¿Qué queda del Podemos de 2016 en 2020? Las 7 mayores derrotas políticas de Pablo Iglesias
Apenas diez meses de gobierno de coalición han bastado para dar la razón a aquellos que avisaron de que el pacto con el PSOE hundiría en la irrelevancia a Podemos.
El 1 de marzo de este año, sólo dos semanas antes de que Pedro Sánchez decretara el estado de alarma por la epidemia de Covid-19, Alberto D. Prieto publicó un artículo en EL ESPAÑOL en el que repasaba los 10 sapos que se había comido Pablo Iglesias en apenas tres meses de gobierno de coalición.
La lista de Prieto –que incluía el nombramiento de Dolores Delgado como fiscal general del Estado, las devoluciones en caliente del Ministerio del Interior o el fiasco de la prohibición de la publicidad del juego– no ha hecho más que crecer desde entonces hasta adquirir proporciones bochornosas para los votantes y simpatizantes de Podemos.
Dándole la razón a aquellos que advertían de que un pacto con el PSOE aniquilaría a Podemos, sólo han hecho falta diez meses de gobierno de coalición para convertir a los morados en una sombra de ese partido revolucionario y llamado a asaltar los cielos que en 2016 aspiraba a la hegemonía y que hoy debe conformarse con su papel de rodrigón de un Partido Socialista que ha absorbido todo el oxígeno a su izquierda.
Esta es una lista de las derrotas políticas acumuladas por Pablo Iglesias a lo largo de los últimos meses.
1. Fusión de Bankia y Caixabank
Bankia y la devolución de los 24.000 millones de euros invertidos en su rescate han sido uno de los principales caballos de batalla de Podemos. Llegada la hora de la verdad, los líderes de Podemos se han enterado de la fusión de Bankia y Caixabank, una operación en la que la ministra de Economía Nadia Calviño lleva trabajando meses, de la misma forma que el resto de los ciudadanos españoles: por la prensa. "Es la rendición final del proyecto" afirman fuentes del partido en este artículo de Luca Constantini en Vozpópuli. La respuesta de la cúpula de Podemos, sometida ya al 100% a la pareja reinante, se ha limitado a algún que otro hilo de Twitter. Pero la pregunta es ya inescapable. Si el partido no sirve para frenar una operación de este calibre, incluso formando parte del Gobierno, ¿para qué sirve el partido?
2. Pacto del PSOE con Ciudadanos
Buena parte de la fuerza de Podemos en el gobierno de coalición se basa en su condición de puente hacia el nacionalismo. Y más específicamente, hacia el nacionalismo de extrema izquierda. El de ERC, EH Bildu y el BNG. Pero si el coqueteo del PSOE con Ciudadanos es demoledor para las aspiraciones de Podemos no es tanto por el riesgo de que este pueda culminar en unos Presupuestos Generales del Estado más volcados hacia el centroderecha que hacia la izquierda, algo a lo que en cualquier caso está obligado Sánchez por las condiciones impuestas por Bruselas para el rescate de España. Si ese coqueteo es demoledor para Podemos es porque mueve el centro de gravedad de la política española hacia la derecha, aísla al PSOE del radicalismo nacionalista y aleja la posibilidad de esa ruptura de los pactos de la Transición que está en el eje del proyecto político de los morados.
3. Juan Carlos I
La influencia de Podemos durante los días en los que se negoció la solución a la crisis provocada por el escándalo de Juan Carlos I a raíz de su relación con Corinna Larsen fue nula. No 'pequeña' o 'sutil' o 'discreta'. Lisa y llanamente, la opinión de Podemos, que desde luego no era la de permitir la salida de España de Juan Carlos I, ni siquiera se consideró durante las negociaciones del Gobierno con Zarzuela. Y aunque el partido morado llamó a rebato a sus huestes tras conocerse la noticia de la marcha del emérito, su intento de colocar el debate sobre la república encima de la mesa –en pleno agosto– fracasó con estrépito. Enterrado el escándalo de Juan Carlos I, Podemos pierde uno de los últimos anclajes con su electorado original, ese que considera la Segunda República como el modelo para la España del siglo XXI.
