uno de los animales más bellos de la creación. Años más tarde, cuando buena parte de Australia era devorada por los incendios, las ardillas se convertían en cenizas voladoras. Desde aquel día, los koalas tuvieron siempre la nariz chamuscada.
Silvio Berlusconi
Cuando el féretro de "il Cavaliere" hizo su entrada en el Duomo de Milán, a muchos italianos se les hundió el mundo. Los reporteros de la RAI vagaban por las calles con las alcachofas huérfanas, y los transeúntes se sorbían el moquillo y decían "era como un papá·", "siempre lo recordaremos". Lo más curioso es que le atribuían los méritos futbolísticos y televisivos de una época gloriosamente fenecida: las ligas, las copas, todas las Champions habidas y por haber, además de las "mama chichos" españolas y "la tele que se ve" frente a "la que no se ve", según la cancelada doctrina de Paolo Vasile, el mago de la telebasura importada de la Italia de Berlusconi. Pero, además del futbol y la televisión, también hemos dedicado sesudos artículos para glosar las aportaciones fundacionales de Berlusconi a lo que se ha dado en llamar "populismo moderno" que, tal como yo lo veo, en España tuvo algunos precedentes, como Ruiz Mateos o Jesús Gil, aunque son más preocupantes los consecuentes, que están vivos y coleando en la España de 2023, tanto por la derecha como por la izquierda.
Silvio Berlusconi falleció de leucemia y su cuerpo fue velado en la más estricta intimidad en su casa de Alcore, cerca de Milán. Supongo que su rostro fue perfectamente maquillado para que luciera como siempre había lucido, en tonos mate- terracota con pincelada de polvos de terciopelo en los carrillos. Cuando el féretro llegó a Milán, sus cinco hijos (María, Pier Silvio, Bárbara, Eleonora y Luigi) aguardaban en riguroso silencio. Solo Marta Fascina, su última novia, lloraba como una descosida. El amor se había ido para no volver.
Paca Sauquillo
Esta semana, la Fundación Felipe González concedió a Paca Sauquillo el premio "Rojana" en homenaje a Alfredo Pérez Rubalcaba, el añorado dirigente socialista cuya memoria también reivindican las derechas que tanto hicieron sufrir a Paca.
Se diría que no tiene canas, pero brilla a la legua, aunque las modas le importan un rábano. Cuando la conocí ya era blanca y radiante como la novia de Antonio Prieto, pero prefería el libro de Mao al romanticismo reinante en "los cuarenta principales". Tenía el humor a flor de piel y el corazón rojo como un pimiento.
Todavía le faltaban unos años para entrar en el Congreso, pero mientras llegaba la ocasión, Paca (entonces Paquita, que sonaba más dulce) se metía en los barrizales de Entrevías, alternaba con los curas rojos y prestaba ayuda a esa sociedad marginal que siempre estaba tiesa. Le gustaba meterse en líos en defensa de los más vulnerables mientras predicaba la revolución desde abajo.
[Paca Sauquillo: "La Memoria Histórica se recupera con consenso"]
Mientras en otros ambientes las mujeres recién salidas de la universidad se entregaban a la cultureta, la dama del pelo blanco se mantenía impoluta. Frente a las damas serias y rojas como Paquita, las chicas de la cultureta llevaban el pelo cortado al uno (además de blanco), calzaban las sandalias de pescador y se cruzaban la bandolera en el pecho, como los carteros.
Sauquillo no ha sido la primera en recibir el premio "Rojana". Antes que ella lo recibió Serrat, y antes que Serrat, Peridis. Al acto asistieron cinco ministros (Bolaños, Robles, Rodríguez, Marlaska y Ribera), que siguieron con mucha atención el discurso de la premiada, mujer de múltiples ocupaciones: vicepresidenta de la Plataforma del Voluntariado y presidenta honorífica del Movimiento por la Paz. El acto tuvo lugar en el jardín de la Residencia de Estudiantes, bien apretada de público. Con muchas figuras de la llamada vieja guardia del PSOE, ministros de antes y ministros de ahora, barones como Lambán y Lobato, fontaneros de Moncloa como Óscar López y Antonio Hernando, y, por supuesto, las personas que formaron parte del círculo de confianza de Rubalcaba (Goyo Martínez, Jaime Lissavetzky, Elena Valenciano) y, por supuesto, mi querida Pilar Goya.