Israel planea inundar los túneles de Hamás con agua del mar mientras asedia el gran hospital de Jan Yunis
Las IDF buscan sacar a los terroristas de los más de 500 km de túneles para evitar la guerra cuerpo a cuerpo, lo que podría poner en más peligro a rehenes y gazatíes.
6 diciembre, 2023 02:22En más de una ocasión, Hamás ha presumido de los 500 kilómetros de pasillos subterráneos que serpentean bajo el desierto de Gaza. Por poner una comparación, baste con recordar que el metro de Londres tiene 409 kilómetros de extensión, mientras que el de Madrid se queda en 294. Todo esto, en una extensión de terreno que no pasa de los 45 kilómetros cuadrados, aproximadamente el tamaño de la ciudad de Salamanca.
El reto para cualquier ejército que pretenda poner orden en la Franja es, en consecuencia, mayúsculo. Por mucho que Israel haya conseguido sellar buena parte de las entradas y salidas de estos túneles y que haya destruido varios de sus laberínticos corredores, el gasto en vidas que podría suponer una lucha cuerpo a cuerpo en el subsuelo es inasumible para su ejército.
Por ello, en los últimos días se viene barajando una posibilidad que ya utilizó Egipto en 2015 para combatir el contrabando: bombear agua del Mediterráneo para inundar los pasadizos y obligar a los terroristas a salir a la superficie.
Así lo reflejaba este martes el diario estadounidense Wall Street Journal, citando fuentes de la inteligencia militar israelí. La operación no es fácil. Si lo fuera, Israel lo habría hecho en 2014, durante la anterior ocupación (parcial, eso sí) de la Franja. Lo que sí es cierto es que han circulado por redes sociales en las últimas horas imágenes de mangueras gigantes en la playa de Gaza. Puede que sea un mensaje a los terroristas o puede que sea el preludio de una operación que no se sabe muy bien qué consecuencias podría tener.
Llenar los túneles de Gaza de suficiente agua marina como para colapsarlos requeriría de un trabajo de ingeniería notable, aunque sin duda podría ser exitoso en lo que a los milicianos de Hamás se refiere. La duda es qué pasa con los rehenes. Hasta ahora, en Israel parecían convencidos de que estaban recluidos en dichos túneles. Anegarlos sería poner en peligro sus vidas, algo que en ningún caso se puede permitir Benjamin Netanyahu.
Doble ataque a Jan Yunis
Mientras las IDF deciden qué hacer con los túneles de Gaza y dan los últimos toques a la operación en el norte de la Franja, con una lucha feroz en torno a los campos de refugiados y los principales hospitales de los barrios de Jabalia y Shejaiya, el foco de la guerra parece haberse instalado ya definitivamente sobre el sur.
Al avance de Israel por la carretera Kissufim para cortar la comunicación entre las ciudades de Deir Al Balah (75.000 habitantes) y Jan Yunis (200.000) hay que añadir una segunda brecha abierta este martes a la altura de Bani Suhelia.
Aunque Estados Unidos ha pedido insistentemente prudencia y lo razonable parecería acabar por completo con la resistencia en el norte, establecer una amplia zona de seguridad entre las dos principales ciudades del sur y sólo después lanzarse sobre Jan Yunis, lo cierto es que el ejército israelí ha preferido acelerar todo el proceso.
En poco más de 48 horas, las IDF han conseguido plantarse a las puertas del ayuntamiento de Jan Yunis desde el este, a la vez que avanzan desde el norte sobre el hospital Al Nasser, donde se ha parapetado la resistencia de Hamás.
La pinza en dos direcciones parece haber pillado desprevenida a la organización terrorista y, sin duda, eso es lo que pretendía Israel con esta velocidad de actuación después de una semana de tregua. Netanyahu no quiere perder la iniciativa en ningún momento y eso puede facilitar el triunfo militar para su ejército, pero sin duda pondrá las cosas más difíciles a los civiles palestinos desde el punto de vista humanitario.
El viaje a ninguna parte
De entrada, como decíamos, Hamás parece dispuesto a volver a utilizar un hospital como centro de operaciones. Eso, de por sí, ya presenta un problema que no se soluciona solo con decir "bueno, si hay terroristas dentro, todo vale".
Junto a los miembros de Hamás, conviven enfermos, heridos, doctores, enfermeros y voluntarios de distintas organizaciones no gubernamentales y de las Naciones Unidas. Puede que Israel tenga razón cuando argumenta que si un hospital se convierte en un objetivo militar debe ser tratado como tal, pero ya le advirtieron Blinken y Harris recientemente que matar moscas a cañonazos no es nunca la mejor idea.
Aparte, está el problema de los refugiados, que sigue sin atenderse. Israel fue muy insistente en la necesidad de que los palestinos del norte de Gaza dejaran sus casas y sus bienes para trasladarse con urgencia al sur. Una vez en el sur durante un mes aproximadamente, se les pide que vuelvan a dejarlo todo -si es que aún les queda algo- para trasladarse a la frontera con Egipto, en el paso de Rafah. Eso puede suponer una crisis muy difícil de controlar por la comunidad internacional.
Aunque Israel asegura haber preparado "zonas seguras" donde podrían refugiarse estos civiles, lo cierto es que los mapas son difusos, no hay garantía alguna de dicha seguridad y es muy difícil que la mayoría de los afectados tengan constancia de qué zonas son, pues se han publicado por internet cuando en Gaza el acceso a la red es muy limitado. Se trata de un "buscaos la vida" en toda regla que puede derivar en la muerte de cientos o de miles de ciudadanos y su hacinamiento en refugios improvisados.
Esta segunda opción, como observó este martes la Organización Mundial de la Salud, presenta sus propios riesgos. Juntar a cientos de miles de personas sin previsión alguna y sin una mínima atención sanitaria puede provocar la aparición y el contagio de todo tipo de enfermedades.
Tampoco está claro cómo se les va a hacer llegar los alimentos y el agua necesarios para su supervivencia. Parece obvio que todo esto a Israel no le interesa demasiado, pero a Egipto, seguro que sí. También a Qatar, que vio este mismo lunes cómo el Palacio de Justicia de Gaza, financiado por su gobierno, era derruido de forma algo gratuita. Dos aliados de Estados Unidos que Israel no se puede permitir tener como enemigos en este momento.