Protestas en Francia por la reforma de las pensiones

Protestas en Francia por la reforma de las pensiones

Europa

La crisis de Francia en seis mitos y un número: de la popularidad de Macron al artículo 49.3

Macron no ha hecho aprobar su reforma de la jubilación por decreto, sino que ha acortado notablemente los plazos del debate.

27 marzo, 2023 03:02


Arden de nuevo las calles de París. Pocas veces, en un espacio de tiempo tan breve como esta semana, Francia ha dejado al descubierto todos los mitos de su sistema de poder. Mito es, según la RAE, "Narración maravillosa situada fuera del tiempo histórico y protagonizada por personajes de carácter divino o heroico". Pasen y lean, por favor.

Por si la moción de Tamames ocupó todo su tiempo, les refresco la cronología de esta convulsa semana francesa. El lunes, el gobierno de Elisabeth Borne superó dos mociones de censura y, de esta forma, quedó aprobada la reforma de la jubilación, en función del artículo 49.3 de la Constitución de la V República. El miércoles habló Macron que vino a decir, soberbio, pasemos a otra cosa. El jueves, los sindicatos volvieron a sacar a la calle a más de un millón de personas. Y los black bloc, unos 1500 ultraizquierdistas de negro, quemaron París. El viernes, Macron llamó a Carlos III y el rey de Inglaterra se quedó, de momento, sin cena en Versalles. No está el patio para este tipo de fastos ¿Cómo acabará esta crisis? Los sindicatos piden una pausa pero han convocado otra jornada de lucha para mañana martes. Macron no quiere renunciar a su reforma. Así que la salida a esta crisis queda en manos del Constitucional, cuyo presidente se la tiene jurada a Macron. RIP.

El mito del presidente liberal e impopular

Emmanuel Macron es el tercer presidente de la V República que ha logrado ser reelegido tras el socialista François Mitterrand y el gaullista Jacques Chirac. La primera vez (2017) llegó al Elíseo con el frescor de lo nuevo, la segunda (2022) con la resignación del 'malo conocido', en ambos casos frente a Marine Le Pen, representante de la extrema derecha. Su ascenso al poder fue la puntilla para los dos partidos que fueron el pilar de la V República, los socialistas y los gaullistas. Macron también se ganó la reelección: superó tres crisis, la de los chalecos amarillos, la de la reforma de las pensiones, y la pandemia del Covid que le sirvió de pretexto para abortar la reforma.

El paro está en el 7,2% , su nivel más bajo desde 2008. Macron suprimió el impuesto del patrimonio lo que le ha valido ser etiquetado como neo liberal o ultra liberal, que en francés es un insulto grave. Con todo, el gasto del Estado francés supone el 59% del PIB, el mayor de todos los países de la OCDE. El 'liberal' Macron ha hecho suyo el patriotismo económico de Colbert, reindustrializar a tope.

Eso sí, su arrogancia, tipo empollón de la clase que sabe más que tú de todas las cosas, no es un mito. El miércoles se hizo entrevistar a mediodía por los dos canales de mayor audiencia (TF1, privado y France 2, público). Frases lapidarias: "No tengo nada que lamentar, yo vivo de la voluntad y la tenacidad". "La formula mágica implícita en todos los que se oponen a esta reforma [de la jubilación] es el déficit". "¿Hago esta reforma por gusto? No, por interés general". "Si hay que asumir hoy la impopularidad, yo la asumo".

Retrato de Macron, en un montaje como si fuera un diablo, en una manifestación

Retrato de Macron, en un montaje como si fuera un diablo, en una manifestación Reuters Francia

A Macron le perseguían estas palabras, pronunciadas la víspera, delante de parlamentarios afines: "La muchedumbre carece de legitimidad frente al pueblo que expresa su soberanía a través de sus electos". En la entrevista a dúo, el jefe del Estado matizó que no se refería a los manifestantes convocados por los sindicatos sino a los violentos a los que comparó con los asaltantes del Capitolio tras la derrota de Trump.

Diez millones de franceses siguieron la entrevista. Pero Macron estuvo peor que nunca. Sólo el 23% le encontró "convincente", según un sondeo de Odoxa para 'Le Figaro'. Es la peor nota de todas sus intervenciones. Muy lejos del 65% que le halló "convincente" en su histórica declaración del "estamos en guerra" contra el Covid (marzo 2020) o del 40% de convencidos tras el estallido de los chalecos amarillos (diciembre de 2018). Esta vez sólo convenció a sus partidarios (74%).

