La escritora Anne Michaels: “Ser madre y escritora son dos trabajos a tiempo completo. Escribo en mitad de la noche”
- El abrazo es la tercera novela de la escritora y poetisa canadiense que encandila a la crítica y al público.
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La poetisa y escritora canadiense, Anne Michaels (Toronto, 1958), publica su tercera novela. El abrazo habla del amor, la pérdida y el recuerdo. La guerra y sus daños a lo largo de más de un siglo. Diez historias o 'piezas' independientes que se relacionan entre sí por alguna circunstancia, a veces es el descendiente de algún personaje anterior.
La primera novela, Piezas en fuga, es quizá la más conocida. Obtuvo numerosos premios y fue adaptada al cine. De ella dijo el crítico de arte John Berguer que era el libro más importante y bello que había leído en mucho tiempo y que conformaba un mundo en sí mismo. Esa mirada poética se encuentra en toda su obra, traducida a más de 45 idiomas.
De Anne Michaels poco se sabe. No le gusta hablar de su vida, no quiere que interfiera en la lectura de su obra. Es tutora de Escritura Creativa en la Universidad de Toronto. Tiene dos hijos y es la menor de un matrimonio formado por un polaco, Isaiah, y una madre canadiense, Rosalind.
Su padre llegó a Canadá poco antes de la Segunda Guerra Mundial. "Pero la historia de mi vida es la de todos -dice la escritora-. Es también la historia del mundo actual, de los migrantes; nunca ha habido tantos. El estado de desposesión es muy importante. Uno pertenece al lugar donde nace, o al lugar donde le entierran, o donde nacen sus hijos, donde se enamora, donde comete errores catastróficos… lo importante es dónde está su hogar".
Cada novela es una larga búsqueda (13 y 14 años las separan) que le lleva a la siguiente novela: "Llego a un punto en que entiendo que no puedo meter más cosas. Si lo hiciera desbarataría toda la estructura. Así que lo dejo para una nueva investigación, un nuevo libro", que ya ha empezado.
El abrazo es un intento de entender el mundo con todo su ser, no solo con el intelecto, y ponerlo en palabras. La obra es generosa en aforismos, en frases-versos como "el lujo de escuchar mientras tu piel oye". No solo con los oídos se oye, señala la escritora.
La novela es rica sobre todo en personajes femeninos. La conexión -también de ciertos hombres-, pero sobre todo de la mujer con las "fuerzas invisibles", con lo ancestral, infunde en ella una profunda calidez. Es un libro con preguntas que no tienen respuesta. Por ello es poético.
La escritora pasó por Madrid como una exhalación. Venía de Francia, camino a su Toronto natal. En la sede de Penguin Random House atiende con paciencia y amabilidad la sesión de entrevistas y, con más resignación, la de fotos. Llaman la atención sus botas moteras de cuero negro.
Piensa cada respuesta y suspira de vez en cuando. Quizá por el cansancio -escribe por la noche desde que sus hijos eran pequeños-, pero sobre todo por el trabajo que cuesta concretar pensamientos abstractos: "No se puede explicar algo abstracto con otra abstracción".
Su segundo libro La cripta de invierno (2009) se publicó 13 años después de la aclamada Piezas en fuga (1996). Debo hacerle una reverencia porque lo escribió de 1 a 5 de la madrugada, mientras sus hijos dormían.
[Se ríe] Ser madre requiere jornada completa. Ser escritora también. Tienes dos trabajos a jornada completa cada día. Era muy buena en cinco minutos aquí, diez allá, pero no hay nada como unas horas seguidas sin interrupciones. El único momento posible era en mitad de la noche.
Es agotador, no lo recomiendo, pero era la única manera de hacerlo. También ese libro trata temas complicados. Cualquier madre sabe que su hijo se va a percatar de sus pensamientos. De esa manera, si me adentraba en esas historias de horror, mis hijos no lo notarían. No tendrían acceso a esa oscuridad.
Escribió El abrazo en 2023, 14 años después de la anterior. ¿Cuándo empezó?
Empecé a pensar en este libro hace 20 años o más. He investigado muchísimo sobre la conciencia, la historia de la filosofía de la ciencia, la biología evolutiva, sobre muchos ámbitos, porque me interesan todas las disciplinas que tratan el momento presente. No es sólo lo que elegimos, sino todo lo que hay más allá de nuestras elecciones. No sólo hay revolución, sino evolución.
Quería escribir algo que incluyera todo lo que importa, pero diciendo lo menos posible. También quería que toda esta investigación fuera invisible, que estuviera debajo de la superficie, brillando desde abajo, como destilada. El motivo de hacerlo de esa manera es que nada se queda fuera porque sigue ahí en ausencia.
¿Por qué salta adelante y atrás en el tiempo en sus 'piezas'?
Es imposible resumir una vida. Siempre está más allá de sí misma, se derrama. Sus consecuencias continúan pasado el lapso de tiempo de esa vida. El amor continúa. Quería centrarme en esos momentos intensos cuando uno llega a comprender algo. A veces es un gesto, otras, silencio, otras una frase. Pero algo ocurre, aunque el otro personaje pueda no percatarse. Sucede y es real.
Esto se hilvana con mi concepción de la Historia en este libro. Estamos acostumbrados a hablar de la Historia en términos de acciones y acontecimientos, pero la Historia es también la vida interior, lo que creemos, a lo que aspiramos, lo que valoramos. Y esa vida interior es extremadamente importante. La Historia no son solo acontecimientos. Es duda, terror, error, duelo. La Historia es sobre lo que nos sucede a nosotros.