4. Subidas de impuestos
El programa económico de Podemos no destaca precisamente por su creatividad, pero sí por su ortodoxia socialista: si se para, tásalo; si se mueve, tásalo aún más; si sigue moviéndose, sigue tasándolo; si ya está tasado, tásalo de nuevo; si se muere, tasa a su heredero. Y de ahí las propuestas de Nacho Álvarez, el gurú económico de Pablo Iglesias, detalladas en este artículo y que se resumen en un aumento del tipo mínimo del Impuesto de Sociedades, en una subida del IRPF, en la subida del impuesto de Sucesiones y Donaciones en toda España, en una tasa Covid y en un impuesto a las grandes fortunas que acabarían pagando las clases medias. Algo a lo que no están dispuestos ni el PSOE, ni Ciudadanos, ni el PP ni la UE. Abortada la posibilidad de una subida de impuestos lo suficientemente agresiva como para satisfacer el resentimiento social de esa parte de su electorado que sigue analizando la realidad en términos de ricos, pobres, poderosos y oprimidos, a Podemos sólo le queda ya la propaganda y la venta de un escudo social tan gaseoso que se desvanece al menor roce de la realidad.
Los ERTE son un instrumento creado por el Partido Popular dentro de la reforma laboral que ahora decís que queréis derogar, y el Ingreso Mínimo Vital lo ha cobrado solo un 1% de la población porque se ha ordenado retrasar las solicitudes.
— Ismael López Martín (@ismaelquesada) August 29, 2020
Como lo impulséis todo así... https://t.co/R1xd291RWD
5. Los escándalos de corrupción
Esos que Podemos atribuye a una conspiración de las cloacas y determinados sectores del Estado resentidos por la presencia de un partido de izquierda 'verdadera' en el Gobierno de la nación, pero de los que, en la práctica, se ha desmarcado incluso el ministro de Justicia, Juan Carlos Campo. "Claro que preocupa la investigación a Podemos" dijo el ministro hace apenas unos días antes de reiterar las ya habituales fórmulas de compromiso: respeto a la justicia y paciencia hasta comprobar en qué se concretan las investigaciones del juez Juan José Escalonilla, titular del Juzgado de Instrucción número 42 de Madrid. Sumados a los escándalos de índole personal de Pablo Iglesias, y especialmente los relativos a la tarjeta de memoria con fotos íntimas de su excolaboradora Dina Bousselham que el líder de Podemos se quedó para proteger a esta de no se sabe bien qué, no resulta extraña la incomodidad cada vez mayor de un PSOE que ya reconoce en privado que la imagen personal de su socio de Gobierno es "sórdida".
6. La ley de libertad sexual
Uno de los mayores fiascos jurídicos de la historia de la democracia y, en palabras del propio gobierno, "una chapuza que no cumplía con los mínimos parámetros jurídicos exigibles". Un esperpento sin pies ni cabeza, rocambolesco desde el punto de vista de su contenido, infantil y sectario desde el punto de vista ideológico y amateur desde el punto de vista de su técnica jurídica, y que provocó el primer encontronazo serio del gobierno de coalición de PSOE –que se vio obligado a corregir hasta los errores ortográficos del proyecto– y un Podemos que llegó a acusar de "machista" a algunos ministros socialistas por poner en duda la obra de la ministra de Igualdad. En la actualidad, la ley se encuentra 'parada' a la espera de la elaboración de "una versión más acabada del texto que incluya el criterio y las observaciones de otros ministerios ajenos a Igualdad". En realidad, nadie sabe a día de hoy si el PSOE rehará la ley a su gusto y conveniencia o la dejará morir discretamente en el limbo de los justos. Podemos, de nuevo, ni pinchará ni cortará en la decisión.
7. La reforma laboral
Uno de los puntos clave del acuerdo de gobierno de PSOE y Podemos era la derogación íntegra de la reforma laboral elaborada en su momento por el Gobierno de Mariano Rajoy. Llegado el momento clave, y ante el escándalo provocado por el pacto entre los socialistas y EH Bildu para la demolición de dicha reforma laboral, el PSOE se desdijo de lo pactado, renegó del acuerdo con Podemos y los radicales abertzales, y pidió votar de nuevo en el Congreso la disposición en la que se comprometía a su derogación. La decisión no sentó bien en un Podemos que defendió la tesis de que la reforma se derogaría dijera lo que dijera lo que el PSOE, pero en el que también surgieron voces discordantes como la de la ministra de Trabajo Yolanda Díaz. Es decir, de la posible candidata a la sucesión de Pablo Iglesias al frente de Podemos y probable rival de Irene Montero por el puesto de líder de lo que quede del partido morado tras el abandono de su actual jefe de filas.