José Mota: "Haber dado la espalda a la España rural es de los peores pecados que hemos cometido"
"Me parece tramposo juzgar desde el presente los chistes de hace veinte años" / "España es un país muy curioso, muy cainita y solidario al mismo tiempo" / "He sentido el intento de secuestro por parte de lo políticamente correcto; ¡pero me niego!".
26 diciembre, 2021 02:34Noticias relacionadas
A José Mota le ha crecido la nariz. También el pelo. Una melena larga y blanca. Ha cambiado su estilo de vestir. Lleva puesto el abrigo raído y victoriano de su tatarabuelo. Son las consecuencias de una inmersión de medio año en el Cuento de Navidad de Charles Dickens. Se ha convertido en el señor Scrooge. Enamorado del cine y la literatura, ha encontrado todo un género en la reescritura cómica de los grandes clásicos. El año pasado lo hizo con Cinema Paradiso.
Este año, TVE emitirá su Cuento de Vanidad. Encarnará a un villano obsesionado con los likes y los followers. Las personas que pierden a sus seguidores acaban muertas, enterradas. Una crítica furibunda a la cultura de la superficialidad: "Hermanos, podéis abrir el iPad, demos gracias a Jobs".
Mota llega diez minutos tarde a la entrevista, que se celebra en el patio del Hotel Villamadrid, donde el susurro de una fuente evoca los campos de Castilla machadianos de su niñez, que hoy llevan el nombre de "España vaciada". Al humorista se le borra la sonrisa cuando se le pregunta por el devenir de su tierra: "¡Oye, qué pasa! ¡Qué pasa con los poderosos! ¡Actúen! Haber dado la espalda a lo rural es uno de nuestros peores pecados".
José Mota nació de lo prohibido. Se hizo cómico en la mili y rio con las cintas de casete de las gasolineras que hoy arden en manos de los nuevos apóstoles de la corrección política. Esa conspiración, alentada por un ente abstracto, nutrido del miedo y el odio de miles de personas, también ha intentado secuestrarle a él: "¡Pero yo no me rindo! Me niego. Nadie logrará ponerle puertas al humor".
Cuando empezó con esto de la tele, los personajes le duraban diez y quince años: Felipe González, Alfonso Guerra, Aznar... Ahora, como mucho, le aguantan un par. "¿Sabes esas pastillas que se echan al caldo para darle sabor? Pues los políticos de ahora no sueltan sustancia. Son terribles, inimitables. Tienen muy poca gracia".
A lo largo de esta conversación, José Sánchez Mota (Montiel, Ciudad Real, 1965) descubre su manual de trabajo. Su código ético y emocional. ¿Qué pasa si se levanta triste? ¿Qué pasa si se cansa de un personaje? ¿Qué pasa si tiene miedo? ¿Cómo construye sus programas?
Entre otras muchas claves, Mota se queda con una muy periodística: la absorción de la realidad como materia principal. Con sus escenas, se cumple la máxima de Luis Alberto de Cuenca: "Era tan esperpéntico y absurdo que se parecía a la vida".
Veníamos, en principio, a una conversación seria, pero Mota, incluso sin pretenderlo, obliga a la risa. Todo empieza con una llamada que arranca la carcajada pese a su cabreo: "¡No encuentro las llaves! Es que no las encuentro".
Hace un rato, me has llamado para decirme que llegabas tarde porque no encontrabas las llaves y no podías salir de casa. Te habrás dado cuenta de que me he echado a reír. Lo que yo escuchaba era la voz de José Mota diciendo que no podía salir de casa porque no encontraba las llaves, como si fuera un 'sketch'. Imagino que esto te pasa a menudo, que cuentas a alguien una faena y se te ríe en la cara.
Sólo me ha faltado decirte lo de "si no es por no ir; si hay que ir se va, pero ir pa ná es tontería" –suelta una carcajada–. Es verdad eso que cuentas: me suele ocurrir. La gente me consume en clave de comedia. Entonces, cuando me ven serio, se producen reacciones extrañas.
Como por ejemplo:
Estoy en el Corte Inglés comprando unas naranjas. Se las pido al frutero y una señora que está al lado me dice: "Ay, pensaba que era usted más gracioso". Pero, señora, ¿cómo quiere que las pida? ¿Cantando rap? Luego la mujer ya sí se reía. Pero, claro, la vida está llena de matices. Sería horrible que yo estuviera todo el tiempo en plano-secuencia. ¿Conoces el dicho? "En todos los oficios se fuma". Hay que parar para coger oxígeno.
