Alfredo Sanzol, en el María Guerrero. Foto: Rodrigo Mínguez

Alfredo Sanzol, en el María Guerrero. Foto: Rodrigo Mínguez

Teatro

Alfredo Sanzol debuta con Lorca: "Bernarda Alba ejerce violencia machista contra sus hijas"

Una conversación sobre sexualidad con su madre empujó al director del CDN a montar una versión de 'La casa de Bernarda Alba', que estrena en el María Guerrero con Ana Wagener.

9 febrero, 2024 02:23

La escena es curiosa. Un hombre de 51 años y una mujer de 83 hablan de sexualidad. Lo hacen a propósito de La casa de Bernarda Alba de Lorca. Él es Alfredo Sanzol (Madrid, 1972); ella, su madre. El director del CDN no solo lleva al terreno autobiográfico su dramaturgia (La respiración, La calma mágica, El bar que se tragó a todos los españoles). También necesita metabolizar los clásicos que monta como director. Por eso le pidió a su madre que leyera el texto lorquiano, para hablar luego sobre él. Ya lo tenía entre ceja y ceja desde hacía tiempo pero lo que afloró en la charla con su progenitora le dio el empujón definitivo: debía estrenarse con Lorca y, en concreto, con esta pieza icónica sobre la represión del deseo.

Pregunta. ¿Qué le reveló esa charla que acabó siendo crucial para lanzarse a coronar esta cumbre del teatro español?

Respuesta. Me hizo constatar que hay muchos temas que están en La casa de Bernarda Alba que tienen que ver con el cuerpo de la mujer y que habían tenido mucha importancia en mi propia vida aunque muchas veces no se verbalizaran, se dieran por supuestos. Es una muestra más de cómo el arte sirve para hablar de lo que no se habla. La conversación me hizo todavía más consciente de la fuerza y el potencial de la obra.

P. ¿Cuánto tiempo llevaba pensando en meterle mano a Lorca?

R. La verdad es que siempre me ha acompañado. El primer libro de teatro que tuve fueron las Obras completas de Lorca de Aguilar. Me lo regaló mi madre, precisamente, cuando tenía 14 años.

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P. O sea, que representar ahora Bernarda Alba es cerrar un círculo de alguna manera.

R. Exacto, así es.

P. ¿Había dirigido algún Lorca en su etapa amateur?

R. No, no, es el primero. Bueno, para todo hay una primera vez. Tampoco le doy más vueltas. Las obras llegan en los momentos que llegan, cuando se producen determinados encuentros y circunstancias.

"Los diálogos son una maravilla. Si se pusieran seguidos, formarían un poema perfecto"

P. Presenta a Bernarda como una víctima, una mujer “con una herida muy grande”. ¿Cuál es esa herida?

R. Hay un momento en el que Bernarda se habla a sí misma, en segunda persona. Dice: “Bernarda, tendrás que ponerles la mano encima”. Esa voz, que no es suya, es para mí una de las claves de la obra. No es una casualidad que Lorca incluyera esa frase. Bernarda es una víctima de una estructura patriarcal y de la violencia machista, y esa voz ha quedado inscrita en ella: es como si la habitara. Toda mi propuesta tiene que ver con la humanización de Bernarda como una víctima que se une a la represión que ha sufrido ella misma.

P. ¿Porque se está vengando o simplemente porque extiende de forma inconsciente un legado violento que le han inoculado?

R. Es una superviviente que ha tenido que sumarse a unas normas que la hacen tanto daño como a las demás.

P. Ella, en el fondo, intenta proteger a sus hijas. Sabe que sus impulsos sexuales les pueden conducir al estigma social.

R. Sí, intenta protegerlas pero, claro, cae en el autoritarismo. Todo el paisaje que está fuera de la casa, que tiene que ver con los hombres, refleja una violencia dirigida contra las mujeres. La presencia masculina es violenta y amenazadora. De hecho, se cuentan casos de dos violaciones. El comportamiento de Bernarda, en ese contexto, no es gratuito, lo que pasa es que se escora totalmente hacia el lado represor.

P. ¿La violencia que ejerce Bernarda sobre sus hijas es entonces violencia machista?

R. Sí. Hay, de hecho, un momento en que Prudencia le dice: “Estás bregando como un hombre”. Bernarda asume el rol del hombre represor. Ella alude a la “casa de su padre”. Siente que lo está sustituyendo, al igual que a los dos maridos muertos.

Un momento de 'La casa de Bernarda Alba'. Foto: Bárbara Sánchez Romero

Un momento de 'La casa de Bernarda Alba'. Foto: Bárbara Sánchez Romero

P. En la puesta en escena opta por una limpidez blanca. ¿Qué pretende significar con ello?

R. Quería que la casa fuese como un personaje más, muy definido. He seguido las indicaciones que da Lorca cuando describe la solidez de sus muros, como de refugio pero también de prisión. Con Blanca Añón [escenógrafa] hemos hecho un diseño de una casa que es muy contemporáneo: sintético, límpido y a la vez sólido. Así es como la ve Bernarda: como un sitio pulcro y fuerte a la vez.

P. El blanco también lo demanda el paisaje de los pueblos andaluces, con sus fachadas encaladas, ¿no?

R. El blanco tiene mucho protagonismo. Para empezar, en el apellido de Bernarda, que se proyecta también en la exigencia de pureza a sus hijas y en la reclamación de limpieza a las criadas. Hay un deseo de pulcritud exacerbado hasta la compulsivo, una metáfora de la limpieza moral.

