El escritor alemán Hans Magnus Enzensberger ha muerto a los 93 años en Múnich, según ha informado la editorial Suhrkamp. La viceportavoz del gobierno alemán, Christiane Hoffmann, destacó la significativa importancia de su desaparición en la historia cultural reciente de su país. Poeta, novelista y traductor, su pensamiento fue uno de los más influyentes en Europa durante la mitad del siglo XX. Así, recién entrados en el XXI, fue reconocido con el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades en 2002.
Los otros lazos que unen a Enzensberger con nuestro país se remontan a 1998, cuando publicó El corto verano de la anarquía, una biografía novelada del español Buenaventura Durruti. Además, realizó una nueva traducción de La casa de Bernarda Alba, la imprescindible obra teatral del poeta Federico García Lorca.
Enzensberger es autor de varias decenas de obras. Las más reconocidas fueron Política y delito (1968), El interrogatorio de La Habana: autorretrato de la contrarrevolución (1971), Detalles, (1969), Poesías para los que no leen poesías (1971), El corto verano de la anarquía (1975), Migajas políticas (1984), El misántropo (1985) y ¡Europa, Europa! (1989). Debido a la creciente reputación de sus publicaciones, el escritor fue merecedor de premios tan prestigiosos como el Hugo Jacobi en 1956, el Georg Büchner en 1963, el Etna Taormina en 1967, el Pasolini en 1982, el Heinrich Boll en 1985 o el Erich Maria Remarque en 1993.
[La novela sobre economía de Enzensberger]
Nacido en Kaufbeuren el 11 de noviembre de 1929, Enzensberger fue testigo directo del surgimiento del nacionalsocialismo cuando su familia se trasladó a Nuremberg en 1931. El futuro pensador se unió a las Juventudes hitlerianas en su adolescencia, pero fue expulsado poco después. "Siempre he sido incapaz de ser un buen camarada. No puedo acatar las normas. No está en mi carácter. Puede que sea un defecto, pero no puedo evitarlo", habría dicho el pensador, que tuvo siempre muy presente en su obra la historia de su país.
En 2011, Anagrama publicaba Hammerstein o el tesón, novela del año en Francia y Alemania. Kurt von Hammerstein, el protagonista de la historia, fue el último comandante del Reichswehr ("defensa imperial" alemana durante la República de Weimar) antes de la toma del poder por parte de los nazis. Hammerstein, que despreciaba a Hitler y siguió su ascenso con desdén, podría haber compartido más de un rasgo con el propio Enzensberger.
El filósofo recordaba cómo "escuchábamos la BBC en secreto, con la cabeza debajo de las sábanas para que nuestros vecinos no pudieran oírnos". Y cuando los ataques de las tropas británicas empezaron a destruir la ciudad en agosto de 1944, a Enzensberger le pareció una liberación más que una tragedia. Y es que "uno tiene una actitud muy fría respecto a esas cosas cuando es joven", pues "ver gente muerta en las calles no es más que un hecho de la vida". Aquel caos de la posguerra lo consideraba "una anarquía atractiva", algo "bastante divertido para un chico de 15 años".
Tras la guerra, militó en la Facción del Ejército Rojo (RAF). Poco después se desempeñó como camarero en el comedor de oficiales, tarea que compaginaba con la traducción, y luego como comerciante en el mercado negro ("un curso acelerado sobre los principios del capitalismo", recordaba), hasta que comenzó sus estudios en las universidades de Erlangem, de Breisgau y Friburgo. También en Hamburgo y en la Sorbona (París), donde recibió clases en asignaturas de germanística, literatura y filosofía. En 1955 se doctoró con una tesis sobre la teoría poética del escritor romántico Clemens Brentano.
[Hans Magnus Enzensberger se autobiografía en 'Tumulto']
Enzensberger era comparado con los "jóvenes iracundos" de Gran Bretaña, Osborne y Pinter. En sus dos primeros libros, Defensa del lobo y Lengua del país, reprochaba la sumisión de los alemanes a las autoridades, al tiempo que se resistía a emplear el idioma que había heredado. "Inmediatamente después de la guerra, había una prioridad para nosotros: teníamos que deshacernos de los indeseables. Y eso era un gran fastidio, porque no se puede cambiar una población entera. Uno se encontraba con todos esos catedráticos, jueces y jefes de policía que eran antiguos nazis, y tenía que deshacerse de ellos, y una cierta violencia era necesaria para poner orden en el caos. Durante años trabajamos en un servicio de limpieza de basura intelectual", escribió después.
En aquellos años, Enzensberger formaba parte de una generación de escritores obstinados en rebelarse contra las figuras paternas. En su caso, no lo hizo contra el suyo precisamente, pues Andreas Enzensberger era un ingeniero de telecomunicaciones especializado en tecnología del teléfono y la radio, presentador de la primera radio de Bavaria, que influyó en la trayectoria de su hijo de una manera positiva.
