Qué será de Podemos tras el cese de Irene Montero: "Si PSOE y Sumar buscan guerra, saben que nos va"
El partido de Ione Belarra guarda un silencio táctico. Convertido en menos de un 10% de lo que fue, se mantiene a la espera del momento de hacer valer sus cinco escaños: "Sin Irene en Igualdad, Podemos no está en el Gobierno".
16 octubre, 2023 04:34"Nosotras ya hemos dicho lo que queremos... el PSOE y Sumar ya tienen nuestro documento de medidas". ¿Y lo de Irene Montero imprescindible al frente de Igualdad? No se ha escrito de otra cosa... "Eso es cosa vuestra, de los medios. Pero sí, es así. Si Irene no está en el Gobierno, no está Podemos".
La conversación sigue, claro, con la pregunta evidente. ¿Sin Irene, votáis no a la investidura? Pero la respuesta viene con una larga cambiada... No será el partido de Ione Belarra el que haga caer a Pedro Sánchez. No, de momento.
La estrategia marcada por el secretariado de Podemos indica que antes hay que esperar y ver qué hacen los independentistas catalanes. "Ventajas de ser tan pequeñitos", explica una persona del entorno de la secretaria general morada. "Después de que acuerden con Carles Puigdemont y Oriol Junqueras, puedes estar seguro de que haremos valer nuestros cinco escaños".
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Porque si algo saben los morados es hacer de la necesidad virtud, exprimir las situaciones, verle las ventajas tácticas a cualquier eventualidad y crear necesidades en el contrincante. Y estados de ansiedad. Porque lo de que sin Irene dentro, Podemos no está en el Gobierno no es una frase que le hayan contado nada más que al periodista: antes llegó al despacho de Yolanda Díaz. Y al del presidente que quiere seguirlo siendo, claro.
Además, Podemos sabe cómo operará su marginación y ninguneo, en una pinza armada entre Moncloa y Díaz. "Tenemos experiencia con Sánchez, en la legislatura pasada", explica otra fuente de la dirección del partido, "juega a dejar los temas pudrirse y a que, llegado el deadline [la fecha límite], no te quede más remedio que tragar". Por eso, saben que serán los últimos a los que se les dé audiencia para marcar la posición de Sumar —"si es que algún día nos la dan"— en la negociación con el PSOE.
De ahí, el silencio actual de Podemos, sólo roto para temas que animan a sus bases: "El Gobierno de España debe llevar a Benjamin Netanyahu a la Corte Penal Internacional por crímenes de guerra", por ejemplo, o "en el 12 de octubre se celebra un genocidio en América".
Todo está inventado
Una de las consecuencias del Gobierno de coalición que acordaron Sánchez e Iglesias era la escenificación. La política es un juego de relatos en el que el tablero lo elige quien crea el marco discursivo, y si algo era Iglesias es un gran comunicador. Y lo sigue siendo: ya no es nadie y sigue creando polémicas cuando le conviene.
Se escenificaban acuerdos y desacuerdos. Los primeros podían ser falsos, pura conveniencia; y los segundos, inexistentes, simple necesidad. Conveniencia para calmar tensiones o evitar perdedores; necesidad de tragar un sapo sin reconocerlo en público o de que las bases tragaran.
Todo tiene una causa y una consecuencia.
La causa, claro, lo explicaba todo de inicio: Pedro Sánchez no se fiaba nada de Pablo Iglesias, ni en lo personal ni en lo político. Y mucho menos aún de que se fuera a callar sus opiniones. De modo que le dijo sí a la coalición y le dio el abrazo, pero le vetó a él y a todos sus confluyentes en cualquier Ministerio de Estado. Así lo llamaron, en realidad querían decir "ministerios políticos".
La segunda, buscada por los dos —PSOE y Unidas Podemos—, fue no pisarse demasiado la manguera entre bomberos para, en ese proceso, sobrevivir ambos a un matrimonio de conveniencia entre antagonistas... y ver qué pasaba después. Y como Podemos era lo que es, un partido maximalista e impugnatorio, el PSOE le permitió aplicar la premisa inicial: escenifica lo que quieras, que yo no te haré ningún caso.
