Un concursante de la CMM dijo que la escritora española que más cerca había estado de conseguir el Premio Nobel de Literatura era Sara Mago. Se cumplía así una máxima en la vida que vengo viendo desde hace mucho tiempo y es que al final los tópicos existen, reverberan y se convierten en carne. Cuentan que fue Esperanza Aguirre en el mítico Caiga quien caiga la que contestó a Pablo Carbonell que su escritora favorita era Sara Mago… Nadie recuerda verlo ni si fue chanza o ironía de la entonces ministra y el ácido reportero, entre los que creo llegó a fructificar hermosa y efímera amistad… Pero aquello sirvió para el topicazo de lerda en Aguirre, cosa nada más alejada de la realidad en alguien de educación exquisita, aunque fino colmillo también. Su inglés es envidiable y quiso recuperar las humanidades en su época de ministra, cosa que no le dejó el propio Aznar cuando hablaba catalán en la intimidad. Ricky Martin y las mermeladas también tienen una experiencia similar.
Ahora Sara Mago vuelve a la actualidad de la mano del artista que contestó en el programa de la CMM. Hay muchas cosas que han pasado por verdad sin serlo en absoluto. Sócrates hablaba de los tres filtros asociados a la verdad, la bondad y la utilidad. Si aquello que vayas a decir no los cumple, olvídate de hacerlo. Sin embargo, si cumple alguno de los parámetros, podría considerarse mal menor. Y si algo no es cierto, por lo menos que sea útil. Fue útil para llamar tonta a Esperanza Aguirre, de igual forma que los periodistas tantas veces decimos que la realidad no nos estropee un titular. En realidad, el asunto de la verdad está muy manoseado, máxime con el filósofo Sánchez dándole vueltas y asociándola a la realidad. El nuevo Estagirita sabe de lo que habla y lo próximo será la potencia y el acto. Pedro Sánchez fue un presidente del Gobierno prometedor en potencia, pero en acto acabó siendo la leche. Serán las nuevas manifestaciones de María Jesús Montero, que ahora habla de falta de pelo para referirse a Miguel Tellado. Si las mechas de Yolanda son machismo, la calvicie del PP es progresista. Ciertamente, María Jesús Montero sí es filósofa. Ha descubierto que puede hablar de los calvos sin que ella sea una lenguas.
Teresa Ribera pasa por acreditada ministra contra el cambio climático y se sube a la bicicleta cinco minutos antes de que le hagan la foto. Son verdades socráticas atornilladas, pero un poco faltas. También habla del juez García-Castellón, descubriendo la patata que lleva dentro, pues esta mujer siente y padece por su líder. El sanchismo se ha hecho fuerte en Galicia este fin de semana y hasta las ostras de las rías van gritando por el mundo lo guapo que es Pedro Sánchez. Con el abrigo de Portillo, no me extraña.
Una vez más, el director de este periódico ha vuelto a dar en el clavo. Salvador Illa será el próximo gran sacrificado en el altar del sumo sacerdote en favor del prófugo. Puigdemont trae mucha más cuenta en la presidencia de la Generalitat que cualquier otro. Así puede continuar el cobro del crédito a largo plazo y llevar la legislatura a los cuatro años con el discurso y el relato de que mereció la pena. La verdad de Puigdemont será como la de Sara Mago, pero ahí estará por los siglos de los siglos y el personal tragará cuchara. Yo creo que Pedro Sánchez no existe y es un holograma de inteligencia artificial, porque lo de este hombre no es normal. Illa puede hablar ya con Ábalos, Redondo o Hernando, a ver qué se siente en el cuarto del chivo expiatorio, que es el mejor amigo del hombre en detrimento del perro. En realidad, la escritora española que más cerca estuvo de ganar el Premio Nobel fue Concha Espina. Pero eso da igual, porque también es una esquina del Bernabéu. Prefiero las verdades de Sara Mago, que dan más juego.