Muere Zygmunt Bauman, un pensador contra la "modernidad líquida"
Zygmunt Bauman. Foto: Ione Saizar
El sociólogo y filósofo, creador del concepto de "modernidad líquida", ha fallecido a los 91 años en la ciudad británica de Leeds, donde residía desde hace años y ejercía como profesor emérito de su universidad.
Nacido en Poznan en 1925 en el seno de una familia humilde de origen judío, Bauman era niño cuando su familia huyó del país y del terror nazi de 1939, rumbo a la Unión Soviética. Tras su paso por el ejército polaco en el frente ruso, regresó posteriormente a Polonia, donde militó en el Partido Comunista y fue profesor de filosofía y sociología en la Universidad de Varsovia. Pero una feroz campaña antisemita le hizo exiliarse de nuevo en 1968 teniendo que abandonar Polonia desposeído de su puesto de profesor y expulsado del Partido Comunista, en una purga marcada por el antisemitismo surgido tras la guerra árabe-israelí. Emigrado primero a Tel-Aviv, vivía desde 1971 en la ciudad británica de Leeds en cuya universidad era profesor emérito.
La obra de Bauman, que arranca en los años sesenta y comprende 57 libros y más de 100 ensayos entre los que destacan títulos como ¿La riqueza de unos pocos nos beneficia a todos?, La cultura en el mundo de la modernidad líquida, 44 cartas desde el mundo líquido, Miedo líquido. La sociedad contemporánea y sus temores, Mundo consumo. Ética del individuo en el mundo global, Amor líquido y Sobre la educación en un mundo líquido; ha sido reconocida con premios como el European Amalfi Prize for Sociology and Social Science en 1992 y el Theodor W. Adorno Award en 1998, el Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades de 2010, junto a su colega Alain Touraine.
Reconocido a nivel internacional por los enfoques que incorporó filosofía y otras disciplinas, su visión de la sociología reivindicaba un papel menos descriptivo y más reflexivo. Sus aportaciones a la conceptualización de la posmodernidad, a la que él denominaba "modernidad líquida", fueron recogidas en diversos ensayos por los que recibió reconocimiento internacional. Amén de la fluidez de la identidad en el mundo moderno, Bauman también exploró en sus obras temas como el Holocausto, el consumismo y la globalización, siendo una fuerte voz moral para los pobres y desposeídos del mundo, centrándose en cómo los seres humanos pueden crear una vida digna a través de decisiones éticas.
Pero en el conjunto de su pensamiento especial relevancia tuvo, como decimos, el término de "modernidad líquida", que acuñó en la década de 1990 para describir un mundo contemporáneo en tal flujo que los individuos se quedan sin raíces y privados de cualquier marco de referencia predecible. "El hombre está huérfano de referencias consistentes", era su síntesis, algo que proclamaba de sí mismo: "lo único sólido en mi vida es Janine, mi esposa desde hace sesenta años", según expresó en una entrevista en El Cultural. Sus obras también exploraron la fragilidad de la conexión humana en estos tiempos y la inseguridad que crea un mundo en constante cambio.
"En una vida moderna líquida no hay vínculos permanentes, y cualquier cosa que ocupemos por un tiempo debe estar ligada libremente para poder desatarse de nuevo, tan rápido y sin esfuerzo como sea posible, cuando las circunstancias cambien", afirmaba Bauman.
En una de sus últimas apariciones en España, en el marco del II Foro de la Cultura de Burgos celebrado en noviembre de 2015, Bauman charlaba sobre la filosofía en la actualidad, y opinaba sobre el reducido papel otorgado a esta disciplina en la nueva ley educativa española. El filósofo se mostraba desconcertado por una decisión alejada a las políticas y prácticas educativas que se están adoptando en otros países europeos, y reconocía abiertamente que "sacar la filosofía de las aulas es un error". Lo explicaba alegando que "en cada sociedad la filosofía cumple el deber de enseñar a los alumnos la base del pensamiento lógico" y rrecordaba que vivimos en un momento de individualización de modo que "lo que antes recibía el ser humano a través de su convivencia en comunidad, ahora lo tiene que conseguir solo. Nunca ha habido un momento como este en la historia". Un fenómeno que, en palabras del sociólogo, "nos dirige a la servidumbre".
