Pasión india
Javier Moro
31 marzo, 2005 02:00Javier Moro. Foto: Mercedes Rodríguez
Muchos miles de ejemplares se han vendido de esta biografía novelada de Anita Delgado, la princesa española del reino indio de Kapurthala. Entonces, ¿para qué reseñar un libro que todos han leído ya? ¿Para disuadir de leerla a los pocos que titubean? Sería lo lógico.Pensé hacerles un resumen de esta historia para machacar la curiosidad del lector. Pero me han de perdonar, porque este libro vale la pena. Moro ya demostró, a medias con Lapierre, cualidades excelentes para novelar una historia real en su anterior éxito Era medianoche en Bhopal, la terrible crónica del accidente químico que se cobro 30.000 vidas en 1984. Ahora ha culminado un proyecto que aparcó durante veinte años, y que puso en sus manos el productor de cine Felix Tussell. No hace mucho, en 1997, ya se publicó en España un libro sobre Anita Delgado, obra de Elisa Vázquez de Gey, que allanó el camino a Moro.
Vale la pena leer este libro porque uno se sumerge en un mundo extinguido y deslumbrante, el de la aristocracia india de la primera mitad del siglo XX, que una europea privilegiada, la joven bailadora malagueña Anita Delgado, pudo conocer en su último esplendor. No es cuestión de destriparles la intriga de novela rosa, con pasiones, lujo inimaginable y aroma de camelias que vivió la española, pero es bueno saber que la aventura de la que fue muchos años favorita del maharajá del pequeño reino de Kapurthala, no es lo único interesante de este libro. Su peculiar experiencia nos conduce por la historia de España, Europa y la India de todo el siglo XX. En especial descubrimos la India sij, y ese momento interesantísimo en que muchos príncipes indios, educados en Europa, intentan combinar el peso de su tradición y el estilo de vida occidental. Novelesco a rabiar es el planteamiento de una muchacha de familia pobre andaluza que baila en el Kursaal de Madrid, y a la que un rey indio propone matrimonio. Valle Inclán la empuja a la aventura. La chica se lo piensa, mientras se deja conquistar con caballerosidad y muchas joyas. El día que desde la suite del hotel en Madrid que ocupaba el maharajá Jagatjit vio cómo lanzaban una bomba sobre Alfonso XIII el día de su boda, debió entender Anita que juntarse con monarcas era mal asunto. Bendecida por la gracia y la belleza, la princesa española encandiló a los hombres más ricos de la tierra, sufrió lo indecible, pisó el cielo e hizo admirables equilibrios para aguantar entera en unas circunstancias adversas, víctima del ninguneo de la autoridad británica y de la familia de su marido. Acabamos añorando esa India extravagante de los rajás que tenían miles de siervos y montañas de dinero que se comían las ratas.