Memorias de guerra del capitán G. Carleton
Daniel Defoe
5 junio, 2003 02:00Capitán G. Carleton
El nombre de Daniel Defoe se vincula a Robinson Crusoe. Sin embargo, y tras salir malparado de su primera ocupación en el comercio, dedicó treinta años a la escritura, de la que hizo su medio de vida.La suya fuera una obra variada en la que se incluyen textos menores como estas Memorias; un rasgo común a muchos de ellos sería el uso de la primera persona como recurso expositivo, que manejó con soltura, confiriendo a sus relatos verosimilitud, pero rara vez realidad. El capitán Carleton existió y vivió una azarosa existencia militar que transcurrió en gran parte en los escenarios en que Defoe le sitúa, pero no escribió sus memorias. Su material básico lo constituyen recuerdos de otros militares que estuvieron en la guerra de Sucesión española y los propios del novelista que estuvo en España en su juventud. El libro es, además, un panegírico del conde de Peterborough, comandante de las fuerzas inglesas que apoyaron al Archiduque Carlos. Las páginas centrales le tienen como protagonista.
La primera parte del texto se dedica a la intervención de Carleton en las campañas que durante los últimos años del siglo XVII y en los Países Bajos, enfrentaron al expansionismo de Luis XIV fuerzas combinadas de Holanda, Inglaterra y España. Son escenas de interés por lo que tienen de reflejo de la vida militar de la época, pero sin especial atractivo para el lector más decantado hacia la historia de España, quien, sin embargo no podrá sentirse defraudado por el contenido de la segunda mitad. Las campañas en Cataluña y el Reino de Valencia permiten abordar no sólo cuestiones propias de la historia militar sino reflejar escenas de la vida corriente y deslizar opiniones sobre los españoles. Tras la batalla de Almansa, el supuesto protagonista quedará como prisionero, lo que justificará una supuesta familiaridad con las cosas de España y autoridad al respecto. Un par de viajes a Madrid y el de vuelta atravesando Castilla y las Provincias Vascas completan su conocimiento de la geografía española. No hay hostilidad ni repulsa especial hacia el país y su cultura, pero sí el despliegue de tópicos que la literatura de viajes explotaría hasta la nausea durante dos siglos. Hasta en esto fue original, por precoz, Defoe.