La Justicia está colapsada. Ahora mismo hay demandas en los tribunales por causa de despido cuyos juicios se están señalando para dentro de dos años. Cuando lleguen las sentencias, de poco servirán a los afectados.
Sólo es un botón de muestra, un ejemplo extraído de la jornada que EL ESPAÑOL ha dedicado este martes a la Justicia dentro del simposio "Modernización y reformas, la agenda de cambios que necesita España", pero un ejemplo lo suficientemente ilustrativo como para hacerse una idea de la imperiosa necesidad de acometer de una vez la renovación de la Justicia.
Mancha de politización
Hay además una percepción generalizada de que la Justicia está politizada. Y esa es una mancha peligrosa, porque de su imagen depende en buena medida el grado de confianza de los ciudadanos hacia el Estado y sus instituciones. Por ello debe cambiarse de una vez el modelo de elección de los miembros del Poder Judicial, para que su nombramiento no dependa de los partidos, de la misma forma que hay que modificar el nombramiento del Fiscal General del Estado -como apuntó Eduardo Fungairiño- de manera que no esté sujeto el Gobierno de turno.
Hoy, la noticia mala es que después de promesas y más promesas incumplidas por todos los gobiernos, la Justicia ha tocado fondo. La buena, que esta vez sí hay un gran consenso en todas las instancias sobre la necesidad de ponerse manos a la obra. Además, no sólo existe coincidencia en el diagnóstico, sino también en muchas de las medidas a aplicar. Así lo han hecho saber los agentes implicados: Administración, jueces, abogados, procuradores...
Según Carlos Lesmes, presidente del Tribunal Supremo y del Consejo General del Poder Judicial, toca reducir el grado de discrecionalidad en el nombramiento de jueces, se tiene que ser más exigentes a la hora de facilitar el acceso de los magistrados a las altas instancias (ahora bastan 15 años de ejercicio) y hay que acabar con la acusación popular, que los partidos políticos utilizan en beneficio de sus estrategias. Pero también se hace imprescindible aumentar la plantilla de jueces, tal y como expuso Sonia Gumpert, decana del Colegio de Abogados de Madrid.
Fin a los 'mañaneos'
Para el ministro Rafael Catalá la reforma es "inaplazable" y "no admite más mañaneos (dilaciones)" -en cita de Lope de Vega-, y para Lesmes, estamos ante "la oportunidad de la Justicia". Y con ellos, todos los participantes en la jornada, desde Javier Gómez de Liaño a Antonio García de Paredes, dejaron patente que la demanda de la reforma de la Justicia es un clamor.
Ahora es cuestión de voluntad política. Vista la unanimidad reinante no tiene que haber dificultades para diseñar una gran estrategia nacional para esa reforma, y actuar en consecuencia a la hora de aprobar los Presupuestos. Quizás sea un guiño del destino que el acuerdo mostrado por las principales figuras de la Justicia en la jornada de EL ESPAÑOL coincidiera con la fecha de la firma de los Pactos de La Moncloa, otro 25 octubre de hace 39 años.