"El doctor me pidió que le imitara a uno de mis personajes mientras me hacía un tacto rectal"
Vaya compañera de viaje, la comedia.
Es maravillosa. No se me ocurre una compañera de viaje mejor. La comedia es un arma de protección. El humor nos permite ver lo más negro con una sonrisa. Es curativo. Por eso no hay que tenerle miedo a la comedia; porque acaba sanando. Una sociedad que se relaciona bien con el humor es una sociedad más sana.
Ahora que has contado eso de las naranjas me he acordado de esa anécdota mítica: la del tacto rectal. Hay gente que no se lo cree.
¡Me pasó de verdad! El doctor no lo hizo con ninguna intención, simplemente le estaba quitando importancia al hecho de hacerme un tacto rectal. Habría hecho ya quinientos mil. La situación no dejaba de tener comedia: que te estén haciendo un tacto rectal y te pidan que imites mientras a uno de tus personajes…
Te saldría la voz algo atiplada.
¡Ja, ja! Se me quedó grabado. Al final, la vida puede tener mucha más comedia que algo preparado o escrito. Larry David es un claro ejemplo de cómo utilizar el humor como arma de defensa frente a lo que nos rodea.
Me contaba Roberto Brasero, el hombre del tiempo de Antena 3, que tenía que esquivar a los vecinos justo antes de los puentes porque se le presentaba cada uno con su fecha y lugar de destino: "Oye, en Galicia tal día…". A ti te piden chistes a la carta.
Imagínate que la medicina fuese a la carta: "Tengo un catarro de narices, ¿no me lo puede usted quitar?". "Sí, mire, tome estos análisis, le he quitado el catarro y de paso también el colesterol. Es más, deme los análisis. Ya no existen. Aquí no ha pasado ná". Después del humor, la vida siempre es un poco más amable. Hoy, creo que la gente está ansiosa de consumir comedia.
El miedo es la otra cara del humor. Porque el miedo nos paraliza y el humor nos desata. Y si el humorista tiene miedo, ¿qué pasa?
Sin duda. El miedo nos paraliza. El humorista debe combatir esos miedos. Hoy, la comedia transita por pasillos cada vez más estrechos. Querer ponerle prohibiciones al humor es como intentar ponerle puertas al campo. Humor y libertad van de la mano. Cada vez que escucho un chiste, hay un granito que hace mejor el mundo. Lo pienso de veras.
¿A qué tienes miedo tú?
Hay miedos trascendentales, comunes, creo, a todo el mundo. El paso del tiempo. Ese miedo a que el tiempo pase sin que hayamos vivido. Tengo miedo a perder la consciencia de lo valioso que es el tiempo. No podemos vivir constantemente pensando en el regalo que es la vida, pero… A veces damos todo por hecho. También tengo miedo a perder salud. Sí, creo que ese es mi mayor miedo.
¿Cuál es la escena de tu vida que más te ha avergonzado? Ese momento "tierra, trágame". Recuerdo, aunque era ficción, cuando te vestiste de San Fermín para ir a un "entierro". Te pregunto ahora por una de verdad.
Mira, te voy a confesar algo. Recuerdo perfectamente un día… Llegó un compañero a plató. Vino con el pelo engominado. Le vi las orejas y le dije: "Menudas orejas postizas, ¡qué bien te las han puesto!". Me contestó: "No, no". Joder, ¡dijo "no, no"! –se atraganta con su propia risa–. Esto es como te lo cuento, ¿eh?
Jode, es buenísimo.
Es que lo vi con el pelo engominado: "Tío, qué trabajazo te han hecho. ¡Qué orejas!". Dijo: "No, no, son mías". ¿Cómo arreglas eso? No puedes.
Es peor intentar arreglarlo.
Claro, porque ¿qué le vas a decir? "Oye, tío, perdona, he pensado por un momento que…". Esas meteduras de pata sólo las puede borrar el tiempo. ¿Ves? Siempre el tiempo.
¿Hay algo que a ti te haga mucha gracia pero que dejes fuera de los especiales porque crees que a los demás no?
Es una pregunta muy interesante. Porque no siempre lo que hace gracia con tres amigos, en petit comité, es trasladable a la gran pantalla. Cambia el medio, el contexto, la capacidad del guiño. La complicidad con el amigo no existe de antemano con el espectador. Te pongo un ejemplo.
Venga.
