La guerra de Ucrania y el posterior compromiso alcanzado con la OTAN en la cumbre de Madrid han servido como revulsivo a los presupuestos dedicados a las Fuerzas Armadas. Los diferentes Gobiernos de los últimos años habían ido recortando hasta el mínimo necesario la dotación de Defensa con particular foco en los programas de compra y renovación de material militar, dejando en el aire algunos programas esenciales para que el país mantuviera su proyección y capacidades en un entorno geopolítico cada vez más complejo.
De lo últimos Presupuestos Generales del Estado se extrae que el Ministerio de Defensa obtiene en 2023 un presupuesto un 26,3% mayor respecto al de 2022. Pasa de 10.152 a 12.825 millones, no sin queja del socio de gobierno Unidas Podemos que ya advirtió de que "vigilarán cada euro" gastado. Ese montante supone un 1,2% del PIB que todavía se encuentra lejos del 2% al que se comprometió Rajoy en 2014 en la cumbre de la OTAN en Gales y que Sánchez ha prometido alcanzar en 2029.
El aumento llega en uno de los momentos más críticos del ejército español en cualquiera de sus tres ramas. Con especial mención a la Armada, que se encuentra a punto de perder la capacidad del ala fija embarcada —cazas en el buque Juan Carlos I— por final de vida útil de los Harrier y con el submarino S-81 Isaac Peral todavía en Cartagena que se enfrenta a unos meses muy complejos.
Por su parte, en el seno del Ejército del Aire el pasado junio se aprobaba el programa Halcón para la sustitución de la primera tanda de los F-18 más antiguos basados en Gran Canaria por cazas Eurofighter. Una primera medida que debe continuar este 2023 renovando todos los F-18 de Torrejón y Zaragoza por un modelo que todavía no ha sido revelado. Aunque en los presupuestos se contempla.
El final de 2022 marcó también un nuevo hito para el Ejército de Tierra con la entrega de las primeras unidades del blindado Dragón. Un vehículo 8x8 que se convertirá en la espina dorsal de la fuerza terrestre española y que tendrá continuidad de entregas a lo largo de 2023 y los próximos años hasta alcanzar las 348 unidades. En los presupuestos también se prevé la actualización del sistema de defensa aérea Patriot y la adquisición de nuevos misiles Spike.
Sustituyendo al Harrier
El reemplazo de los cazas Harrier continúa siendo uno de los quebraderos de cabeza más importantes para el Ministerio de Defensa; que ve cómo el final de la vida útil de la aeronave se acerca —quedan menos de 8 años— y todavía no se tiene un sustituto. Perder el ala fija en el buque anfibio Juan Carlos I sería un enorme paso atrás que la Armada no se puede permitir si quiere seguir proyectando la misma capacidad militar.
En los Presupuestos Generales del Estado se recogen 90 millones de euros para 2023 en el apartado de "avión sustituto del AV-8B y C.15M 2ª Fase". La designación AV-8B corresponde con el caza Harrier mientras que C.15M es la empleada para los F-18. El montante, a repartir entre ambos programas de renovación, tan solo sería el necesario para realizar los estudios que determinen qué aviones serán los elegidos para el relevo de cada uno.
El programa total está dotado de 6.250 millones de euros que se irán disponiendo según las necesidades en los próximos ejercicios. Si bien el Ministerio de Defensa no revela qué alternativas manejan, el único caza que actualmente puede despegar y aterrizar verticalmente —como los Harrier— es el Lockheed Martin F-35B. Para el caso del F-18 sí hay más posibilidades abiertas como ampliar el número de Eurofighter europeos u optar por aeronaves de terceros países; como los propios F-35 en su versión de despegue y aterrizaje horizontal.
España cuenta actualmente con 12 cazas Harrier que han ido actualizándose convenientemente en los últimos años para alargar la vida útil. Estados Unidos espera tener este modelo de caza activo hasta el 2028, un plan en la línea de la Armada ante la ausencia de un sustituto, pero que precisa resolver a muy corto plazo para que los mecanismos burocráticos comiencen a girar y las fábricas de Lockheed Martin a producir los cazas con matrícula española.
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El F-35B es un cazabombardero de quinta generación con capacidades furtivas que le permiten pasar desapercibido a los radares enemigos. Está especializado en misiones de internación en zonas conflictivas controladas por el adversario para ejecutar ataques a tierra. Un tipo de maniobra en las que el Eurofighter no se encuentra realmente cómodo al ser considerado más un caza de superioridad aérea.
Este avión de Lockheed Martin también incorpora los últimos avances en guerra electrónica y en misiones de inteligencia, terrenos en los que ya ha sido sobradamente probado tanto por Estados Unidos como por Israel.
