Veinte años no son nada. O dieciocho, que son los que han pasado desde que la banda barcelonesa Dorian publicara su primer disco, 10.000 Metrópolis (2004), en pleno auge de la música indie y la electrónica con un ojo en la new wave de los 80. Desde entonces, discos como El futuro no es de nadie (2007), La velocidad del vacío (2013) Justicia Universal (2018) o hits que son iconos generacionales como "La tormenta de arena", "A cualquier otra parte" o "Los amigos que perdí" los han convertido en una de las bandas más punteras con su personalísima mezcla entre electropop y letras intelectuales con la firma del siempre reconocible y combativo Marc Gili, cantante y compositor de las canciones.
Junto a Gili, la sensacional Belly Hernández (teclados y sintetizadores) y el bajista Bar Sáinz forman el núcleo duro. Culminan en el Wizink Center madrileño y el Sant Jordi Club de Barcelona la gira de presentación de su último disco, Ritual, publicado el pasado verano, en el que se empapan de los nuevos ritmos urbanos y la world music sin traicionar sus esencias. Reyes del hit, colaboran con el rapero Pimp Flaco en la vibrante "Dual", se dejan seducir por los beats suramericanos indígenas cantando con la colombiana Lido Pimienta en "Libre" y acaban de lanzar un remix de David Van Bylen de la discotequera "Energía rara", que compusieron con Alizzz, el colaborador de C. Tangana.
Ante la doble cita capitalina y barcelonesa, nos reunimos con Marc y Belly para hablar del secreto de su longevidad, los caminos del pop después de la “muerte del pop” y la importancia del directo, el súmmum del “ritual” que supone no solo la música, sino también nuestra vida.
Pregunta. ¿Ha muerto el pop?
Marc Gili. La música pop, tal y como la hemos entendido desde los años 60 hasta hace poco tiempo, sí, porque la fórmula llegó a un cierto agotamiento. Las notas, los instrumentos y la propia guitarra eléctrica prácticamente han desaparecido de la música que se escucha en la radio, y también un cierto tipo de estructuras musicales de la canción tradicional pop han caído en desuso. Por lo tanto, es un buen momento para reinventar el pop o por lo menos para abrir ventanas creativas.
P. ¿Cómo darle nueva vida, por tanto, al pop?
M. G. Es lo que hemos intentado precisamente con nuestro último álbum. Ritual significa romper la baraja para abrir el juego. En varios temas nos salimos del corsé de la canción pop de corte anglosajón para abrazar otras rítmicas y fraseos de influencias en otras latitudes que no son de Occidente. Por ejemplo, "Libre" está inspirada en la “chacarera”, que es un ritmo indígena del norte de Argentina; en "Lento" mezclamos el French Touch con ritmos afrocaribeños. Este tipo de juego nos interesaba ponerlo en marcha en este Ritual. La canción que abre el álbum, "Mundo perdido", bien podría estar en un disco de World Music y a la mitad le metemos un rap. Hemos jugado con los estilos para abrir el elenco de sonoridades y palos que puede tocar la banda en el futro. El disco es como un renacer y luego también están los Dorian más clásicos, el synthpop, el electropop o la new wave.
Belly Hernández. La espontaneidad es también muy importante en esta banda. Estamos trabajando en atravesar otras fronteras diferentes a lo que conocemos, pero siempre desde la espontaneidad, sin forzar nada. Son canciones muy directas, es todo natural. No queremos que se note demasiado forzado ni demasiado intelectual, sale de las vísceras.
"El súmmum es la música en directo, cuando nos encontramos con el público"
P. ¿Qué quieren reivindicar llamando Ritual al disco?
M. G. Andaba un día por la calle y empecé a pensar cuáles son los momentos más importantes en la vida de una persona. Con la pandemia, de alguna manera todos nos hemos replanteado cosas a nivel vital. Desde luego, el nacimiento y la muerte, pero al margen de estos dos, ¿qué te marca? Me di cuenta que los momentos más importantes los marcamos con rituales, un cumpleaños es un ritual, la llegada del año nuevo, un funeral, el propio sexo y el erotismo… Una cena entre viejos amigos de la universidad y así tantas cosas. Si esto lo trasladamos a la música, el súmmum es la música en directo, cuando nos encontramos con el público. Ritual engloba en una sola palabra sentimientos y experiencias muy poderosas.
B. H. La música también esta llena de rituales: comprar un disco, ver las letras, ir a un concierto... aunque quizá eso es más de nuestra generación.
M. G. Hay una idea detrás de la palabra ritual que quiero reivindicar porque nos vincula al otro, nos une, nos encontramos con el otro. En un concierto nos encontramos con los que son como nosotros, cohesiona a la comunidad en contraposición a esta corriente que nos imponen, que nos aísla en casa con aparatos, a vivir una realidad paralela. El ritual nos empuja a salir a la calle, a encontrarnos con el otro a celebrar algo.