De niño, seguí una serie titulada Simplicissimus. Jamás había visto antes a un personaje tirarse un pedo en la tele. Eso no se había visto jamás. Me produjo perplejidad. Creo que refleja bien lo que te cuento: no todas las bromas privadas, entre amigos, son trasladables a la tele.
"El humor es terapéutico en primer lugar para la gente que lo hace; cuando termino de actuar me quedo vacío de negatividad"
¿Y qué hay del miedo a no hacer gracia? ¿Lo tienes? Llevas haciendo especiales de Nochevieja más de veinte años.
No es algo que conviva conmigo. Porque en mi cabeza no caben dos preocupaciones tan fuertes. Y la mía es hacer bien mi trabajo. Entiendo la pregunta, pero no me da tiempo a sentir ese miedo. Si estás "muy apasionado con", "muy dedicado a"… Yo estoy todo el día escribiendo guiones, programas… Esa ilusión tapa muchísimos miedos.
Lo que me ha gobernado tanto tiempo y me ha permitido seguir en primera línea es la pasión por mi trabajo. La gran ilusión. Ese niño que todos tenemos dentro, en mi caso, sigue jugando y pasándoselo bien. Tengo mucha suerte. Cuando eso te invade, el miedo se reproduce con más dificultad.
¿Qué pasa cuando estás triste y debes ir a trabajar? Porque esa situación es inevitable e incluso puede ser frecuente.
Precisamente por esa pasión que siento, sucede al contrario: escribir humor es un refugio para esos días. Cuando me encuentro mal, escribo y me agarro a esa tabla. Lo he hablado con muchos compañeros. El humor es terapéutico en primer lugar para la gente que lo hace. Ahora estoy con Flo y Santiago, recorriendo teatros con Dos tontos y yo. Al acabar, me quedo vacío de cualquier negatividad que pueda tener antes de empezar.
Por cierto, en aquella época, cuando empezaste, las legislaturas duraban cuatro años, los políticos sobrevivían al paso del tiempo, la meteorología era estable, la gripe era un virus convencional… Tenías mucho más tiempo para perfeccionar los personajes.
Tenemos una generación de políticos hoy que… Mira, por ponerte una metáfora. ¿Sabes esas pastillas de caldo para dar sabor al guiso? Cuando las echas, sueltan sustancia. Metes a los políticos que nos han tocado y no sueltan nada. Hay muy poca sustancia cómica. Son muy poco imitables. Las identidades y entidades de hace años eran tremendas. Felipe González, Alfonso Guerra…
O cuando hacías de Carrillo y bailabas 'break dance'. Rubalcaba arreglando la crisis con el dinero que encontraba hurgando en los sillones…
¿Te acuerdas? Qué tiempos… Mira, lo de Rubalcaba no estaba escrito. Fue como una intuición. Se me van quedando grabadas cosas en la cabeza. Soy el primero que se sorprende de ese almacén de cosas. En el "haciendo me van saliendo". Como una despensa que se llena sin darme cuenta.
Funciona como una intuición. Yo jamás me preparo los personajes viendo vídeos, parando, volviendo a poner. Me importa mucho más el contenido que el continente. No me obsesiona que la voz, por ejemplo, sea calcada.
Recuerdo el año pasado a Fernando Simón disfrazado de sacerdote; a Pablo Iglesias, con la "rosa púrpura del cambio"; a "Inés de Arrimatea". Vaya trituradora, José.
Todo va muy rápido. No da tiempo a digerir. Vivimos de manera acelerada. Creo que no es saludable. Parece que vivir es captar cuanta más información mejor. Vamos muy rápido, sí, ¿pero adónde? Nadie lo sabe. El especial de este año habla un poco de eso.
¿Qué pasa cuando un personaje te cae mal? ¿Es inevitable que su retrato sea más cruel?
No me afecta demasiado porque mi humor no cuestiona las conductas personales. Si alguien desempeña un oficio público, hago comedia con su conducta pública. Hasta ahí. Ese es el límite.
¿Y de los creados por ti? ¿Te has llegado a hartar de alguno?
Nunca he llegado a ese hastío porque los quito antes de que pueda sucederme. Si veo que un personaje va a devorarme, lo quito. Algún compañero me ha dicho: "Oye, no seas tonto, no lo quites, que está funcionando muy bien". Pero como no existe una fórmula matemática prefiero pecar por defecto del personaje que por exceso.
"Este año, en el especial de Nochevieja, convertiré el 'Cuento de Navidad' de Dickens en el Cuento de Vanidad de los likes y los followers"
Una vez dijiste que España es un país donde muy pronto nos agarramos al chiste para superar la tragedia. Sin embargo, esa capacidad no es óbice para que estemos todo el día como en Goya y la riña a garrotazos.
