Mil palabras
Gabriel Zaid
25 mayo, 2018 02:00Gabriel Zaid
Hace unos años Elena Poniatowska trazó, en El insólito caso del gran poeta Gabriel Zaid, un magnífico retrato del autor, en el que hablaba de su presencia y su fuerza moral, de su condición de hombre público enemigo de figurar, de intelectual y ensayista de excepción, de escritor capaz de demoler argumentos con una escritura admirable, de ingeniero acostumbrado a estructuras sólidas y concretas, y también de su interés por temas vigentes e incisivos y de su pasión por la poesía sofisticada y la popular. Todo esto se refleja en Mil palabras, que reúne 60 artículos de temas variadísimos publicados por Zaid (Monterrey, 1934) entre 1969 y 2017, sobre todo en las revistas Vuelta y Letras Libres, y reescritos ahora como capítulos de este libro.Desde un elaborado gusto lingüístico, sus páginas derrochan datos e investigan a través de los textos, sobre todo de los diccionarios, en la historia y el uso de las palabras. Porque, como explica Zaid, "el placer está en el regodeo de tantas posibilidades. En escucharlas o leerlas, recogerlas, estudiarlas, clasificarlas, relacionarlas y hacer listas temáticas, gramaticales, etimológicas, históricas, multilingües, dialectales". Y cada capítulo despliega los hallazgos de su curiosidad para avanzar en el conocimiento riguroso acerca de una palabra que nunca elige al azar, asentada en su aporte cultural sobre argumentos sólidos.
Gabriel Zaid ama los diccionarios, sobre todo los del español, los de las lenguas clásicas y las lenguas occidentales de cultura, y a todos dedica espacio y análisis. A partir de esos diccionarios va tejiendo la urdimbre de sus pequeños ensayos, sobre la que superpone saberes humanísticos y científicos con títulos tan sugerentes como "Avatares kafkianos", que nos descubre la relación de Kafka con los seguros, o "Camellos del Corán", con anécdotas sobre Borges y Alfonso Reyes como diplomático.
En Mil palabras se aprecia la labor de un intelectual que a sus años utiliza con agilidad los últimos recursos disponibles: corpus variados, los corpus de la RAE, los diccionarios de su página web, Google, Wikipedia, etc. El primer capítulo, "Señoras y señores", comienza así: "De los afanes feministas han salido muchas cosas buenas y algunas lamentables" y concluye: "Hay precisiones necesarias y hasta redundancias necesarias para que algo quede claro y diga lo que quiere decir. Pero las innecesarias (‘los ciudadanos y las ciudadanas', ‘las y los jóvenes') son un retroceso, no un avance".
A lo largo del texto surgen precisiones al DRAE, a cómo palabras que debieran figurar en él no figuran y, en cambio, otras se incorporan cuando ya no tienen uso… Zaid afirma rotundamente: "Las palabras existen, no porque las registre un diccionario, sino porque se usan. Otra cosa es que el uso merezca aprobación, rechazo o indiferencia". De etimologías se ocupa en todos los capítulos, especialmente en "Bodoque", "De grillos y grillas", "Divagación sobre las grullas", y en otros, como "Asfalto", "Baldaquino" o "Hidráulico", une recursos lingüísticos con su experiencia de ingeniero.
Mil palabras es al tiempo un libro erudito, entretenido, ameno, y muy mexicano en sus contenidos. Zaid muestra en él la riqueza del español, especialmente la del español mexicano, coincidente en muchas cosas con el de España, pero distinto en tantos usos y palabras. Los lectores españoles interesados por la lengua común aprenderán a conocerlo en capítulos como "Achichincle, aguacate, apapachar", "Antiguos dólares de México", "Chilango", etc. Y disfrutarán con la refinada crítica al esnobismo del capítulo "Pochismos cultos", que vienen a ser "anglicismos cultos", porque se llama pocho al mexicano "agringado". Un libro que se deja leer a capricho, por mero placer.