P. ¿Esta limpidez que propone tiene algo que ver con un deseo de desembarazar a la obra de adherencias que la ‘tradición’, sedimentada por otras puestas en escena, le ha ido adhiriendo?

R. No, yo he intentado trabajar desde cero. No hay voluntad de nada respecto a otras puestas en escena previas. Me interesa trabajar con los textos imaginando que los acabo de recibir.

P. Fuera del teatro, la versión cinematográfica de Mario Camus caló en el imaginario colectivo. ¿Qué le parece?

R. La vi cuando era pequeño en el cine y luego no la he vuelto a ver. Aunque sí la ha visto todo el reparto [risas]. Tengo muy buen recuerdo de la película. Me llamó mucha la atención porque no era el cine que veía normalmente, por los personajes, por los ambientes por lo que sucedía… Me tocó.

"'La casa de Bernarda Alba' habla de una familia pero en realidad remite a un país entero"

P. Entonces sí es un hito que contribuyó a dejarle el poso del que mana el impulso de montar Bernarda.

R. Sí. Conste que también he visto las versiones de Lluís Pasqual, Calixto Bieito, José Carlos Plaza… Y montajes de danza y otros donde se han extraído personajes concretos. Hasta una versión punk. Es que es parte de nuestro acervo.

P. La blancura escénica también le dará mucho juego y fuerza por el contraste con el luto de las vestimentas.

R. Claro, es un contraste icónico. El blanco de las paredes y las sábanas frente al negro del luto, una combinación a la que hay que añadir el verde del vestido de Adela. Es muy pictórico. Ya cuando empiezas a ensayar te vas dando cuenta del sentido de esos colores.

P. ¿Qué relevancia diría que tiene dentro de la dramaturgia de Lorca?

R. Aquí quiso hacer una obra realista. Habla de ella como de "un documental fotográfico”. Tiene escenas que recuerdan a Pinter, o que se adelantan a Tennessee Williams y a Arthur Miller. Cuando se habla del realismo americano como de algo tan innovador y tan fuerte, hay que tener en cuenta que Lorca ya había hecho en el 36 un realismo que luego fue un ejemplo para todo el siglo XX. La casa de Bernarda Alba se lee en todo el mundo. No es casualidad que se haya hecho ahora en el National Theater o que se esté preparando una serie en Estados Unidos. La fuerza que sigue teniendo es universal. Los diálogos son una maravilla. Si se pusieran seguidos, formarían un gran poema perfecto. Es la belleza de la aparente simplicidad.

Alfredo Sanzol en el Teatro María Guerrero de Madrid. Foto: Rodrigo Mínguez

Alfredo Sanzol en el Teatro María Guerrero de Madrid. Foto: Rodrigo Mínguez

P. Las madres en España no crían ya así a sus hijas. Se ha avanzado mucho. ¿O no tanto?

R. La casa de Bernarda Alba es una metáfora de una sociedad entera. Habla de una famililia pero en realidad remite a un país. Las mujeres siguen sufriendo violencia machista. Lamentablemente, no estamos tan alejados de aquello. Las cifras lo demuestran, no es una opinión subjetiva.

P. ¿Cree que Lorca representa para cada español una culpa (por cómo lo devoró este país) y un orgullo luminoso (por el legado literario que nos dejó)?

R. Lorca fue asesinado a raíz de un golpe de Estado que produjo una situación de caos en la que se le ajustició de manera horrible. Se convirtió así en un representante de la creatividad y la libertad. Es una inspiración.

P. Su mandato al frente del CDN expira este 2024. ¿Qué visos hay de que se renueve?

R. Ha habido un cambio de dirección general del Inaem. Estamos esperando para reunirnos con la nueva directora. Existe la posibilidad de prórroga hasta diciembre de 2027. Veremos.

Un familia enlutada

Bernarda Alba. 60 años. Obsesionada con la decencia de sus hijas tras enviudar. Asume el rol masculino de control de la casa con una veta autoritaria tiránca.

María Josefa. 80 años. Madre de Bernarda, que la mantiene encerrada, porque, junto con Adela, es la única que se atreve a desafíar la dictadura matriarcal de Bernarda. Encarna la verdad de los ‘enajenados’.

Angustias. 39 años. Hija de Bernarda y de su primer marido. Eso le otorga una posición económica más favorable respecto a sus cuatro medio hermanas. En cambio, es poco agraciada físicamente.

Magdalena. 30 años. Hija de Bernarda. Su nombre, de origen bíblico, alude al llanto y la ternura. Es, de hecho, la única que llora a las claras durante el funeral del padre.

Amelia. 27 años. Hija. Significa ‘sin miel’. Es la más simple de las cuatro hermanas. Acaso por ser la mediana, es la menos definida de todas.

Martirio. 24 años. Hija. Sufriente, enfermiza. La única que pudo haber contraído matrimonio, pero Bernarda Alba lo desbarató por razones de difrerencia de clase.

Adela. 20 años. La hija más joven de todas. Es la más impetuosa y rebelde. Se abandona a su pasión por Pepe el Romano.

Poncia. 60 años. Criada. Desprecia a Bernarda aunque se identiica con ella en los códigos morales. Pero no soporta cómo la trata.

Prudencia. 50 años. Amiga de la familia Alba. Cuenta el caso de su hija desobediente.

Pepe el Romano. No aparece en escena pero es determinante en la trama. Arquetipo de virilidad, se dice que pretende el dinero de Angustias y la belleza de Adela.