Un 71% sacó la impresión de que Macron "no comprendía sus preocupaciones, un 70% de que "no medía bien la gravedad de la situación". A un 79% no les resultó "tranquilizador" lo que dijo el jefe del Estado y un 78% no le encontró ni "modesto" ni "humilde". Peor aún, un 67% opina que el movimiento de protesta debe continuar, +6 que hace una semana, +10 que hace 15 días.

Peor también es que el 91% creía "previsible" la violencia, el 83% esperaba que se agravase. Todo ello tenía "inquieto" al 72% de los encuestados. Sólo un 56% calificaba de "injustificable" la violencia de la que el 70% culpaba al gobierno. Para un 61% la protesta violenta es "la única forma de hacerse oír puesto que el gobierno no escucha las manifestaciones pacíficas."

Según el barómetro de Ifop para 'Journal du dimanche', sólo el 28% tiene una opinión positiva de Macron (-8 desde diciembre). No es la peor nota de un presidente: Mitterrand bajó al 26% en 1984 y al 22% en 1991; Chirac hasta el 27% en 1995 y 2006; Hollande, el predecesor de Macron estuvo en el 13% en 2014. Tampoco es el peor dato de Macron que cayó hasta el 21% durante la crisis de los chalecos amarillos, de noviembre de 2018 a marzo de 2019.

El mito de la jubilación a los 60

¿Si España , Italia y Alemania han aprobado aumentar la edad de la jubilación hasta los 67, por qué en Francia hay tanto lío para pasar de 62 a 64 años? Respuesta. Porque jubilarse a los 60 ya era considerada una conquista social del mismo nivel que las vacaciones pagadas, aprobadas por el Frente Popular en 1936.

En 2021, con motivo del 40 aniversario de la llegada al poder de Mitterrand, Ifop preguntó en una encuesta cuales eran las decisiones más importantes que tomó el primer presidente de izquierdas de la V República. La más valorada era la quinta semana de vacaciones pagadas. Le seguía la jubilación a los 60. En tercer lugar, la abolición de la pena de muerte.

Los manifestantes se quejan de que irán del trabajo a la tumba

Los manifestantes se quejan de que irán del trabajo a la tumba Reuters

"Hace ya 40 años, esto es dos generaciones, que los franceses viven con la idea de que dejarán de trabajar a los 60. El imaginario colectivo ha tenido tiempo de impregnarse de esta idea. Además la jubilación está considerada como un derecho sagrado. Por otra parte, muchos jubilados gozan de un nivel de vida superior al de los activos (los jubilados franceses suponen la mitad de las compras de coches nuevos)" explicaba Jérôme Fourquet, director de Ifop, en 'Le Figaro'.

Aunque la edad de la jubilación ya subió a los 62 en tiempos de Nicolas Sarkozy, Marine Le Pen defendía hasta hace poco la jubilación a los 60. Ahora asume dejarla en 62. Igual que la izquierda. "Los franceses tienen la sensación de que el paréntesis encantado de los 60 años está a punto de cerrarse para siempre" remacha Fourquet.

Los sindicatos y sus míticos días de lucha


"Un desprecio de mil pares a millones de personas que se manifiestan" fue la reacción a las palabras de Philippe Martinez, lider del otrora sindicato comunista, CGT. Martínez nació cerca de París en 1961, hijo de un emigrante español que luchó en las Brigadas Internacionales y de una santanderina que trabajaba en París como mujer de la limpieza. Obrero en Renault.

La CGT dejó hace unos años de ser el primer sindicato de Francia, superado en las urnas por el moderado, dirigido por Laurent Berger, al que muchos quisieran ver de candidato común de la izquierda en las presidenciales de 2027. Suya es la estrategia de las jornadas de lucha, días de grandes manifestaciones apoyadas por paros puntuales de los transportes públicos. Al contrario de lo que dicen los titulares del Telediario español, en Francia no ha habido ninguna huelga general. De esta forma se ha evitado el desgaste que supuso la huelga del transporte contra la reforma de la pensiones en la primera legislatura de Macron. Esto ha permitido, además, conservar el apoyo de la opinión pública a la protesta, que no ha bajado nunca del 65%.

Un manifestante, con una máscara que representa al presidente francés Emmanuel Macron, asiste a una manifestación durante el noveno día de huelgas y protestas nacionales contra la reforma de las pensiones del gobierno francés, en Niza

Un manifestante, con una máscara que representa al presidente francés Emmanuel Macron, asiste a una manifestación durante el noveno día de huelgas y protestas nacionales contra la reforma de las pensiones del gobierno francés, en Niza Reuters

Sólo los basureros de París, han hecho una huelga clásica, total y de seguido. Los paros del metro de París, el ferrocarril, los controladores, la enseñanza han sido puntuales. En algunos casos a relevos. Todos son trabajadores del sector público donde la CGT de Martinez conserva el liderazgo. No por casualidad. Son los grandes perdedores ya que la reforma acaba con los regímenes especiales que les permiten jubilarse antes y sobre todo que el cálculo de la pensión se haga sobre los seis últimos meses de vida laboral y no sobre los 25 mejores años de carrera. Esta parte de la reforma de Macron sí que era aprobada por la opinión pública.