P. Las letras en las que hablan de política y temas sociales son un clásico de Dorian. ¿Se consideran un grupo activista?
M. G. No creo que seamos un grupo anticapitalista. Pero sí es cierto que Dorian tiene conciencia de lo que pasa en el mundo y la sociedad. Eso acaba permeando en nuestros discos. "Mundo perdido" habla de los peligros de la globalización mal entendida. Habla del fundamentalismo religioso que no solo empuja a algunos al terrorismo y el machismo, la pederastia en la iglesia, las futuras guerras del agua… Este el mundo en el que estamos viviendo y queríamos reflejarlo.
>>Sobre todo queremos poner el acento en los peligros de la ignorancia, de estar con el dogma, no solo religioso, periodístico, izquierdas-derechas, del prejuicio… "Mundo perdido" es una canción muy orwelliana. Hablamos de un mundo sin libros o con lectores acríticos porque creemos que la cultura nos tiene que salvar. El espíritu de la ilustración del siglo XVIII tiene que seguir vivo. Frente al fascismo, los libros; frente a la ignorancia, el compartir la información; a los populismos chabacanos, la verdadera información.
"Tornado", por su parte, está dedicada a los jóvenes que se han quedado atrapados entre la crisis de 2008 de Lehman Brothers y el coronavirus. Hablamos de la gentrificación en las grandes capitales, esa sensación de desasosiego que tiene la gente joven de hoy en día, ¿cuándo les legará su oportunidad? Quería soltar un grito feminista en "Techos de cristal", en la que se reivindica un futuro en el que se reinventen las relaciones de poder desde la feminidad, no simplemente sustituyendo las mujeres a los hombres en el poder para comportarse como ellos. En "Lento" hablamos de que es desesperante lo lentos que son los cambios en la sociedad para que caigan el machismo, la homofobia o la xenofobia, que van cayendo pero tardará un tiempo. Luego también hay canciones de amor y un poco de humor para que no sea tan grave.
"Queremos poner el acento en los peligros de la ignorancia"
P. Colaboran con dos emblemas de la música urbana como Pimp Flaco o Alizzz. ¿El trap lo ha cambiado todo?
B. H. Es un movimiento juvenil y es el sonido de una generación. Desde luego merece la pena escuchar lo que tienen que decir. Pimp Flaco nos gustaba mucho y tiene unas letras muy interesantes.
M. G. Además rapea Youthstar, un MC de Liverpool que también tiene un papel estelar en la escena francesa con Chinese Man. Con Pimp Flaco nos entendimos muy bien. La electrónica en el ADN de Dorian hace que el sonido del grupo sea muy abierto, podemos meter muchas cosas en ese cajón de sastre. ¿Por qué no meter trap?
P. También hablan de amor en algunas canciones. ¿Querían reivindicar un amor no posesivo, no tóxico?
B. H. Es curioso porque por una parte el amor romántico está en crisis, pero en el género musical aún se reivindica mucho esa idea de “eres mía” y un amor basado en los celos y la posesión, es algo que no acaba de pasar de moda, todavía está muy vigente.
M. G. La canción "Dos vidas" es una declaración de amor. Quería explorar lo que pasa cuando estás con una persona que te apasiona tanto que una vida no te da para explorarlo, es una idea muy bonita. En "Rubik" hablamos de desamor, son dos caminos que se separan como pareja pero no para siempre. En "No dejes que pase el tiempo", con Ana Mena, hablamos de una pareja que está aprendiendo a comunicarse de forma no violenta, construyendo, no destruyendo. Cuando canto “Abre tus alas”, hablo de esa idea: "Desarróllate como eres, no te voy a poner zancadillas". Creo que las personas que intentan cambiar a las otras son residuos de un pasado que tenemos que dejar atrás. Se ha acabado lo de imponer nuestra manera de hacer y ver las cosas a nuestras parejas, amigos o familiares.
"Es desesperante lo lentos que son los cambios en la sociedad para que caigan el machismo, la homofobia o la xenofobia"
P. ¿Cómo se hace para no perder la identidad y al mismo tiempo sobrevivir veinte años?
M. G. Las influencias primarias de Dorian siempre estarán entre la new wave, el synthpop, la electrónica de los 90 y el indie de los 2000. Pero Dorian también es un grupo que va a seguir estimulándose gracias a la música que integramos. Escuchamos música de todo tipo y, como decía Belly, no nos sentamos en una mesa a decir "ahora mezclaremos trap y pop", es más orgánico.
B. H. Siempre sonamos a Dorian y por eso podemos acercarnos a otros géneros.