Así lo explicaba alguien que entonces trabajaba en el círculo del presidente: "De lo que se trata es de dejarles hablar, que expongan sus exigencias y una vez que los medios hacéis los titulares más salvajes, lo que diga el PSOE se digerirá mejor".
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Esto se aplicaba cuando había que dejar morir un asunto —como la reforma de la llamada ley mordaza— o cuando había que rebajarlo —por ejemplo, la de Vivienda—. También cabía que Moncloa tirara de esta táctica para legitimar revoluciones internas —la llamada ley Trans trataba de matar al feminismo clásico del PSOE— o para culpar de un mal al socio minoritario —sin ir más lejos, la ley del sólo sí es sí—.
Todos esos asuntos están, de un modo u otro, en el citado documento Propuestas de Podemos para un segundo Gobierno de coalición valiente y estable, elaborado y entregado al PSOE y a Sumar a inicios de septiembre [consulte el documento en PDF].
Y Podemos, ahora qué
Pero toda cara A tiene su cara B, explica otra fuente de Podemos. Y así, aunque la pinza con Yolanda Díaz surtiera efecto y los morados se hayan convertido en menos del 10% de lo que fueron (hoy tienen cinco diputados, frente a los 71 que llegaron a sumar en el mejor momento de las confluencias, de los cuales más de 50 eran podemitas), la formación que hoy dirige Ione Belarra sigue siendo maximalista e impugnatoria.
Igual de maximalista e impugnatoria pero, además, sin el incentivo de portarse bien, sin el acuerdo del abrazo, sin las prebendas del poder. Y como todo ser vivo, con un instinto esencial de supervivencia: "Ellos y ella saben que nos va la marcha, que si hay guerra la sabemos hacer", advierte una alta dirigente morada. "No nos quieren necesitar, pero nos necesitan", añade un miembro del secretariado, "y si algo sabemos hacer es capitalizar nuestra fuerza".
Capitalizar... curioso verbo en boca de un izquierdista radical.
Pero eso es lo que hará Podemos cuando Sánchez monte su nuevo Consejo de Ministros, marginando al partido. Agarrándose, además, a los antecedentes. ¿Cuando los morados mandaban había autonomía de voto dentro del Grupo Confederal en el Congreso? La había, y ahora los cinco diputados con los que cuenta Belarra se la tomarán.
"Mientras nosotros liderábamos, había reuniones semanales para coordinar mensajes, propuestas y decisiones... eso desapareció cuando Yolanda tomó el mando", recuerdan varios dirigentes de Podemos. "De ahí viene el carajal que fue Unidas Podemos al final de la legislatura y el lío infinito que es ahora Sumar". Y Podemos se aprovechará de esto, haciendo valer sus cinco votos, sin los cuales no sale ninguna ley adelante.
¿Cuando los morados mandaban había cuotas para cada confluencia? Las había, para la tribuna del Congreso, para las comisiones, para las portavocías... hasta en el Consejo de Ministros. "Pablo se jugó la coalición cuando Alberto Garzón exigió tener una cartera a última hora", rememora esta misma fuente. "Pero para que todos estuviesen cómodos se asignaron ministerios a Galicia en Común, a IU, a los Comunes..." Y Podemos se aprovechará ahora de esto, porque sabe que no tendrá cuota en Moncloa.
Que Díaz esté apostando por Nacho Álvarez "no cuenta", porque él "traicionó" al partido, aceptando ser el portavoz económico de Sumar sin siquiera avisar: "Los ministros de Podemos los elige Podemos, no Yolanda". Es decir, como pasó en la pasada legislatura. Y Podemos se aprovechará ahora de esto, para ejercer de oposición interna.
Entonces, "¿qué va a ser de nosotros? Pues mira, iba a ganar Feijóo, e íbamos a volver a las calles... total, no es muy distinto de lo que nos toca ahora", concluye un portavoz oficial, muy cercano a Belarra.