Contra todo pronóstico, la unidad sindical se ha mantenido sin fisuras, a lo largo de nueve jornadas de lucha. La última el pasado jueves renuió a 3,5 millones de manifestantes (según ls CGT) que Interior rebaja a poco más de un millón. La participación estaba en declive pero, tras sumarse muchos estudiantes, recuperó sus mejores cifras. La siguiente cita, mañana martes. Esto es novedad. Normalmente las protestas sindicales acababan cuando concluía el trámite parlamentario.

La calle es de los míticos Blacks Bloc

El jueves hubo en París 903 incendios provocados. Ardieron montones de basura sin recoger, papeleras, mobiliario urbano y, al menos dos kioscos de prensa. El ministro del Interior, Gérald Darmanin, acusó "a los borrokas de querer matar a policías" y de "gamberrismo a la ultra izquierda". Según la policía en la capital actuaron 1.500 black bloc. Sorprende que las fuerzas de seguridad no logren desmantelar algo tan organizado.

Yo he visto en acción a estos brutos de extrema izquierda. Convocados por redes sociales, llegan en pequeños grupos, se infiltran en los cortejos de las manifestaciones hasta formar un bloque y arrasar con lo que pillan. Llevan capucha, se embozan con pañuelos y siempre actúan con guantes. Visten de negro. Arrojan a la policía bolas de petanca, martillos. Bancos y establecimientos de comida rápida son objetivos habituales.

Noveno día de protestas en Francia contra la reforma de las pensiones

Noveno día de protestas en Francia contra la reforma de las pensiones Reuters Francia

Normalmente, los servicios de orden de los sindicatos frenan o desvían las manifestaciones para evitar que la violencia se contagie. La policía ha creado Brigadas de Represión de la Acción Violenta para afrontarlos. Una veintena de motos Yamaha Tracer de 900 cm3, dos agentes por moto: el que va de paquete con el fusil de balas de goma o la porra. Los bomberos tienen también equipos móviles para llegar en moto a los incendios. Fuerzas de seguridad, black bloc y fotógrafos de prensa van casi siempre con casco.

El jueves hubo en toda Francia 441 policías y gendarmes heridos y 457 detenidos. No toda la violencia es imputable a los ultraizquierdistas. En Burdeos, quemaron el portón del ayuntamiento, cuyo alcalde es un ecologista. En Lorient ardieron la subdelegación del gobierno y una comisaría. En la plaza de la Concordia de París, donde funcionó la guilllotina en tiempos de la Revolución se coreaba "Luis XVI, Luis XVI lo decapitamos; Macron, Macron podemos empezar otra vez".

Un parlamento inoperante: ¿mito o certeza?

En el régimen semipresidencial francés el Parlamento tiene un papel muy secundario con relación a los regímenes parlamentarios como el español. Catherine Fieschi, fundadora del think tank Counterpoint, sostiene que la naturaleza autocrática del Estado ayuda a comprender la insatisfacción de los franceses pese al buen nivel de vida. Y que no se puede describir cómo funciona el sistema político sin mencionar el casi irrelevante papel del Parlamento. Los tres poderes de Francia son la presidencia, la judicatura y la calle. Si el presidente decide hacer algo, sólo la calle puede pararle... parando el país a base de protestas y huelgas. La calle y el presidente raramente buscan el compromiso; uno gana y otro pierde.

El debate en la Asamblea Nacional fue calificado de "violento" por todos los medios franceses. Dos diputados de La Francia Insumisa fueron sancionados, otro fue llamado al orden tras calificar al ministro de Trabajo de "impostor" y "asesino". La jefa de este grupo de extrema izquierda comparó a Macron con Calígula.

El discurso de la primer ministro Borne al invocar el artículo 49.3 de la Constitución fue apenas audible entre el ruido de la bancada de extrema derecha, golpeando en lo pupitres y los cánticos de la extrema izquierda, que se desgañitaba con la "marsellesa". Los ujieres de la cámara baja arrebataban, por orden de la presidencia, los cartelones que enarbolaban los diputados insumisos.

