El plan de paz de París: así es la propuesta de Israel, EEUU, Qatar y Egipto que divide a Hamás y la Yihad
La Yihad Islámica no quiere un alto al fuego hasta que las tropas de Israel se retiren totalmente de territorio palestino, e Israel no firmará un acuerdo si no hay compromiso por parte de todos los grupos.
31 enero, 2024 02:28La idea de un plan de paz entre Israel y Hamás lleva dando vueltas por la comunidad internacional desde que acabara el alto el fuego de noviembre. Todo el mundo sabe de las enormes dificultades que supone poner a ambos bandos de acuerdo y de las cesiones que quedarían obligados a asumir.
Dicho esto, es difícil entender el empeño en seguir con la situación actual. Ni Israel ha conseguido rescatar un solo rehén en estos dos meses, ni ha detenido a los hermanos Sinwar; ni Hamás ha conseguido frenar la sangría de muerte y destrucción, tanto entre sus filas como entre la población civil a la que dice proteger.
Ahora bien, hasta el momento no se había producido un intento tan serio ni tan esperanzador como el de este fin de semana, cuando delegaciones de Israel, Estados Unidos, Egipto y Qatar se reunieron en París para poner por escrito las condiciones de un posible acuerdo y trasladárselas a Hamás.
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En esencia, el plan de paz es muy similar al que ya había propuesto Egipto a principios de año (seis semanas de tregua a cambio de la liberación de los rehenes), pero el contexto y los propios interlocutores lo hacen todo diferente.
De entrada, tenemos la aprobación de Israel, algo que no se consiguió entonces. Eso que las condiciones no le son exactamente propicias: de entrada, tendría que lidiar con el alto el fuego de seis semanas que tan poca gracia le hace. En Tel Aviv, están convencidos de que Hamás utilizará ese tiempo para reconstruir sus bases porque ya lo están haciendo en el norte de Gaza.
Aparte, la entrega de los rehenes no sería total, sino paulatina: primero, mujeres, niños y ancianos (unas 35 personas, según el New York Times… aunque es imposible saber cuántos siguen vivos); a continuación, el resto, y siempre en intercambios por prisioneros palestinos en cárceles hebreas.
Da la sensación de que la presión de Estados Unidos ha debido de ser enorme, porque Netanyahu ha acabado aceptando unas exigencias más desfavorables que las rechazadas en propuestas anteriores. Se podría haber ahorrado dos meses de un desgaste interno mayúsculo, de angustia y dolor para las familias de los rehenes… y de miles de muertos en Gaza, con los bombardeos constantes y la destrucción casi total de las principales ciudades.
Hamás no se atreve a decir "no"
La otra circunstancia que llama la atención es la involucración de Qatar en el acuerdo. El emirato, uno de los patrocinadores de Hamás, mandó a las reuniones a su primer ministro, el jeque Mohammed bin Abdulrahman bin Jassim al-Thani, quien, nada más acabar las negociaciones, voló a Washington para reunirse con Antony Blinken, secretario de estado norteamericano, y cerrar los últimos detalles.
La intervención de Qatar fue también decisiva en el primer alto el fuego: su posición ambigua le permite estar en todas las fiestas sin ser señalado. Puede financiar a Hamás, pero a la vez ser un aliado clave de Estados Unidos en Oriente Medio. No reconoce a Israel como Estado, pero tampoco pretende que desaparezca de la faz de la tierra. Esa capacidad de adaptación ya le sirvió para ser pieza clave en las negociaciones de 2021 entre el gobierno afgano, el estadounidense y los talibanes, aunque aquello acabó como acabó.
El hecho de que Qatar esté detrás de la propuesta -de hecho, los otros tres países delegaron en el emirato la responsabilidad de presentar el texto a los líderes de Hamás- seguramente tenga mucho que ver en la optimista respuesta de Ismail Haniyeh, líder político de la organización terrorista, quien ha asegurado que estudiará con detenimiento la proposición en vez de rechazarla sin más, como ha hecho otras veces.
La duda aquí es cuánto manda realmente Haniyeh en las circunstancias actuales. Es el jefe del área política y el supuesto número uno de la organización, pero vive desde hace años en Qatar, lo que le distancia de otros líderes como Yahya Sinwar. Sinwar ha vivido todo el conflicto en primera fila, fue el instigador de la masacre del 7 de octubre y probablemente sea quien tenga la última palabra sobre la vida y la muerte de los rehenes que queden a su cargo.
Yihad Islámica rechaza el pacto
La precaución de Hamás choca con la enérgica negativa de la Yihad Islámica Palestina, la otra gran organización terrorista activa en Gaza. La Yihad es parte del Eje de Resistencia iraní y tiene como objetivo establecer un estado islámico confesional en los terrenos que ahora mismo ocupa Israel.
Aunque no tiene malas relaciones con Qatar, tampoco las tiene especialmente buenas: sus líderes no viven entre los jeques y la organización no recibe cuantiosas asignaciones anuales.
En otras palabras, la Yihad Islámica, que también participó en la masacre del 7 de octubre y que tiene retenidos a su vez a unos cuantos rehenes (imposible saber cuántos), no le debe nada al jeque Mohammed y puede mantener su autonomía. Según un portavoz del grupo terrorista, no habrá alto el fuego hasta que las tropas de Israel no se retiren totalmente de territorio palestino, cosa que obviamente no va a suceder.
Una división o incluso una ruptura en el frente terrorista supondría un enorme problema para los avances hacia una tregua. Israel solo va a aceptar estas condiciones si hay garantía total de que nadie se va a saltar el acuerdo por su cuenta y la Yihad Islámica amenaza con hacerlo.
A su vez, estamos ante una importante prueba de fuego de cara a la famosa solución de los dos Estados que parece reclamar toda la comunidad internacional. Un Estado palestino requiere del acuerdo entre sus distintos partidos: Fatah, Hamás, la propia Yihad y muchos otros grupos menores, sobre todo en Cisjordania. Ya hay dudas de que Hamás y Fatah puedan coincidir en algo, pero la escenificación pública de un conflicto con la Yihad haría aún más daño a la causa palestina.
Tal vez el miedo de la Yihad, como de buena parte de la comunidad internacional, es que, si no hay retirada inmediata de las tropas hebreas, Israel decida quedarse en Gaza después de las seis semanas de tregua.
En otras palabras, a cambio de aceptar el riego de que los terroristas se rearmen, estos tendrían que aceptar la posibilidad de que Israel ocupe al menos una parte de la Franja como pasillo de seguridad. Así lo vino a expresar este martes el ministro de Defensa Yoav Gallant, quien afirmó que Israel estaba preparado para mantener el "control militar" sobre Gaza, algo que todos sus socios le han repetido varias veces que sería un enorme error y que, desde luego, no se contempla en el acuerdo.