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En 1955 consiguió su primer trabajo serio como redactor en una emisora de radio de Stuttgart, Süddeutscher Rundfunk, y a continuación inició su trayectoria como escritor con el libro de poemas Defensa del lobo. Los ensayos que publicó en este periodo fueron tan brillantes como su poesía primeriza. Con solo 28 años, no se amilanó a la hora de criticar lo que denominaba como la "industria de la conciencia".
El filósofo alemán se inscribió en la élite de los más ilustres intelectuales alemanes. Mientras sus compatriotas celebraban el resurgimiento de su economía, Enzensberger escribía textos críticos sobre la incapacidad de su país para afrontar el pasado nazi. Tanto que el colectivo antiburgués Kommune 1 tuvo su primera sede en su piso de Berlín. Entre 1965 y 1975 fue miembro del Grupo 47, una congregación generacional de escritores en defensa de la lengua alemana y su difusión. En aquella época daría sus primeros pasos en la edición, haciéndose cargo de la revista literaria Kursbuch (y mucho después, entre 1980 y 1982, también editó la publicación mensual Transatlantik).
En 1968, cuando el movimiento antisistema fraguaba su estatus como oposición política, el escritor se encontraba viviendo en Cuba. Su objetivo era confeccionar un "análisis óptimo del socialismo y el marxismo", hasta que llegó a la conclusión de que "los habían estropeado completamente", según aseguró. "Cuba era un espectáculo de un solo hombre. Para mí, este experimento había terminado", concluyó.
Fue en esos años cuando publicó el ensayo ¿Soy alemán?. "Como forma de organización, la nación se ha quedado obsoleta", escribió entre otras polémicas consideraciones. Sin embargo, aquella frase lo llevó a ser reconocido como uno de los fundadores intelectuales de la integración europea. Enzensberger formaba parte de la última generación de pensadores cuyos textos se vieron condicionados por su experiencia de primera mano en el Tercer Reich. Entre sus contemporáneos se encuentran Günter Grass, Robert Walser y Jurgen Habermas.
[El gentil monstruo de Bruselas]
Pese a que es el escritor más reconocido de la literatura alemana de posguerra junto a estos, su obra más popular es un libro infantil, El diablo de los números, sobre la dificultad de un chico con la asignatura de Matemáticas. Más de un millón de copias en 22 idiomas diferentes lo avalan, y sin embargo jamás escribió la gran novela nacional que puediera equipararse a El tambor de hojalata, de Grass. "A diferencia de los rusos, los franceses y los ingleses, los alemanes no tenemos una gran tradición novelística", dijo. Y, al respecto, añadió: "Nuestras novelas convencionales son como los coches alemanes. Hay cierta competencia y diligencia básicas, pero no son especialmente emocionantes o sorprendentes o interesantes".
Sobre la poesía, en cambio, mantuvo una opinión muy distinta: "En Alemania sí que tenemos una sólida tradición de prosodia en la poesía que se remonta a Brecht o Gottfried Benn". En cuanto a sus rasgos formales, podríamos decir que la rima no fue, precisamente, lo que más le preocupó. El ritmo también fue para Enzensberger un asunto secundario. Charles Simic lo consideraba "el mejor poeta alemán desde la II Guerra Mundial", pues contaba con "el abanico más amplio de temas" y usaba "estilos variados". Además, transmitió "mejor que cualquier otro la experiencia de alguien que llegó a la mayoría de edad durante la guerra".
En uno de sus poemarios más recientes, Historia de las nubes, arrojaba una mirada científica sobre temas tradicionales y combinaba el lenguaje pastoral de los "nómadas gigantes" con sintagmas como "simetría rotacional". A propósito, el propio poeta se expresó en estos términos: "Una de las ventajas de la poesía es que es omnívora. A veces me confunde la razón por la que otros poetas se limitan a un solo tema: se quedan asombrados cuando uno habla, por ejemplo, sobre matemáticas dentro de un poema".
[Hans Magnus Enzensberger: "Europa es un gran logro, no una oficina, y la están echando a perder"]
¡Europa, Europa! (1989), quizás su libro de no ficción más celebrado, es una serie de relatos de viajes de investigación sobre siete países europeos y sus culturas políticas. "Europa es el mejor lugar del mundo en el que estar", aseguraba. "Pero no es una oficina ni una institución: es algo real", matizó, pues "tiene un futuro mucho más rico que el lenguaje codificado de los tratados".
Sin embargo, "Europa es un gran logro, pero lo están echando a perder. Le dan vueltas a temas sin que haya motivos. Es superfluo. Y es antieuropeo, porque enfrenta a personas que no tienen ninguna razón para oponerse. Hablando desde un punto de vista constitucional, es un retroceso de las libertades que hemos asumido. Hay que vigilar a esa gente", dijo en El Cultural, si bien concluyó que "a veces, hasta los indeseables pueden tener razón".
[Salman Rushdie, icono de la libertad de expresión]
El nombre de Enzensberger se integra entre los 22 periodistas de Alemania occidental que en febrero de 1989 pidieron al gobierno de su país que implementara medidas de presión económica contra Irán. El objetivo era que el país asiático retirara las amenazas de muerte contra Salman Rushdie por la publicación de la novela Versos satánicos.