El mapa de la desertificación: la degradación del suelo amenaza al 80% de España
De Cádiz a Barcelona, el litoral está especialmente degradado por los usos agrícolas y urbanísticos.
17 junio, 2024 01:11Según la ONU, el 40% de la superficie terrestre está degradada. La actividad humana provoca una degradación continua, y en España el 80% está en riesgo de desertificación. Aunque está relacionada con el agua y la sequía, la desertificación va mucho más allá e incluye la falta de nutrientes en la tierra y la erosión, la contaminación del suelo y su composición microbiológica.
El artículo 1 de La Convención de Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación la define como la degradación de las tierras resultante de diversos factores, tales como las variaciones climáticas y las actividades humanas. En España, tres cuartas partes del territorio están en riesgo por el tipo de clima (árido, semiárido o subhúmedo árido). Esto está relacionado con la aridez y la cantidad de lluvia que cae, pero también por la que se evapora y la contaminación por productos químicos.
Fernando Maestre, investigador de la Universidad de Ciencia y Tecnología King Abdulah de Arabia Saudí y uno de los científicos más referenciados, explica que estos territorios se están extendiendo en tamaño e intensificando. Cada vez más tierra está más degradada.
Los episodios de riadas y desmoronamiento de tierra, como los de las últimas semanas de primavera, serán cada vez más habituales. Cuando llueve torrencialmente, el agua que baja furiosa por las montañas lleva toneladas y toneladas de tierra erosionada que arrastra.
Aclara que aunque es cierto que la desertificación también es un proceso geológico natural, actualmente se ve potenciado por el ser humano. Y explica que, cuando se habla de causas antropogénicas, se refieren a "procesos como la sobreexplotación de los acuíferos, la contaminación del suelo o la erosión del mismo debido a las malas prácticas agrícolas".
La agricultura depende de la salud del suelo y su trato diario es al mismo tiempo salvador y verdugo. Un cultivo que use buenas prácticas permite que crezca la cubierta vegetal para afianzar la tierra y fijar nutrientes al suelo. Esta masa orgánica permite a la tierra estar viva en insectos y organismos de los que se alimenta la vegetación. Otra cosa son las prácticas agrícolas que contaminan la tierra con un exceso de fitosanitarios y monocultivos que nunca dejan la fina descansar en barbecho.
José Damián Ruiz, catedrático de Geografía y Física y director del laboratorio de Geomorfología y Suelos de la Universidad de Málaga, explica que la tierra está "agotada" y "cada vez produce menos". Y las soluciones pasan por la cubierta vegetal que "proteja el suelo y lo afiance". También, dice el profesor, hay que frenar la sobreexplotación de los acuíferos.
Aunque no es una única razón, el agua es una pieza fundamental en todo esto. Ruiz llama a frenar el aumento de cultivos demandantes de agua como son los cultivos subtropicales. España es el exportador número uno de la UE y la provincia que produce casi todos los mangos y aguacates es Málaga. Ahora están abriendo nuevos campos en la zona de Cádiz y Levante.
Los dos expertos coinciden en las soluciones: una agricultura regenerativa que piense en los recursos más que en los beneficios. Maestre dice: "Hay componentes de la desertificación que ya no podemos evitar como es el cambio climático, aunque si lo podemos minimizar reduciendo las emisiones de gases de efecto invernadero, pero sí podemos actuar sobre otros agentes desertificadores como la explotación de los acuíferos y la agricultura intensiva".
Una restauración en vilo
Como ambos expertos defienden, una de las claves está en la agricultura y en su relación con la tierra. Los últimos modelos intensivos esquilman los nutrientes del suelo y lo contaminan con excesos de fitosanitarios. Una de las demandas de las últimas protestas agrícolas iba en esa dirección. No tanto por el uso de productos, sino por la competencia desleal de países extracomunitarios que no tienen esos controles.
Mientras tanto, la Comisión Europea ha estado debatiendo la Ley de Restauración de la Naturaleza, que quiere recuperar al menos el 20% de los ecosistemas terrestres y marinos para 2030 y su totalidad en 2050. La misma norma que trajo tantos bulos el año pasado sobre los derrumbes programados de azudes y saltos de agua.
La norma iba a ser aprobada el pasado marzo, con muy pocos apoyos, cuando Hungría se retiró de forma inesperada. Las tractoradas del campo pidiendo menos restricciones han tenido mucho que ver con la reticencia de los dirigentes para apoyar la norma.
Poco después, una docena de países, encabezados por España y Teresa Ribera, publicaron una carta que pedía que se apruebe la regulación. Ahora, tras unas elecciones europeas en las que se ha producido un auge del negacionismo climático, la norma pende de un fino hilo.