El tesoro escondido de Toledo
Escuchar las declaraciones de los dirigentes culturales de la región respecto al arte contemporáneo ofende: El director gerente de la Fundación Polo, ha dicho que “nos hace falta en Castilla-La Mancha acceder a lo contemporáneo, enganchar con lo contemporáneo. Somos una región que tiene un rico pasado, que tiene un excepcional patrimonio pero muchas veces vivimos anclados en el pasado y es necesario ofrecer una nueva visión de lo nuevo”. Cuando un gran tesoro del arte contemporáneo de nuestra región permanece escondido en antiguas salas del Depósito del Miradero, podemos concluir que el Gobierno de Castilla-La Mancha se burla de los ciudadanos, en especial de los toledanos, y de la inteligencia. ¡Qué coincidencia con las ideas y en algunos casos similares palabras escritas en 1975, cuando finalizaba el franquismo: “En materia de museos, Toledo no podía permanecer anclado en el tiempo. Sin que nadie pueda detenerlo. No en balde la desazón renovadora no cesa. Y de ello tienen y han de tener conciencia quienes caminan deslumbrados por la presencia antigua de una ciudad que fue ámbito de una y otra novedad”. Y continúa escribiendo Joaquín de la Puente, director técnico del Museo de Arte Contemporáneo de Toledo y subdirector del Museo del Prado: “No puede desconcertar en Toledo la presencia de un museo vivo que hoy España produce. No puede extrañar en Toledo que lo nuevo, lo de este intrincado hoy en que nos hallamos, halle al fin la sede que ha tiempo debería haber tenido”.
Toledo entraba en la modernidad en los momentos finales de una época que decía querer abrirse a lo nuevo, al futuro. Y ahora se repite la historia. Claro que, cuando todo un conjunto de obras maestras de los siglos XIX y XX llevan guardadas desde que alumbrara el siglo XXI, proclamar los aires nuevos que llegan a Toledo suena a burla, a escarnio. Por mantener este tesoro escondido, sucesivos políticos responsables de la Cultura deberían haber dimitido o ser cesados, pues además algunos de ellos mintieron en sede de importantes instituciones cuando se les preguntaba la situación de esos fondos.
He dicho en otros artículos que bienvenidas nuevas obras del arte contemporáneo a Castilla-La Mancha. Pero cuando el Gobierno regional tiene abandonados museos como el de Santa Cruz, sin personal técnico suficiente, sin equipos pedagógicos para atraer a la sociedad, sin apenas presupuesto para los gastos corrientes, y se mantiene un gran porcentaje de su colección en depósitos, sin que los ciudadanos podamos contemplarlo, estamos ante una grave irresponsabilidad que debería llevar a la dimisión de importantes políticos.
Entre estos fondos escondidos en depósitos, y además en malas condiciones de seguridad y de conservación, está el conjunto de obras que en durante 25 años se albergó en la Casa de las Cadenas, sede del Museo de Arte Contemporáneo de Toledo. Allí había pinturas, dibujos, grabados, litografías y esculturas de artistas de los siglos XIX y XX. Entre ellos, obras de Ricardo Arredondo (1850-1911): “Alfar junto a la Puerta de Bisagra” y “Claustro de San Juan de los Reyes”. Pero también estaban algunos de los impresionantes paisajes toledanos de Aureliano de Beruete (1845-1912), con obras como la “Vista de la parte occidental del norte de Toledo, desde la vega baja” (1909), la “Vista de la vega baja desde el Cambrón: el río y sus riberas con la fábrica de armas al fondo” (1895); el “Paisaje de Toledo entre cigarrales” (1910) o la “Vista sur de Toledo desde los cigarrales” (1895), obras que reflejan maravillosamente la belleza del paisaje de Toledo que por cierto los dirigentes políticos del Gobierno Regional de Castilla-La Mancha y del Ayuntamiento no están protegiendo con sus políticas inmobiliarias y con su desprecio a la legislación de patrimonio sobre Toledo. Pero también había alguna obra del genial Rafael Canogar (Toledo, 1935): “Escena urbana” (1970). Parece mentira que el Gobierno regional presuma de traer arte contemporáneo a Toledo y no se haya preocupado de tener obras de este gran artista toledano en los museos públicos de la región. Otro de los artistas que el Gobierno regional