Sandra Tobar Cynthia de Benito

Reservar vacaciones a estas alturas del año es casi un acto que roza la locura. No porque haya muchos carteles de ‘lleno’, sino más bien porque a medida que nos acercamos a julio y agosto los precios se disparan aún más de lo que ya están. Eso hace que este verano sea el más caro de la historia, que muchas familias acorten sus viajes o que incluso los mileuristas decidan no viajar.

Y lo cierto es que los paquetes turísticos nacionales y los hoteles son los que más han subido. En el primero de los casos, en lo que va de año (hasta mayo) registran un aumento de precio del 5,1%. Pero más espectacular es la subida de un 19,5% comparado con el año anterior (cifra muy parecida a la de los paquetes internacionales), según los recientes datos publicados por el Instituto Nacional de Estadística (INE).

En cuanto a los hoteles, hostales, pensiones y servicios de alojamiento similares, sus tarifas son un 23,1% más altas en lo que va de año. Cifras que se traducen en un récord de precio de una noche de hotel en nuestro país o de ADR (facturación media diaria de los hoteles por cada habitación ocupada).

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¿De cuánto hablamos? De 104,9 euros. Se trata del dato del mes de abril (el más actualizado por el INE), lo que supone un aumento del 8,8% respecto al mismo mes de 2022 cuando costaba 96,3 euros la noche de hotel. 

La tarifa para una noche no asusta tanto como si la aplicamos a la estancia media del pasado año, que fue de entre tres y cuatro días de media en alojamientos hoteleros. Para ese periodo de tiempo, un hotel de media costará, como mínimo, entre 315 y 420 euros.

Si calculamos la estancia para una semana, el precio de partida es de 735 euros. Todo ello sin incluir los servicios propios de un establecimiento tales como el régimen (desayuno, media pensión o pensión completa) o cualquier otra actividad que se cobre aparte. 

Las tarifas varían en función de las categorías. Así, la facturación media es de 251,8 euros para los hoteles de cinco estrellas, de 108,3 euros para los de cuatro y de 81,7 euros para los de tres estrellas. El punto turístico cuyo precio es más alto es Marbella, con una facturación media diaria por habitación ocupada de 183,3 euros. 

Un turista pasea en solitario por una de las playas de Benidorm, el año pasado. EFE

El precio de abril supera a los 99,3 euros de media de marzo, lo que deja entrever que seguirá subiendo en los meses clave del verano (junio, julio y agosto). 

Algunos hoteles reflejan cifras más altas incluso gracias a que sus ocupaciones crecen. El vicepresidente y consejero delegado de Meliá Hotels International, Gabriel Escarrer, avanzó la semana pasada que las reservas para sus hoteles vacacionales para este verano están actualmente un 30% por encima del mismo periodo de 2019. 

En concreto, en el caso de Baleares la ocupación se ha elevado en 5 puntos porcentuales, con un incremento del 18% en las tarifas; en Canarias se ha incrementado en 3 puntos la ocupación, con un incremento del 28% en las tarifas; y en el caso de las costas, la ocupación de sus establecimientos se ha visto incrementada en 3 puntos porcentuales, mientras que la tarifa lo ha hecho un 34%. 

Todo ello teniendo en cuenta que están por encima del precio medio de los hoteles de la cadena en España que en el primer trimestre del año fue de 114,4 euros.

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Sin embargo, desde Destinia rebajan esas tarifas. “A día de hoy el precio medio en España, para este verano, está en una media de 58,75 euros por persona y noche, es decir, un 10% más (5,26 euros) respecto al verano pasado a estas alturas del año”, según explica Ricardo Fernández, director general de Destinia. En su caso, llevan un 14% más de reservas de las que llevábamos el año pasado a estas alturas.

Más relajados parecen los precios de los vuelos nacionales que reflejan una caída del 0,8% de su precio respecto a mayo de 2022 (aunque en lo que va de año suben un 3,1%). Para esta temporada de verano las aerolíneas ya anunciaron que la oferta de asientos será un 3% superior a la de 2019. Por su parte, volar al extranjero es más caro este año (+12,4%) que el año pasado. 

Pisos turísticos

Las subidas de precios se notarán también en los pisos turísticos. De media será entre un 6% y un 8% más caro reservar estos alojamientos. “En sitios con mucha demanda podrá ser algo mayor la subida”, advierte a este periódico Miguel Ángel Sotillos, presidente de Fevitur, que reúne al 60% de los más de 311.000 apartamentos y viviendas de uso turístico que existen en nuestro país.

Esos apartamentos suponen en total 1,5 millones de plazas, según el INE. La mayoría están, justamente, en los lugares en donde la demanda “ha tenido una subida muy alta” para este verano: Baleares, con más de 150.000 plazas; Comunidad Valenciana, con 257.000 plazas; la costa catalana, donde hay en total 253.000 plazas; o el litoral andaluz, donde la oferta la lidera Málaga, con 179.600 plazas.

