Tal y como publica hoy EL ESPAÑOL, la ministra de Igualdad Irene Montero ha acudido a reuniones oficiales con organismos y departamentos del Gobierno acompañada de su niñera, Teresa Arévalo, mientras esta cobra un sueldo de casi 52.000 euros anuales como alto cargo del Ministerio de Igualdad y goza de un nivel 30 de funcionariado, el más alto de la Administración española.
El portavoz de Ciudadanos en el Congreso de los Diputados, Edmundo Bal, ha pedido ya que el caso sea investigado por la Fiscalía. Como ha recordado Bal, abogado del Estado, "el uso de fondos públicos para la satisfacción de intereses particulares es malversación impropia".
"Es un mal uso de los fondos públicos a los que contribuimos los españoles con nuestro esfuerzo e impuestos" ha añadido el portavoz de Ciudadanos.
Más allá de la calificación jurídica de los hechos, que deberá dilucidar en su momento la Justicia, está su vertiente política.
Porque los ciudadanos españoles no suelen disfrutar del privilegio de poder llevarse a sus hijos a su puesto de trabajo mientras uno de sus subalternos cuida de ellos a cargo del presupuesto de su empresa.
Especialmente si este empleado debe dejar mientras tanto de hacer el trabajo por el que teóricamente está cobrando para realizar esas tareas de cuidado y asistencia.
Esfera privada y pública
La dificultad de los miembros de Podemos para diferenciar lo que pertenece a la esfera privada, y debe ser sufragado con su propio dinero o con el del partido, y lo que pertenece a la esfera pública, y es sufragado a cargo de los Presupuestos Generales del Estado, ha alcanzado el paroxismo con este caso.
Que eso haya ocurrido, además, en el seno del Ministerio de Igualdad sólo hace que elevar el caso a cotas inéditas de esperpento.
Recordemos que Podemos ya pagó a la escolta de Montero para evitar que esta llevara a juicio a la ministra por, supuestamente, obligarla a hacer de recadera, comprar comida para los bebés y para sus mascotas, calentarle el coche o hacer de chófer de los invitados de ella y de su pareja, el vicepresidente Pablo Iglesias.
Este caso supone además un salto cualitativo en lo que hasta ahora podía ser considerado sólo un escándalo político. Porque escándalo político es premiar a tu niñera con un cargo de asesora y un sueldo correspondiente al escalafón más alto de la Administración española.
Enseñar a la ministra
Pero otra cosa muy diferente es que, una vez premiada con ese cargo, la niñera continúe trabajando como niñera mientras, en teoría, trabaja para el Ministerio de Igualdad realizando tareas de asesoría. Trabajando de niñera, además, mientras la ministra acude a reuniones oficiales con otros altos cargos del Gobierno y de la Administración.
"Teresa no entra en las reuniones, se queda en una habitación cercana y, cuando la niña llora porque necesita comer, avisa a la ministra y le lleva a su hija. Y cuando termina vuelve a recoger a la niña", han afirmado fuentes que han presenciado los hábitos de la ministra. ¿Conoce la ministra la diferencia entre una corte y un asesor ministerial?
El Gobierno ya no está a tiempo de enseñar a la ministra en qué consiste ejercer un cargo público de ese nivel. Irene Montero es una mujer adulta y sus hábitos parecen ser, más que un error puntual, una pauta de conducta habitual con sus subalternos. Pauta más propia de un monarca absoluto que de una ministra de una democracia.
Llueve, en fin sobre mojado.
Al Gobierno se debería llegar aprendido acerca de los límites entre la esfera privada y la pública. Especialmente si se pretende ejercer de ministra de Igualdad. El Gobierno debe actuar con urgencia y luego debería hacerlo la Justicia. Urge aclarar cuál es la calificación jurídica exacta de los hábitos de la ministra.