Historia maldita de la literatura
Hans Mayer
7 noviembre, 1999 01:00Según Mayer los tres grandes grupos marginados en la sociedad occidental, "La mujer, el homosexual y el judío" continúan siéndolo, aunque a rachas
E ste estudio de Hans Mayer -intento de tipificación de lo que pueda denominarse "literatura maldita", con menos profundidad pero más sistema que el famoso Bataille de La literatura y el mal- se publicó en alemán en 1975 y fue ya editado en castellano, por la propia Taurus (por cierto, con cubierta mucho más bonita) en 1977. Estas fechas no son, en este caso, mero recuerdo, sino que como el texto no ha sufrido modificación alguna desde entonces, el lector tiene que saber porqué casi todos los temas -tan crecidos después- se paran en el entorno del fin de la 2ª Guerra mundial, y hablan desde la plena vigencia represiva de la Unión Soviética.La teoría básica del profesor Mayer está expuesta desde la primera línea de sus "Premisas: La Ilustración burguesa ha sido un fracaso". Quiere decir Mayer (y explica y lo analiza) que los tres grandes grupos marginados en la sociedad occidental ("La mujer, el homosexual, el judío", así se subtitula el libro) continúan siéndolo, aunque a rachas y frecuencias diversas. Porque o se les integra en sus diferencias, bajo la condición de que disimulen; se les persigue por su disidencia; o se les convierte en "monstruos", seres atípicos, como de alguna manera -dice Mayer- ha venido a hacerse con el propio Estado de Israel. Si el judío ya no es -directamente- una víctima, su moderno estado se ha convertido en estado victimario, es decir, en algo anómalo.
Mayer distribuye su estudio en tres grandes secciones: "Judit y Dalila, Sodoma y Shylok", ideas mayores de las lecturas más negativas de mujeres como seres perversos -castradoras del hombre-, homosexuales como habitantes de las ciudades de la perdición, y el judío como avaro y siniestro. Shylock -recordemos- es el judío rico y malvado del drama de Shakespeare, El mercader de Venecia. Desde la Edad Media, la literatura europea (abierta o sutilmente) abunda en estas marginaciones -en esos tratamientos de la marginación- que culminan con los intentos liberadores (fracasados para Mayer) en la medianería de este siglo. Los hombres siguen pintando "mujeres malas" (en el "women’s Liberation Front"), homosexuales irredimibles -encumbrados por el glorioso Genet- o judíos incómodos y egocéntricos, que ahora son "el Estado judío marginado" o que margina. Pese a su abundancia, pese a los caminos liberadores, pese a los avances, los marginados tradicionales de la sociedad occidental siguen siendo marginados (piensa Mayer) pues como escribiera Adorno: "La ilustración que se apoderó de sí misma y se transformó en poder fue capaz de romper los límites de la Ilustración". La Ilustración ha fracasado, en fín, porque los eternos marginados (de muy diferentes modos) siguen siéndolo.
¿No ha mudado nada esa situación desde que, en 1975, Hans Mayer cerró esta básica Historia maldita de la Literatura? Cuando menos habría que decir que los ejemplos -y por tanto las posibilidades de tipificarlos- se han multiplicado, acaso, por veinte. Y aunque la sociedad occidental aún no haya logrado hacer "normales" a los marginados consuetudinarios, el problema se ha llenado de matices. Las mujeres -como colectivo- están muy cerca de abandonar la marginación (en Occidente) aunque pese todavía sobre ellas -las lecturas inveteradas son difíciles de suprimir de golpe- la idea de ser ancilar y esclava del hogar y del marido. Los homosexuales se han hecho más públicos que nunca hasta hoy, y uno de sus nuevos problemas radicaría en que el Sistema prefiere una homosexualidad caricaturizada y lúdica. Los judíos -hoy- más parecen verdugos que víctimas (gran capital, matanzas de palestinos) aunque no puede olvidarse que, también en ello, permanece mucho de su leyenda negra. Habiendo cambiado y proliferado muchas cosas, Hans Mayer sigue teniendo razón porque el Estado liberal-burgués sigue esencialmente inmutable. La marginación continúa -en lo profundo- sin resolverse, porque pervive (bajo múltiples nombres) el machismo y porque la diferencia sigue siendo considerada -por muchos grandes poderes, la arcaica Iglesia Católica entre ellos- una monstruosidad. Un libro superado, pero totalmente imprescindible.