Era lógico que el tenor peruano Juan Diego Flórez sacase al mercado un disco con canciones latinoamericanas, muchas de las cuales posiblemente cantaba antes de convertirse en cantante serio. Seguro que entonces las abordaba con mayor desenvoltura y naturalidad que ahora. A Flórez ya le pasa un poco lo que a casi todos los cantantes líricos -la neozelandesa Kiri Te Kanawa fue una rarísima excepción- cuando se meten con la música comercial, que suenan forzados. En su caso suena más relamido que forzado. El repertorio alterna piezas en donde la voz -que no es grande- es la exacta. Así "Estrellita" o "En mi viejo San Juan". En cambio se echa de menos el vozarrón y la pasión de Domingo o Carreras en otras como "Júrame" o "Granada". En "La flor de la canela" no logra que se olvide la intención de una María Dolores Pradera. Los arreglos resultan algo sofisticados, salvo la simpleza de una guitarra en "Alma llanera". Ante todo un lanzamiento para sus fans.