Además, el pensador analizaba la aportación de la cultura y las artes a la sociedad actual, así como su capacidad para articular y construir nuevos ecosistemas sociales. Bauman reconocía entonces que la cultura ha sido utilizada, en ocasiones, como "un arma de estratificación, de jerarquización y de distinción social entre grupos de personas" y defendía una visión democratizadora: "todos somos productores de cultura". El premio Príncipe de Asturias también daba cuenta en este encuentro de los retos y desafíos que asumen los filósofos y la sociedad en su conjunto: "El problema no es que la gente esté dejando de filosofar sino cómo la activamos y aplicamos en nuestra vida diaria".
Hace escasos meses publicaba su ya último ensayo, Extraños llamando a la puerta (Paidós), una lúcida e incisiva reflexión sobre uno de los temas más candentes de la agenda política mundial: los refugiados. En él hace gala, al igual que en el resto de su obra, de lo que él mismo tildaba de "pesimismo esperanzado", porque según decía "yo no soy optimista pero tengo esperanza. Hay una diferencia entre optimismo y esperanza. El optimista analiza la situación, hace un diagnóstico y dice, por ejemplo, hay un veintinco por ciento de posibilidades, etc. Yo no digo eso, sino que tengo esperanza en la razón y la consciencia humanas, en la decencia. La humanidad ha estado muchas veces en crisis, y siempre hemos resuelto los problemas. Estoy bastante seguro de que se resolverá, antes o después. La única verdadera preocupación es cuántas víctimas caerán antes. No hay razones sólidas para ser optimista. Pero Dios nos libre de perder la esperanza".
Un analista certero del presente
Manuel Cruz"Me llega la noticia del fallecimiento de Zygmunt Bauman mientras leía la entrevista que aparece el mismo día de su muerte en La Vanguardia. Admirable la lucidez de este anciano, capaz de leer las novedades de su presente, aceptando lo que éste, en ocasiones, contiene de desafío a los esquemas establecidos (y a los prejuicios). El modo, por ejemplo, en que en su último libro, Extraños llamando a la puerta, fue capaz de interpretar la clave del éxito de Trump cuando sólo era candidato acredita una inteligencia y una finura para el análisis ciertamente excepcionales. Por lo demás, de alguien que se va dándonos qué pensar hasta su último suspiro merece decirse que ha tenido una vida cumplida".
Manuel Cruz (Barcelona, 1951) es filósofo, diputado, catedrático de Filosofía Contemporánea en la Universidad de Barcelona y autor de decenas de ensayos, algunos de los cuales han recibido prestigiosos premios como el Anagrama, el Espasa y el Jovellanos. Su última obra publicada es Ser sin tiempo.
Jacobo Muñoz
"Bauman es un sociólogo y filósofo que ha renovado la vieja teoría de la tragedia de la cultura moderna, es decir, es un intelectual que trabajó y combinó el viejo tema de la teoría de la crítica, de Lukács a la escuela de Francfort, con otros materiales, fundamentalmente sociológicos y psicológicos, y al hacerlo convirtió en categoría analítica central del mundo contemporáneo la teoría de la liquidez. Este es un programa que ha desarrollado de un modo muy completo al analizar no sólo las relaciones sociales en general, sino también el amor, la amistad, el arte o las formas de consumo. En definitiva, su obra y su pensamiento son un homenaje a un dicho muy viejo: todo lo sólido se desvanece en el aire".
Jacobo Muñoz (Valencia, 1942) es filósofo y catedrático emérito de la Universidad Complutense. Discípulo de Emilio Lledó, ha sido también maestro de varios filósofos destacados de la generación posterior, como José Luis Pardo. Su trabajo ha sido premiado en numerosas ocasiones. Una de sus obras más famosas es su Diccionario de Filosofía y su último libro publicado hasta la fecha es El ocaso de la mirada burguesa: de Goethe a Beckett.
Daniel Innerarity
"Con la metáfora de la modernidad líquida, Bauman acertó a sintetizar en una expresión poderosa el estado de cosas de la realidad social. Unificar lo disperso y hacerlo inteligible es una aportación muy importante en un mundo inabarcable y fragmentado como el nuestro. No obstante, en su contra debo decir que nuestro mundo es más bien gaseoso. La palabra líquido sugiere un mundo de canales conectados en el plano horizontal, y necesitamos otra interpretación para fenómenos como las burbujas inmobiliarias, los rumores, la difusión de noticias basura y los mecanismos de contagio colectivo que se dan en el mundo de hoy".
Daniel Innerarity (Bilbao, 1959) es catedrático de filosofía política y social y director del Instituto de Gobernanza Democrática. Especializado en fenómenos actuales como la nueva política y la globalización, es uno de los pensadores españoles contemporáneos más destacados. Sus últimas obras publicadas son La política en tiempos de indignación y Un mundo de todos y de nadie.