Yakarta, la capital de Indonesia, se hunde a un ritmo vertiginoso: la solución, trasladarla a 1.300 kilómetros
La urbe es muy vulnerable a la subida del nivel del mar, pero el agotamiento de las reservas de agua subterránea es un problema aún mayor.
3 junio, 2023 02:47La mezquita Wal Adhuna, en el área de Muara Baru, al norte de Yakarta, es el vivo reflejo de una ciudad que se hunde bajo el agua de una forma trepidante, casi imparable. En las últimas tres décadas, según el Foro Económico Mundial (WEF por sus siglas en inglés), el área metropolitana de Yakarta, que es hogar de casi 30 millones de personas, se ha hundido 4 metros.
En el norte de la capital, uno de los cinco distritos de la ciudad, la situación es aún más alarmante: se ha hundido 2,5 metros en tan solo 10 años. Esta cifra es el doble del promedio mundial de las megaciudades costeras.
A este ritmo, señalan desde el WEF, el 95% del norte de Yakarta estará bajo el agua para el año 2050, lo que afectará directamente a 1,8 de las 10 millones de personas que habitan la ciudad. Por el momento, según estimaciones de la NASA, en la actualidad, el 40% de la ciudad ya se encuentra bajo el nivel del mar.
El problema no es algo nuevo. Desde los inicios de la ciudad, las inundaciones han sido un gran problema. Yakarta se encuentra sobre una tierra pantanosa y se asienta sobre 13 ríos que fluyen a través de ella. Con una elevación promedio de tan solo ocho metros sobre el nivel del mar, las inundaciones en época de monzón son muy frecuentes. Sin embargo, en los últimos años, el problema se ha agudizado.
El cambio climático —y la subida del nivel del mar— es parte de la razón, pero existe un problema mucho mayor: la explotación masiva de los acuíferos subterráneos. El sistema de agua corriente de la ciudad solo llega a menos de un millón de hogares, algo menos que una cuarta parte del total de la urbe. Y con los ríos extremadamente contaminados, el resto de los habitantes depende por completo del bombeo de agua subterránea.
Y si bien los pozos no son ilegales, ya que están sujetos a impuestos, han acelerado el hundimiento de la tierra. “Aunque parezca que no, el agua que hay en los acuíferos de la ciudad soporta el peso de los edificios”, explica Manuel Regueiro, presidente del Colegio de Geólogos. “Si se drena el agua, se produce subsidencia, es decir, un hundimiento de la ciudad como consecuencia de la depresión del freático”.
Hasta ahora, el gobierno local no ha sido capaz de monitorear la cantidad de pozos en la ciudad, que en la mayoría de los casos se ocultan detrás de las puertas de los hogares. Lo que sí se sabe es que la cantidad de pozos profundos se ha disparado desde mediados del siglo XX.
Según los datos de Bosman Batubara, candidato a doctorado en la Universidad de Ámsterdam, recogidos por National Geographic, la cantidad de pozos aumentó desde los menos de 400 en 1968 a más de 3.600 en 1998. Hoy en día, nadie conoce la cifra exacta, aunque el número es presumiblemente más alto.
"Todo el mundo tiene derecho, desde los residentes hasta las industrias, a utilizar las aguas subterráneas, siempre que esté regulado", indicó Heri Andreas, investigador del Instituto de Tecnología de Bandung, a la BBC. Pero muchos extraen más agua de lo permitido. En 2018, el gobierno de Yakarta estimó el consumo de agua subterránea en más de 8 millones de metros cúbicos, el último año en el que proporcionó datos.
La Oficina de Gestión del Agua de Yakarta estimó las reservas subterráneas de agua en 852 millones de metros cúbicos y el límite seguro para el uso en el 30%, una cifra que ya sido rebasada considerablemente. De hecho, un estudio de investigadores independientes realizado en el año 2011 estimó que ya se había consumido el 64% de las reservas hídricas subterráneas.
¿Es reversible?
El gobierno provincial de la Región Capital Especial de Yakarta y los ministerios nacionales han invertido durante mucho tiempo en infraestructura local. Al igual que en los Países Bajos, han construido sistemas de diques, compuertas y esclusas para controlar y canalizar las aguas incontroladas. Sin embargo, para Regueiro, eso no va a solucionar el problema del hundimiento de la ciudad.
La solución para el presidente del Colegio de Geólogos es evidente: “Dejar de extraer las aguas subterráneas y restaurar los freáticos para que soporten los edificios y ya no se hunda más”. Si bien el hundimiento es difícil de revertir, según los expertos, la reducción de la extracción de agua puede al menos lentificar el proceso.
