Oltra y los jueces, un Papa achacoso, Obama en España y las torrijas de Marín
Mónica Oltra, el Papa Francisco, Barack Obama y Juan Marín; la autora comenta lo más destacado de la semana a través de sus protagonistas.
Mónica Oltra
¡Yo sí te creo!, exclamaron al unísono las chicas aquel 8 de marzo bajo el manto de Rocío Carrasco. ¡Yo también te creo!, respondían al otro lado de la calle las huestes de Irene Montero, atentas a los vientos que soplaban desde Galapagar.
Han pasado los años y los hechos. Ahora estamos pendientes de Mónica Oltra, la vicepresidenta de la Generalitat valenciana, que no dimite (eso mismo decía Cristina Cifuentes) pero cuenta que Ximo Puig la ha besado en sendas mejillas como señal de conformidad y aprobación.
En la rueda de prensa habitual que Oltra ofrece como portavoz del Consell valenciano, el viernes se enfrentó a las preguntas de unos periodistas que, al olor del culebrón, quieren saberlo todo sobre las consecuencias de su reciente imputación, y sobre lo que ella define como "cacería de la extrema derecha". A eso reduce el caso de su mirada distraída respecto a los abusos sexuales de su exmarido, Luis Ramírez Icardi, sobre una menor tutelada en uno de los centros dependientes de la Consejería de Igualdad dependiente de Oltra.
Dos sombras de duda me rondaron la cabeza después de escucharla. Una, la sospecha de que esté mirando a los jueces como si también participaran en la cacería. Y dos: cuál sería el grado de solidaridad con la menor abusada por su exmarido.
Que yo sepa, en este caso el feminismo oficial no ha consolado a la menor, que por cierto ya no lo es, con el estribillo de aquel Yo sí te creo dedicado en su día a Rocío Carrasco.
Papa Francisco
El papa está de urgente actualidad, o de vacaciones forzadas, que viene a ser lo mismo. Le duelen las rodillas y también el alma, pero no tiene más remedio que aguantarse mientras le quede un atisbo de energía.
Aunque le fastidie permanecer un día y otro día atado a su silla de ruedas, se arma de valor y aguanta, como si hiciera el camino del calvario con la cruz a cuestas. Es lo que toca, parece decir con gesto resignado.
En la curia, cierto monseñor quiso un día sentar cátedra y dijo que cuando los papas están enfermos o van en silla de ruedas deberían renunciar al cargo. Un acérrimo partidario de Francisco contestó a la ironía del maledicente monseñor diciendo que no se gobierna con los pies sino con la cabeza, y prueba de ello la dio Roosevelt, que era un notable presidente y nunca se apeó de la silla de ruedas.
El papa habla de la III guerra mundial, reza por Ucrania y sueña con el viaje a Sudán y Congo largamente programado. Como buen porteño, le gusta el futbol y de vez en cuando suelta tacos. De los Kirschner aprendió estrategia y ahora practica con la curia a puerta cerrada. Menos el vaticanés, habla bastantes idiomas.
Días atrás conoció en Roma a Félix Bolaños, el monclovita, el hombre que susurra al oído de Sánchez y convierte los canutazos en homilías. El ministro presume de haber conversado con el papa Francisco más tiempo del previsto en la audiencia. Bueno, pues que le cunda.
Juan Marín
Todos los debates traen cola. En esta ocasión, los candidatos hicieron moderado uso de la palabra y solo fueron implacables con Macarena Olona, la abogada del Estado y candidata de VOX que ni es andaluza ni ha vivido nunca en Andalucía.
Juanma Moreno, el presidente, marcó estilo con el atuendo (parecía que iba de estreno) y con el currículo. El suyo era el más pintoresco de todos. Nació en Barcelona, a la orilla del Camp Nou, y su familia tuvo la suerte de que le tocara la lotería de Navidad e invirtiera en futuro. El padre compró un taxi y todos regresaron a Málaga a seguir ejerciendo de tenderos. Juanma entró en la Universidad Laboral y allí empezó su vida.
Pero yo quería hablar del candidato de Ciudadanos, que es el peor parado en las previsiones del recuento de este domingo. Currículos aparte, Juan Marín fue el mejor de los seis candidatos en el debate televisado de Canal Sur. Estuvo sembrado y risueño, y no porque yo lo diga sino porque desperezó a la audiencia con su afición a las torrijas. Marín protagonizó el momentazo viral al dirigirse a una Macarena Olona eléctrica y sobreactuada: "Y usted, señora Olona, ¿sabe hacer torrijas?".
Marín no quería perderse la oportunidad de ofrecer un tutorial de torrijas con manzanilla de Sanlúcar a la candidata de Vox. Olona no rechistó, pero Teresa Rodríguez, que estaba al quite, aprovechó la ocasión y se dirigió al onubense pidiéndole unas torrijas para Kichi, su marido.
Todos los participantes en el debate lo celebraron con risas terapéuticas y liberadoras. A Juan Marín le preguntan sobre sus perspectivas de futuro y responde con naturalidad que si esta noche no gana su escaño regresará a su casa y a sus negocios, o a reabrir la joyería de la familia que durante años ha sido su puesto de trabajo.
Marín evoca hoy su añoranza de Ciudadanos, cuando Ciudadanos estaba de moda, y los años de gestión en la vicepresidencia de la Junta. Y si la política se aleja, siempre le quedará el voleibol.
Barack Obama
Obama ha estado en Málaga pronunciando una de esas conferencias que enriquecen a los expresidentes americanos. Le salió al paso Pedro Sánchez, que aspira a imitarle algún día, como Aznar imitó a González haciendo bolos por el mundo. El vigente presidente español no tiene ningún reparo en pedir un Falcon para asistir a un concierto de música indie, como aquella vez que hizo novillos con su señora y cogidos de la mano se plantaron en Castellón de la Plana. Qué bonito es el amor. De vuelta a Madrid, el avión los depositó en Moncloa y al día siguiente la prensa los puso verdes.
Cuando los presidentes de Estados Unidos vienen a España, lo primero que hacen es visitar la Alhambra. Recuerdo el viaje de Clinton y Hillary, que vieron atardecer desde el Albaicín y a punto estuvieron de quedarse ciegos de tanta belleza como acumularon en los ojos.
En otra ocasión Michelle Obama visitó visitó España ella sola. Iba de Granada a Marbella y de Marbella a Mallorca, donde fue recibida por los Reyes de entonces y se bañó en el mar.
El encuentro de Obama y Sánchez resultó inesperado, sobre todo para Sánchez. Obama abrió su sonrisa de par en par y exclamó: "¡Caramba presidente, qué joven estás! ¡En cambio, yo he envejecido mucho!", dijo el expresidente, que no solo había mermado de estatura sino que tenía la cabeza poblada de canas.