Tiene una longitud de 15,6 metros por una envergadura de 10,70 y una altura de 4,36 que alcanza los 27.000 kilogramos de peso máximo al despegue impulsados por un único motor Pratt & Whitney con postquemador. Cuenta con una velocidad máxima supersónica de 2.000 kilómetros por hora (1,6 veces la del sonido) con un alcance de 833 kilómetros. En cuanto al armamento a bordo, puede emplear misiles aire-aire, aire-superficie, antiembarcación y diferentes tipos de bombas.
Guerra antisubmarina
Otra de las tareas pendientes del Ministerio de Defensa era la sustitución del avión de guerra antisubmarina P.3 Orión que se encuadra dentro del Ala 11 del Ejército del Aire con base en Morón de la Frontera (Sevilla). El pasado día 1 de diciembre se comunicó la retirada del último de estos aviones que en los últimos años han desempeñado su labor en la Operación Atalanta, que lucha contra la piratería en el Cuerno de África, donde ha acumulado más de 14.000 horas de vuelo.
Entre los hitos del Orión se encuentran su participación en la operación de rescate del atunero español Alakrana en 2009 y la vigilancia constante en más de 1.500 vuelos de la piratería en esa zona del mundo tan compleja con unos excelentes resultados. El modelo elegido por el Ministerio de Defensa es el C-295 en la versión MPA/ASW (Anti-submarine Warfare) fabricado por Airbus en Sevilla. En total, 4 unidades por las que desembolsarán 170 millones de euros.
Este nuevo C-295 equipará todo lo necesario para sustituir las labores del Orión. Según Infodefensa, Airbus, el Ejército del Aire y la Dirección General de Armamento y Material (DGAM) se encuentran cerrando los últimos flecos sobre el equipamiento y los sistemas que se integrarán a bordo de la aeronave. Se espera cerrar definitivamente el contrato en el primer trimestre de 2023.
El listado de equipamiento y especificaciones, por el momento, no se ha revelado oficialmente. Tan solo se conoce que la compañía española SAES estará encargada del Sistema Procesador Acústico de Sonoboyas que permitirá al operador detectar, localizar, clasificar y seguir a submarinos y buques de superficie. El C-295 también tiene la capacidad de acarrear y lanzar torpedos, información que tampoco ha trascendido.
Airbus, por su parte, ha anunciado que estará equipado con el sistema táctico FITS (Fully Integrated Tactical System o Sistema Táctico Totalmente Integrado) desarrollado por la propia compañía y que permite la realización de todo tipo de misiones marítimas. Entre las que se incluye recolección de datos de inteligencia, la patrulla marítima y la guerra antisubmarina.
Esta aeronave cuenta con una longitud de 24,45 metros por una envergadura de 25,81 y una altura de 8,66. Tiene un peso máximo al despegue de 23.200 kilogramos impulsados por un par de motores turbohélice firmados por Pratt & Whitney que le permite una velocidad de crucero de 480 kilómetros por hora con una autonomía total de 10 horas y media.
El año del S-80
El del submarino S-80 es uno de los proyectos navales más grandes a los que se ha enfrentado la industria española en los últimos tiempos. La partida presupuestaria destinada al astillero de Navantia en Cartagena es en 2023 de 204 millones de euros con los que se tendrá que terminar los trabajos en la primera unidad —el S-81 Isaac Peral— que se botó en abril de 2021 y continuar con las 3 restantes. El último parte informativo indica que ya se ha realizado la unión del casco resistente del S-82 Narciso Monturiol.
Navantia tenía previsto entregar el S-81 el 20 de abril de 2023, pero una serie de problemas técnicos aparecidos durante la última varada programada han retrasado los planes. Ahora, los últimos datos aportados por el Ministerio de Defensa y publicados por El Confidencial Digital no acotan fecha y abren la ventana de entrega "a lo largo del 2023". Actualmente, el Isaac Peral ha regresado al mar tras su parada en dique seco —de la que debía haber salido en septiembre— para realizar los últimos ajustes.
Tras algunos desencuentros con la compañía francesa DCSN en los años 90 al haber diseñado un submarino conjuntamente, España decidió tomar su camino apostando totalmente por la industria nacional. No fue hasta el 2004 cuando el Ministerio de Defensa ordenó la ejecución a IZAR —ahora Navantia— de 4 submarinos convencionales para relevar a las clases S-60 y S-70. En un primer momento se estimaba la fecha de entrega de la primera unidad en 2012, luego 2013 y, a partir de ahí, se fueron encadenando retratos hasta la actualidad.
Los submarinos de la clase S-80 tienen un desplazamiento de 3.200 toneladas con 3.700 toneladas en inmersión repartidas 80,81 metros de eslora, 11,68 de manga y 7,3 de calado. Emplea un sistema de propulsión con generadores diésel para la alimentación de unas baterías eléctricas, por lo que necesitará salir a la superficie cada cierto tiempo para tomar aire y recargar esos acumuladores.
