A Pedro Horrach, fiscal del caso Nóos, hay que reconocerle una fidelidad sin fisuras en su defensa a ultranza y sin desmayo de Cristina de Borbón. Digna de estudio y también de sonrojo. La guinda la ha puesto este miércoles en la lectura de su informe final. No podía ser de otra manera, faltaría más, de acuerdo con su quehacer a lo largo de toda la causa.
Horrach, monárquico convencido y admirador profundo de la Familia Real española -como él mismo ha reconocido-, pasará a la posteridad gracias a este caso, pero no por la contundencia de sus argumentos contra algunos implicados, sino por la virulencia con la que ha defendido a uno de ellos. Horrach, más que fiscal, se ha convertido a lo largo de estos meses/años en uno de los pilares, quizá el más concluyente, de la defensa de la hermana de Felipe VI.
En dicho informe ha arremetido otra vez contra todos aquellos que han osado sentar a la esposa de Iñaki Urdangarín en el banquillo: contra el juez instructor, José Castro; contra la abogada de Manos Limpias, Virginia López Negrete; incluso contra Samantha Romero, presidenta del tribunal juzgador.
Todos han sido blanco de su diatribas… Habla de “persecución”; del peligro de “convertir el Estado de Derecho en un reino de taifas”; de “abuso”; de haber utilizado en esta causa a las “cloacas del Estado”; de haber provocado “el condicionamiento mediático”; de haber primado más “la apariencia que la justicia”; y de lograr que “la instrucción dejara de ser investigación y se convirtiera en persecución”, para concluir con esta frase tan sublime como ridícula: “Cristina de Borbón es infanta de España, crimen. Todo crimen, siempre crimen”. (sic)
Pocos precedentes hay en la Justicia española –podría llegar incluso a los libros de texto y también a la nueva edición de la Antología del disparate– en los que la Fiscalía dedique tamaño argumentario… en la defensa de un acusado; desde luego este fiscal no lo había hecho nunca en toda su carrera con tamaña intensidad. Pero le ha debido de traicionar el subconsciente a Horrach ya que hay una frase de su delirio verborreico que muy bien podría aplicarse a sí mismo este fiscal o abogado defensor -que no se sabe muy bien qué es, ya que va cambiado de piel y personalidad en función de a quién se esté refiriendo en cada momento-: “En el sistema penal actual no puede haber resoluciones que cobijen convicciones personales”.
¡Hombre, señor Horrach, que diga esto quien desde que empezó la causa ha tratado a toda costa de provocar un borbonazo que liberara a su defendida del oprobio del banquillo! ¡Hombre, señor Horrach, estamos de acuerdo con nadie debe ser procesada o condenada por ser infanta de España de la misma manera que nadie debe librarse de lo uno o de lo otro por el hecho de serlo!
Desde que su bien avenido matrimonio judicial con José Castro se vino abajo por la decisión del juez de pedir el procesamiento de la infanta, las convicciones personales de este fiscal/abogado defensor han sobrevolado permanentemente en todas sus actuaciones en busca de ese borbonazo: disparando a diestro y siniestro; insinuando/amenazando incluso con acusar a su otrora amigo de prevaricación; intentado expulsar al sindicato de la causa para que muerto el perro se acabara la rabia; viajando a Madrid y reuniéndose no pocas veces con Daniel Campos, fiscal encargado del caso de Manos Limpias y Ausbanc, con no se sabe muy bien qué propósito.
Y es que no ha sido ni una ni dos ni tres –testigos hay– las veces en las que se han entrevistado el fiscal/abogado defensor del caso Nóos con el fiscal de la llamada operación Nelson en el despacho de este último en la novena planta de la Audiencia Nacional de la calle Génova de Madrid. Estas reuniones, entre Horrach y Campos, arrancaron poco antes –testigos hay, repito– de que el entorno de la infanta denunciara el intento de chantaje por parte del Manos Limpias, de que determinadas personas decidieran “colaborar” con la Justicia contando lo que sabían al respecto de la supuesta extorsión y de que fueran detenidos los responsables de Ausbanc y Manos Limpias, Luis Pineda y Miguel Bernad.
Pero pese a la oportunidad de estas detenciones y al ataque de ciudadanía de esos prohombres que han colaborado libremente con jueces y fiscales, el borbonazo sigue sin salirle bien al buen fiscal Horrach. Por ahora.