Los peores 45 minutos de Henar, la directora de la cárcel de León retenida por 40 presos
"Tuvimos suerte. Pensábamos que de allí no salíamos", explica a EL ESPAÑOL una de las víctimas del motín del martes.
4 mayo, 2023 02:42"Nos rodearon desde atrás para no dejarnos salir. Tuvimos suerte de que se resolviera. Se vivieron momentos gravísimos. Es una de las situaciones más peligrosas que he vivido en este trabajo". Quién habla es una de las víctimas del motín perpetrado este martes en la cárcel de León.
Eran las 8 de la mañana del martes cuando un preso de 38 años aparecía sin vida en el interior de su celda en el módulo 10 de la cárcel de Mansilla de las Mulas. Estaba solo en su habitáculo. No presentaba signos de violencia. Todavía no se le ha realizado la autopsia, así que no se ha determinado la causa de la muerte.
Sin embargo, su fallecimiento desencadenó uno de los episodios más graves de los últimos tiempos en las prisiones de toda España.
Tal y como revelan fuentes presenciales a EL ESPAÑOL, la directora de la cárcel, la psicóloga Henar García, vivió un motín y un amago de secuestro cuando ella y su equipo intentaban apaciguar los ánimos en el módulo en que se encontró al fallecido. Unos 40 reclusos le cerraron el paso. Seis eran los cabecillas.
"Se vivieron momentos muy tensos". Uno de los presentes prefiere no revelar su identidad por temor a represalias, pero ofrece a este periódico su relato. "Llegó un momento que pensamos que no salíamos de allí". Algunos de los funcionarios que fueron retenidos durante aproximadamente 45 minutos no pegaron ojo en toda la noche. No se quitan de la cabeza la idea de lo que había sucedido, y tampoco que podría haber sido peor.
Las víctimas de este ataque fueron ocho personas: tres funcionarios (uno de ellos, una joven en prácticas), la directora, el administrador, el subdirector de seguridad y dos jefes de servicio.
Todo estalló a raíz del hallazgo del fallecido en su celda. El nerviosismo entre los reclusos fue en aumento. Acudieron la directora y su equipo al módulo, y fueron recibidos con protestas. Les responsabilizaban de la muerte del preso por una supuesta desatención médica.
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Varios de los internos comenzaron a romper el mobiliario. Pocos minutos después tiraron sillas al suelo y las colocaron ante la entrada del módulo, levantando una barricada, para que nadie pudiera entrar ni salir. Cuando los trabajadores de la cárcel y su directora intentaron huir les cerraron el paso. "De aquí no se va nadie", les dijeron. Fuentes presenciales definen el episodio como "una emboscada".
La negociación
Fueron 45 minutos interminables. Los peores que han vivido en su trabajo. La directora y los otros siete trabajadores de Mansilla de las Mulas empezaron a escuchar las amenazas que les dirigían los presos.
Intentaron tranquilizarles, les preguntaban qué podían hacer por ellos. Uno de los cabecillas les lanzó una silla. A otro de los trabajadores le asestaron un fuerte puñetazo. Luego tuvo que ser trasladado al hospital.
Otro de los instigadores del motín sacó un "pincho", una especie de cuchillo de fabricación casera, y amenazó con rajar a los presentes. "Se vivieron momentos gravísimos. Pensamos que podía desembocar en un secuestro", relatan las fuentes.
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La directora planteó un diálogo. Les escuchó pedir "más consultas médicas, más tratamiento para los internos". Después de casi una hora de retención, y tras las promesas de que se intentaría solucionar el problema sanitario y que no habría represalias con los instigadores del motín, los internos depusieron su actitud.
Tras estos compromisos, los miembros de la dirección y trabajadores de la cárcel pudieron abandonar el módulo. "La directora pactó con ellos que se mejorarían las condiciones sanitarias. Tuvimos suerte la verdad", insisten las fuentes.
El miércoles, la dirección de la prisión trasladó a uno de los amotinados a otro centro. El resto de los cabecillas han sido internados en el módulo de aislamiento.
Falta de médicos
En los últimos años, como ha venido denunciando este periódico, ser médico o enfermero en las cárceles españolas se ha convertido en un problema que no parece estar cerca de resolverse. Los hechos vividos en León no son aislados. Se suman a la interminable lista de agresiones en las prisiones de todo el país.
La Asociación Profesional de Funcionarios de Prisiones (APFP) ha vuelto a denunciar "la falta de personal (sobre todo médico), la falta de medios y la no consideración de los funcionarios de prisiones como agentes de la autoridad".
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Desde APFP reclaman una mayor contundencia en el castigo a los protagonistas e instigadores de "sucesos tan graves" como el de este martes."El buenismo bobalicón en que estamos instalados hace que se restrinjan, hasta el absurdo, los medios coercitivos previstos en el reglamento".
También el sindicato Tu Abandono Me Puede Matar (TAMPM) denuncia esta misma deficiencia del sistema penitenciario según la cual agredir a un trabajador público le sale barato a los reclusos.
Desde el año 2003 existe una ley que obliga a la Administración a transferir, en el plazo de año y medio, la sanidad penitenciaria a las comunidades autónomas. Desde TAMPM denuncian que la solución de Instituciones Penitenciarias pasa por "poner parches": "Se convocan oposiciones que quedan desiertas. Debido al sueldo exiguo de los profesionales, en algunas prisiones se contratan a empresas que proporcionan médicos, con un coste de 1.000 euros por guardias en las que un médico de la institución cobra 150 euros. Es por supuesto legal, pero éticamente reprobable".
Todo ello "impide un correcto tratamiento, de los internos", sostienen, "agravándose en caso de patologías psiquiátricas" dada la "práctica inexistencia" de estos profesionales. Hace dos años, EL ESPAÑOL puso el ejemplo de la "situación límite" del Psiquiátrico Penitenciario de Alicante, con tan solo dos psiquiatras para atender a 300 reclusos. Hay prisiones con un médico para 200 presos.
El episodio que se ha vivido en Mansilla de las Mulas se resolvió por suerte con sólo un funcionario herido. Una de las víctimas suspira aliviado de que no hubiera pasado nada peor: "Las pasamos moradas, no se lo deseo a nadie, la verdad".