Europa debe usar su poder militar contra Rusia en Ucrania
La elección entre un país agredido y uno agresor, y entre una democracia y un régimen autoritario, no podría ser más obvia.
"Hermosa claridad, querida razón". Nunca ha tenido tanta trascendencia este verso de Apollinaire publicado al comienzo de la Primera Guerra Mundial.
Pero el lirismo no reemplaza a la política. Los tiempos exigen hechos, compromisos firmes y el coraje de hablar claro.
Para ganar la paz, primero debemos ganar la guerra.
La paradoja no es aplicable sólo a un contexto militar. La historia nos ha enseñado una lección trágica. Hace 85 años, en 1938, los que querían evitar la guerra obtuvieron deshonra y guerra.
Pero en el Múnich de 2023 la historia no se ha repetido. Hace unos días, los europeos anunciaron que quieren aumentar su apoyo militar a Ucrania. Ahora deben dar forma concreta a este compromiso. Y Francia debe hacerlo sin ambigüedades.
La claridad es, ante todo, nuestro deber moral. Debemos dejar claro que estaremos con los ucranianos todo el tiempo que sea necesario para obtener la paz que desean, que esa paz estará sujeta al derecho internacional y que les otorgará su derecho a un futuro.
También debemos este lenguaje de la verdad a nuestros compatriotas.
Frente a la amenaza rusa, también es de interés estratégico para Francia adoptar una posición clara. Para mantener su legitimidad en Europa, nuestro país, aleccionado por la historia, debe garantizar un apoyo inquebrantable a todos sus socios europeos y no sólo a Polonia y los Estados bálticos.
Procrastinar, poner condiciones o sugerir soluciones de compromiso supondría para Francia presentarse como una potencia de poco peso, debilitar la unidad europea y alentar a los enemigos de la libertad, que no buscan nada más que el desinterés y la debilidad de los europeos.
¿Necesito recordar que apoyar el esfuerzo de guerra de Ucrania no es una señal de belicismo? Esta guerra la quería Putin. Es él quien la libra hoy, violando todas las reglas del Derecho internacional. Su último discurso no abrió ninguna perspectiva de paz. Putin demostró, incluso, que no renunciaba de ningún modo a ir más allá en la negación de las reglas que él mismo aceptó en 2014.
Así como hubo claramente en el origen de esta guerra un agredido y un agresor, hoy hay ya, también claramente, un ejército que protege la vida. Y otro culpable ya de tantos crímenes de guerra que ni siquiera se preocupa por los soldados de sus propias filas.
"Pensar que el tirano se calmará, que podemos apaciguarlo, darle prendas o garantías para no ofender su honor, es perder el nuestro"
Hay un país que sólo quiere recuperar sus territorios y su seguridad y otro que ha violado fronteras reconocidas por todos.
Finalmente, hay una democracia frente a un régimen que no lo es. La elección no podría ser más obvia, ni lo que está en juego más crucial.
Ante la amenaza totalitaria, la claridad es un imperativo para el poder europeo y para Francia.
Corresponde a los europeos afirmar sin demora que nuestra fuerza moral no es un valor de los viejos días felices. Son los giros trágicos los que exigen esa fuerza, tanto en la vigilancia como en la acción.
Pensar que el tirano se calmará, que podemos apaciguarlo o darle prendas o garantías para no ofender su honor, es perder el nuestro. Y correr hacia nuestra derrota, porque la guerra sería pareja. El escenario más devastador para el futuro de Europa.
Nadie quiere aplastar a Rusia. Sólo queremos evitar que Rusia aplaste a Ucrania y defender los valores (nuestros valores) por los que los ucranianos luchan y mueren.
Demostremos que Europa tiene la fuerza necesaria para defender sus valores y su estabilidad. Esto exige que las dos mayores potencias de Europa, Francia y Alemania, estén claramente del lado de Ucrania, como lo está hoy Estados Unidos.
Porque, ¿cómo podemos lamentar que estos últimos sigan atrayendo nuevos socios si Europa no tiene el coraje o los medios para defender la paz en su continente?
Los europeos deben tener un poder militar real. Y demostrar claramente su determinación para usarlo. La Europa de la Defensa no debe ser sólo una quimera insustancial. Sólo así seremos verdaderamente europeos más allá de esta crisis.
En Ucrania, lo que está amenazado son los intereses de Europa. Es decir, el sentido mismo de su existencia, así como la certeza de su futuro. Porque lo que se ataca es la posibilidad de vivir en paz en territorio europeo y según los valores que defiende Europa. La libertad, la justicia, la democracia y el respeto a la vida humana.
Para defenderlos, seamos europeos con claridad. Ahora y para el futuro. Sin ambigüedades, con coraje, constancia y determinación.
*** Manuel Valls fue primer ministro francés entre 2014 y 2016.