Cuando hablamos de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) estamos dibujando las líneas maestras de un futuro más justo, inclusivo y viable. Pero los ODS corren el riesgo de ser tres letras irrelevantes si no consiguen prender la chispa de la revolución sostenible.
Y el reto es mayúsculo si queremos cumplir con las metas del Acuerdo de París. En juego está brindar a nuestros hijos un mundo con las mismas oportunidades que han tenido las generaciones anteriores.
Es el gran desafío de nuestra generación, y si algo está claro es que, ahora más que nunca, hay que aplicar la máxima del think global, act local [piensa global, actúa local] y arrimar el hombro, con las instituciones públicas y privadas colaborando mano a mano.
Pero ¿por qué ahora? ¿Qué es lo que ha cambiado en los últimos años? ¿Acaso hace una década no nos encontrábamos ya ante el reto de evitar la deforestación, el deshielo, la pobreza, el hambre o la desigualdad entre géneros y clases?
A medida que hemos empezado a sentir de una forma más evidente los efectos de nuestra propia huella, hemos tomado conciencia de que algo tiene que cambiar. Y tiene que ser ya.
La revolución sostenible ya está en marcha y nadie puede ser ajeno a ella. Los jóvenes, que además se han postulado como motor del cambio, exigen que se den pasos certeros y realistas hacia estos objetivos.
Esta exigencia a las principales instituciones y corporaciones es el primer paso –al que deben seguir otros muchos–, para encarar un futuro más justo, diverso y ponderado. Los clientes eligen la sostenibilidad como hace años lo hicieron con la digitalización hasta convertirla en un imprescindible para cualquier empresa.
Quien no sepa leer esta nueva realidad, quien no adapte su modelo de negocio a una transformación sostenible, se quedará en el camino. Y en esta transición hacia una economía más respetuosa con el entorno, los bancos tenemos mucho que decir.
Los ODS corren el riesgo de ser tres letras irrelevantes si no consiguen prender la chispa de la revolución
Hay una frase del físico William Thomson Kelvin que suelo repetir a menudo en los distintos proyectos en los que trabajamos: "Lo que no se mide no se puede mejorar y lo que no se mejora, se degrada siempre".
De ahí la importancia de que las entidades financieras tengamos unas reglas claras e indicadores de medición de emisiones de carbono –homogéneos en todos los países–, con el fin de construir un sistema mundial net zero, y cumplir con el Acuerdo de París.
Para ello, se necesita una mayor coordinación entre reguladores, gobiernos y bancos centrales. Pero también más claridad sobre las reformas a implementar: se necesitan políticas de fijación de precios del carbono, políticas específicas para poner fin a los subsidios de los combustibles fósiles, y una reforma integral de las regulaciones financieras para apoyar esta transición a emisiones cero.
Y ahora, déjenme poner el foco en el act local. Hace casi cinco años, en Openbank, el banco 100% digital de Grupo Santander, del que tengo el orgullo de ser directora general, tuvimos la oportunidad de reinventarnos, recoger nuestra herencia y el aprendizaje de más de dos décadas de operativa y empezar casi de cero.
En 2017, llevamos a cabo un profundo relanzamiento que incluía una nueva gama de productos y servicios replanteados a partir de ese foco sostenible, como nuestro Roboadvisor, que prioriza la inversión con criterios sostenibles –y rentables–, o nuestras tarjetas de plástico 100% reciclado.
En Openbank queremos construir el banco del futuro, comprometido con sus clientes y con el planeta
Pero también tuvimos la oportunidad de redefinir la manera en la que trabajamos. Por ello, queremos construir el banco del futuro, comprometido con sus clientes y con el planeta. En el que prima la meritocracia por encima de cualquier cuestión de género, clase o raza. Un banco reflejo de la sociedad que nos gustaría ser.
Estos son algunos ejemplos de nuestro día a día y del compromiso con la sociedad y el mundo al que aspiramos. Abrazar la sostenibilidad ya no es una opción, como tampoco lo es adoptar la digitalización si se quiere mirar al futuro con garantías.
En este viaje, las empresas tenemos que ser actor principal. Alentar el cambio de hábitos de nuestros clientes y empleados y asumir estos objetivos en todo lo que hacemos, sea cual sea nuestro sector. Si lo conseguimos, habremos puesto nuestro granito de arena a una revolución sostenible que ya es imparable.
***Patricia Benito es directora general de Openbank.