Ocuri recóndita: la fabulosa ciudad romana de Cádiz que esconde incalculables tesoros
Este desconocido municipio íbero-romano alcanzó su cénit urbanístico a principios del siglo I d.C., como atestigua la monumentalidad de los restos conservados.
27 marzo, 2024 09:05A un kilómetro del casco histórico del municipio de Ubrique, sobre la cima del Salto de la Mora en pleno corazón del Parque Natural de la Sierra de Grazalema (Cádiz), se despliega la fabulosa ciudad íbero-romana de Ocuri, encontrada a finales del siglo XVIII. El rico hacendado e ilustrado ubriqueño Juan Vicente Vegazo adquirió en 1792 estos escarpados terrenos por 3.221 reales con un doble propósito: plantar viñedos y desenterrar antigüedades, buscando obsesivamente una ciudad romana que fuese comparable a Pompeya o a Herculano.
Alentado con los primeros hallazgos, excavó varias estructuras y dejó testimonio escrito: dos excelentes epígrafes consagrados por los decuriones de la Res Publica Ocuritanorum a los emperadores Antonino Pío y Cómodo. A comienzo del siglo XIX, el yacimiento ya era visitado por académicos, sacerdotes, eruditos y arquitectos de toda España, llegando noticias de la trascendencia de sus vestigios a la Real Academia de la Historia. Por ello, Vegazo ha sido considerado, sin discusión, el pionero de la arqueología de campo en Andalucía.
Desafiando al cielo y guarecida por recias murallas, este municipio prerromano y romano alcanzó su cénit urbanístico a principios del siglo I d.C., como atestigua la monumentalidad de los restos conservados. La arqueóloga y coordinadora del yacimiento María Isabel Campos explica que, si bien las recientes investigaciones han logrado fijar sus orígenes alrededor del siglo VI a. C., la mayor parte de las ruinas datan de época romana con una etapa de esplendor económico y cultural en torno al siglo II d.C. En época alto imperial, la ciudad de Ocuri debió estar integrada en el conventus iuridicus gaditanus, organismo administrativo de la provincia imperial de la Bética.
Extramuros, como dictaban las leyes sanitarias romanas, emergen la necrópolis y el suntuoso mausoleo-columbario conocido como la Mezquita o la Mazmorra. En su interior se alojan pequeños nichos (loculi) donde los ocuritanos depositaban las urnas cinerarias de los difuntos y las ofrendas de sus familiares bajo la mirada insondable de esculturas de divinidades en hornacinas de arco rebajado. Es una estructura de planta rectangular que mide 12.7 metros por 8 metros de lado y unos 5 metros de altura.
Está construido de hormigón mezclado con piedras (opus incertum) y revestida exteriormente con sillares de piedra caliza de la zona. La cámara o cripta está cubierta por una bóveda de medio cañón. En la planta superior parece que hubo un altar al aire libre para celebrar ritos funerarios. Fechada entre los siglos I y II d. C. pudo pertenecer a una potentada familia ocuritana o quizá a un collegium funeraticium (sociedad funeraria).
Cerca de este inframundo de los muertos, asoma la cresta de la colina con la imponente muralla ciclópea de origen ibérico, modificada en varias ocasiones y en la que se conservan lienzos hechos "a hueso" (sin mortero) y otros con sillares moldurados y almohadillados de arenisca, que podrían ser de época cartaginesa. Debió tener una anchura de dos metros, con bloques de gran tamaño insertados de manera anárquica. Tiene una longitud conservada de unos 20 metros y una altura de 3,65 metros. En el siglo I o II d.C. se reformó la entrada para dotarla de un carácter monumental.
Dentro se perciben diferentes vestigios edilicios dispuestos en recintos aterrazados: construcciones hidráulicas como cisternas de gran capacidad de embalse revestida con argamasa (opus signinum) del que parte un canal de desagüe (specus), conducciones y acueducto, foro con sección de sus tabernae, cimentación de viviendas, edificios públicos y, en la acrópolis, unas majestuosas termas públicas con un gran aljibe en forma de L que pudo ser la natatio.
El yacimiento arqueológico de Ocuri está por desenterrar ya que se ha excavado sólo un 5%. Siguen apareciendo materiales constructivos y fragmentos de cerámica íbera, terra sigillata, monedas de Carteia (San Roque) y Acinipo (Ronda), tegulae, ladrillos, huellas de mosaicos, trozos mármol de columnas, fustes, capiteles, basas, vidrios, escorias y el pedestal de la sacerdotisa augustal Postumia Honorata, hija de Cayo Postumio Optato. Demostración incontrovertible de que se trataba de un enclave estratégico en el comercio con el Estrecho de Gibraltar y con el Norte de África, Ocuri disfrutó de la prerrogativa de acuñar moneda propia con la leyenda Oqvr.
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Protección de la ciudad
Tras un prolongado periodo de letargo, será a partir de 1970 cuando el maestro local Manuel Cabello Janeiro promueva intervenciones y catas arqueológicas aleatorias que fueron reconocidas con los premios "Misión Rescate", un programa de Radio Nacional de España que buscaba inculcar la arqueología entre los escolares. En 1996, la arqueóloga Natalia Cabello Izquierdo desarrollará trabajos de desbroce, dando relevancia al yacimiento.
A finales de los años 90 y principios del 2000 bajo diferentes actuaciones, el arqueólogo Luis Guerrero Misa estuvo al frente de las excavaciones de urgencia y saneamiento. Desde el año 2015, el ayuntamiento de Ubrique gestiona Ocuri, consiguiendo en estos últimos años que el conjunto arqueológico obtenga el certificado con la Q de calidad turística, (siendo en 2018 el primero en obtener dicha certificación), consecuencia de la excelencia en su gestión y conservación.
El 28 de marzo de 2023, la Junta de Andalucía lo declaró Bien de Interés Cultural (BIC), máxima figura jurídica de protección del patrimonio. El 1 de noviembre de 2023 tuvo lugar un hallazgo excepcional para la historia de Ubrique y de la romanización de la provincia de Cádiz: la copia del manuscrito de Juan Vicente Vegazo encontrada por la familia Cabello Izquierdo, un documento que proporciona información de cómo era esta ciudad romana entre 1792 y 1798.
Finalmente, en las últimas semanas de 2024, el alcalde de Ubrique José Mario Casillas Ardila ha suscrito un convenio de colaboración con el rector de la Universidad de Granada, Pedro Mercado, en el que se comprometen a ejecutar proyectos de investigación, prospección por georradar y cata incluyendo la excavación de Ocuri, el análisis de las evidencias histórico-arqueológicas, la difusión científica de los resultados obtenidos y la confección de actuaciones que velen por el mantenimiento de este valioso patrimonio arqueológico.