En varias de sus 'piezas' hay dos personas solitarias que se encuentran por casualidad. Enseguida saben que van a pasar el resto de sus vidas juntas y crean un mundo propio. Amor sin aristas, sin sombras. ¿Es un ideal?
Yo creo que sí hay sombras. Cuando John vuelve de la guerra, no sólo tiene el cuerpo herido sino también el alma. Ella nota cómo se aleja. No puede creer que el cuerpo de él no pueda amarla. Yo creo que el libro sí muestra esas aristas. Toda esta idea de la arista, de un límite, la misma palabra implica que hay algo más allá del límite.
Para todos mis libros he leído muchos relatos de testigos que habían ayudado a desconocidos durante la guerra. Les preguntan una y otra vez cómo pudieron arriesgar la vida por un desconocido. Cada vez contestan esencialmente '¿qué podía hacer?'.
La idea de lo que nos separa es también lo que nos une. Una y otra vez el libro dice -y esto es propio de una novela- que uno no está solo cuando se siente abandonado, porque todos conocemos ese sentimiento de soledad. Cuando la mirada del escritor se encuentra con la del lector hay una posibilidad de que algo se pueda arreglar, salvar, reparar, rescatar. Es un encuentro muy profundo. Puedes decir que es un ideal, a lo mejor, pero creo que también es real.
Usted escribe 'Él sentía una confianza inviolable' (hacia ella). ¿Puede existir el amor sin confianza?
[Se ríe y piensa] Sí, creo que sí. Es una pregunta demasiado amplia. Podríamos estar horas hablando de ello. Tú, ¿qué opinas? A lo mejor hay una diferencia entre dar amor y recibirlo.
Hay personas como el pintor que no son capaces de amar, están cerrados.
Absolutamente. Además, cuando le contesta a Helena que tiene un niño y una niña, ella le corrige no, tienes una hija y un hijo. Eso dice mucho de él. Pero ese encuentro habla, sobre todo, de ella, de su relación con la pintura y con la memoria de su marido. Algo le está ocurriendo.
En el libro trata muchos tipos de amor, de pareja, filial, la amistad. Pero con el amor viene la pérdida: "Quién puede decir qué ocurre cuando somos recordados" es la última frase/verso del libro.
Algo que he dicho en varias ocasiones es que no hay fantasmas del pasado ni del futuro. El fantasma es del presente. Sentimos (experimentamos) el fantasma en el presente. Y con la memoria sucede lo mismo. La memoria es siempre la colisión entre algo que ha pasado y quién eres en el presente. Tiene el poder de cambiarnos. Debe hacerlo.
[Suspira y piensa] No es algo pasivo. La nostalgia puede ser pasiva, pero los recuerdos (la memoria) son activos. Nos vinculan con algo más allá del soporte vital.
"Los muertos dejan señales en todas partes". ¿Son los muertos? ¿O es la pena, la autosugestión, la capacidad evocativa de sublimar algo que ya no existe?
Eso está en el corazón del libro. Puede ser una respuesta larga. El libro empieza en la I Guerra Mundial. Hay un propósito, hablar de las primeras décadas del siglo XX. En aquel momento, la Ciencia empezó a manipular el mundo invisible: los rayos X, el electrón, el átomo, la realidad cuántica…
Es entonces, cuando la Ciencia empieza a escribir una narrativa sobre el mundo invisible que desplaza la relación ancestral que teníamos con lo invisible, con lo que no podemos conocer.
Este libro quiere rebatir esa idea. Lo que no podemos conocer tiene valor y no deberíamos apartarlo. No porque algo no se pueda conocer significa que no sea real.
Tan real como lo que percibimos con nuestros sentidos es ese sentimiento de cuando tienes la sensación de saber algo o de cuando el recuerdo de alguien es tan próximo que lo sientes próximo. Nadie vivo puede penetrar el misterio de nuestra mortalidad. Tiene que haber una pregunta que sigamos preguntándonos. Porque no hay respuesta.
Vivimos en un mundo de imágenes y tecnología con un vocabulario cada vez más limitado. Sus escritos son un intento de ir a la esencia de las palabras, de expresar cosas invisibles, inconclusas.
Es lo que intento hacer y en este libro es muy importante. Por ejemplo, puedes escribir sobre el horror de la guerra con un lenguaje brutal, feo, pero eso para mí es una mentira, porque la palabra nunca puede igualar esa experiencia.
Es muy importante mantener al lector próximo a través del lenguaje. Nos animamos mutuamente a mirar hacia esos lugares que son tan difíciles de describir. No es solo el horror, también la intensidad de la belleza y del amor, igualmente difíciles de expresar.
Lo segundo es casi más difícil.
Sí, porque tenemos una forma abreviada para comprender al otro. El lenguaje se está utilizando para sugerir la ausencia. Además, no puedes expresar algo abstracto con otra abstracción. Debes expresarlo a través de cosas concretas, físicas. Siempre me centro en la fisicidad del momento, porque es una vía para expresar lo que no se puede decir.
"Sabemos que la vida tiene un final. ¿Por qué habríamos de creer que la muerte dura para siempre?". Es la primera frase de El abrazo. ¿Tiene respuesta?
El libro empieza y termina con una pregunta. Es una invitación al lector a considerar esta pregunta. Cada uno puede relacionarse a su manera con ella, con su propia mortalidad, con sus muertos, con las ausencias en su vida. Debe seguir siendo una pregunta. Una vez más, las cosas que no se pueden demostrar tienen un valor. Lo importante no es contestar a la pregunta sino crear un espacio para su esencia.