Sí, es paradójico. Debo reconocer que no deja de sorprenderme el cainismo de este país. Somos muy cainitas. Pero al mismo tiempo España es uno de los países más solidarios del mundo. Es muy curioso. No sé cuál es la explicación. Yo, desde luego, abrazo nuestra cultura y nuestra forma de ser con todos nuestros defectos. España es un gran país.
¿Cómo se le busca la gracia a una política tan cansina? Antes hablabas de la "poca sustancia".
Cuando llevas tanto tiempo trabajando, llega un momento en que te cansas de ciertas cosas. En el especial de este año, el protagonismo es más de lo social que de lo político.
¿Algo que se pueda contar?
Tenía muchísimas ganas de asentar un especial de Nochevieja en Cuento de Navidad, de Charles Dickens. Pero, ¿cómo encontrar unas calles que te transporten a la Inglaterra victoriana? Lo hemos hecho en la Warner, en su parque de Madrid. Hemos recreado la tienda del señor Scrooge. La cuestión es: ¿cómo construir el hilo conductor?
Pues caramba, no deja de sorprenderme esa gente que, en la cima de algún lugar, se hace un selfie, se escurre, se cae y se mata. ¿Cómo es posible? ¡Se matan! Dios mío, ¿tanta necesidad tenemos de llamar la atención? ¿Qué está ocurriendo? Cuando hacemos mal uso de las redes sociales… Eso de acaparar likes y followers al precio que sea, me ha llevado a escribir "Cuento de Vanidad".
"Cuento de Vanidad", de José Mota. Si Dickens se hubiera imaginado lo de los 'likes' y los 'followers'…
Vivimos en la cultura de la superficialidad constante. Miles de "amigos", gente que no conoces de nada. O estás ahí o estás muerto. Eso es lo que se nos ha metido en la cabeza. En el especial, he hecho un entierro. Una persona que pierde todos sus seguidores de golpe y la entierran. "Podéis abrir el iPad, demos gracias a Jobs".
¿Cuál es la maldad de Scrooge, entonces? La vanidad del siglo XXI.
Eso es. Está obsesionado con los likes y los followers. Su escribiente, en nuestro especial, es el que lleva las cuentas. "¡Quiero más followers! ¡Más! ¡Más!". Un escaparate de la vanidad absoluta. A Scrooge se le presentan tres fantasmas. El fantasma de las vanidades pasadas, el fantasma de las vanidades presentes y el fantasma de las vanidades futuras.
También habrá un homenaje a todos los sanitarios que han muerto y han dado su vida por los demás. En los peores momentos, la esperanza tuvo un sentido gracias a ellos.
El especial del año pasado fue un buen rapapolvo a la clase política. Poético, por el homenaje a la vejez; y a la vez valiente por los espadazos al poder. ¿Te llamó alguno de los representados?
No. Sí leí tuits de algunos políticos que reseñaban lo bonito que les había parecido el homenaje a la vejez. Me reconfortó. Insisto: ¿qué generación ha dejado tanto a sus hijos tras haber recibido tan poco? Recibieron guerra y hambre, luego trabajaron toda la vida para dejarnos el presente tan digno que hoy tenemos. Beso por donde pisa la generación de nuestros padres y abuelos.
"Gobierne quien gobierne, debo decir bien claro que jamás he recibido presiones en TVE. Hago lo que me da la gana"
¿Y el Gobierno? Trabajas para la televisión pública.
Tengo que decir bien clara una cosa: estando el gobierno que haya estado, jamás he tenido la más mínima presión. Jamás. Entrego los guiones dos meses antes de que se emitan. Y lo ven. Lo digo bien claro: nunca he tenido problemas. Me siento afortunado porque hago lo que me da la gana.
Siempre imitas a políticos, ¿alguna vez has pensado en invitar a uno de ellos para que aparezca de carne y hueso en el especial haciendo de sí mismo?
Alguna vez lo pensé. Sobre todo cuando los especiales se centraban en los cuatro o cinco políticos más destacados. Pero no: porque si llamas a uno y no a otro se genera un desequilibrio. Y más tratándose de una cadena pública. No he querido meterme en eso.
Suele decir Pablo Iglesias que el verdadero poder es el mediático, que él se dio cuenta de que en Moncloa no era tan poderoso como un día imaginó. Llevas un montón de años en las tripas de la tele, ¿estás de acuerdo?