Turistas en la playa de Benidorm, con el 'skyline' de la ciudad al fondo.

Los pisos turísticos se recuperan de la pandemia. Los precios han aumentado entre un 10% y un 15% desde 2019. No obstante, argumentan que no está tan claro que sus beneficios también tengan fuertes subidas, porque el aumento de costes puede lastrarles.

Así las cosas, las cuentas suben para los veraneantes. Pasar una semana en un apartamento en primera línea de playa superará este año los 1.000 euros de media, un 3,75% más que el año pasado. Desde 2020 se ha encarecido un 27%, según datos de Tecnitasa.

Las opciones en la costa española se mueven en una horquilla muy amplia, que va desde los 350 euros por semana a los 3.000. Quienes tengan bolsillos más holgados encontrarán las opciones más elevadas en algunos de los clásicos de nuestro país, como Puerto Banús, en Marbella. En el extremo contrario, se puede visitar Lugo, Murcia, Las Palmas y Tenerife: cuesta de media entre 350 euros y 570 euros a la semana.

Ocurre lo mismo si nos vamos a otro tipo de alojamientos. Por ejemplo, el precio de los camping sube un 4,2% y el de las casas rurales un 5,1%, según el INE.

Cesta de la compra y hostelería

En plenas vacaciones, la cesta de la compra también cobra su importancia. Durante el mes de mayo, los alimentos moderaron sus alzas hasta el 12%, lo que llevó a que el Índice de Precios de Consumo (IPC) se situara en el 3,2%. Aunque hablamos de moderación, un 12% sigue siendo una cifra muy alta. 

Tanto que productos típicos del verano se han disparado y más de uno se planteará tomarse una cerveza en un chiringuito de playa. De hecho, los datos de mayo (incluso los de abril) son sólo un anticipo de lo que nos espera este verano porque no parece que vayan a moderarse, lo que sumado al coste del alojamiento hace que la factura de las vacaciones aumente.

Heladería en una imagen de archivo.

En concreto, comerse un helado en mayo fue un 20,2% más caro que hace un año. Y la cerveza subió un 16,8%, los refrescos un 14,7% y el agua mineral un 11,7%. En este último caso es especialmente relevante su coste.

Los consumidores y negocios como la hostelería, especialmente los de las regiones que estén afectadas por la sequía, tendrán que pagar más por el agua embotellada que en 2022 (año en el que también hubo escasez de agua). También en muchas zonas de costa se vende mucha más agua porque la de grifo no siempre es recomendable. 

Y el verano adelantado que vivimos en abril también dejó cifras a tener en cuenta como el incremento de la demanda de la protección solar en un 49,1% y de la horchata en un 43,4%. Todo ello acompañado de sus correspondientes subidas de precios: un 13,4% y un 12,1% más, respectivamente, según datos de Nielsen IQ. 

La única gran excepción de cara al verano podría ser la ropa, que en lo que va de año cae un 2,4% su precio. Y, además, lo hace a las puertas de las rebajas. Algo que supone un alivio para el bolsillo del consumidor. 

Inflación

Esta situación hace que muchos españoles que cobran el Salario Mínimo Interprofesional (1.080 euros) o familias con salarios algo superiores tengan dificultades para viajar este verano.

De hecho, los salarios por convenio mantuvieron en mayo su tendencia alcista y cerraron el mes con una revalorización del 3,26%. Pero la subida de los precios en alimentación se ha comido esta revalorización de los sueldos. 

Varios turistas tomando algo en una terraza en primera línea de una playa alicantina, en imagen de archivo. EFE

Pero a pesar de los elevados precios, hay un gran número de españoles que quieren viajar. “Llevamos viendo una inflación muy creciente desde el segundo trimestre del año pasado y, sin embargo, el turismo no ha dejado de crecer. Hay que ser comedidos de cara al futuro, pero a corto plazo el sector no está viéndose impactado, en gran medida, por la inflación y el incremento de precios se está asumiendo sin caer la demanda”, señala a este medio el director general de Destinia.

Por su parte, Luis Gallego, consejero delegado de IAG, aseguró antes sus accionistas que cuentan con alrededor del 80% de los ingresos previstos para el segundo trimestre ya reservados. A pesar del entorno macroeconómico de incertidumbre, la gente quiere volar. “Estamos observando un volumen saludable de reservas, con la demanda de ocio especialmente firme”, señaló. 

No obstante, lo que ocurre en algunos casos es que recortamos días de vacaciones. “Una de las consecuencias que hemos notado es que el número medio de días de vacaciones ha pasado de cinco a cuatro”, señalan desde Destinia. 

Y como última opción, si un apartamento en primera línea de playa o unos días en un hotel se hacen excesivamente caros, siempre quedará la opción de volver a veranear en el pueblo.