A principios de 2022, el gobierno local del norte de Yakarta prohibió la extracción de agua subterránea en la región. Y el año pasado el gobernador provincial también anunció la prohibición de la extracción de aguas subterráneas por parte de los propietarios de edificios de más de 5.000 metros cuadrados, una medida que entrará en vigor este próximo mes de agosto.
Anies Baswedan, gobernador de Yakarta, también anunció que para 2030, la red de agua corriente abastecerá a toda la ciudad, algo que requeriría una expansión masiva de la red que existe actualmente. No obstante, por el momento, no existen señales de que esto vaya a suceder. Al menos, no a la escala que necesitaría la urbe para no depender de los pozos.
Otra cuestión adicional que surge es la difícil reposición de las aguas subterráneas agotadas. La sequía no es ni mucho menos un inconveniente en la urbe. La cantidad promedio de precipitación anual en Yakarta es de 1.791 mm. En comparación, en la Comunidad de Madrid esa cifra es de 437 mm.
El problema es que la ciudad no es capaz de retenerla. La rápida urbanización ha revestido el suelo de hormigón para dar paso a los altos edificios y a los centros comerciales. “Hay pocas zonas verdes, por lo que el agua no es absorbida por el terreno”, explica Regueiro. Esto hace que, por un lado, no se recarguen los acuíferos y, por otro, que el agua vaya a los canales y, por lo tanto, suba el nivel del agua.
Una nueva capital
Fuera de las soluciones científicas, el popular presidente de Indonesia, Joko Widodo, ideó una solución insólita: construir una nueva ciudad para albergar la capital. Con este proyecto, Jokowi —como se le conoce cariñosamente en el país— busca aliviar la presión demográfica de la urbe, lo que permitiría reducir tanto el consumo de agua como la contaminación y, por tanto, el hundimiento acelerado de Yakarta.
La nueva capital, que se llamará Nusantara y que tendrá un coste proyectado de 32.000 millones de dólares, ya se está construyendo desde cero a más de 1.000 kilómetros de Yakarta, en la isla de Borneo, la tercera más grande del país. La elección de trasladar la capital a una isla diferente —Yakarta está en Java—, no es ninguna casualidad.
El dominio político y económico de Java ha sido tradicionalmente una cuestión que ha creado grandes tensiones en un país compuesto por más de 17.000 islas. Y el establecimiento de la nueva capital colmaría las reiteradas peticiones de protagonismo de una población que históricamente se ha sentido abandonada por el poder central. “Indonesia es más que Java. Así que debemos hacer la capital en un lugar que esté lejos”, señaló hace poco Widodo a The New York Times.
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El presidente indonesio, que se adentra en su noveno año de mandato —con solo un año restante en el cargo y último según establece el límite legal—, pretende que esta nueva ciudad se convierta en un referente mundial de ciudad sostenible. Su objetivo es crear una metrópolis verde que funcione con energías renovables, donde no haya atascos y la gente pueda pasear y andar por senderos verdes. “Esto no se trata de mover físicamente los edificios. Queremos una nueva ética de trabajo, una nueva mentalidad, una nueva economía verde”, señaló Widodo.
Con 184 torres de apartamentos proyectados para 14.500 funcionarios, militares y policías, el gobierno actual espera poder inaugurar el palacio presidencial y otros edificios gubernamentales clave para el mes de agosto de 2024.
No obstante, a pesar de su concepción sostenible, el proyecto no ha estado exento de críticas. Para los ecologistas, el riesgo medioambiental de construir esta nueva urbe puede ser muy alto, ya que podría suponer la deforestación de uno de los bosques tropicales más antiguos del mundo. También amenazaría el hábitat de los pocos ejemplares en libertad de orangután de Borneo, una especie en peligro de extinción e incluida en la Lista Roja de la UICN, que existen.
Tampoco todos sus potenciales sucesores en el cargo parecen apoyar firmemente el plan a pesar de que el Parlamento diera el visto bueno el año pasado al traslado de la capital. Llevar a cabo este mastodóntico proyecto no parece que vaya a ser una tarea simple. Por el momento, el proyecto parece estar sufriendo un retraso y no parece claro que Jokowi pueda llegar a inaugurarlo bajo su mandato.
Hacer que su proyecto estrella no desvanezca bajo la pugna política será el gran desafío para el futuro éxito de Nusantara. “El éxito del proyecto de capital estatal depende de la capacidad de Jokowi para aislarlo de los caprichos de la configuración del poder político, las preferencias del liderazgo político de Indonesia y la relación ejecutivo-legislativo”, afirma Jefferson Ng, analista sénior en la Escuela de Estudios Internacionales S Rajaratnam (Singapur), en un artículo de East Asia Forum.