Por motivos bien distintos, los escritores latinoamericanos Gioconda Belli (Managua, 1948) y Jorge Volpi (Ciudad de México, 1968) acaban de fijar su residencia en España por un tiempo indefinido. La poeta y novelista nicaragüense se encuentra exiliada por las duras críticas hacia el gobierno de su país. El Frente Sandinista Liberal —partido a las órdenes de Daniel Ortega, reelegido presidente en unas elecciones bajo sospecha celebradas el pasado noviembre— ha dado la espalda a la escritora, que militó en sus filas hace décadas y hoy se enfrenta a un “reto interesante” que pasa por “proteger mi vida y mi libertad”, según ha explicado en El Cultural.
El caso del narrador mexicano corresponde a su proyección profesional. El pasado febrero fue designado nuevo director del Centro de Estudios Mexicanos en España, de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), y en mayo publica Partes de guerra, una obra que “tiene que ver con el origen de la violencia”.
Si adosáramos las temáticas por las que se han interesado uno y otro autor, el resultado sería una panorámica muy representativa de la literatura hispanoamericana. Belli ha explorado la feminidad, uno de las preocupaciones actuales más recurrentes en América Latina, desde su primer libro, Sobre la grama, mientras que las cuestiones sociales como el exilio o el desarraigo están reunidas en su última obra publicada, Las fiebres de la memoria (Seix Barral). Actualmente escribe una novela y pronto saldrá en Argentina Las letras bajo mi piel, un libro de ensayos.
Volpi, por su parte, se proclamó vencedor del Premio Alfaguara de Novela, el mismo año en que Belli publicó Las fiebres de la memoria (2018), con una historia de violencia, Una novela criminal, que detalla los pormenores del caso Cassez-Vallarta en una crónica trepidante. Fue la novela que lo encumbró, si bien toda su narrativa anterior se inscribe en la trama de corrupción política, uno de los grandes temas de la narrativa latinoamericana.
La dimensión de sus figuras y su relación con España ponen de manifiesto la autoridad de sus voces para escrutar el momento que atraviesa la relación literaria entre las dos orillas.
Pregunta. ¿Qué esperan de su nueva vida en España?
Gioconda Belli. Estar en España es el resultado de un exilio inesperado, pero tendré que reinventar una etapa de mi vida cuando creí ya superadas las sorpresas de esta magnitud. No puedo imaginar un mejor lugar para hacerlo que España.
Jorge Volpi. Volver a Madrid representando a la UNAM es una oportunidad extraordinaria para contribuir a acercar más a nuestros dos países.
“Hay joyas de Latinoamérica que no trascienden debido a criterios de mercado, más que de calidad”. Gioconda Belli
P. ¿En qué momento se encuentra la relación literaria entre España y América Latina?
G. B. Un momento de auge y de mutuo descubrimiento que ha venido creciendo gracias a las ferias del libro, los congresos y la movilidad moderna.
J. V. Un momento paradójico donde hay un flujo de autores mucho mayor que hace décadas, pero donde los lectores de uno y otro lado desconocen la enorme variedad de propuestas entre lo que se escribe hoy.
España, país de acogida
P. ¿Los escritores latinoamericanos siguen viendo a España con ojos de colonia o como país de acogida?
G. B. La percepción varía según los tiempos políticos y la propia política cultural de España. Actualmente creo que prima la sensación de país de acogida.
J. V. Mi generación veía a España como una Meca: ser publicado en Barcelona o Madrid significaba serlo en el resto de América Latina. Ahora muchos escritores jóvenes prefieren pensar primero en estudiar, vivir, buscar ser traducidos o tener agentes en Nueva York.
“Mi generación veía a España como una Meca. Ahora los jóvenes prefieren tener agentes en Nueva York”. Jorge Volpi
P. ¿Es cierto lo que opinan muchos de sus compatriotas acerca de que desde España se lee con más reparo las obras que proceden de la otra orilla?
G. B. Personalmente no lo concibo así. En el caso de las escritoras latinoamericanas, me parece que más bien hay un interés especial, del público lector sobre todo, que tiene que ver con la cantidad y variedad de voces que se han revelado en los últimos años.
J. V. A mí me tocó que algún editor me corrigiera en España los “ustedes” por “vosotros” o escuchar que el habla “latinoamericana” alejaba a los lectores españoles. Esto ha ido cambiando, pero el problema es creer que España y América Latina son los dos únicos lados de la lengua. Somos muchos países y regiones y el desconocimiento entre unos y otros es abismal.