El 49.3 no es un mito del poder

Macron no ha hecho aprobar su reforma de la jubilación por decreto, como algunas veces se ha traducido en España. Un decreto tiene que ser convalidado por el parlamento. El Gobierno francés presentó un proyecto de ley que fue debatido en comisión y en el pleno en la Asamblea Nacional. El gobierno empleó, eso si, un procedimiento que acorta el tiempo del debate notoriamente. Está recogido en el artículo 47, 1 de la Constitución. Es inusual pero constitucional, en principio.

Para poner de relieve que el Gobierno no quería debatir en serio, la izquierda presentó 17.800 enmiendas. Esto impidió debatir casi toda la ley y ésta pasó en su redacción original al Senado. En la cámara alta sí hubo debate, enmiendas y votación. A la carrera, eso sí. Pero sin incidencias graves. Una comisión paritaria de ambas cámaras consensuó un texto que fue votado y aprobado por el Senado.

Protestas contra la reforma de las pensiones en Francia

Protestas contra la reforma de las pensiones en Francia

LLegada la hora de la verdad, el ejecutivo hizo cuentas y, por miedo a perder, Macron decidió que su primera ministra invocara el artículo 49.3 de la Constitución de la V República que permite aprobar una ley salvo que una moción de censura triunfe. Es el último recurso que la Constitución gaullista concede al poder ejecutivo para hacer aprobar una ley que la cámara rechaza o retrasa. No es un mito, Es el arma atómica del Ejecutivo que permite vencer la reserva de sus propios parlamentarios evitando su voto. Gracias al 49.3, De Gaulle hizo aprobar la disuasión nuclear en 1960; François Mitterrand, la amnistía a los generales golpistas de Argel en 1982; o la ley Macron de 2015, un texto liberal en favor de la empresa cuando el actual presidente era ministro de Finanzas; Manuel Valls, primer ministro y François Hollande el inquilino del Elíseo.

El 49.3 dispone que el texto legal queda aprobado si una moción de censura no es presentada en 24 horas y votada en las siguientes 48 horas. El artículo ha sido invocado 100 veces, contando la última. Nunca ha triunfado una moción de censura. Esta vez se presentaron dos. La del RN de Le Pen sólo obtuvo 94 votos, los de su grupo y los de un puñado de diputados de la derecha clásica. La conjunta de la izquierda y un grupo de centristas independientes sumó además los de los partidarios de Le Pen y 19 diputados de la derecha (sobre 61). Total, 278 , nueve menos de los 287 requeridos.

El Constitucional y el nuevo mito, el RIP

Para que Macron pueda promulgar la ley sólo falta que el Tribunal Constitucional valide el texto, tarea para la que tiene un plazo de un mes. Está formado por nueve miembros que tienen un mandato improrrogable de 9 años. Se renueva por tercios cada tres años. El presidente de la República y los presidentes de las dos cámaras designan un nombre cada uno.

Además de la primera ministra, que ha pedido que el TC valide su texto, tres grupos parlamentarios han presentado recursos. La izquierda de la Asamblea pide "la censura total del texto" por tres razones: "insinceridad de la información transmitida por el Gobierno al Parlamento", y vicios formales del procedimiento tales como empleo de una ley rectificatoria de la financiación de la Seguridad Social y el uso el artículo 47,1 de la Constitución para acortar el debate. La moción del RN de Le Pen añade que el texto viola además un artículo de la Constitución que obliga a equilibrar las cuentas de la Seguridad Social. El recurso de la izquierda del Senado cuestiona la acumulación de procedimientos para abreviar el trámite parlamentario.

Macron y Borne

Macron y Borne Reuters

El gobierno "desconfía del Constitucional como de la peste" declaró un ministro a 'Le Parisien'. Entre otras razones porque la relación de su presidente, Laurent Fabius, con Macron es definida como "glacial". Una fuente del Elíseo decía al mismo periódico: "Si Fabius tiene ocasión de meterle un balazo a Macron entre ceja y ceja no dejará pasar la ocasión". Ambos coincidieron en la presidencia de Hollande y se llevan mal desde entonces.

En paralelo, el Constitucional deberá valorar la petición de un Referendum de Iniciativa Compartido (RIP en sus siglas francesas) solicitado por 250 diputados y senadores, principalmente de izquierdas. Sostienen que alargar la vida laboral "acentúa las desigualdades sociales" y "perjudica a los más vulnerables". Piden que se someta a referéndum que no se pueda extender la jubilación "más allá de 62 años". Si el Constitucional lo valida, los solicitantes tendrán nueve meses para recoger 4,78 millones de firmas.

Así que a este culebrón le faltan aún un par de capítulos. Y algunas jornadas de lucha más.