Vida nueva
J. M. Benítez Ariza
22 abril, 2011 02:00El yo que narra (hijo de un escayolista empeñado en enseñarle, además de su oficio, la repetida advertencia de que los tiempos están cambiando, compone un cuadro costumbrista volcado en la ambientación más que en otros elementos de la composición narrativa, lo que hace flaquear algo su fuerza expresiva. Pero la narración sí ilustra con rigor el recuerdo de las navidades del 78 en una localidad del sur de España, casi once días que se constituyen en el mecanismo generador de la estructura lineal del relato. Durante ese período, vivido por los mayores con la expectación y la incertidumbre de lo que vendrá tras aprobar la Constitución democrática, y por los jóvenes con la intensa levedad de quienes se hacen eco de asuntos que ya no les son del todo ajenos (huelgas, atentados, explosiones de inconformismo), sólo la noche de fin de año la peripecia de divertirse alcanza, para ellos, dimensiones épicas. Para el narrador "continuará", pero este volumen lo cierra con la explícita declaración de qué fue de la vida de los otros.