A partir del S-83, previsto para 2025 o 2026, los submarinos integrarán el Sistema de Propulsión Anaerobia (AIP, de sus siglas en inglés) que permitirá permanecer en inmersión más tiempo debido a que transformará el bioetanol y el oxígeno almacenados en hidrógeno para generar energía eléctrica. Los S-81 y S-82 recibirán esta función a partir del 2030 cuando realicen su parada técnica.
Los S-80 contarán con todo tipo de armamento a bordo como torpedos o la capacidad de lanar misiles de crucero y misiles antibuque. La fabricación de las minas corre a cargo de SAES, la misma empresa que entregará las sonoboyas al avión C-295. También integrará todo tipo de sensórica destinada a labores de inteligencia.
Fragatas F-110
Las fragatas F-110 serán los próximos buques insignia de la Armada de España. En 2023 se destinarán un total de 487,9 millones de euros repartidos entre la producción —339,9 millones— y 148 millones extras para el propio programa de desarrollo naval. El pasado marzo de 2022 se inició en Ferrol la construcción de la F-111 Bonifaz, que da nombre a la clase de navío, y que espera su botadura entre el 2025 y el 2026.
El proyecto nació como un mero rediseño de las fragatas F-100 Álvaro de Bazán que pretendía hacerlas más grandes; algo que no tardó en descartarse en favor del desarrollo de una plataforma totalmente nueva. A finales de 2011 el Ministerio de Defensa adjudicó a Navantia e Indra los trabajos de diseño del núcleo del navío, trabajos que se prolongaron y finalmente tomaron forma en 2019 cuando el Gobierno dio luz verde al comienzo de los trabajos de construcción.
Las 5 unidades planteadas por el Ministerio de Defensa tendrán una eslora de 145 metros con una manga de 18 y un desplazamiento de 6.100 toneladas. El montante de todo el proyecto está estimado en 4.317 millones de euros recibiéndose la última unidad para el año 2031.
Dispondrán de un cañón Leonardo, un lanzador vertical de 16 celdas para misiles superficie-aire, 2 torretas Sentinel 30 con ametralladores y 2 lanzadores de misiles antibuque noruegos NSM. La compañía estadounidense Lockheed Martin también se encuentra en el programa de desarrollo de la F-110 ya que equipará su sistema de guerra Aegis que ya se encuentra en la clase F-100 Álvaro de Bazán.
Escudo aéreo Patriot 3
El escudo aéreo Patriot ha estado más de actualidad que nunca en las últimas semanas debido al anuncio de Estados Unidos del envío de unidades de este sistema a Ucrania dentro de un paquete de 2.000 millones de dólares. Este sistema defensivo es uno de los más avanzados como escudo aéreo con capacidad para derribar misiles, drones e incluso aeronaves pequeñas.
En los presupuestos de 2023, el Ministerio de Defensa destinará 1.400 millones de euros para la renovación de los Patriot que se encuadran dentro del Ejército de Tierra. España tiene actualmente desplegada en Turquía una batería del sistema como parte del compromiso de la OTAN mientras que las 2 restantes se encuentran en el Regimiento de Artillería Antiaérea 73 con base en Marines (Valencia).
Todas ellas se corresponden con la versión Patriot 2+ que se incorporaron al servicio español en 2004 y 2014 provenientes de excedentes del ejército alemán. Una única batería Patriot se compone de un total de 7 elementos: la estación de control, el radar, la central de información y coordinación, el grupo de retransmisión de comunicaciones, la planta de suministro eléctrico, el grupo de antenas y el lanzador de misiles.
La Patriot 3, la versión que quiere alcanzar el Ministerio de Defensa, mejora el lanzador, el radar, la estación de control y el propio misil interceptor de amenazas. Este último, denominado MIM 104F, tiene una longitud de 5,2 metros por un diámetro de 25 centímetros y está fabricado por la estadounidense Lockheed Martin. Tiene un peso de 312 kilogramos entre los que 73 corresponden a la ojiva.
Donde más destaca es en el cambio de esquema de interceptación. Mientras que el misil que protagoniza el sistema Patrio 2+ tiene una carga explosiva que se detona cuando tiene cerca al objetivo, el Patriot 3 recurre al método hit to kill (golpear para matar) que impacta directamente contra la amenaza haciendo estallar su carga.
Gracias a esta nueva fórmula, el Patriot 3 está más capacitado para derribar misiles de crucero y balísticos que la anterior generación, cuyo ratio de éxitos era bajo para este tipo de defensa. El vehículo lanzador también cambia y pasa de poder acarrear 4 misiles a 16, debido a una reducción considerable tanto en la masa del misil como en el volumen que ocupan.