El poder de la palabra
P. ¿Qué papel puede desempeñar la literatura a la hora de resolver conflictos como la corrupción enquistada en México o el populismo disfrazado de libertad en Nicaragua?
G. B. La literatura atestigua y pone de relieve estos conflictos. Los autores pueden ser voces importantes al posicionarse frente a ellos. Yo creo en la responsabilidad del intelectual frente al colectivo.
J. V. Creer que la literatura puede cambiar la sociedad es una utopía, pero no tengo dudas de la fuerza de la literatura a la hora de cambiar la manera de pensar de los lectores. La era de los intelectuales públicos comprometidos, imaginados como vanguardia de la sociedad, ha llegado a su fin, y quizás no es una mala noticia.
“La era de los intelectuales públicos comprometidos ha llegado a su fin, y quizás no es una mala noticia”. Jorge Volpi
P. ¿En qué medida el boom ha canonizado la literatura hispanoamericana? ¿Debe seguir siendo un referente o es necesario deconstruirlo con la incorporación de nombres que quedaron solapados y hoy se están recuperando?
G. B. El boom fue fantástico y su influencia es innegable urbi et orbi. No veo la necesidad de deconstruirlo, pero tampoco de seguir midiendo la literatura hispanoamericana con la vara del boom. Pienso que hemos vivido varios boom desde entonces, pero la crítica es más reacia a reconocerlos. ¿Quizás porque estén más poblados de mujeres?
J. V. El boom fue un grupo de grandes escritores (todos hombres) que alcanzaron una relevancia global. Fuera de la etiqueta había, sin duda, muchísimos escritores y escritoras valiosísimos. Sin duda, conviene intentar rescatar de ese olvido injusto y a veces intencional esas voces que quedaron sepultadas.
P. Los autores jóvenes de América Latina se desplazan a las ciudades que son centros editoriales y facilitan la promoción de sus obras. En los años 70, Barcelona fue uno de esos centros. ¿Cree que esto ha intensificado el hermanamiento?
G. B. Creo que las instituciones culturales que promueven el intercambio y el encuentro de las dos orillas han jugado un papel crucial y encomiable en el hermanamiento. La FIL, la Casa de América, la Cátedra Vargas Llosa, ferias del libro, festivales... Es innegable la necesidad de que existan estos mecenazgos.
J. V. Los grandes momentos de la literatura y del pensamiento surgen del contacto y del tránsito entre lo diverso: los latinoamericanos en Barcelona en los setenta o los exiliados españoles en México a partir de los cuarenta. El resultado de las migraciones es la convivencia como fuente de diversidad y riqueza.
“Hemos vivido muchos 'boom' desde entonces, pero la crítica es más reacia. ¿Quizás porque estén más poblados de mujeres?”. Gioconda Belli
P. A propósito, el exilio ha sido una constante en la literatura hispanoamericana por su condición de ida y vuelta. ¿Cómo ha evolucionado esa temática en los últimos años?
G. B. La literatura del exilio es parte de otro tiempo. Apena que los autoritarismos vuelvan a revivir las condiciones de su existencia, pero ahora las migraciones, las aculturaciones que crean los desplazamientos del hambre y las guerras son las nuevas caras del exilio.
J. V. No deja de ser una desasosegante marca de nuestro tiempo cómo se valora tanto a quienes huyen de regímenes autoritarios y en cambio se desdeña a quienes simplemente aspiran a una vida mejor en otra parte.
El centro de la lengua
P. El mayor mercado de libros para España es América, pero los libros latinoamericanos siguen llegando a la península con dificultades.
G. B. Hay joyas literarias de Latinoamérica que no trascienden debido a criterios de mercado más que de calidad.
J. V. Con más dificultades todavía llegan los libros de un país de América Latina a otro. España sigue queriéndose creer el centro de la lengua, pero ya no lo es. La globalización neoliberal seguirá impidiendo que haya un mayor tránsito de libros entre nuestros países.
P. ¿Qué títulos han pensado regalar por el Día del Libro?
G. B. Regalaré Un verdor terrible, de Benjamín Labatut. Es buenísimo. Y me regalaré El peligro de estar cuerda, de Rosa Montero.
J. V. Recomiendo Vindictas. Cuentistas latinoamericanas, coedición de la UNAM y Páginas de Espuma.