Ni jugar a las palas ni escuchar música a todo volumen: esto es lo que no podrá hacer en la playa este verano
Cada ayuntamiento pone una normativa diferente para convivencia pacífica entre bañistas y que se pueda disfrutar de forma segura.
31 julio, 2024 02:00Hace una década, Dani Rovira contaba en uno de sus monólogos más famosos un día de agosto cualquiera de playa en Málaga. Familia, sombrillas, una nevera con tápers, colchonetas hinchables, una radio y juegos para todos, desde palas a pelota y o una red de voleibol. Y si la hubiera tenido en aquella época, Rovira probablemente hubiera llevado también a su mascota. Hoy, sin embargo, no podría llevar muchos de esos objetos, pues, probablemente, alguna que otra normativa lo prohíbe.
Las directrices que marcan los ayuntamientos buscan la convivencia entre los bañistas, especialmente en la época de verano, cuando las playas se llenan. La base de estas reglas es, en principio, que todo el mundo pueda disfrutar de la playa. Por ejemplo, recientemente se ha consultado a los vecinos de A Coruña ideas y sugerencias para redactar su reglamento municipal y se han recibido cientos de propuestas.
La más repetida hace referencia a los altavoces y dispositivos de música que se ponen a todo volumen con música. Por ejemplo, la radio de la que habla Rovira en su monólogo, con pincho para que no se llene de arena, no estaría permitida en las playas coruñesas.
En el caso de A Coruña, otro de los aspectos más mencionado fueron los perros: que al menos se permitiera su acceso por la noche y en momentos de menos afluencia. Aunque otras muchas personas pedían que se mantuviera la prohibición, como en la mayoría del país, que por norma, mientras no se indique lo contrario, el acceso de canes está prohibido.
Las normativas de los diferentes consistorios de España se han adaptado al aluvión de visitantes a las playas. Por ejemplo, Málaga ha prohibido jugar a las palas en sus arenales, a no ser que sea en los espacios habilitados específicamente para ello. La multa en la capital de la Costa del Sol puede ascender hasta 3.000 euros.
Otras normas ya atienden puramente a la masificación. Por ejemplo, esos bañistas madrugadores que van por la mañana temprano, preparan su sitio, con toalla y sombrilla, y vuelven a casa a desayunar. Si lo hicieran en Tarifa (Cádiz), al volver, se podrían encontrar que un policía ha retirado sus pertenencias y, en su lugar, encontrarse una multa de 750 euros.
Otra normativa —un tanto controvertida, según para quien— ha sido la de prohibir fumar. Como en otros espacios, en España se pueden encontrar 700 playas libres de humos. Aunque, eso sí, apenas se pone en práctica: la organización Nofumadores.org asegura que a pesar del aumento del número de arenales sin tabaco, la medida "es simplemente cosmética" al no multarse las infracciones.
Normativa por seguridad
Uno de los problemas para el cumplimiento de las normas es que falta homologación. Por ejemplo, en el caso del tabaco, hay 3.500 playas en todo el país y solo está prohibido en 700. Es decir, no todo el mundo sabe dónde sí puede fumar y dónde no. Aunque, en cualquier caso, el desconocimiento de la norma no exime de su incumplimiento.
Además de la convivencia entre veraneantes, otro pilar es la seguridad. Y ahí entra en juego la prohibición de bañarse con bandera roja o de arrojar desperdicios a la arena. Alberto García, director de la Escuela Española de Salvamento y Socorrismo, dice que lo primero que hay que hacer es leer las normas que están a la entrada de la playa. Y cuando no las hay, "usar el sentido común".
García recuerda que además de la costa marítima, están las playas fluviales y las interiores y es virtualmente imposible vigilarlas todas. Además, especialmente en el periodo estival y para evitar aglomeraciones, los turistas intentan alejarse de los lugares más visitados y cada vez van más lejos, donde no hay vigilancia. "Se corre un riesgo, en este caso de seguridad", dice el director de Salvamento y Socorrismo. Y zanja: "Ahí es cuando la responsabilidad es del mismo bañista de seguir las normas".
Pero García insiste en la diferencia normativa, aunque sí hay cosas generales como ducharse con jabón en las duchas, orinar o tirar basuras. En estos casos, esto lleva a casos de contaminación que incurren en peligro sanitario.
También hay que tener en cuenta que los socorristas no son policías que ponen multas a quienes incumplen las normas. A lo sumo pueden llamar la atención, o, en casos extremos, avisar a las autoridades. "La mayoría de las personas respetan las normas, el problema es que no todo el mundo la respeta", explica el experto.
Banderas negras
Por otro lado, la contaminación de las playas no es sólo cuestión de los usuarios. También las localidades tienen la obligación de la gestión y el saneamiento de sus aguas. En estos dos aspectos se centra el último informe de Ecologistas en Acción, que ha puesto banderas negras a las playas que no cumplen con unos requisitos básicos.
Ana Aldarias, coordinadora del informe, explica que "queda plasmado en el texto que la costa tiene un límite". Y añade: "Esto lleva a una turistificación insostenible que no tiene en cuenta ni el medio ambiente, ni la gente que habita, ni los residentes que viven allí todo el año".
El informe lo publican cada año y siempre se repiten los mismos patrones. Esta vez han colocado 48 banderas negras, 31 han sido por construcciones fuera de lugar por falta de licencia o invadiendo espacios protegidos y por vertidos y contaminación.
Por ejemplo, han marcado en Castell de Ferro (Granada) la autorización como chiringuito estacional de una edificación permanente de hormigón de 300 m²; de superficie en plena playa. Además, en este caso, se reconoce que es zona inundable por su propia naturaleza, y que el dueño del negocio asume los riesgos y daños derivados, tanto para las instalaciones como para sus usuarios.
O con la crisis de los pellets en Galicia todavía frescos, el grupo ecologista recalca la alta contaminación en las playas de la Costa Dorada. Son "casi más plásticas que arenosas", dice el informe. La mala gestión de los vertidos de pellets de las industrias petroquímicas del Camp de Tarragona son presuntamente su causa. Se escapan por las alcantarillas de las aguas pluviales, bajan hasta el mar y a las playas.
Aldarias menciona los hoteles que están en la primera línea de playa y que favorecen la sobrepoblación de localidades que no están preparadas para gestionar tantos residuos y acaban desechándose sin tratar en el mar. "Se vierte una gran cantidad de materia orgánica al mar que tienen un impacto en el hábitat marino, en los peces que luego nos comemos", dice.
Como cada año, las playas se llenarán. Tanto que, como diría Dani Rovira, sería imposible encontrar a Wally. Por eso es necesario que el civismo sea norma y se entienda que ni a todo el mundo le gusta la misma música, ni se pueden construir chiringuitos en un parque natural.