
Militares de la 24ª Brigada Mecanizada que lleva el nombre del Rey Danilo de las Fuerzas Armadas de Ucrania asisten a un entrenamiento, en medio del ataque de Rusia a Ucrania, en un lugar no revelado del este de Ucrania el 29 de marzo de 2025. Reuters
Putin ignora a Trump y prepara el envío de 150.000 soldados más a Ucrania ante sus lentos avances en el frente
Horas después de que el presidente ruso y el secretario de Estado de EEUU mostraran su optimismo respecto a un acuerdo de paz, un misil balístico impactó sobre la ciudad de Kryvy Rih, matando a catorce personas, entre ellas, seis niños.
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Mientras Kirill Dimitriev visita estos días la Casa Blanca y se reúne con altos cargos de la Administración Trump para trabajar en posibles acuerdos económicos y servir de mediador para el alto el fuego sobre infraestructuras energéticas, Vladímir Putin parece empeñado en insistir en la vía militar para acabar el conflicto. Según Pavlo Palisa, vicedirector de la oficina del presidente Volodímir Zelenski, Rusia estaría preparando una nueva remesa de 150.000 soldados para enviarlos al frente a lo largo del año.
Hay que recordar que, pese a su negativa a poner ningún compromiso por escrito y al hecho de que sigue bombardeando las infraestructuras ucranianas día sí y día también, Donald Trump decidió eximir a Rusia de aranceles extras por considerar que “ya tenían demasiados”. Los intentos del presidente estadounidense por complacer a su homólogo ruso siempre acaban en el mismo punto: Rusia dice una cosa y luego hace la contraria hasta acabar por exasperar a propios y ajenos. Es lo que se conoce en diplomacia como “el método Gromyko”, en honor a quien fuera ministro de Asuntos Exteriores de la URSS desde la muerte de Iósif Stalin hasta 1989, poco antes de la disolución del país.
Por si eso fuera poco, el lanzamiento de un misil balístico sobre la localidad de Kryvy Rih, en la región de Dnipropetrovsk, provocó la muerte de unos catorce civiles, entre ellos, que se sepa, seis niños. La noticia de esta nueva masacre llega veinticuatro horas después de que Trump afirmara que el acuerdo entre Rusia y Ucrania “está más cerca”, algo que viene repitiendo regularmente. En Bruselas, Marco Rubio había afirmado antes del ataque que “en pocas semanas” podría determinar si Rusia quería o no la paz. Los hechos no le dejan en muy buen lugar.
Desde luego, no parece que Putin esté por la labor de tregua alguna y por ello, además de bombardear despiadadamente objetivos civiles, sigue tirando de jóvenes a los que formar apresuradamente y mandar al matadero. Cree que, en el caso de aceptar una tregua, esta tiene que llegar bajo sus propias condiciones… y eso solo lo podrá lograr avanzando más en territorio ucraniano.
Un frente enquistado
La táctica está muy bien sobre el papel, pero contrasta con la dura realidad. En palabras ante el Senado del general Christopher Cavoli, jefe del Comando Europeo de los Estados Unidos, la calidad de las tropas rusas ha ido de más a menos a lo largo de la guerra mientras que lo contrario está sucediendo en el bando ucraniano. Cavoli afirmó que nadie esperaba tal número de bajas por parte del ejército de Valeri Guerásimov y Putin y se felicitó de que, gracias a la ayuda estadounidense, el de Oleksandr Syrskyi estaba en condiciones de aguantar y defender sus posiciones.
De hecho, los datos así lo atestiguan: en marzo de 2025, Rusia avanzó 130 kilómetros cuadrados en suelo enemigo. Es la cifra más baja desde junio de 2024 y muestra sus problemas para cerrar las operaciones en Chasiv Yar, Pokrovsk y otros núcleos militares del Donbás que llevan casi un año bajo la amenaza de las bombas rusas. Y hablamos, hay que insistir, solo del Donbás. Ni rastro de conquistas significativas en Jersón ni en Zaporiyia, las otras dos provincias que Putin se anexionó unilateralmente en septiembre de 2022 y que pretende que sean reconocidas como suyas antes de cualquier alto el fuego.
Para poner en perspectiva los serios problemas militares de Rusia, pese a los apagones de inteligencia que ha sufrido su enemigo y las constantes presiones a Kiev por parte de la Administración Trump, Rusia ha avanzado desde el 1 de enero de 2025 un total de 640 kilómetros cuadrados, en su práctica totalidad, campos baldíos y pueblos abandonados. Hablamos del intento de conquista de un país de 604.000 kilómetros cuadrados de extensión, el 85% de los cuales siguen bajo control del gobierno ucraniano.
Por buscar una comparación más gráfica y más cercana, 640 kilómetros cuadrados es menos de la extensión de la comarca de Antequera, en Málaga, que ocupa 816,7 kilómetros cuadrados, y un tercio de la extensión de la provincia más pequeña de España, Guipúzcoa. Como se ve, la posición de fuerza del Kremlin se asienta sobre pies de barro y el seguidismo de Trump solo se entiende desde la ignorancia o la mala fe o una combinación de ambas cosas.
Starmer y Macron cumplen su promesa
Mientras tanto, y ante la posibilidad de un cese en la ayuda estadounidense, los gobiernos de Francia y Reino Unido cumplieron su promesa y enviaron a sus respectivos jefes del estado mayor a Kiev para hacer una valoración de las necesidades militares ucranianas en caso de que se llegue a un acuerdo de paz con Rusia. Aunque el propio Zelenski manifestó tras la reunión con ambos generales que se podría cerrar un plan “en menos de un mes”, lo cierto es que Emmanuel Macron y Keir Starmer han insistido varias veces en que ese despliegue solo se produciría para garantizar el respeto a un acuerdo de paz. Y ese acuerdo parece muy lejano.
También habló Zelenski con el presidente turco Recep Tayyip Erdogan, tras lo cual enfatizó la importancia que puede tener Turquía en el futuro del conflicto. Turquía, pese a formar parte de la OTAN, es un país con muy buenas relaciones con el Kremlin y que tiene mucho interés en que pare la guerra y la normalidad vuelva al Mar Negro. De hecho, el Gobierno de Erdogan ya medió en marzo de 2022 entre ambos bandos en las fallidas conversaciones de paz de Estambul.
Aunque Putin siempre vetará la presencia de tropas de Europa occidental en Ucrania —y, en consecuencia, no aceptará ningún plan de paz que incluya a estas como garantes de su cumplimiento—, sí puede que permita la intervención turca por considerarla una fuerza amiga. Comoquiera que Erdogan se ha cuidado mucho de no distanciarse tampoco de Kiev, podría ser que Ucrania también aceptara de nuevo su mediación. Antes, dicho está, tendrían que ponerse de acuerdo en algo y eso, ahora mismo, no parece precisamente sencillo.