Ha sido un año perdido para la cultura (institucional). El año de Guirao, de quien se esperaba mucho, se cierra con pocas novedades. La inestabilidad gubernamental ha sido la culpable de que no se hayan acometido las medidas importantes que reclama el sector (reforma del INAEM, la Ley de Mecenazgo). Pero, además, algunas de las cabezas visibles del ministerio han abandonado el barco, por imposición, como el cesado subsecretario Javier García Fernández, o por decisión propia, como la directora general del Libro, Olvido García Valdés, que dejaba el cargo alegando causas personales, aunque su enemistad con el sector era vox populi. También el presidente de Acción Cultural Española, Ibán García del Blanco, cambió la cultura por Europa. Ninguno ha sido sustituido.
Impulsada por esa nueva conciencia igualitaria, la Real Academia Española se enfrentó al reto de revisar la Constitución en clave feminista, a petición del Gobierno. Además, casi todos los Premios Nacionales recayeron, no sin polémica, en creadoras. Tras un año de ausencia, se concedieron dos Nobel, a Olga Tokarczuk (2018) y Peter Handke (2019), este muy controvertido por su apoyo al genocida Milosevic. El aplauso al Cervantes concedido a Joan Margarit fue unánime. Si algo caracterizó al mundo editorial fueron las reestructuraciones, los duelos y los cumpleaños. Mientras numerosos sellos (Anagrama, Tusquets, Acantilado, Páginas de Espuma) celebraban sus 50 o 20 años, los grandes grupos han vivido un año dramático, especialmente Random House, tras la muerte de su editor, Claudio López Lamadrid, con la inevitable transformación del conglomerado. Su muerte, sumada a la de Julián Rodríguez, simboliza el fin de una estirpe editorial, acentuada por la decisión del grupo Planeta de cerrar Círculo de Lectores.
Para el mundo del arte ha sido el año del Bicentenario del Prado, que lo ha impregnado todo, desde los premios (del Princesa de Asturias a la medalla de la Academia de Bellas Artes de San Fernando) a la programación: han inaugurado seis grandes exposiciones y celebrado un centenar de actividades en las que han participado más de 3 millones de visitantes. Desgraciadamente, la política sigue interfiriendo en decisiones que deberían ser tomadas por expertos. Así, han sido apartadas Soledad Gutiérrez de CentroCentro y Belén Poole del Centro de Arte Alcobendas. Mención aparte merece el caso Fernando Francés en la política cultural andaluza. Fue cesado como responsable de museos de esa comunidad no sin antes haber destituido a Rafael Doctor, director del Centro Andaluz de Fotografía.
La realidad se ha colado en nuestra escena. El teatro documental se erige como el género dominante. Fue el año también del relevo en el mando en los teatros públicos. Porque los contratos expiraban: CDN, CNTC, Español… Y también porque la política marca el paso. Lo ocurrido en Madrid es un ejemplo más. Mientras el INAEM espera la renovación, los creadores siguen abrumados por la burocracia. En la música celebramos los 50 años de Ibermúsica, así que fue de justicia homenajear a su fundador, Alfonso Aijón. Afkham asumió plenos poderes en la OCNE. Fue un año bueno para Rosalía, que disparó su popularidad, y malo para Plácido Domingo, acribillado en EE.UU. tras las denuncias por acoso (aunque ovacionado en Valencia y Salzburgo).
Año grande para el cine español. Almodóvar es el gran protagonista con Dolor y gloria, encumbrada por la crítica (con Cannes a la cabeza y ya veremos los Óscar) y el público (ha recaudado casi 6 millones de euros). La comedia sigue llevando el público a las salas. En cualquier caso, el éxito del streaming y las plataformas han consolidado un nuevo orden audiovisual que ha revolucionado la producción, la creación y la exhibición en todo el mundo. También en España. ¿Sera capaz el ICAA de afrontar este nuevo paradigma o seguirá anclado en sus viejos esquemas?
En ciencia seguimos arrastrando los problemas estructurales de financiación. Menos mal que hemos participado en hitos como la fotografía del agujero negro de la galaxia Messier 87, la biomedicina (con Izpisúa a la cabeza), la farmacología (con el CNIC de Fuster) y la carrera espacial. Mucha melancolía, por su falta de resultados, produjo la COP25, que Madrid organizó en tiempo récord Al menos demostró que el cambio climático es un problema de todos. Y un deseo para 2020: que La Palma reciba el Telescopio de Treinta Metros.