Hombre, el poder mediático, la información y la desinformación, es un gran poder. Qué duda cabe, influye en las personas. Pero voy a ir a la contra, a reservarme algo: la gente es mucho menos idiota de lo que a veces se piensa. Yo creo en la inteligencia emocional. A la larga, la gente se gobierna bien a sí misma. El pueblo no es ciego, sabe colocar las cosas.
¿Te imaginas que Pedro Sánchez te hubiese contratado como el nuevo Iván Redondo? ¿Qué conspiración habrías activado para desencabronar al país?
La política me aburre profundamente. La retrato de manera cómica en los especiales, pero jamás podría haberme dedicado a hacer política.
¿Te han tentado alguna vez?
No y no podría ocurrir jamás. No me interesa nada. Estoy donde debo estar, en la comedia. Quiero pertenecer al carro que invita a la gente a soñar, no al carro que invita a destruir los sueños.
Uno de los 'sketchs' más sonados del año pasado fue el mensaje de Navidad de Juan Carlos I emitido en árabe y desde Emiratos. Todavía existe, en ciertos sectores de la sociedad, una reticencia a hablar de los escándalos del Emérito. El humor llega antes y con más fuerza a lugares difíciles de alcanzar por otros caminos.
Sin duda. El humor tiene la llave de ciertas cerraduras que están muy oxidadas. Abres la puerta y, cuando miras de cara al miedo, el miedo desaparece. De verdad lo pienso, no es un eslogan: la comedia nos hace libres. Ante el ejemplo que pones y ante todo.
Cuando llegaste a Madrid, eran los tiempos del humor en aquellas cintas de casete de las gasolineras. Hoy, la cruzada de la corrección política haría una hoguera con todas ellas. ¿Notas ese aliento en el cogote?
De eso hay un sketch en el especial de este año. ¡Concretamente sobre eso! Se llama el "Ministerio del Tiempo Cómico". Lo hago con Santiago Segura. Me parece tramposo juzgar desde el presente los chistes de hace veinte años. La linde no era entonces la misma que hoy.
No entiendo por qué se pierde esa complicidad que habíamos aprendido: el humor es humor. Un chiste políticamente incorrecto jamás pretende hacer daño a alguien. Ningún cómico pretende hacer daño con el humor, no me lo creo. El humor, como dice mi compañero Luis Piedrahita, es un arma de construcción masiva.
Sí que he sentido, como muchos compañeros, el intento de secuestro por lo políticamente correcto. Yo no me rindo, hago lo que me apetece hacer. Que los límites se los imponga cada uno, pero no los demás. No creo en las prohibiciones al humor. Que cada uno tenga su código ético, en eso sí creo.
Por cierto, viniste a Madrid desde Montiel, el corazón de la España vaciada. ¿Qué te parecen los movimientos políticos que han nacido allí y que, según las encuestas, podrían obtener un buen número de escaños?
¿Por qué el Gobierno, sea el que sea, no crea exención de impuestos para las empresas que se quieran establecer en zonas rurales? Si mañana un empresario decide montar una fábrica de quesos en Montiel, que le ayuden de esa manera. No entiendo.
El alma de España es un alma ruralmente bella. No se comprende España sin sus pueblos. Haber dado la espalda a la España rural es uno de los pecados más grandes que hemos cometido. Cuando en los ochenta comenzó a entrar el dinero, todo el mundo decía: "No, yo soy de capital, de ciudad". No, no, tú tienes el grandísimo honor de ser de pueblo. Para mí, ser de pueblo es el mayor orgullo que tengo.
Estoy orgullosísimo de haber nacido en un pueblo como Montiel. Gran parte del paisanaje que he reflejado lo vi de niño. Toda esa riqueza, esa retranca, esa jerga… Italia, en su momento, hizo los deberes respecto a sus zonas rurales. La pregunta me ha llegado al alma. ¿Qué pasa con los poderes políticos? ¿Por qué no se ponen manos a la obra?
¿Sueles tener la tentación de autocensurarte? O mejor dicho: ¿te has autocensurado?
No. Lo que sí puedo haber hecho es mirar muy cuidadosamente una escena para no herir el lado personal o privado de alguien. A eso no tengo derecho. Pero porque yo así lo considero, no porque nadie me inste a ello.
Chaves Nogales escribió: "Los males de la libertad sólo con libertad se curan". Podríamos decir que los males del humor sólo con humor se curan.
Jode, me parece que no se puede decir mejor. Qué bueno Chaves Nogales. La libertad y la comedia van de la mano.