tiene escondidos es el universal Antonio López (Tomelloso, 1936), del que el Museo conserva su “Hombre yacente” (1971). Y también obras del tío de Antonio, Antonio López Torres (1902-1987), del que conservaba el “Monte de la garza” (1971). No faltaba en el Museo otro de los imprescindibles de nuestro arte contemporáneo: el natural de Barrax (Albacete) Benjamín Palencia (1894-1980), fundador de la Escuela de Vallecas. Había escasa presencia femenina en el Museo, pero no faltó la gran pintora nacida en Santa Cruz de la Zarza: Amalia Avia (1930-2011). Y otros muchos artistas, muy representativos del arte realista y figurativo español, en unos casos procedentes o vinculados con nuestra región pero en otros muchos seleccionados para mostrar el arte contemporáneo español incluso con algunos artistas de otros países. Recordemos la presencia en el Museo de Juan Barjola, Francisco Bores, Pancho Cossío, Joaquín Peinado, María Moreno…
Pero, desde mi punto de vista, las “joyas de la corona” de este museo las aportaba el universal artista toledano Alberto Sánchez (1895-1962), «panadero de Toledo y escultor de España», según le definió el poeta Pablo Neruda, con una serie de dibujos y esculturas que fueron cedidas por la familia del artista. Un hombre nacido en el barrio de las Covachuelas, que fue becado por la Diputación Provincial y representó a España en Pabellón de la Exposición Internacional de París de 1937 con su obra “El pueblo español tiene un camino que conduce a una estrella”, y que murió en Rusia, en la tristeza del exilio, soñando con volver a Toledo. Reivindicado y homenajeado durante los inicios de la transición y hoy lamentablemente guardado en el baúl de los recuerdos. Sólo esta afrenta, este olvido debería provocar la dimisión de gobernantes al más alto nivel en nuestra región.
Tenemos memoria de este Museo: el Catálogo del Museo de arte contemporáneo de Toledo, que aparece con una doble autoría: Joaquín de la Puente y Florencio de Santa-Ana, editado por la Dirección General del Patrimonio Artístico y Cultural del Ministerio de Educación en 1975, con 248 páginas y con numerosas reproducciones de las obras del Museo. Animo a consultar este catálogo en las bibliotecas o en el propio Museo de Santa Cruz, del que era filial el Museo de Arte Contemporáneo. Repasar los contenidos de ese centro museístico y las obras que conservaba debería provocar un cambio en nuestros dirigentes públicos. No se puede gastar lo que al parecer no se tiene para conservar nuestro patrimonio y en dotar de recursos los museos que gestiona la Junta y luego presumir de traer el arte contemporáneo internacional a Castilla-La Mancha desde unas claves no suficientemente explicadas y en una operación que puede tener objetivos especulativos y que va a provocar un duro golpe al Museo de Santa Cruz. Muchas de las obras que acogió el Museo de Arte Contemporáneo fueron donadas por los artistas o sus familiares exclusivamente para el fin de que constituyeran parte de los fondos de ese museo. ¿Tampoco respetan nuestros gobernantes ese compromiso?
Por un plato de lentejas, por intentar conseguir unos votos, por fines genuinamente electorales, el Gobierno regional ha despreciado a sus técnicos, a los directores de museos, al Ministerio de Cultura y al conjunto de artistas de nuestra región, que ven cómo el Gobierno regional carece de una política de museos y concentra sus escasos recursos en una operación de maquillaje. Y lo hace tan mal que hasta se le niegan algunos de los espacios que pensaba destinar a la colección Polo. El proyecto de gran Museo de Santa Cruz queda truncado, y además pierde el espacio para actividades culturales en Santa Fe que había mantenido al Museo con una cierta proyección social.
En bibliotecas, en archivos, en museos, en patrimonio… El Gobierno regional va a la deriva, carece de política cultural. Y miente reiteradamente a los ciudadanos y profesionales, aunque esté intentando con diversas iniciativas, fundamentalmente exposiciones, convencer a la sociedad de que tienen el principio de que la Cultura es una inversión. Pero carecen de credibilidad.
Juan Sánchez Sánchez. Historiador y bibliotecario