La cultura española, especialmente la canción de autor, pierde a Luis Eduardo Aute, que ha muerto este sábado a los 76 años en un hospital madrileño como consecuencia del infarto cerebral sufrido en 2016, que le tuvo dos meses en coma y, desde entonces, retirado de los escenarios. Poeta, pintor, escultor y cinéfilo empedernido (al que dedicó la canción “Cine, cine”), destacó sobre todo como cantautor, con la publicación de una veintena discos de estudio (como Cuerpo a cuerpo, Slowly, Fuga, De par en par y El niño que miraba el mar, entre muchos otros), y de temas tan emblemáticos como "Al alba", que popularizó Rosa León, "Rosas en el mar", "De alguna manera" o "Las cuatro y diez".
Nacido en Manila (Filipinas) en 1943, se caracterizó por su compromiso político y su frenética actividad cultural. Pocas fueron las actividades creativas que no tocara el genio de Aute. Desde la poesía a la pintura, pasando como no podía ser de otro modo, por la música. Fue testigo del Mayo del 68 francés y una figura esencial en la lucha antifranquista y en la cultura desarrollada durante la Transición. Aunque, según reconocía a El Cultural en su última entrevista: "Me siento de otro planeta cuando veo todo lo que ocurre aquí. Cada vez me identifico menos con estas nomenclaturas históricas que hemos heredado y que están ya obsoletas".
Con clara y pronta vocación musical, Aute se inició como guitarrista de los grupos Los Tigres, Los Pekeniques y Los Sonor, hasta que, con 17 años, debutó como cantautor en el programa de TVE Salto a la fama. Aunque su faceta pictórica es menos conocida, la desarrolló también desde muy temprano y en 1960 expuso por primera vez sus cuadros en la Galería Alcón de Madrid. En 1966, con 23 años, Aute se decidió a entrar en el estudio de grabación. Lo convencieron desde la discográfica con la condición de no dar conciertos ni hacer promoción, para poder tener tiempo de seguir pintando, condición que fue respetada durante más de diez años.
Una vida en la canción
Su primer álbum se tituló Diálogos de Rodrigo y Jimena e incluyó algunos de sus grandes éxitos como “Rosas en el mar” y “Aleluya nº1”, que ya había hecho populares previamente Massiel. En 1968 sacó al mercado “24 canciones breves” y durante la década de los 70 grabó siete discos. A Rito (1973) le siguieron Espuma (1974), Babel (1975) y Forgesound (1976), con temas escritos por Jesús Munárriz y la colaboración de Forges, Rosa León y Teddy Bautista.
El disco Albalanta supuso un giro en su carrera e incluyó la célebre “Al alba” que Aute había compuesto años antes inspirado por los últimos fusilamientos franquistas. La primera en cantarla fue Rosa León, que la dedicó en sus conciertos a los condenados a muerte. Su producción de los 80 la plasmó en los trabajos Alma (1980), último de la trilogía sobre amor y vida, junto con Albanta y De par en par; Fuga (1982); y el doble Entre amigos (1983), que fue Premio Nacional del Disco.
En la década de los 90 nacieron ¡Ufff! (1991), el Disco de Oro Slowly (1992), el doble realizado en una gira con Silvio Rodríguez Mano a mano (1993) o Animal Uno (1995). Con el cambio de siglo publicó Alas y balas (2002) y al año siguiente comenzó una nueva grabación de todas sus canciones, de la que se han editado hasta el momento tres volúmenes dobles bajo el título Autorretratos.
En marzo de 2007 publicó el disco A día de hoy, con canciones inéditas y dos años después, sacó a la venta Memorable cuerpo, un recopilatorio con los mejores temas de sus cuatro décadas como músico. En 2010 editó Intemperie, de nuevo con canciones inéditas, y dos años después, El niño que miraba el mar, un disco con doce temas nuevos que venía acompañado de un DVD con la película El niño y el basilisco, dibujada y realizada por el propio autor a partir de una fotografía de su infancia.
El otro Aute
Pero además de músico, Aute fue un creador ecléctico que toco todos los palos posibles. En su faceta plástica, la más temprana junto a la musical, es autor de una voluminosa producción pictórica y escultórica que ha llegado a viajar, en los años 60, a ferias internacionales como la Bienal de París o la de Sao Paulo, y a ARCO en varias ediciones. Además, entre 2004 y 2010, realizó una muestra retrospectiva itinerante que bajo el título Transfiguraciones llevó su obra por toda España y algunos países de América latina.
El cine, para el que compuso bandas sonoras de películas de directores como Jaime Chávarri, Luis García Berlanga o Fernando Fernán Gómez, fue otro de sus grandes amores. Ya en la década de los 60 abandonó después de quince días sus estudios universitarios para irse a París, donde fue meritorio del ayudante de dirección de la película de Joseph Mankiewicz Cleopatra, y también de Jean Luc Godard y Luis Malle.
Como poeta ha publicado una quincena de libros, el primero La matemática del espejo (1975). En Cuerpo del delito (2004), reunió por primera vez las letras de sus 300 composiciones, que diez años después actualizó en Claroscuros y otros pentimentos. EN AnimaLhada (2005) reúne sus libros de "poemigas", que en 2016 completó con El sexto animal (Espasa), con más de 250 poemas y piezas divididas por capítulos que repasan su trayectoria desde su nacimiento.
En 2015 una nueva generación de músicos como Xoel López, Leiva, Depedro, Rubén Pozo,y Soleá Morente, le dedicó el disco homenaje Giralunas en el que versionaban sus canciones más célebres. En diciembre de 2018, el artista recibió un homenaje multitudinario, Ánimo Animal, con la participación de amigos y compañeros como Joan Manuel Serrat, Joaquín Sabina, Silvio Rodríguez, Massiel, Ana Belén, Víctor Manuel o Jorge Drexler, entre otros.
En cuanto a los años venideros, el cantuator reconocía tener "la sensación de que acaba toda una época y viene otra distinta que no se sabe bien que va a ser. A la vista está que el neoliberalismo feroz es un fracaso rotundo. La desigualdad está creciendo de forma salvaje, estamos volviendo al medievo, otra vez con las cruzadas contra el infiel, con los alquimistas intentando convertirlo todo en oro, con los señores feudales…", afirmaba pesimista. "Cualquier reflexión poética es algo que no interesa porque no es productivo y puede despertar conciencias. Podemos adquirir conocimiento y hoy en día se trata de lo contrario", opinaba en otra ocasión.
Para el ministro de Cultura, Aute "era un artista completo y polifacético, un referente sin duda de la canción de autor pero también de muchas otras cosas,pues era un gran pintor y escultor". También ha recordado Rodríguez Uribes la faceta personal y política del música, al que destaca como "una persona sin la que no entendemos bien historia reciente de España, que desde la Transición en adelante está en un camino de libertad. Luis Eduardo Aute estará siempre en esa memoria colectiva de todos nosotros", ha expresado.