Israel cambia el foco de la guerra y aísla las 2 grandes ciudades del sur de Gaza para acorralar a Hamás
Israel puede ir construyendo una zona de seguridad a medida que avanza hacia el sur para luego pasar a la tercera fase: la toma de Jan Yunís.
5 diciembre, 2023 02:27A lo largo de las últimas 48 horas, Israel ha intensificado sus operaciones en el centro de Gaza, avanzando a lo largo de la carretera Kissufim en un movimiento que recuerda a cuando las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) partieron la Franja de Gaza en dos a la altura de la N10 al inicio de la guerra. Sin apenas resistencia, Israel ha conseguido llegar al cruce con la carretera de Salah Al Din, que sirve en la práctica de vía principal de huida de civiles del norte al sur de la Franja.
Cuando termine de cerrar el control sobre esas dos carreteras y su continuación hacia el Mediterráneo (por Al Matahen), Israel habrá conseguido aislar las dos áreas urbanas más importantes al sur de Gaza City, dos de los pocos feudos que aún quedan en manos de Hamás: Deir Al Balah (75.000 habitantes) y, sobre todo, Jan Yunís (200.000 antes de la guerra, cerca del medio millón contando con los refugiados del norte). Ambas ciudades quedarían separadas entre sí como quedó separada Gaza City en su momento del resto del territorio palestino.
De esta manera, Israel puede avanzar hacia el sur… o acorralar a Hamás en Deir Al Balah, que queda ahora mismo en tierra de nadie, rodeada por todos lados de tropas judías. Lo más probable es que vaya construyendo una zona de seguridad lo más amplia posible antes de tomar ninguna decisión al respecto. Entonces, lo lógico sería lanzarse sobre Deir Al Balah una vez haya terminado la operación en Gaza City, que sigue en plena ebullición.
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Solo luego llegaría la fase tres para Israel: la toma de Jan Yunís, la ciudad de Hamás por excelencia en el sur de Gaza y lugar de nacimiento de Yahya Sinwar, el líder militar de la organización terrorista en la Franja. Esta fase se presenta muy complicada en muchos aspectos: desde el punto de vista puramente militar, Hamás ha tenido varios días para prepararse; desde el punto de vista humanitario, no está claro qué pretende hacer Israel con los cientos de miles de refugiados que superpueblan ahora mismo la ciudad.
La insistencia diplomática de EEUU
En ese sentido, la vicepresidenta de Estados Unidos, Kamala Harris, ha sido la última en pedir a Netanyahu un mayor cuidado en el trato a la población civil. Aun insistiendo en la alianza que ambos países mantienen desde hace décadas y entendiendo que es difícil distinguir lo civil de lo militar en una sociedad que mezcla ambas cosas, Harris y el gobierno estadounidense coinciden en que Israel no está siendo todo lo preciso y quirúrgico en sus ataques como insiste su primer ministro.
Las últimas imágenes de edificios derruidos y cadáveres en la calle en los barrios de Jabalia y Shejaiya (probablemente las dos únicas áreas de Gaza City aún bajo control de Hamás) redundan en esa idea. Estados Unidos tiene bajo su responsabilidad negociar con toda la comunidad árabe para evitar que el conflicto se extienda como la pólvora por Oriente Medio. Es lógico que desde la Casa Blanca pidan moderación, pues cada vídeo de este tipo no solo supone una tragedia humana, sino que dificulta la recomposición diplomática de las relaciones de Israel con su entorno.
Antony Blinken ya había expresado la semana pasada en el mismo Tel-Aviv y ante el propio primer ministro Netanyahu la necesidad de que la operación en el sur no fuera como la del norte y se cuidara mucho más el aspecto humanitario. La respuesta del ejército israelí fue lanzar octavillas con un QR que daba acceso a un mapa interactivo en el que se señalaban zonas de posible refugio aún más al sur, casi ya en la frontera con Egipto. Desde Washington, dudan de que dicho mapa fuera suficientemente claro -Gaza aparecía dividida en 2.400 sectores distintos- y de que la mayoría de palestinos, sin acceso a Internet, hayan podido acceder al mismo.
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Los combates más fieros en Gaza City
Así pues, todo apunta a que la ofensiva en el sur será tan sangrienta o más como la del norte, que sigue centrada, como decíamos en los barrios de Jabalia y de Shejaiya. En el primero, Israel bombardeó durante el fin de semana el mercado del campo de refugiados causando numerosas muertes de civiles, mientras que, en el segundo, a los bombardeos les ha seguido la entrada de tanques en algunas calles, lo que apunta a una aceleración del conflicto por parte de Israel para acabar cuanto antes con la ocupación de Gaza City y poder centrar totalmente sus esfuerzos en el sur.
La resistencia de Hamás está siendo mayor que antes de la tregua, algo previsible después de una semana para recomponer sus fuerzas y estrategias. Los combates son los más fieros desde el inicio de la invasión a finales del mes de octubre. Tanto los hombres de Sinwar como los de la Yihad Islámica están utilizando lo mejor de su armamento para intentar disuadir a los israelíes de entrar en determinadas zonas y como aviso de lo que les puede esperar en el sur.
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La justificación que da Israel para estos ataques a menudo indiscriminados es que permite también acabar con los líderes de Hamás en la zona, aunque eso contradice el convencimiento que manifiestan sus dirigentes de que prácticamente todos han huido ya al sur. El último en caer ha sido Wissam Farhat, jefe del Batallón de Shejaiya, una de las milicias encargadas de planificar y llevar a cabo las atrocidades del 7 de octubre en el lado israelí de la frontera.
Israel sigue considerando que el principal objetivo de su operación militar, junto a la liberación de los rehenes, es acabar por completo con Hamás. Por eso, además de los ataques por toda la Franja, se rumorea con la posibilidad de que los servicios secretos israelíes inicien algo parecido a la 'Operación Cólera de Dios' posterior a los atentados de Munich '72 contra la delegación olímpica. El objetivo sería acabar con todos los líderes de Hamás, residan en el país que residan. Turquía ya ha respondido que, de atentar en su territorio, Israel se arriesga a "graves consecuencias", algo que seguro que tampoco ha sentado nada bien en Washington.